viernes, 28 de marzo de 2025

EN DEFENSA DE LA COCINA, DE LAS FALDAS Y DE LA CIVILIZACIÓN


 EN DEFENSA DE LA COCINA, DE LAS FALDAS Y DE LA CIVILIZACIÓN (O POR QUÉ FREÍR UN HUEVO ES MÁS REVOLUCIONARIO QUE ESCRIBIR UN LIBRO SOBRE LIDERAZGO FEMENINO)

“Una mujer santa basta para sostener una casa, y una casa santa basta para sostener un pueblo.”
— Santa Teresa de Jesús


DEDICADO
A todas las mujeres que han sostenido el mundo sin figurar en ningún currículum.
A las que callan, sirven, rezan y aman con heroísmo cotidiano.
Y a las que lo han olvidado… para que vuelvan.


HAY MUJERES QUE HOY rezan el rosario, comulgan en latín, leen a San Luis María y aún así creen que cocinar es perder el tiempo. Mujeres que aplauden el dogma de la Asunción, pero se escandalizan si uno sugiere que deberían volver a usar falda. Mujeres que proclaman a la Virgen como Reina… pero que consideran humillante tender la ropa, lavar el piso o hacer pan con sus propias manos.

Así están las cosas: las católicas “formadas” ya no quieren formar a nadie. Ni almas, ni hijos, ni pasteles.


I. LA MODERNIDAD NO EMPEZÓ EN LAS UNIVERSIDADES, SINO EN LA COCINA VACÍA

La Revolución no llegó con fusiles, sino con microondas. El día en que la madre dejó de servir la comida, y comenzó a pedirla por teléfono, comenzó el derrumbe de Occidente.

“La desintegración de la familia no comenzó en los tribunales, sino en la mesa mal servida.” —Jean Ousset

Hoy todo el mundo llora por la crisis de vocaciones, por la corrupción política, por la degeneración moral. Pero nadie se atreve a decir lo evidente: la caída empezó cuando la mujer dejó el hogar para “realizarse” en tareas que ningún hombre con sentido común hubiera envidiado.

Y así, mientras ellas redactaban políticas institucionales sobre igualdad de género desde un cubículo sin ventanas, sus hijos aprendían a pensar con TikTok, y sus esposos se hacían expertos en recalentar lo que quedaba de su matrimonio.

Porque sí, el alma también se enfría cuando se sirve en platos desechables.


II. EL EGO ILUSTRADO CON VELO Y BLAZER

Una generación de mujeres se ha convencido de que ser ama de casa es algo que se “tolera” cuando no hay otra opción. Y han hecho de su currículum su biografía espiritual. Ya no dicen “soy madre”, sino “soy abogada y además tengo hijos”. Ya no dicen “soy esposa”, sino “soy consultora con especialidad en conciliación hogar-trabajo”.

“Hay más vocación en una madre que canta que en diez activistas que gritan.” —Rafael Gambra

La verdad es esta: se han convertido en hombres mediocres, sin dejar de ser mujeres frustradas.

Van a misa, sí, pero no oyen la música del hogar. Hablan de castidad, pero no tienen idea del pudor. Rezan novenas, pero no saben coser un botón. Admiran a Santa Mónica, pero les parece un desperdicio quedarse en casa cuidando a un hijo que —¡horror!— aún no sabe leer a Santo Tomás.

Y mientras sus abuelas, con menos estudios, criaban santos, estas nuevas iluminadas apenas logran criar adultos funcionales.

“La mujer moderna quiere hacer todo lo que hace el hombre… menos lo que el hombre hace bien.” —G.K. Chesterton

Conocí a un caballero, hombre letrado y de corazón piadoso, que en un almuerzo parroquial —de esos donde abunda la teología sin sal— se atrevió a lanzar una pregunta aparentemente inofensiva:

“¿Por qué no escribís recetas de cocina?” —dijo, dirigiéndose a un grupo de señoras católicas modernas, doctas en cánones y feminismo espiritualizado.

La reacción fue inmediata: lo miraron como si hubiese propuesto reinstaurar la Inquisición. Una de ellas, ofendida, murmuró algo sobre “reducción de la mujer a la cocina”, mientras otra —con estudios en género y angelología— declaró con solemnidad que “las mujeres católicas de hoy están para cosas más elevadas”.

Curioso. Santa Hildegarda escribió recetas, Santa Zita cocinaba, Santa Teresa daba instrucciones para hacer potajes y San Benito organizó monasterios con horarios precisos para preparar el pan. Pero claro, ellas no tenían Twitter.


III. LA COCINA NO ES ESCLAVITUD: ES GOBIERNO LITÚRGICO

La cocina no es el rincón de los subordinados. Es el corazón del hogar, el laboratorio del amor concreto, el lugar donde se convierte el tiempo en pan, y el pan en comunión.

Allí se canta, se reza, se consuela, se forma el gusto, se transmiten historias, y se prepara el ánimo para enfrentar el mundo.

“No hay liturgia sin altar, ni hogar sin fuego. Y el fuego, en la casa, lo enciende la mujer.” —Mons. Henri Delassus

La mujer tradicional no era sumisa, era imparable. Organizaba, cuidaba, mandaba, embellecía, educaba, corregía, tejía, cocinaba y rezaba. Y todo sin quejarse de que “nadie valora su esfuerzo”. No necesitaba validación porque sabía que estaba haciendo lo único importante.


IV. LO QUE SE PIERDE CUANDO UNA MUJER DEJA EL HOGAR

 • Se pierde la primera escuela de virtud.
 • Se pierde la posibilidad de formar el corazón antes que el cerebro.
 • Se pierde la belleza de lo cotidiano: el mantel limpio, la sopa caliente, el olor a hogar.
 • Se pierde el canto en voz baja mientras se barre.
 • Se pierde el orden que sostiene la paz.
 • Se pierde el alma de la civilización.

“El hogar cristiano no es una construcción humana, sino una realidad querida por Dios.” —Pío XII

¿Y qué se gana? Un sueldo que apenas alcanza para pagar terapias familiares, escuelas carísimas que educan contra la fe, y una sensación crónica de culpa que ninguna charla de espiritualidad logra calmar.


V. QUERIDAS CATÓLICAS “FORMADAS”… HAN SIDO ENGAÑADAS

No son más libres. No son más respetadas. No son más felices.

La oficina las ha envejecido antes de tiempo. Los pantalones las han endurecido. El desprecio por la cocina las ha alejado del misterio. Porque el fuego del hogar no es un símbolo cursi: es un altar. Y quien lo abandona, abandona su sacerdocio femenino.

“Dios no dio a la mujer el púlpito, sino algo más alto: el regazo donde los santos aprenden a hablar.” —San Francisco de Sales

No queremos “debatir” esto. Queremos anunciarlo, como un profeta anuncia la lluvia después del desierto.


VI. FINAL (Y SIN POSTRE)

No es una imposición, claro está. Es apenas una sugerencia fraterna, hecha con el aroma de un pan recién horneado y la certeza de que, si el mundo ha perdido el rumbo, es porque vosotras —sí, vosotras— salisteis por la puerta equivocada.

¿Es ofensivo sugerir que escribáis recetas de cocina? Tal vez. Pero más ofensivo es que no sepáis ninguna.

Volved. Volved antes de que no haya a dónde volver. Volved antes de que vuestros hijos os miren como extrañas. Antes de que la Iglesia se parezca más a una ONG que a una madre. Antes de que el mundo termine de quebrarse por falta de mujeres que sepan cocinar, amar, callar y cantar.

Volved con delantal y con gloria. Con falda y con fuerza. Con harina en las manos y oración en los labios.

Volved no porque seáis esclavas, sino porque sois reinas. Y las reinas no desprecian su palacio: lo gobiernan desde dentro.

María no necesitó púlpito, porque su vida entera fue un himno silencioso. Ella cocinó, sirvió, esperó, guardó… y en ese silencio —más elocuente que mil tratados—, se gestó la redención. Por eso es Reina: no porque hablara más fuerte, sino porque escuchó más hondo.

Porque cuando una mujer enciende su cocina con amor, el infierno tiembla.
Y cuando vuelve a su hogar, el demonio pierde territorio.

Oscar Mendez O.

jueves, 27 de marzo de 2025

SI LO COMPRENDIERA...


"¡Oh, qué grande es un sacerdote! El sacerdote no comprenderá la grandeza de su oficio hasta que esté en el cielo. Si él lo entendiera en la tierra, moriría, no por miedo, sino por amor". 

- San Juan María Vianney

miércoles, 26 de marzo de 2025

COMPOSICIÓN ADITIVA


En la Sagrada Familia de Barcelona se encuentra esta curiosidad que permite que cualquier suma, ya sea horizontal, vertical o transversal, dé como resultado la edad que alcanzó N.S. Jesucristo: 33.


martes, 25 de marzo de 2025

25 DE MARZO: LA ANUNCIACIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA Y ENCARNACIÓN DEL VERBO


La fiesta de hoy nos recuerda el gran acontecimiento de la historia: la Encarnación del Señor en el seno purísimo de una Virgen. En este día el Verbo se hizo carne, y se unió para siempre a la humanidad de JESÚS. El misterio de la Encarnación merece a María Santísima su título más hermoso, el de «Madre de DIOS», en griego Teotokos nombre que la Iglesia oriental escribía siempre con letras de oro, a manera de preciosa diadema en la frente de sus imágenes pintadas y en sus estatuas. «Colocada en los confines de la Divinidad», pues suministró al Verbo de DIOS la carne a que hipostáticamente se unía, la Virgen fue honrada siempre con culto supereminente llamado de «hiperdulía»: el hijo del Padre y el hijo de la Virgen se convierten naturalmente en un solo y mismo Hijo, dice San Anselmo; y siendo desde entonces María Virgen la reina del humano linaje todos debemos de venerarla. 

Ya que el título de Madre de DIOS hace a María Plenipotenciaria, pidámosle interceda ante Nuestro Redentor, para que por los méritos de Su Pasión y Su Cruz, lleguemos a la gloria de Su Resurrección. Que así sea.

MEDITACIÓN SOBRE LA ANUNCIACIÓN

I. Hoy, María Santísima es hecha Madre de DIOS; su humildad y su pureza le han valido este inefable honor. ¡Cuánta alegría me da, oh divina María, veros elevada a tan alto rango de gloria! Y puesto que sois Madre de JESUCRISTO N.S., también lo sois de los cristianos. ¡Ah, cuán consolador es este pensamiento! Sois todopoderosa para socorrerme, porque sois la Madre de DIOS; poseéis un corazón henchido de amor por mí, porque sois mi Madre. También yo, si quiero, mediante la fe y la caridad puedo poseer a JESÚSús en mi corazón. María Virgen ha engendrado a CRISTO según la carne, todos los cristianos pueden engendrarle en sus corazones por la fe (San Ambrosio).

II. Desde hoy, JESÚS es nuestro hermano; el amor que nos tiene lo hace semejante a nosotros, a fin de hacernos semejantes a Él. Viene a la tierra para que vayamos al Cielo. ¡Os adoro, Verbo encarnado en el seno virginal de María Castísima! ¡Quien me diera el poder de haceros una merced tan preciosa como Vos me hicisteis! Oh. Hermano y Redentor amabilísimo, os ofrezco todos mis afanes y mis obras , todo mi ser.

III. María Purísima es nuestra Madre, JESÚS nuestro Hermano: ¿somos dignos hijos de María Inmaculada, dignos hermanos de JESUCRISTO N.S.? María Santísima es totalmente pura, humilde y obediente: ¿posees tú esas virtudes? NS JESUCRISTO en todo busca la gloria de Su Padre y la salvación de las almas: ¿estás animado tú del mismo celo? ¿No tendría motivo JESÚS para quejarse y decir a su Madre amada: Los hijos de mi Madre han combatido contra mí? (Cantar de los Cantares).

ORACIÓN

Oh DIOS y Señor Nuestro, que habéis querido que Vuestro Verbo se encarnase en el seno de la bienaventurada Virgen María en el momento en el que al anunciarle el Ángel este misterio, Ella pronunció su «Fíat», conceded que nuestras plegarias, mientras honramos a la que firmemente creemos que verdaderamente es Madre de DIOS, obtengan el auxilio de su intercesión junto a Vos.

Por JESUCRISTO N.S., Amén.

sábado, 22 de marzo de 2025

LA NORMA NO HACE EL BIEN; EL BIEN HACE LA NORMA


EL ORDEN QUE AMA

Hay una música que no fue escrita, pero que resuena en cada estrella. Una melodía anterior al tiempo, más firme que las piedras y más sutil que el viento. Esa música es el orden divino.

Y lo primero que hay que decir, con la solemnidad de una campana al amanecer, es que este orden no es imposición, sino amor. No es la tiranía de una lógica fría, sino el derrame perfecto de una sabiduría que ama lo que crea y crea lo que ama. Dios no ordena porque quiere ser obedecido, sino porque todo lo que existe tiene un sitio, una forma y un fin. Porque cada cosa debe ser lo que es, y no otra cosa.

EL BIEN ES FUENTE, NO CONSECUENCIA

Por eso, el bien no nace del mandato. Es el mandato el que nace del bien. La ley no es un martillo, sino una cuerda afinada. Dios no decreta arbitrariamente lo que está bien: lo revela. Lo revela como se revela la ley de la gravedad al que cae, o la ley del fuego al que toca la llama. Solo que este fuego no destruye: purifica.

Dios, que es orden eterno, no manda por voluntad de poder, sino por perfección de ser. Y la ley —la verdadera ley, la que arde como un astro fijo en la bóveda del alma— es simplemente el resplandor de ese orden en la inteligencia del hombre. No es una regla que impide: es una forma que revela. No es una cadena que amarra: es un mapa que guía.

LA NATURALEZA ORDENADA DEL HOMBRE

Y es ahí donde se muestra el pecado por lo que es. No un acto de simple desobediencia, como si Dios se irritara por un incumplimiento administrativo. Sino algo más profundo y trágico: un acto de desorden voluntario, un rechazo del bien inteligible, una traición a la naturaleza misma del hombre. Porque el hombre fue hecho para algo. Tiene un fin. No es una hoja arrastrada por el azar, sino una criatura racional orientada al Bien, hecha a imagen de la Sabiduría.

Pecar, entonces, no es transgredir una instrucción, sino desviarse del fin. Es, como decía el Aquinate, aversio a Deo et conversio ad creaturam. Y no por casualidad, sino por una elección torcida del alma, que pudiendo seguir la luz, elige la sombra.

Dios no impone ese fin. Lo imprime. Como el escultor que no obliga a la piedra, sino que la libera. Como el músico que no domina las notas, sino que les da su lugar. Así es el orden divino: no es tiránico, sino generoso. No constriñe: define. No reduce: eleva.

LA LIBERTAD SEGÚN EL FIN

Nuestra época —tan orgullosa de su libertad y tan confusa sobre su sentido— ha invertido todo. Piensa que la ley es un límite impuesto desde fuera, y no la expresión de lo que somos por dentro. Cree que obedecer una norma es abdicar de la libertad, cuando en realidad es su condición. Pues solo es libre quien es libre para el bien, como solo es rápido el tren que sigue los rieles.

El pecado, en cambio, promete libertad pero da vértigo. Promete vuelo pero suelta las alas. Es, en el fondo, un acto contra el ser. Contra el propio ser. Es elegir no ser lo que fuimos llamados a ser. Es traicionar la arquitectura secreta del alma, que fue hecha para amar, para conocer, para adorar.

Por eso, toda ley verdadera no es un invento, sino una ventana. Nos muestra el mundo tal como fue pensado. Y toda moral verdadera no es una lista de deberes, sino un eco del Bien primero que da forma a todo lo que vive.

CONCLUSIÓN: PECAR ES PERDER LA MÚSICA

La norma no hace el bien. El bien hace la norma. Y no por lógica humana, sino por irradiación divina. La ley no es el principio: es la consecuencia. La raíz es el Amor, y la rama es el orden. Dios no manda cosas buenas: las cosas son buenas porque brotan de Él.

Y el que peca no rompe una regla. Rompe el lazo con su fin, la línea que lo unía con su plenitud. Se aleja de su forma verdadera, como un templo abandonado, como un canto que se desvía de su tono.

Lo más trágico del pecado no es que ofende a Dios como un súbdito ofende a un rey. Lo más trágico es que rechaza al Dios que quiso que fuéramos felices siendo lo que somos.

Y lo más glorioso de la ley divina no es que castiga, sino que indica el camino hacia la perfección.

OMO

jueves, 20 de marzo de 2025

EL DEBIDO CUIDADO DE LAS PARTÍCULAS CONSAGRADAS


Un detalle muy bello y reverente de la misa tradicional es la forma en la que el sacerdote toma el cáliz durante la consagración:

Mantiene unidos sus dedos índice y pulgar de ambas manos pues son los dedos con los que previamente tocó la Hostia consagrada, para evitar de ese modo la caída de partículas.

La debida reverencia a la presencia real de Cristo en la Eucaristía es un deber de todo católico y en la misa tridentina esto queda muy claro.


miércoles, 19 de marzo de 2025

EL TRÁNSITO GLORIOSO DE SAN JOSÉ



En la quietud de la casa donde el adobe susurra,

reposó el hombre de la madera y la palma,

con el rostro sereno, bajo la mirada infinita,

del Hijo que un día le dio vida.

Su alma se elevaba,

como fragante incienso,

y la paz en su ser era el eco de la eternidad.


Sus manos, gastadas por el peso del tiempo,

se entrelazaban en silenciosas oraciones,

como raíces que buscan la tierra profunda,

cercanas al sueño del amor eterno.

En ellas, el sudor de la verdad,

en sus dedos, el latir de un Dios hecho carne.


Los ojos, dos llamas suaves,

testigos de un amor sin fronteras,

en su pecho latía la paz que venía

del mismo aliento de la creación.

Y en su mirada, se posaba el eco

de todos los siglos por venir.

Él, el hombre justo, el guardián del Verbo,

bajo el techo de la humilde Nazaret.


A su lado, la Virgen,

la que cuidó con ternura cada paso,

en su mano, la dulzura de la vida,

y en su alma, la promesa cumplida.

El Hijo, el Salvador,

reposaba en su regazo,

mientras José, en su silencio,

sabía que el peso del mundo

había recaído en su hombro.


Recuerda, José, los caminos de antaño,

el viaje hacia Belén, la estrella guiando,

y la huida en la sombra,

donde los sueños fueron voces que salvaron.

La tienda de lona, la pobreza humilde,

el ángel susurrando en la noche callada.

Un hombre sencillo,

con el corazón lleno de fe,

pero con los ojos abiertos al misterio divino

que habitaba en su casa.


Y en el taller, el martillo resonaba,

y el chisporroteo del fuego

era el canto del sacrificio,

del sacrificio de vivir para otro,

de estar en la sombra,

al servicio de la luz.


El lecho se hace más pesado,

el aliento de José se va tornando lento,

y los ángeles, sin poder retener su emoción,

se asoman al umbral,

casi tocando su alma.


La Virgen mira a su esposo con ternura infinita,

el Cordero levanta la mirada,

y en ese instante,

la gloria que los cielos aguardaban

se hace tangible.


—“Padre mío”— dice el Hijo,

“tu justicia es mi camino,

tu fe ha sido la columna

que ha sustentado la tierra.”

Y José, con voz quebrada,

responde al Hijo de la Promesa:

—“Hijo mío, mi gloria es tu mirada,

mi vida ha sido testigo de tu luz.

No soy más que polvo,

pero en Ti hallé mi todo.

Has sido mi razón,

y mi ofrenda es tu voluntad.”


José mira, por última vez,

la luz que entra por la ventana,

el sol se alza con fuerza,

y una paz profunda cubre la habitación.


Los cielos se abren,

el resplandor del Espíritu Santo inunda el cuarto,

y un coro de ángeles canta en su honor.

José, el padre adoptivo,

el hombre que fue grande en su humildad,

se duerme en la paz del justo.


Y mientras su alma asciende hacia el Trono del Cordero,

la gloria lo envuelve como un manto resplandeciente,

y todos los cielos, en su magnificencia,

lo aclaman como el protector de la Sagrada Familia.

San José, ya glorificado,

se sienta a la derecha del Rey,

en un trono eterno, más grande que cualquier corona,

cuyo resplandor brilla más allá del sol

y cuyo nombre es pronunciado con reverencia

por todos los ángeles y santos del cielo.


OMO

martes, 18 de marzo de 2025

SAN JOSÉ, PATRÓN DE LA BUENA MUERTE.


Oh mi Santo protector, glorioso Patriarca San José, que estando en el lecho de vuestro dulce tránsito os visteis rodeado de ángeles y asistido de su Rey, Cristo Jesús, y de su Reina, la Santísima Virgen María, esposa vuestra, y que con esta amabilísima compañía salisteis en una paz celestial de esta miserable vida, alcanzadme la gracia de perseverar en el bien hasta que muera reclinado en vuestros brazos. Sí, santo mío, por aquella dulce compañía que Jesús y María os hicieron hasta la hora de vuestra muerte, protegedme en la mía hasta que me vea con Vos en el Cielo.

Amén.


sábado, 15 de marzo de 2025

LA SANTA CUARESMA: UN TIEMPO PARA DESPERTAR



EL LLAMADO DE LA IGLESIA A LA CONVERSIÓN Y LA VERDADERA LIBERTAD

Vivimos en una época que presume de estar siempre informada, pero que no soporta que se le recuerde la verdad más simple de todas: que el hombre tiene un alma y que, tarde o temprano, tendrá que rendir cuentas por ella.

El mundo moderno es como un hombre que camina por un camino oscuro sin querer admitir que no ve nada. En lugar de detenerse, encender una luz y orientarse, decide seguir avanzando a ciegas, confiando en que, de alguna manera, no se caerá en el abismo. Y si alguien intenta advertirle, se enfada y responde que no hay tal abismo, que lo único que existe es el suelo bajo sus pies y que preocuparse por lo que no se ve es cosa de gente anticuada.

Pero la verdad no desaparece porque no se la quiera mirar. La Iglesia, con la sabiduría de quien ha visto pasar siglos de necedad humana, no se cansa de recordárnoslo. Y lo hace con una insistencia que no es otra cosa que amor de madre: nos llama a la conversión, a la reflexión y al arrepentimiento.

Porque la Cuaresma no es una costumbre, ni un simple período litúrgico, ni una especie de tradición que mantenemos por inercia. Es un llamado a despertar.


LA CUARESMA Y EL DESPERTAR ESPIRITUAL

Uno de los grandes problemas del hombre moderno no es que sea pecador (porque eso lo ha sido siempre), sino que ha dejado de creer en el pecado. No es que haga el mal, sino que ya ni siquiera lo llama mal. Ha cambiado el significado de las palabras, ha buscado excusas, ha encontrado justificaciones.

Pero los nombres no cambian la realidad. Se puede llamar “error” a lo que es una injusticia, “distracción” a lo que es un vicio, “libertad” a lo que es esclavitud. Se puede evitar pronunciar la palabra pecado, pero el pecado sigue estando ahí, con todas sus consecuencias.

Por eso, la Iglesia insiste en la Cuaresma: para que el hombre recuerde que su alma no es un adorno, sino la parte más importante de sí mismo.

El mundo nos da miles de razones para olvidar lo esencial. Nos distrae con ruido, nos entretiene con trivialidades, nos invita a preocuparnos por todo menos por lo que realmente importa. Y en medio de todo ese estruendo, la Iglesia habla con la voz clara y firme de quien conoce la verdad:

“Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás.”


LA CONFESIÓN: VOLVER A LA VERDAD

Despertar es solo el primer paso. Porque si un hombre abre los ojos y descubre que está sucio, necesita limpiarse. Y eso es la confesión.

Pero aquí viene la gran dificultad: el hombre moderno odia admitir que está equivocado. Prefiere cualquier explicación antes que aceptar su culpa. Prefiere decir que “todos hacen lo mismo”, que “nadie es perfecto”, que “no hay que juzgar”.

Sin embargo, la confesión no es una humillación, sino una liberación. Es el momento en el que dejamos de engañarnos a nosotros mismos y nos enfrentamos a la verdad con valentía. Es el acto más honesto que existe, porque en él un hombre deja de justificarse y se reconoce como es.

No hay alivio más grande que el de un alma que ha sido perdonada. El hombre que carga con sus pecados sin confesarlos es como quien lleva sobre los hombros un peso invisible: no lo ve, pero lo siente. Y cuando finalmente lo deja caer, se da cuenta de lo libre que podría haber sido todo el tiempo.

La Iglesia nos ofrece este don con generosidad, no como un castigo, sino como una invitación a la verdadera paz.


EL AYUNO Y LA MORTIFICACIÓN: LA DISCIPLINA DEL ESPÍRITU

El mundo nos dice que lo único que importa es el placer, que la vida debe ser cómoda y fácil, que privarse de algo es una tontería. Pero el mundo no entiende la diferencia entre comodidad y libertad.

Un hombre que no sabe decirse “no” a sí mismo no es libre. Es esclavo de sus propios impulsos. Es un barco sin timón, arrastrado por el viento de sus deseos.

El ayuno y la mortificación no son caprichos de la Iglesia, ni tradiciones sin sentido. Son ejercicios del alma, formas de aprender a dominarse a sí mismo. Así como un atleta entrena su cuerpo para hacerlo más fuerte, el cristiano entrena su espíritu para hacerlo más resistente.

El ayuno no se trata solo de dejar de comer carne o de saltarse una comida. Se trata de aprender a renunciar a lo inmediato para alcanzar lo eterno. Se trata de recordar que el cuerpo no manda sobre el alma, sino que debe estar al servicio de ella.

El mundo moderno cree que la verdadera libertad es hacer lo que uno quiere. La Iglesia nos enseña que la verdadera libertad es ser dueño de uno mismo.


¿QUÉ GANAMOS CON LA CUARESMA?

El mundo ve la Cuaresma como un tiempo de privación, pero en realidad es un tiempo de ganancia.
 1. Ganamos claridad.
 • Nos sacudimos la pereza espiritual.
 • Dejamos de distraernos con cosas sin importancia.
 • Nos enfrentamos con la realidad de nuestra alma.
 2. Ganamos gracia.
 • Nos reconciliamos con Dios.
 • Nos libramos del peso del pecado.
 • Recuperamos la paz interior que el mundo nunca puede dar.
 3. Ganamos verdadera libertad.
 • Aprendemos a dominar nuestros deseos.
 • Nos fortalecemos espiritualmente.
 • Nos preparamos para la alegría de la Pascua.

Porque esa es la clave de todo: la Cuaresma no termina en la mortificación, sino en la resurrección. No es un camino que se cierra en la penitencia, sino que se abre a la vida eterna.

El mundo busca la felicidad en mil direcciones, pero la Iglesia nos muestra el único camino seguro: morir con Cristo para resucitar con Él.


CONCLUSIÓN: LA IGLESIA Y LA VERDAD QUE NO PASA

En un mundo que cambia constantemente de opinión, la Iglesia permanece. No porque sea obstinada, sino porque la verdad no cambia.

En cada Cuaresma, la Iglesia nos recuerda lo mismo que ha recordado a generaciones enteras antes que nosotros:
 • Que la vida no es solo materia, sino espíritu.
 • Que la muerte no es el final, sino el principio de la eternidad.
 • Que el pecado es real, pero también lo es la misericordia de Dios.

El mundo intentará convencernos de que todo esto es exagerado, que no hace falta pensar en ello, que no tiene sentido vivir con la vista puesta en el cielo. Pero el mundo también está lleno de hombres que, en el último momento de su vida, desearían haber escuchado más atentamente.

Aprovechemos la Cuaresma. No como un simple período litúrgico, sino como lo que realmente es: una oportunidad de oro para despertar, para limpiar el alma y para prepararnos para lo único que realmente importa.

OMO

jueves, 13 de marzo de 2025

LA DESOBEDIENCIA QUE SE CONVIERTE EN LEY


Sólo un ejemplo: la comunión en la boca y de rodillas era la ley universal de la Iglesia. La posibilidad de darla en la mano (y de pie) entró como excepción en contadísimos lugares dizque para no dejarlos, por su desobediencia, fuera de la Iglesia. Ahora se ha generalizado por todo el mundo, a tal grado que pareciera que quienes sigan la norma que evita que caigan las partículas consagradas fueran los "rebeldes". La desobediencia se convirtió en fuente de ley.


miércoles, 12 de marzo de 2025

¿DÓNDE VAS, PALOMA BLANCA?


 ¿DÓNDE VAS, PALOMA BLANCA?

I. LA VÍA DOLOROSA

¿Dónde vas, Paloma Blanca,
cuando el día se oscurece,
cuando el cielo se desangra,
cuando el aire ya no crece?

¿Qué es este luto en tus ojos?
¿Qué es esta pena sin grito?
¿Qué es este llanto callado
que aprieta los huesos fríos?

Te empujan, no te miran,
te golpean los codos sin verte.
Las voces son dardos de piedra,
los hombres escupen la muerte.

Pero tú sigues.

Sigues con el alma abierta,
sigues con el pecho roto,
sigues con el sol de espinas
calcinándote los ojos.

Porque Él camina y tú caminas.

Porque su cruz pesa y tú la sientes.

Porque su herida arde en tu carne,
y su paso quiebra tus sienes.

Y entonces sus ojos te buscan,
te buscan entre la sombra,
te buscan entre la sangre,
te buscan aunque no logran
abrirse entre la ceniza
que las lágrimas le entorchan.

Y le miras.

Y te mira.

Y el mundo entero se quiebra en un instante.

Y aunque Él no pueda hablarte,
aunque su boca se cierre,
aunque su rostro esté cubierto
de polvo, hiel y de muerte,

Él sabe.

Sabe que estás allí.

Sabe que no le abandonas.

Sabe que su cruz la llevas
dentro del alma y los hombros.

Y sigues caminando.


II. EL CALVARIO

¿Dónde vas, Paloma Blanca?

¿Qué más puede hacerte el dolor?
¿Qué más puede arrancarte el aire?
¿Qué más puede torcerte el alma
si el Gólgota ya es un valle
donde la muerte ha extendido
su mantel de carne y sangre?

Tú lo sabes.

Sabes la forma del clavo.
Sabes el eco del hierro.
Sabes la grieta del hueso
cuando el martillo ha golpeado.

Y lo escuchas.

Y la madera se tiñe.

Y el sol se vuelve un lamento.

Y el Hijo abre los labios
y en ellos solo hay silencio.

Y la cruz se alza.

Y la cruz se mece.

Y la cruz se rompe en un quejido
que nadie en la tierra entiende.

Pero tú sí.

Tú lo entiendes.

Tú entiendes el grito ahogado,
tú entiendes la sed sin agua,
tú entiendes la piel rasgada,
tú entiendes la entrega en llamas.

Porque lo diste a la vida
en la cuna de tus brazos,
y ahora lo das a la muerte
en la cruz de su costado.

Y cuando el sol se desploma,
cuando el día se hace espanto,
cuando el Justo baja el rostro,
cuando el aire queda en llanto,

tú sigues de pie.

Porque si el Hijo se entrega,
tú también te has entregado.


III. LA NOCHE DEL SEPULCRO

¿Dónde vas, Paloma Blanca?

¿Dónde buscas lo que ya es sombra,
dónde abrazas lo que ya es frío,
dónde besas lo que ya es muerte
si el alba no ha roto el vidrio
de esta noche detenida
sobre el vientre del olvido?

Lo llevas en tus rodillas.

Como cuando era un suspiro,
como cuando fue un latido,
como cuando la madera
de un pesebre fue su abrigo.

Pero ahora la madera
es de cruz y no de cuna,
y el que un día fue camino,
ahora es piedra desnuda.

Y lo miras.

Y su carne se ha dormido.

Y su boca se ha callado.

Y su sangre ya no quema
porque el frío se la ha llevado.

Pero tú sigues en pie.

Porque si Él ha cerrado los ojos,
tú los cierras pero esperas.
Porque si su voz se ha extinguido,
tú la guardas en la arena.

Porque aunque la piedra ruede,
y aunque el mundo quede en sombra,
y aunque el cielo no responda,

tú esperas.

Tú esperas.

Tú esperas.


IV. EL ALBA DE LA ESPERANZA

¿Dónde vas, Paloma Blanca?

Si el mundo entero se esconde,
si la noche se alza negra,
si el sepulcro guarda el sueño
de la muerte que gobierna,

¿Por qué sigues?

¿Por qué aún late en tu pecho
una luz que no se apaga?
¿Por qué aún bebes la brisa
como si fuera una llama?
¿Por qué tus labios no tiemblan,
por qué tus manos no caen,
por qué tus pasos avanzan
cuando todo retrocede?

Porque tú sabes.

Porque tú sientes.

Porque en la entraña de la sombra,
cuando nadie lo comprende,
cuando todo está dormido,
cuando el aire apenas gime,

algo tiembla.

Algo cambia.

Algo empieza a levantarse
dentro de la misma piedra.

Y tú lo sientes.

Y tú lo sabes.

Y tú lo miras.

Y en la grieta de la noche,
donde todos ven ceniza,
donde la muerte ha reinado,
donde la vida no brilla,

tú ves el alba nacer.

Porque no nace en el cielo,
ni en la aurora,
ni en la cima.

El alba ha nacido en ti.

Y cuando la luz se abra paso,
y cuando la piedra ceda,
y cuando el mundo despierte
al milagro que ya llega,

tú ya habrás visto la Gloria,

porque en tu pecho,

ya arde.


Óscar Méndez Oceguera 

martes, 11 de marzo de 2025

LA PEQUEÑA QUE INSPIRÓ EL CAMBIO EN LA EDAD PARA PODER COMULGAR


¿Quién ayudó a inspirar al Papa Pío X a bajar la edad para la primera comunión?

Ellen Organ nunca cumplió cinco años de edad, sin embargo, su amor por el Santísimo Sacramento la elevó a las cimas de la santidad.

Nacida en County Waterford, Irlanda, en 1903, Ellen Organ •más conocida como Nellie• fue la cuarta hija de padres católicos pobres pero profundamente devotos. Su padre, enfrentándose al desempleo al principio de su matrimonio, eligió convertirse en un soldado del ejército británico en lugar de emigrar. La familia estaba estacionada primero en Waterford, luego en Cork.

La madre de Nellie, Mary, murió de tuberculosis a principios de 1907, y William—enfrentando la realidad de que no podía trabajar y cuidar de sus hijos—los colocó al cuidado de las comunidades religiosas. Nellie se fue a quedarse con las hermanas del buen pastor, junto con su hermana Mary.

Aquí la "pequeña violeta del Santísimo Sacramento" pasó el resto de su vida, tanto en profundo sufrimiento como en santidad que parecía más allá de sus años. Su disposición angelical y su intuición enviada por el Cielo sobre las cosas espirituales la hicieron querer a las hermanas y las convencieron de que este era un niño muy especial.

Nellie tenía un tierno amor por "Santo Dios", como siempre lo había llamado. Ella se sintió particularmente atraída por el Santísimo Sacramento y supo desde el principio exactamente qué—o más bien, quién— era este Sacramento. Le encantaba ver a Nuestro Señor entronizado en la monstrucia, y anhelaba recibirlo. Le pediría a los que habían estado en misa que la besaran para poder participar de alguna manera en sus comuniones.

Pero Nellie sufrió una grave lesión en su columna vertebral, causada por una caída cuando era bebé. Esta lesión le causaría un terrible dolor, sin embargo, no se quejó, soportando todo con fortaleza a pesar de que no podía caminar gran parte del tiempo y tuvo que ser transportada. Una dolorosa enfermedad de la mandíbula y, finalmente, la tuberculosis también llevaría su vida a un pronto fin.

En vista de su probable muerte y de su profunda comprensión de los sacramentos y las verdades de la fe, Nellie fue capaz de recibir su Confirmación, primera confesión y primera comunión, aunque estaba muy por debajo de la edad normal. Su éxtasis al recibir a Nuestro Señor por primera vez y cada vez después—32 veces en total—fue celestial.

La pequeña Nellie murió en febrero de 1908. Alrededor de este tiempo, un hombre de ropa blanca en Roma había estado considerando reducir la edad para la Sagrada Comunión. Según un monseñor familiarizado con el asunto, el Papa Pío X escuchó hablar de la pequeña Nellie y, volviendo a su cardenal secretario, dijo: "¡Ahí! ¡Esa es la señal que estaba esperando!”.

Quam Singulari, el decreto que reduce la edad para la Primera Comunión, fue promulgado en 1910.


lunes, 10 de marzo de 2025

HORDAS "FEMINISTAS" ATACAN LA CASA DE DIOS


Durante las movilizaciones "feministas" del 8 de marzo, para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, diversas catedrales y templos católicos de México fueron vandalizados con pintas en sus muros y daños a sus estructuras. 

En el estado de Jalisco, la Catedral Basílica de la Asunción de María Santísima de Guadalajara amaneció con pintas en sus paredes, con consignas a favor del aborto y ataques a la Iglesia Católica. 

En el centro del país, la Catedral de San José en Toluca fue otro de los templos atacados por los grupos feministas, que colocaron pañuelos verdes —símbolos del aborto— en su puerta. También fueron vandalizados algunos de los monumentos que la decoran. 

En Morelos, también en la zona central, se difundieron videos en redes sociales que mostraban a personas intentando derribar, sin éxito, el cerco de protección de la Catedral de Cuernavaca.

En Oaxaca, en el sureste del país, las participantes de la marcha por el Día Internacional de la Mujer realizaron pintas en los muros de la Catedral de Nuestra Señora de La Asunción. Un video difundido en las redes sociales muestra el intento por incendiar la puerta principal.

La Catedral de Nuestra Señora de la Expectación, en el estado de San Luis Potosí, también sufrió daños durante las manifestaciones.

Fuente: Aciprensa.

domingo, 9 de marzo de 2025

EL MAGISTERIO PERENNE CONTRA EL MAGISTERIO DEL MOMENTO: LA CRISIS DE LA VERDAD EN LA IGLESIA


A lo largo de la historia, la Iglesia ha sido guardiana de la Revelación divina, la cual se transmite a través de la Sagrada Escritura y la Tradición, bajo la custodia del Magisterio. Sin embargo, en tiempos recientes, se ha manifestado una tendencia peligrosa en la que la enseñanza eclesiástica parece desvincularse de su fundamento perenne. Este fenómeno ha dado lugar a lo que podríamos llamar un “Magisterio del momento”, en el que las doctrinas parecen modificarse según las exigencias de la época.

San Vicente de Lerins ya advertía contra esta tentación cuando afirmaba que la fe verdadera debe profundizarse sin cambiar su esencia:

 “Debe fortalecerse con los siglos, pero siempre en el mismo sentido y significado.” (Commonitorium, c. XXIII).

La Iglesia no está llamada a fabricar nuevas verdades, sino a conservar íntegra la enseñanza recibida de Cristo y los Apóstoles. Cuando el Magisterio se separa de la Tradición, deja de ser un faro de verdad y se convierte en un instrumento de poder desligado de la autoridad divina.

LA NATURALEZA AUTÉNTICA DEL MAGISTERIO

El Concilio Vaticano I dejó claro que la función del Magisterio no es innovar, sino preservar y explicar la fe recibida:

 “El Espíritu Santo no fue prometido a los sucesores de Pedro para que enseñaran nuevas doctrinas, sino para que guardaran religiosamente y expusieran fielmente la revelación transmitida por los Apóstoles.”

Santo Tomás de Aquino refuerza esta enseñanza al advertir que el Magisterio no tiene potestad para establecer nuevas doctrinas, sino únicamente para exponer con autoridad lo que ya ha sido revelado:

 “El desarrollo de la doctrina no es una evolución en su esencia, sino una profundización en su comprensión.” (Summa Theologiae, I, q.1, a.8).

San Agustín también subraya que la Iglesia es la única garante de la fe, pues es ella la que ha transmitido la Escritura y la Tradición:

 “No creería en el Evangelio si no me moviera a ello la autoridad de la Iglesia católica.” (Contra la carta de Maniqueo, 5,6).

El Magisterio, por lo tanto, no es fuente de la verdad, sino su intérprete fiel. Si se separa de la Tradición y la Escritura, deja de ser un órgano legítimo de enseñanza y se convierte en una institución errática, sujeta a los vaivenes de la época.

EL ERROR DEL “MAGISTERIO DEL MOMENTO”

El Papa San Pío X, al condenar el modernismo, describió su principio esencial como la creencia de que la verdad evoluciona según las circunstancias históricas. En Pascendi Dominici Gregis, advirtió que esta mentalidad conduce a la destrucción de la fe:

 “Los modernistas sostienen que la verdad no es inmutable, sino que evoluciona según las necesidades de cada época.”

Esta concepción lleva inevitablemente a la confusión doctrinal. El mejor ejemplo de esta crisis fue la herejía arriana, que debilitó la enseñanza sobre la divinidad de Cristo, causando gran división en la Iglesia. San Atanasio, quien resistió esta herejía, proclamó con valentía:

 “Ellos tienen las iglesias, pero nosotros tenemos la fe de siempre.”

Hoy en día, un error similar se repite cuando se intenta cambiar enseñanzas que la Iglesia ha sostenido desde sus inicios. Un ejemplo es el cambio en la doctrina sobre la pena de muerte, el cual contradice siglos de enseñanza católica. San Vicente de Lerins advierte que la verdadera doctrina no cambia su naturaleza, sino que crece en comprensión sin contradecirse:

 “En la Iglesia debe mantenerse aquello que ha sido creído en todas partes, siempre y por todos.” (Commonitorium, c. II).

San Roberto Belarmino también nos previene contra esta visión errónea de la autoridad papal:

 “El Papa no tiene autoridad para cambiar la fe católica, sino para defenderla.” (De Romano Pontifice, IV, 2).

El peligro del “Magisterio del momento” es que presenta los cambios como desarrollos legítimos, cuando en realidad son contradicciones abiertas con la fe recibida.

LA NECESIDAD DE PERMANECER EN EL MAGISTERIO PERENNE

San Juan Crisóstomo exhorta a los fieles a mantenerse firmes en la fe, aun cuando la jerarquía pueda fallar:

 “Si la Iglesia sufre tribulación, no te apartes; si los pastores fallan, permanece en la fe de los Apóstoles.” (Homilías sobre Mateo, 33,7).

San Pío X, en Notre Charge Apostolique, llamó a resistir toda innovación que desfigure la doctrina recibida:

 “Cada fiel debe luchar por la fe y resistir toda innovación que desfigure la doctrina recibida.”

Esta resistencia no es una actitud de rebeldía, sino una manifestación de fidelidad a la verdad perenne. No es posible aceptar sin discernimiento todo lo que un papa  (que no usa la prerrogativa de la infalibilidad) o un concilio pastoral afirmen, si esto contradice o enseña con ambigüedades lo que la Iglesia ha enseñado siempre.

San Pablo nos advierte contra el conformismo con los errores del mundo:

 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por la renovación de vuestra mente.” (Romanos 12,2).

Nuestra fe no depende de la opinión de los hombres, sino de la verdad revelada por Dios.

CONCLUSIÓN

La crisis actual en la enseñanza de la Iglesia exige discernimiento y valentía. No podemos aceptar un “Magisterio del momento” que adapta la doctrina a las modas del mundo. Nuestro deber es permanecer en la fe inmutable, la fe de los Apóstoles, que no puede cambiar porque proviene de Dios.

San Pío X resumió el camino con su lema:

 “Instaurare omnia in Christo” – Restaurar todas las cosas en Cristo.

Solo, sin ambigüedad o contradicción alguna, a través de la fidelidad absoluta a la verdad recibida, la Iglesia podrá superar esta crisis y preservar su misión divina.

OMO

BIBLIOGRAFÍA

 • San Vicente de Lerins, Commonitorium.

 • Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae.

 • San Agustín, Contra la carta de Maniqueo.

 • San Pío X, Pascendi Dominici Gregis y Notre Charge Apostolique.

 • San Roberto Belarmino, De Romano Pontifice.

 • San Juan Crisóstomo, Homilías sobre Mateo.

 • Concilio Vaticano I, Dei Filius.

 • San Pablo, Epístola a los Romanos.