Los pecados de los miembros de la Iglesia no se justifican. Sin embargo, son los santos los que nos llevan hacia Jesucristo. Yo prefiero buscar mi conversión personal, y seguir el ejemplo del Señor; y no utilizar como excusa los pecados de algunos de los miembros de la Iglesia para no convertirme. En definitiva, Dios no me va a pedir cuenta de los pecados ajenos, sino de los míos. Por eso, día a día debemos trabajar por nuestra conversión.
P. Tomás A. Beroch
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