"Cuántas lágrimas recogiste, cuántos remordimientos, atriciones y contriciones; cuántos balbuceos, palabras temerosas, susurradas. Miedo. Pero ¿de quién? A través de ti el alma se abría al Señor, lo encontraba, volaba.
Si pudieras hablar, ¡qué testimonio de humanidad darías! Cuánta vanidad dejada de lado, cuántos orgullos renunciados, cuántas pequeñas maldades que parecían grandes comparadas con el amor del Señor por las almas. Cuántos delitos absueltos con un gesto, el gesto de Jesús, su bendición. Orgullo y humildad, prevaricación y sumisión. Eras escuela de vida. Y ahora te olvidan, te despiden porque eres viejo y dizque estás superado: resultas incómodo".
P. Michele Casati O.P.
NOTA: Cuántos males se evitarían si el hombre volviera a tener contrición y propósito de no seguir pecando. Y cuántas almas dejarían de condenarse eternamente. Urge retornar al confesionario.
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