martes, 25 de agosto de 2020

25 DE AGOSTO: SAN LUIS REY DE FRANCIA. CARTA DEL REY A SU HIJO.


San Luis Rey de Francia representa la figura ejemplar de gobernante cristiano, según el sentido de lo que quiere decir gobernar a los hombres en el tiempo, fundando en la revelación y en la fe cristiana. Pero, también es figura ejemplar como hombre de familia y esto puede verse reflejado en el Testamento Espiritual que deja a su hijo, antes de fallecer:

"Buen hijo, lo primero que te enseño es que dediques tu corazón a amar a Dios, pues sin eso, nadie puede salvarse. Guárdate de hacer nada que desagrade a Dios, es decir, el pecado mortal. Por el contrario, deberás sufrir toda clase de villanías y tormentos antes de cometer un pecado mortal. Si Dios te envía la adversidad, entonces recíbela con paciencia y da gracias a Nuestro Señor y piensa que lo has merecido y que todo se volverá en provecho tuyo. Si te da la prosperidad entonces agradécelo humildemente de suerte que no seas peor por orgullo de otra manera cuando deberías valer más por esa causa, pues no se debe guerrear contra Dios con sus dones.

Confiésate a menudo y escoge un confesor prudente que te sepa enseñar lo que debes hacer y lo que debes evitar y tú, te debes mantener y comportar de tal modo que tu confesor y tus amigos se atrevan a reprenderte por tus malas acciones. Asiste al servicio de la Santa Iglesia devotamente con el corazón y con la boca, especialmente a la Misa, cuando se hace la consagración. Ten el corazón dulce y compasivo con los pobres, con los desdichados y con los afligidos y confórtalos y ayúdalos según puedas. Mantén las buenas costumbres de tu reino y elimina las malas. No tengas codicias contra tu pueblo y no te cargues la conciencia con impuestos. Si tienes alguna aflicción dila enseguida a tu confesor o a algún hombre sensato que no esté lleno de palabras vanas, entonces, las llevarás más fácilmente. Vela por tener en tu compañía gente sensatas y leales, sean religiosos o seglares, que no estén llenos de codicia y habla a menudo con ellos. Y, huye y evita la compañía de los malos.

Escucha de buena gana la palabra de Dios y retenla en tu corazón y busca con gusto oraciones e indulgencias. Ama lo que es provechoso y bueno. Odia todo lo que es malo donde sea. Que nadie sea tan osado que diga delante de ti una palabra que atraiga y excite al pecado ni que maldiga a otro a su espalda por sus murmuraciones. No sufras tampoco que digan delante de ti ninguna villanía de Dios. Da gracias a Dios con frecuencia de todos los bienes que te ha hecho de suerte que seas digno de tener más.

Para administrar la justicia del Derecho a tus súbditos, se leal y rígido, sin volverte a la derecha ni a la izquierda, pero ayuda al derecho y sostén la queja del pobre hasta que sea declarada la verdad. Y, si alguno tiene una acción contra ti, no creas nada hasta tanto no sepas la verdad, pues entonces tus consejeros juzgarán más atrevidamente según la verdad en pro o en contra tuya. Si tienes algo de otro por ti o por tus antepasados y la cosa es segura, devuélvela sin tardar y si es dudosa, manda a hacer una información por gentes sensatas, prudentes y diligentes. Debes poner atención en que tus gentes y tus súbditos vivan bajo ti en paz y con rectitud, sobre todo guarda las buenas villas y las costumbres de tu reino en el estado y en la franquicia en que tus antepasados las han mantenido y si hay algo que enmendar, enmiéndalo y corrígelo y mantenlas en favor y en amor pues a causa de la fuerza y de la riqueza de las grandes villas, tus súbditos y los extranjeros temerán hacer algo contra ti, especialmente tus pares y tus barones. Honra y ama a todas las personas de la Santa Iglesia y cuida de que no les quiten ni disminuyan los donativos y las limosnas que tus antepasados les hayan dado.

A tu padre y a tu madre ten en honor y respeto y guarda sus órdenes, da los beneficios de la Santa Iglesia a personas de bien y de vida limpia y hazlo con el consejo de hombre buenos y de gentes honradas....

...Y finalmente no olvides cantar misas por mi alma y decir oraciones por todo tu reino y, otórgame una parte especial y entera por todo el bien que hagas. Muy querido hijo, te doy todas las bendiciones que un buen padre puede dar a su hijo y que la Santa Trinidad y todos los Santos te guarden y te defiendan de todo mal y que Dios te de la gracia de hacer siempre su voluntad, de suerte que sea honrado por ti y que tu y yo podamos después de esta vida mortal, estar juntos con él y alabarlo eternamente."

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