miércoles, 27 de abril de 2022

EL PAPEL DE LA MADRE


“Una mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Su valor es más que el de las piedras preciosas (…). Engañosa es la gracia, y vana es la hermosura; pero la mujer que teme a Dios, ésa sí que será ensalzada” (Prov. 31).

 ¿Y cuál es el papel de la madre cristiana?

“Engendrar hijos para el cielo”.

Las vacas tienen crías, los perros y las liebres también, pero mientras estos animales de Dios crían hijos para la tierra, la madre cristiana debe hacerlo para el cielo. Porque antes que saciar el cuerpo, hay que pensar en saciar el alma. Antes de pensar con qué se vestirán los hijos, hay que pensar si están revestidos de la gracia. Por eso el papel de la madre es fundamental, tanto que Nuestro Señor vivió sin padre carnal, pero no sin madre.

“Engendrar hijos para el cielo…”. Practicando las virtudes, ante todo; de allí que el Cura de Ars dijese que “las virtudes pasan suavemente de las madres a los hijos”.

De la madre uno aprenderá la primera oración o el primer insulto.

De la madre el hijo sabrá primeramente distinguir lo bueno de lo malo, de allí que sea tan nefasta esa corriente ideológica que dice que “no hay que poner límites”, “no hay que corregir”, “nunca hay que levantar la mano”.

“¿Tienes hijos? Adoctrínalos, doblega su cabeza desde su juventud” (Eclesiástico, VII, 23) pues “un caballo no domado, sale indócil, y un hijo consentido, sale rebelde" (Eclesiástico, XXX, 8).

La obligación de la madre católica es llevar a sus hijos al cielo. Y si a pesar de una buena formación el hijo se desvía, siempre queda el recurso de la oración constante por él. A Santa Mónica, que insistentemente oraba por su hijo pecador, le dijo un obispo: "No se condenará un hijo de tantas lágrimas". Y ese hijo llegó a ser un gran santo: San Agustín.


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