María firmó con su “Sí” la santa nueva alianza entre las almas y Dios, y fué la primera que puso Su vida entera al servicio del plan de salvación de Dios. Si no hubiera sido por Su “Sí”, el Redentor no hubiese podido ser concebido en ese momento estipulado por la perfecta sabiduría de Dios. La perfecta consagración de María a las obras de Dios se convirtió en el fundamento de nuestra redención.
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