(Mc. 16, 14-20).
jueves, 2 de junio de 2011
JUEVES DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
"Tres jueves hay en el año, que relucen más que el sol
Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión".
Procuremos ir este día al Santo Sacrificio de la Misa.
En aquél tiempo: Estando sentados a la mesa los once discípulos, aparecióseles Jesús, y les dio en rostro con su incredulidad y dureza de corazón, por no haber creído a los que le habían visto resucitado. Y les dijo: Id por todo el mundo, y predicad el evangelio a toda criatura. El que crea y se bautice, se salvará; mas el que no crea, se condenará. Y estas señales seguirán a los que creyeren: Lanzarán demonios en mi nombre; hablarán nuevas lenguas; cogerán serpientes; y si beben algún veneno, no les dañará; pondrán las manos sobre los enfermos, y los sanarán. Y el Señor Jesús después de hablarles, subióse al cielo, y estaba sentado a la diestra de Dios. Mas ellos salieron, y predicaron en todas partes con la ayuda del Señor, que confirmaba su doctrina con los milagros que la acompañan.
(Mc. 16, 14-20).
Del Evangelio de la misa del Jueves de la Ascensión del Señor
Los evangelistas describen al final de los evangelios y al principio del libro de los Hechos de los Apóstoles, que Jesús "fue elevado al cielo", por lo que los cristianos repetimos en nuestro Credo:
"Subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre". Esta afirmación es un modo de hablar para decir que Jesús se fue al Padre, llevando consigo su naturaleza humana. En la Ascensión (fiesta de primera clase) celebramos la subida de Cristo al Padre y nuestra futura ascensión con Él si llevamos una vida de obediencia a sus mandamientos y perseveramos en la fe. Al celebrar el misterio de la Ascensión del Señor, recuerda que EL CIELO ES NUESTRA META y que la vida terrena es el camino para conseguirla.
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