
Venía de comulgar de la catedral cuando fue atacado a machetazos y tiros, mientras uno de sus verdugos decía: "¡Muere, verdugo de la libertad". Él todavía tuvo fuerzas para responderle con energía: "¡Dios no muere!". Mismo grito que durante la Cristiada lanzó el acejotemero mexicano Anacleto Gónzález Flores en su martirio, segundos antes de morir: "Por segunda vez (se refería a que la primera vez lo hizo García Moreno) oigan las Américas este grito: ¡Yo muero, pero Dios no muere, viva Cristo Rey!".
¡Héroes incógnitos! Casi santos.
ResponderEliminarQue Dios nos conceda el valor de imitarlos.