jueves, 16 de mayo de 2013

¡EL MEJOR NEGOCIO!


Debemos considerar que el negocio de nuestra salvación eterna es un negocio de las más graves consecuencias, porque se trata del alma, y, habiéndose perdido ésta, todo absolutamente está perdido. El alma, dice San Juan Crisóstomo, debe ser tenida por nosotros como más preciosa que todos los bienes del mundo. Y para entender esta verdad, no basta con saber que Dios nos creó a su imagen y semejanza; al menos no es suficiente, ya que también es preciso saber y entender que Jesucristo pagó un precio de valor infinito, para redimir el alma y rescatarla de la esclavitud de Satanás. Es decir: para salvar nuestras almas, el mismo Dios sacrificó a su Hijo a la muerte, y el Verbo eterno no dudó en rescatarnos a cambio de su Sangre. "Fuistéis comprados a gran precio" (I Corintios 6:20). ¿Alcanzamos a comprender esto en toda su dimensión?...

Tenía mucha razón San Felipe Neri en calificar de locos a los "sabios" del mundo que no trabajan para la salvación del alma. Y si tiene tan gran valor nuestra alma, ¿qué  bienes del mundo puede haber a cambio, para perderla?. "¿Qué podrá dar el hombre a cambio de su alma?" (Mt 16,26).

La vida es una milicia para
salvar el alma
Si hubiese hombres mortales en la tierra -esto es, cuya existencia finalizara efectiva y totalmente con su muerte- y otros inmortales, y los mortales viesen a los inmortales preocupados por las cosas del mundo, buscando granjear honras, bienes y placeres mundanos, les dirían sin duda: "¡Qué insensatos sois, podéis adquirir bienes eternos y pensáis en esas cosas miserables y pasajeras! ¿y es por ellas que vosotros os condenáis a las penas eternas en el más allá? Dejad estos bienes terrestres para los que, como nosotros, todo viene acabar con la muerte".

¡Pero no! pues podemos decir que todos los hombres somos inmortales, en el sentido que nuestra alma nunca muere y nuestro cuerpo resucitará algún día. La muerte natural, la separación de alma y cuerpo, será sólo un breve compás de espera si lo comparamos con la eternidad que nos aguarda.

¡¡¿Cómo es entonces que muchas personas pierden eternamente su alma a cambio de las satisfacciones más miserables de este mundo?!!

"¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma?" (Mt 16,26). 

Hoy también publicamos (haz click): "¡DIOS NO MUERE!"


2 comentarios:

  1. En una de sus obras, santo Tomás Moro se refiere al "demonio Ocupación", es decir, a ese que nos enredaría en muchas y variadas ocupaciones cada día, de modo que una actividad lleva a la otra, y nos llena todo el tiempo diario, y al final como nos descuidemos no hemos rezado ni el rosario. El demonio Ocupación nos hace perder la perspectiva y nos vacía de lo esencial. Muy peligroso (y silencioso) el demonio Ocupación.

    ¡Ave María Purísima!

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