sábado, 6 de septiembre de 2014

LO NORMAL DE LO ANORMAL, HOY EN DÍA, EN LAS PRIMERAS COMUNIONES

Son pocos ya los lugares donde se prepara bien a los infantes.

Hay escasísimas PRIMERAS, de muchas Comuniones, pero sí muchísimas PRIMERA Y ÚLTIMA COMUNIÓN, al punto que los propios implicados la han rebautizado como “la Comunión”, así sin más.

Si el bautizo para el pueblo que utiliza los sacramentos sin tapujos para montar sus “fiestecitas”, no es más que una presentación en sociedad del niño, la comunión no es más que la puesta de largo donde se le inundan de todo tipo de regalos y fiestas pero de una forma tan desvinculada del verdadero motivo de celebración: QUE HA RECIBIDO A JESÚS, que incluso padres y los propios niños te miran raro si les haces un regalo religioso.

Así los padres se entregan a todo tipo de suntuosos preparativos, meses hablando los detalles discutiendo la organización, los regalos… todo, pero sin embargo en esos mismos meses estos mismos padres no se preocupan lo más mínimo por la formación que tiene su hijo para recibir a Jesús, y ellos mismos ni siquiera dan un ejemplo mínimamente coherente, la mayor parte de las veces sin ni tan siquiera ponerlo a rezar por la mañana y por la noche.

Como si fuera parte de un proceso administrativo estos padres los llevan durante las catequesis a misa, dando por concluido todo ello tan pronto se termine la fiesta, a partir del domingo siguiente ni siquiera se plantean que el niño tenga que volver por la iglesia.

Es un espectáculo por parte de los padres de incoherencia y burla a lo sagrado de dimensiones épicas. He visto de todo, personas que se definen ateas, no practicantes… de todo, y que llevan al niño a la comunión y que si le preguntas por el motivo todo lo que te dicen es “no va a ser mi hijo menos que los demás”.

Y estos pobres niños se convierten en víctima de los padres, pero también en víctima de los formadores en las catequesis. Porque a pesar del sacrilegio de los padres, podrían haber tenido una oportunidad excepcional de recibir una formación cristiana que posiblemente sea la única que recibieran. Pero no, tampoco es así.

Como padre de varios niños que han hecho las comuniones recientemente, y asistido a la de innumerables sobrinos, he podido comprobar de primera mano la absoluta falta de formación con que acuden la mayoría de los niños, como en todo hay honrosas excepciones. Niños para los que no hay preceptos y obligaciones, sólo paz, alegría y pandereta, no saben rezar apenas, a los cuáles se les ha enseñado con un lenguaje lleno de eufemismos que ni los mayores podemos entender, todo con el objeto de no exponer claramente la doctrina católica y difuminarlas en mil fantochadas modernistas, niños sin noción alguna de pecado, niños a los que se les quiere tratar de muy mayores para unas cosas, pero siempre “poco preparados aún” para hablarles de verdades católicas con un lenguaje claro (véase el catecismo Mayor de San Pío X, ejemplo excepcional de claridad educativa).

Total desacralización: galletas en lugar de hostia, comunión 
en la mano, recepción sentada, guitarras, música profana, 
falta de preparación doctrinal, etc. Pobres niños que no 
tienen una plena conciencia y conocimiento de la grandeza
 del sacramento que reciben.
En mi familia directa y cercana junto con mi hija hicieron la comunión dos sobrinas más que no han vuelto a pisar la iglesia, que cuando se quedan en mi casa a dormir y rezo en el cuarto a los niños se quedan sorprendidas como diciendo “¿pero qué hace éste?”. Un espectáculo doloroso la verdad ver estos niños arrastrados por sus padres.

Pero yo mismo me pregunto ¿qué se puede esperar cuando estos niños van a misa, una misa de niños, donde lo último que se respira es olor a sagrado? Donde no hay ni confesionario y llega la hora de la comunión y se arrodillan dos personas en toda la Iglesia, donde la gente comulga y absolutamente a nadie se le ve dando acción de gracias, excepto las mismas dos personas, donde antes, DURANTE y después de la misa la actitud general de falta de respeto, mundanidad y antropocentrismo es lo único que se respira allí. ¿Cómo podemos pedirle a un niño que vea en la Sagrada Hostia algo sagrado, que vea a Jesús, cuando la actitud de los fieles, y del propio sacerdote, es mundana y en ningún momento muestran reverencia sino que tratan tan sagrado alimento con las manos como un alimento más? ¿Cómo podemos pedir a un niño que vea allí a Jesús cuando la ceremonia de su primera comunión es un espectáculo bochornoso en el templo de falta de respeto, ordinariez y profanación? ¿cómo podemos pedírselo cuando en la consagración el cura ni siquiera les ha enseñado a arrodillarse y luego les obliga a comulgar en la mano?

Hay una catequesis visual de piedad, devoción y vida sacramental que ha desaparecido casi por completo de nuestras iglesias.

Incoherencia de los pastores que lo permiten, incoherencia de los padres que lo hacen y, como víctimas, los hijos, por los que como decía el Santo Cura de Ars, Dios pedirá en el juicio a cada padre cuentas por hasta el último pecado que hayan cometido estos por su responsabilidad al no formarlos y educarlos debidamente.

Juan Gómez Sauceda
Fuente: Adelante la fe. La normalidad de la anormalidad: la comunión.

TEMAS RELACIONADOS (HAZ CLIC):  1) UN DEBER DE LOS PAPÁS: LA CONFESIÓN DE LOS NIÑOS 2) EN CUANTO EL NIÑO PUEDA DISTINGUIR ENTRE EL PAN Y LA HOSTIA CONSAGRADA, HAGA SU PRIMERA COMUNIÓN

10 comentarios:

  1. Este artículo refleja la cruda y cruel realidad de las Primeras Comuniones hoy en día. Tal como lo menciona hay sus excepciones. Muchos padres y madres no se preocupan en absoluto o muy poco de la formación religiosa de sus hijos. Inscriben a sus hijos en el curso de preparación para la Primera Comunión solo para cumplir con una formalidad y no por lo que en realidad significa hacer la Primera Comunión. Yo recuerdo cuando yo estaba en catecismo de Primera Comunión, hace ya 27 años en mi parroquia natal el párroco había reorganizado el grupo de catequistas dos años antes debido a que quienes lo integraban habían dejado el grupo, el párroco seleccionó un grupo maravilloso y muy entregado a tan importante labor apostólica donde la mayoría eran jóvenes de aproximadamente 22 años de edad a los cuales el párroco les dio una formación muy completa: formación bíblica, formación litúrgica y catequética. Quienes no estábamos preparando estábamos distribuidos en dos turnos, mañana y tarde en grupos de 15 a 16 niños. El párroco se reunía frecuentemente con los catequistas para evaluar cómo iba el curso y le daba indicaciones sobre aspectos específicos que debían ser atacados para garantizar el éxito de la formación impartida. En una ocasión le pidió a los catequistas que monitorearan el progreso espiritual de los niños (catequizandos), y en cada grupo habían unos casos preocupantes; por ejemplo en mi grupo habían 3 casos muy serios, dos de los casos se trataban de niños cuyas familias no asistían o casi no asistían regularmente a la Santa Misa y se sabían solo el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria pero gracias a la formación que estaban recibiendo estaban muy entusiasmados y fue ese entusiasmo el que contagio a su grupo familiar y los hizo convertirse y apoyar incondicionalmente a sus hijos en su formación religiosa; y el otro caso era el más grave, el niño casi no se sabía las oraciones y sus padres tenían una actitud muy displicente con la formación religiosa de su hijo y el niño deseaba enormemente hacer la Primera Comunión, luego de un par de conversaciones del catequista con sus padres y el entusiasmo del niño sus padres abrieron los ojos y se convirtieron apoyando incondicionalmente la formación religiosa de su hijo.
    Un caso aún más grave fue el de una niña de 14 años que no estaba bautizada, y esto le impedía hacer la Primera Comunión y lloraba frecuentemente por eso y sus padres se negaban a bautizarla a pesar de los constantes ruegos de su hija. Finalmente la catequista y el Párroco conversaron con sus padres y abrieron su corazón a su hija, fue bautizada unas semanas antes de la Primera Comunión y así pudo hacer la Primera Comunión.

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  2. Posteriormente mi familia y yo nos mudamos al interior del país y en la parroquia a donde nos mudamos inicié la preparación para la Confirmación, al principio la catequista dio un repaso del catecismo de Primera Comunión. En esta parroquia los integrantes del grupo de catequistas dejaron el grupo por ser de avanzada edad, y el Párroco seleccionó a un grupo de jóvenes de 22 años de edad aproximadamente. A mitad del repaso la catequista comenzó a hacer preguntas y yo era el único que respondía correctamente y que sabía todas las respuestas. A mi catequista le llamó la atención la seguridad al responder y el dominio que yo tenía del tema, y me preguntó dónde había aprendido todo y le relaté que yo desde temprana edad tuve contacto varios obispos, un cardenal, sacerdotes diocesanos así como de diversas congregaciones (benedictinos, claretianos, salesianos, agustinos de Santo Tomás de Villanueva), religiosas de diversas congregaciones (Siervas del Santísimo Sacramento, Siervas de Jesús), numerosos seminaristas así como un hermano que al año siguiente recibiría el orden sacerdotal y la sólida formación religiosa que recibí en mi parroquia natal. Ella al escuchar mi relato respondió que con razón respondía tan bien y el dominio que tenía, ella decidió que la última hora y media de clase la diera yo y así fue. Todos mis compañeros tenían serias deficiencias como consecuencia de una formación deficiente en el hogar pero más aún en su preparación para la Primera Comunión. Unos años después siendo acólito y miembro honorario de la cofradía del Santísimo Sacramento en una importante parroquia me tocó ser el maestro de ceremonia en las misas de Primera Comunión y pude ver con tristeza que algunas personas solo estaban pendientes de la foto que se tomarían al final de la misa y de la fiesta que venía luego que de la Primera Comunión como tal. Esta frialdad espiritual de los padres de los niños fue lo que llevó en algunas parroquias a establecer un encuentro semanal obligatorio del catequista con los padres de los niños que se estaban preparando para la Primera Comunión después de la misa dominical para dichos niños, estrategia que ha ayudado a solventar esa frialdad espiritual de algunos de los padres de estos niños.

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  3. Excelente!! Dios te continue iluminando ,te bendiga y acompañe siempre =)

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  4. Carlos Julio Casanova Guerra 7 de septiembre de 2014, 11:08
    Les dejo un artículo sobre la "(In-)Cultura de la chabacanería VS. el Misterium Tremendum":

    Se hinca ante peloteros pinchados y no se arrodilla ante Dios

    Un amanecer, Pitágoras, luego de pasar toda la noche meditando sobre la unidad, se retiró tembloroso ante el misterio… Algo parecido ocurrió a otro grande de entre los precursores de la ciencia: Platón: el Ateniense se asombraba ante el hecho de que uno y uno fueran dos, que se pudieran reunir en una unidad nueva más amplia, que los reunía, que era real, por encima de sus respectivas unidades. Hoy en día, uno mismo, como muchos antes, se pasma ante el hecho increíble que dejó a Sócrates en plena fecundación: no crecemos porque se peguen carnes a las carnes y huesos a los huesos, la asimilación de materia por nuestro cuerpo no es mera adición mecánica, es algo muy superior a la suma de uno y otro, que totalizan dos, el átomo es más que mera contigüidad material, la molécula supone formalidades superiores, la célula es una totalidad impresionante y subir de ahí, por tejidos, órganos, aparatos, a la unidad del ser vivo que asimila los nutrientes y los hace partes reales de sí nos deja casi fuera de combate… Pero viene un muchachito y publica un libraco de 500 páginas sobre la unidad y ni se asoma que pasara por las perplejidades del maestro Jonio, mucho menos por las de Platón o las de Sócrates…

    Vivimos en una época impresionante. La época de la insolencia, hermana siamesa de la ceguera espiritual… El materialismo toma caras terribles, en la interpretación del mundo, pero también en la moral de las personas: un mundo de gente dispuesta a vender su alma por unos cuantos papelitos verdes… Mientras tanto, multitudes se rinden en adoración a un jugador de pelota o una “modelo”, una que pone su cara bonita o no tan bonita para que le tomen fotos, con tal o cual ropa puesta, vaciedad total la de estos modelos… Puede también que se idolatre a algún “artista”, “cantante”, de pseudo música, o actor, en películas en las que lo que importa son los efectos especiales y los colores y el “sex appeal” de los actores… Es igualmente posible encontrar a innumerables obnubilados porque hay un aparatico que tiene unas lucecitas: los adelantos de la “ciencia”, de la tecnología, querrán decir: el “progreso”, ya no necesitamos a Dios. Lo de la “música” no es de poca importancia: una cosa inspirada por la divinidad para la divinidad y para elevarnos a Ella, usada como arma del desorden, el vicio y el materialismo: la corrupción de lo mejor es la peor: rock and roll, salsa, pop music, reggae, reggaetón, hip hop, rap y pare de contar: un arma de inmensa potencia revolucionaria, “chabacanizadora”, perdónese la horripilancia del neologismo. Y la promoción activa y directa de la “libertad”, una especie de afirmación universal de la deificación, que va desde las posibilidades de tener sexo como se quiera, hasta crearse su propio dios o, aún, panteón y ponerlo donde uno quiera: fuera, dentro; y hasta matar al fruto de las antedichas relaciones sexuales; y hasta fabricar muchachitos sin sexo… jijijiji…

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    1. Carlos Julio Casanova Guerra7 de septiembre de 2014, 11:08

      Así, uno va a Misa y ve a las personas sin arrodillarse, ni siquiera en el momento de la Consagración, en el momento más sublime que se pueda imaginar: Dios-hecho Hombre, el Sentido de todo lo que es y mucho más, el Infinito… y ni una rodilla en tierra ni un temblor del ser ni de los músculos ni un remezón… Uno les dice: “arrodíllense”, “silencio” y no entienden y ponen mala cara. Pobres, no han entendido. Ellos son niños, sus padres mismos son víctimas. Nunca se enteraron, les dijeron todo lo contrario. No saben lo que es lo Sagrado, no saben que, ante Dios, se dobla toda rodilla. No saben lo que sabía Rudolph Otto. Que Dios es el Sobrecogedor, atraviesa todo el ser y va en todas las direcciones hacia el infinito y es mucho más, pues Él Es en la Trascendencia. Es Misterium Tremendum. ¿Cómo nos comportaríamos si estuviéramos con San Juan, Santa María y las otras dos Marías frente a Jesús en la Cruz? Muchos de éstos ni se enterarían de que algo inmenso está ante ellos, no podrían, el trabajo de bloqueo llegaría a sus entrañas… o, más bien, estaría como una caparazón bajo su piel, que impediría toda profundidad, condenando a sus existencias al vacío… Prueba: La Misa es la Cruz, ellos lo oyeron en la catequesis y les resbaló, no entró por sus poros; y, habiendo resbalado, fue a dar al suelo…

      Éste es uno de los grandes lamentos del ser, del ser en el mundo de hoy. Los que lo saben, sufren por el reino de Dios, que quiere ser para todos, para felicidad de todos. Y los que no saben, las víctimas, pues, en su vaciedad, sólo les queda la anestesia: drogas, alcohol, divertimento… A las indignidades del primer párrafo de este artículo y a las del anterior, añadamos: Parménides muestra que la distancia del no ser al ser es infinita de modo que, puesto que hay ser y es lo que conocemos, el horizonte de nuestra mente, es impensable el no ser; y sale una caterva de gnósticos autoproclamados salvadores de la humanidad, Nietzsche y Heidegger entre ellos (vid. Introducción a la Metafísica de Heidegger), y se preguntan, con aires de grandes pensadores: “¿por qué el ser y no la nada?”: aires de grandes cacaos o, más bien, grandes cochinos: “stultorum numerus infinitus est”… Tales de Mileto da el paso decisivo en la ciencia: se da cuenta de que las cosas tienen naturalezas estables, universales, fundamentos universales de modos de actuar, intrínsecos –además–, no pertenecientes a causas animistas, por ejemplo, e inteligibles por el hombre, es decir, descubre que hay ciencia y todos sus fundamentos; Platón y Aristóteles llevan esto hasta un nivel muy elevado de estudio reflexivo, lógico y metafísico; la física sigue su curso por milenios… y vienen unos de los últimos tiempos a arrogarse el título de “padres de la revolución científica” y otros peores se dan el “honor” de destructores (en sus mentes) del conocimiento racional de la realidad… Pensar que, hoy, en esto consiste el último grito del “progreso”, al menos para una multitud sin fin… Hay indignidades como para mil libros…

      Esto es la revolución tiránica de nuestros días, el totalitarismo que destroza las posibilidades del hombre, en especial, de elevarse a una santidad que Dios le promete y le da, con que sólo él acceda a entregarse en sus Manos amorosas. Se requiere de rebelión. Es muy urgente e importante, lo que se pierde es demasiado: la contracepción evita que Dios se cree hijitos; esta chabacanería del “progreso”, el vacío existencial y las drogas estupefacientes, le quita hijitos ya creados, posibilidades de tremendo crecimiento a personas ya existentes… Es indispensable la rebelión, LA REBELIÓN DE LA ESENCIA…

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  5. Gracias, Catolicidad. Buen post!

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  6. La desaparición de la catequesis visual de piedad, devoción y vida sacramental que dice el autor del post que es casi completa de nuestras iglesias, empezó hace ya décadas. De hecho, pienso que este post es perfectamente aplicable a lo que ya se vivía en la parroquia de mi infancia a mediados de los 80.
    Ciudad europea que presume de culta y limpia, parroquia llevada por jesuitas _ahora sé que bastante aggiornados_. Catequesis visual de piedad, cero, favorecida por bancos sin reclinatorio y por posters modernos en las paredes (Ghandi, Madre Teresa, etc)... A un mayor que se arrodillaba para comulgar, insultos a gritos en la Misa de 12 por parte del párroco
    Calculo que seríamos 100 niños los que llegamos a pasar por allí anualmente. Los grupos de catequesis eran de 40 niños aproximadamente. No se seguía catecismo alguno, se coloreaban unas láminas con dibujos sobre la vida del Señor. No se controlaba si existía aprendizaje, se pasaba lista para verificar la asistencia, eso sí. No recuerdo control alguno para comprobar si los niños habíamos aprendido algo. No se consideró necesario, ya que se nos explicaba que la Misa es una fiesta muy alegre (como decía la canción)
    Lo que pasa ahora es la "hermenéutica de la continuidad" de los 80.
    Algo ha mejorado, y lo digo en serio: que gente como Juan Gómez Sauceda denuncia la situación con su nombre y apellidos.

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    1. ¿Una "fiesta MUY ALEGRE" la renovación incruenta del sacrificio del Calvario? ¡Vaya con estos modernistas!

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    2. Ah, pero los niños no fuimos informados sobre lo que es la Misa. Eso lo hemos tenido que aprender de mayores, buscándonos la vida, y por misericordia de Dios.
      Aquí le dejo un enlace a la cancioncilla "la Misa es una fiesta muy alegre". Si padece hipertensión o similar, no lo vea, para qué sufrir.
      http://www.youtube.com/watch?v=6WJ_fSGEirc


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    3. Para qué ver esas puerilidades???? Como dije: ¿Una "fiesta MUY ALEGRE" la renovación incruenta del sacrificio del Calvario? ¡Vaya con estos modernistas!

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