La blasfemia, la negación, la indiferencia, la impureza, la soberbia, el sacrilegio...todo ese clamoreo deicida, todo ese torrente de fango y de ignominia tiene el triste privilegio de llegar hasta sus plantas, de subir hasta su rostro y profanarlo como el beso del traidor...¡Y Jesucristo no se va!...¡Es el Cautivo del amor, su Corazón le ha traicionado! ¡Está ahí, envuelto en el ultraje humano...; está ahí, sentado en el banquillo de reos...; tiene un gran delito: haber amado con pasión de Dios, al hombre!...¡Vedlo, así le paga éste...con olvido y soledad!...
Extracto del libro "Hora Santa" del R. Padre Mateo Crawley- Boevey.
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