viernes, 26 de septiembre de 2025

EL PUDOR NO OCULTA LA BELLEZA, POR EL CONTRARIO: LA PRESERVA Y MAGNIFICA



La mujer que se exhibe semidesnuda en la playa, o que se reviste de prendas escasas y provocativas ante la mirada pública, no da testimonio de amor hacia sí misma; más bien clama, con silenciosa desesperación, por una atención efímera. En su anhelo de conquistar la fugaz admiración de hombres frívolos, termina despojándose de su propia dignidad.

Muy distinta es la belleza de la modestia, que no apaga el resplandor femenino, sino que lo guarda como un tesoro y lo engrandece con misterio y pureza.

La mujer pudorosa y casta es como un jardín sellado: venerada y estimada por los hombres de noble corazón, que saben reconocer en ella el valor verdadero y perenne de lo femenino.

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