miércoles, 24 de diciembre de 2025

PERMITE QUE EN ESTA SANTA NOCHE EL DIOS NIÑO NAZCA EN TU CORAZÓN Y EN TU HOGAR, Y NO LO DEJES IR JAMÁS



Que el mundo siga su movimiento, mientras tú y tu familia se apartan de esa vorágine para en silencio, en reverente actitud, adorar al Niño que nace en el más humilde pesebre; después, con fervor habrá que cantarle y arrullarle con algunos villancicos y rezarle agradeciéndole todas las gracias que nos trae. La cena no es una cena familiar más: es la reunión de la familia para comemorar que el Dios Niño ha nacido.

San Alfonso María de Ligorio nos enseña:

"Solo en este Niño halló el eterno Padre sus delicias, porque, como dice san Gregorio, solamente en éste no halló culpa. Consolémonos, pues, nosotros miserables pecadores, porque este divino Infante ha venido del cielo a comunicarnos ésta su inocencia por medio de su pasión. Los méritos suyos, si nosotros supiésemos estimarlos, pueden mudarnos de pecadores en santos e inocentes; pongamos en ellos nuestra confianza, pidamos por los mismos al eterno Padre siempre la gracia, y lo alcanzaremos todo".

Dom Prósper Guéranger nos dice:

"Unámonos, oh cristianos, a esa jubilosa alegría; no es tiempo de lágrimas ni suspiros: Un Niño nos ha nacido. Ha llegado el que esperábamos y ha llegado para morar con nosotros. Como ha sido larga la espera, deberá ser embriagador el gozo de poseerle. Día llegará, y muy pronto, en que este niño que hoy nace, hecho ya hombre, será el varón de dolores. Entonces nos lamentaremos con El; ahora debemos alegrarnos de su venida y cantar con los Ángeles junto a su cuna".
 

martes, 23 de diciembre de 2025

MENDIGOS EN EL TRONO: LA AMNESIA DE LA NOCHEBUENA



Por Óscar Méndez Oceguera

Diciembre en México posee una luz que no existe en ningún otro mapa: una claridad diáfana que corta el aire frío del Altiplano y se mezcla, casi litúrgicamente, con el humo de la leña, el aroma de la fruta hervida y la pólvora que truena en los atrios. Nuestras calles se incendian con un barroquismo urgente, un mitote necesario que intenta conjurar el silencio y la soledad. La mesa se vuelve trinchera; el abrazo, muralla; la risa —a veces— una forma de resistencia contra el olvido.

Y, sin embargo, bajo esa efervescencia, a menudo nos quedamos en la superficie, acariciando la paja del pesebre, como si tuviéramos pudor de tocar el oro de la verdad que esconde.

Porque la Nochebuena nunca pretendió ser “bonita”. La Nochebuena es terrible y dulce: es el instante en que lo Eterno irrumpe en lo que se rompe. Es el momento en que Dios, pudiendo imponerse con truenos, elige pedirnos posada. Hay algo aquí que, si lo entendiéramos de veras —si nos atreviéramos a bajar la guardia—, nos haría temblar la mano antes de brindar y nos haría llorar de una gratitud que quema.

Para soportar la magnitud de este terremoto, apaguemos por un instante la banda sonora de la nostalgia. Escuchemos una voz que llega desde el siglo V, no de un sentimental, sino de un gigante: San León Magno. En su Sermón XXI, este hombre no nos ofrece consuelo barato, sino una verdad que arde: la Navidad es lo único que impide que el ser humano se ahogue en su propia nada.

I. El interdicto contra la tristeza

El texto comienza con un decreto casi judicial: la tristeza queda derogada. “No es justo que haya lugar para la tristeza cuando nace la Vida”. Pero cuidado: no es la alegría plástica del comercial, ni la euforia del que ignora sus problemas.

León Magno es de un realismo que corta la piel: nuestro gozo no nace de que “seamos buenos”, ni de que el año haya sido fácil. El gozo nace del hecho brutal de que, estando perdidos, condenados por nuestra propia pequeñez y nuestros errores, hemos sido visitados.

Es la alegría del náufrago que ve la vela en el horizonte cuando ya había tragado agua. Es el alivio del condenado que escucha girar la llave del indulto. La Navidad es la victoria de la Misericordia sobre nuestra miseria. El miedo a la muerte ha sido destruido, no porque seamos fuertes, sino porque Él llegó. Llegó una Presencia que no se compra, que no se merece y que no se va.

Esta noche nadie entra al portal por impecable: se entra por pobre. Se entra por necesitado.

II. La estrategia de la humildad: la omnipotencia que se abaja

¿Cómo nos rescató? Aquí la verdad se encarna. Dios, en su omnipotencia, podría haber borrado el mal con un chasquido, fulminando al enemigo desde las alturas. Pero León nos revela que el Creador eligió un camino que desafía toda lógica humana: eligió la humildad.

Decidió vencer a la soberbia utilizando nuestra propia naturaleza herida. Es el misterio que nos deja mudos: Dios se abaja. Asume nuestra carne, se reviste de nuestra fragilidad, aprende el lenguaje del llanto, siente el frío de la madrugada, el peso del hambre, el desamparo del sueño.

El Demonio fue vencido no por un rayo cósmico, sino por un Niño que necesitaba leche. Fue vencido por la humildad de la carne. Hay aquí una lección que desarma nuestro orgullo: en el reino de Dios, lo verdaderamente invencible no es la fuerza que domina, sino el amor que se entrega.

III. El reconocimiento de la criatura: “Agnosce, Christiane”

Llegamos al corazón de la noche, a la frase que deberíamos llevar escrita en el alma:

“Agnosce, o christiane, dignitatem tuam.”
(Reconoce, cristiano, tu dignidad).

Pero, por favor, no nos equivoquemos. No es la dignidad del soberbio que se cree un “pequeño dios”. No es la dignidad del que exige derechos al Cielo. Es la dignidad del hijo adoptivo. León Magno nos dice: “Has sido hecho partícipe de la naturaleza divina”.

Entendámoslo con el corazón en la mano: es un regalo inmerecido. Somos polvo, sí. Somos barro quebradizo. Pero somos polvo que Dios ha besado. Somos barro en el que Dios ha querido habitar. Nuestra grandeza no reside en nuestros logros, ni en una evolución inevitable, sino en la conmovedora humildad de sabernos mendigos a los que el Rey, inexplicablemente, ha sentado a su mesa.

Fuimos comprados. Y no con oro ni con plata: fuimos comprados con sangre. Por eso, esta dignidad no se grita con altivez; se custodia con temblor, como quien protege una llama en medio del viento.

IV. La nobleza obliga: la traición de la ingratitud

La conclusión ética de León Magno nace del asombro herido. Si tu cuerpo, con todas sus cicatrices y fatigas, ha sido convertido en Templo por el Bautismo, profanarlo es escupir sobre el regalo.

“No pienses en volver a las antiguas vilezas”. La palabra duele: vileza. Baratez. La moneda falsa del alma. La pregunta del Santo nos mira a los ojos: tú, que has sido rescatado a precio de sangre divina —tú que vales la vida de un Dios—, ¿por qué insistes en venderte por las monedas baratas del rencor? ¿Por qué te arrastras por la soberbia o la mentira? ¿Por qué cambias el pan del Cielo por migajas que te dejan más vacío?

No es un regaño moralista; es una llamada de atención al enamorado que está a punto de traicionar. La moral cristiana es un código de honor para quien se sabe amado sin merecerlo: es la decisión de no soltar la mano que nos sacó del abismo.

Epílogo: la rodilla que se dobla

Esta noche, la cena estará servida. El olor inconfundible de nuestra cocina inundará la casa. Habrá risas, brindis y el ruido hermoso de estar vivos. Pero quizás también haya una silla vacía que grite su ausencia, una nostalgia atorada en la garganta, o el peso de un año difícil en los hombros.

En medio del festín, hagamos una pausa. Respiremos.

Miremos a los ojos a los nuestros —a los que amamos fácil y a los que nos cuesta amar—. Tratemos de ver, más allá de sus grietas y las nuestras, el misterio de la elección divina. El Creador no tuvo asco de nuestro barro. El Rey quiso ser Niño para que nosotros, por fin, aprendiéramos a arrodillarnos sin humillarnos, y a levantarnos sin soberbia.

Que la Nochebuena no se nos quede en la paja. Que el oro del Misterio no pase de largo mientras nos distraemos con las luces. Volvamos al pesebre con gratitud —esa gratitud que aprieta la garganta y limpia los ojos— y aprendamos a vivir como lo que somos en verdad: mendigos sentados en el trono por pura misericordia.

Que no vivamos como plebeyos ingratos quienes, sin merecerlo, hemos sido llamados hijos del Rey.

Feliz Navidad.

lunes, 22 de diciembre de 2025

HUMILDAD


 
“Ser humilde es desear la estima de Dios y despreciar la de los hombres. “Ama ser ignorado y tenido por nada”: por lo tanto debemos trabajar por negar toda influencia sobre nuestro corazón a palabras como “promociones”, “popularidad”, “estima”, y otras fórmulas hechas de este género. Cristo fue contado entre los malhechores: ¿por qué nosotros queremos tanto ser contados entre los mejores?”.

P. Edouard Poppe

sábado, 20 de diciembre de 2025

UN CONSEJO DEL CURA DE ARS PARA FIN DE AÑO


“Muchos cristianos no trabajan más que para satisfacer este cadáver [al cuerpo siempre lo llamaba «cadáver»] que pronto se pudrirá en la tierra; y, sin embargo, no piensan en su pobre alma, que debe ser eternamente feliz o infeliz. Carecen de espíritu y de buen sentido: ¡esto hace temblar! Veis, hijos, hay que pensar que tenemos un alma que salvar y una eternidad que nos espera. El mundo, las riquezas, los placeres, los honores pasarán, el cielo y el infierno no pasarán nunca. ¡Tengamos cuidado!”

Santo Cura de Ars


viernes, 19 de diciembre de 2025

MONS. SCHNEIDER SE ENTREVISTÓ CON EL PAPA PARA SEGURAMENTE SOLICITARLE QUE LIBERE LA MISA TRADICIONAL Y NO NOMBRE OBISPOS QUE SON VERDADEROS LOBOS POR HETERODOXOS



ESTA NOTA DEL PASADO MES DE JULIO DA LUZ DE LOS TEMAS TRATADOS POR EL OBISPO CON LEÓN XIV EN SU RECIENTE ENTREVISTA:

𝐌𝐨𝐧𝐬. 𝐒𝐜𝐡𝐧𝐞𝐢𝐝𝐞𝐫 𝐡𝐚𝐜𝐞 𝐮𝐧 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐚𝐝𝐨 𝐚𝐥 𝐏𝐚𝐩𝐚 𝐋𝐞𝐨́𝐧 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐪𝐮𝐞 “𝐥𝐢𝐛𝐞𝐫𝐞 𝐥𝐚 𝐌𝐢𝐬𝐚 𝐓𝐫𝐚𝐝𝐢𝐜𝐢𝐨𝐧𝐚𝐥 

Por Emily Mangiaracina, LifeSiteNews 16/07/2025

El obispo Athanasius Schneider ha denunciado la supresión de la Misa Tradicional en Latín (MTL) en todo el mundo como una “injusticia” y ha llamado al Papa León XIV a “liberar” la MTL.

En una entrevista realizada el domingo, Christopher Wendt, de la Cofradía de Nuestra Señora de Fátima, abordó con el obispo la represión contra la MTL iniciada por el documento Traditionis Custodes del Papa Francisco, el cual desencadenó una ola de cierres de Misas tradicionales que continúa incluso bajo el pontificado de León XIV.

“Es una injusticia. Debemos decirlo públicamente”, declaró el obispo Schneider, auxiliar de la diócesis de Astaná, en Kazajistán. Señaló que la supresión de la MTL es particularmente injusta en una época en la que, como bajo Francisco, los niveles más altos de la Iglesia proclaman la importancia de escuchar a todos los fieles laicos y acoger sus “propuestas y deseos”.

“Pero solo una categoría es castigada y marginada. Son los sacerdotes fieles que solo desean orar y celebrar la Misa, asistir a la Misa, como se hizo durante… casi un milenio, y por los santos”, añadió.

Cuando se le preguntó qué debería hacer el Santo Padre al respecto, el obispo Schneider lo exhortó a “proteger” a sus “hijas e hijos” que están siendo “perseguidos” por obispos que restringen el acceso a la MTL, como sucede en la arquidiócesis de Detroit, donde desde el 1 de julio las Misas tradicionales fueron prohibidas en las 28 parroquias, permitiéndose solo en cuatro lugares.

“Esto es insoportable. Es una gran injusticia hacia fieles buenos que solo desean orar como lo hicieron sus antepasados”, lamentó el obispo. “Nada más. Aman al papa, aman a su obispo”.

El prelado declaró que es “urgente” que el papa proteja a los fieles que están siendo tratados como católicos “de segunda clase”, y llamó a los fieles a rezar por el Papa León, “para que reconozca esta injusticia” y “tenga el valor” de liberar la Misa en latín mediante un acto de su magisterio.

El obispo Schneider señaló que el Papa San Pío V “canonizó solemnemente” la Misa Tradicional en Latín en su bula Quo Primum, que declaró de manera “extraordinaria” que “nadie puede ser impedido, ni siquiera en el futuro” de ofrecer la Misa Tridentina.

Quo Primum ordena que, “a perpetuidad”, el Misal de la Misa Tridentina “debe ser seguido absolutamente, sin ningún escrúpulo de conciencia ni temor de incurrir en pena, juicio o censura, y puede usarse libre y lícitamente”, y que “el presente documento no puede ser revocado ni modificado, sino que permanece siempre válido y conserva toda su fuerza”.

El obispo Schneider afirmó que “todo sacerdote católico y todo católico tiene el derecho de celebrar o asistir” a este rito y de transmitirlo.

El obispo de Astaná expresó su esperanza de que el Papa León XIV detenga la “persecución” de la MTL, algo que los católicos le han implorado en una campaña de cartas. León XIV aún no ha respondido ni ha dado indicios de que reconocerá la autoridad de Quo Primum declarando inválido Traditionis Custodes. En cambio, al conceder una extensión de dos años a una MTL en Texas, parece estar reconociendo los dictados de Traditionis Custodes.

Wendt preguntó también si el obispo Schneider consideraba justo “evaluar” a León XIV por sus nombramientos clericales, algo en lo que empezó a participar como prefecto del Dicasterio para los Obispos.

El obispo respondió que, al nombrar obispos “que promueven confusión y ambigüedades o incluso errores que ya eran conocidos antes del nombramiento”, es decir, “candidatos dudosos, ambiguos o abiertamente heterodoxos”, el papa está “abriendo la puerta” para que “lobos” entren en el rebaño.

Católicos y clérigos ortodoxos, como el obispo Joseph Strickland, ya han expresado su preocupación por la fidelidad doctrinal de los nombramientos clericales de León XIV, incluyendo, por ejemplo, el nombramiento del obispo Shane Mackinlay —quien ha expresado públicamente su apoyo a la posibilidad de “ordenar” mujeres al diaconado— como arzobispo de Brisbane.

El obispo Schneider cree que Dios pedirá cuentas a cada papa “por sus nombramientos”.

“Esto es serio”, concluyó.


 

jueves, 18 de diciembre de 2025

LA MACARENA por el P. Ramón Cué



La Virgen lloraba inconsolable la pasión de Jesucristo. Las lágrimas no dejaban de salir de sus ojos cuajados. Y ella estaba así, con su pañuelo blanco en sus manos, y su boca entreabierta llorando y llorando.

Era la Virgen de los Dolores. La que llora en todas las iglesias del mundo.

Y Sevilla la vio, y le dolió el alma, y se le saltaron las lágrimas, y la quiso consolar.

Se acercó a Ella, la miró, y viéndola llorar tan bonita, por consolarla le echó un piropo; un piropo con lágrimas:

-“¡Olé, las mujeres bonitas!”

Y la Virgen, al oírlo, levantó los ojos y sonrió. ¡Y apareció la Macarena! La única Virgen que llora y que ríe al mismo tiempo. La que llora por su Hijo, y la que sonríe por el piropo amoroso de Sevilla.

¡Qué bonita está la Macarena cuando llora! ¡Qué dolorida está la Macarena cuando ríe!

Y éste es el misterio de su atracción. ¿Por qué es más bonita, porque llora o porque ríe?
.
¡Porque llora y ríe al mismo tiempo!
.
Para que pueda rimar
con tu nombre, Macarena,
tengo una palabra “pena”
amarga como la mar,
y tengo el dulce cantar
de un arcángel: “gratia plena”…
para que pueda rimar
con tu nombre, Macarena…
la pena con tu dolor.
Que eres Madre Dolorosa;
y la gracia, por ser rosa
del amor.
Y uniendo gracia con pena
va el broche de tu sonrisa…
ya está la rima precisa
de tu nombre, Macarena

martes, 16 de diciembre de 2025

COMENTARIOS DE SANTO TOMÁS DE AQUINO SOBRE LA REPRENSIÓN DE SAN PABLO AL PRIMER PAPA


Resistencia pública al Papa, en casos especialísimos.

 Santo Tomás de Aquino enseña en diversas obras, que en casos extremos, es lícito resistir públicamente a una decisión papal, como San Pablo resistió cara a cara a San Pedro:

“…habiendo peligro próximo para la fe, los prelados deben ser argüidos, incluso públicamente, por los súbditos. Así, San Pablo, que era súbdito de San Pedro, le arguyó públicamente, en razón de un peligro inminente de escándalo en materia de fe. Y, como dice la Glosa de San Agustín, “el propio San Pedro dio el ejemplo a los que gobiernan, a fin de que éstos, apartándose alguna vez del buen camino, no recusasen como indigna una corrección venida inclusive de sus súbditos.” (Ad. Gal. 2,14) (Santo Tomás de Aquino, “Summa Theol., II-II, 33, 4, 2).

“En el comentario a la Epístola a los Gálatas, al estudiar el episodio en que San Pablo resistió cara a cara a San Pedro, así escribe Santo Tomás: “La reprensión fue justa y útil, y su motivo no fue leve; se trataba de un peligro para la preservación de la verdad evangélica…”

“El modo como se dio la reprensión fue conveniente, pues fue público y manifiesto. Por eso, San Pablo escribe: “Hablé a Cefas”, es decir, a Pedro, “delante de todos”, pues la simulación practicada por _San Pedro, acarreaba peligro para todos. En 1 TIMOTEO 5,20, leemos: “a los que pecaron, repréndelos delante de todos”. Eso se ha de entender de los pecados manifiestos, no de los ocultos, pues en estos últimos se debe proceder según el orden propio a la corrección fraterna” (Santo Tomás de Aquino, ad Gal. 2,11-14, lect. III nn. 83-84).

“Santo Tomás observa todavía que el referido pasaje de la Escritura, contienen enseñanzas tanto para los prelados cuanto para los súbditos: “A los prelados (les fue dado ejemplo) de humildad, para que no se rehúsen a aceptar reprensiones de parte de sus inferiores y súbditos; y a los súbditos (les fue dado) ejemplo de celo y libertad, para que no teman corregir a sus prelados, sobre todo cuando el crimen fuera público y redundara en peligro para muchos” (Santo Tomás de Aquino, ad Gal. 2,11-14, lect. III, n. 77).

 

lunes, 15 de diciembre de 2025

MENSAJE DE NUESTRA SEÑORA DE AKITA A LA HERMANA AGNES



13 de octubre de 1973.

"Mi querida hija, escucha bien lo que tengo que decirte. Tu informarás a tu superior."

Después de un corto silencio:

"Como te dije, si los hombres no se arrepienten y se mejoran, el Padre infligirá un terrible castigo a toda la humanidad. Será un castigo mayor que el diluvio, tal como nunca se ha visto antes. Fuego caerá del cielo y eliminará a gran parte de la humanidad, tanto a los buenos como a los malos, sin hacer excepción de sacerdotes ni fieles. Los sobrevivientes se encontrarán tan desolados que envidiarán a los muertos. Las únicas armas que les quedarán serán el rosario y la señal dejada por mi Hijo. Cada día recita las oraciones del rosario. Con el rosario, reza por el Papa, los obispos y los sacerdotes."

"La obra del demonio infiltrará hasta dentro de la Iglesia de tal manera que se verán cardenales contra cardenales, obispos contra obispos. Los sacerdotes que me veneran serán despreciados y encontrarán oposición de sus compañeros... iglesias y altares saqueados; la Iglesia estará llena de aquellos que aceptan componendas y el demonio presionará a muchos sacerdotes y almas consagradas a dejar el servicio del Señor.

"El demonio será especialmente implacable contra las almas consagradas a Dios. Pensar en la pérdida de tantas almas es la causa de mi tristeza. Si los pecados aumentan en número y gravedad, no habrá ya perdón para ellos.

"Con valentía, habla con tu superior. El sabrá como dar a cada uno valor para rezar y lograr obras de reparación"

"Es el obispo Ito quien dirige vuestra comunidad."

Y Ella ser rió y entonces dijo:

"¿Todavía tienes algo que preguntar? Hoy es la última vez que yo te hablaré con voz viva. Desde ahora en adelante obedecerás al que que se te envía y a tu superior.

"Reza mucho las oraciones del Rosario. Solo yo puedo todavía salvarles de las calamidades que se acercan. Aquellos que ponen su confianza en mi se salvarán."

sábado, 13 de diciembre de 2025

CUIDADO, MUCHO CUIDADO CON LAS NOVEDADES MODERNISTAS IMPÍAS


El Conmonitorio de San Vincente de Lérins enseña:

"Le pertenece a los católicos conservar el depósito de los santos Padres, condenar las novedades impías y, como lo ha dicho una y otra vez el Apóstol, de lanzar anatema al que anuncie una doctrina diferente a la recibida (Gál. 1,9). De aquí sigue que todo católico deseoso de probar que es hijo legítimo de nuestra Madre la Iglesia, debe adherirse a la santa Fe de nuestros Padres, apegarse a ella y morir por ella. Él debe también detestar las novedades impías, odiarlas, combatirlas y perseguirlas”.

viernes, 12 de diciembre de 2025

12 DE DICIEMBRE: DÍA DE LA VIRGEN DE GUADALUPE


 

Hoy México se viste de fiesta. Escucha LA GUADALUPANA del maestro Manuel Esperón interpretada por los hermanos Negrete.

¿A DÓNDE VAS, SEÑORA?

La Madre de Dios sale de su cielo llena de majestad. Un querubín la trae en sus alas, en unas alas de variados colores, semejantes a las de las aves de México. Millones de millones de ángeles la preceden formados en inmensos escuadrones. Las músicas celestiales resuenan en los ámbitos del universo y los Ángeles de la América entonan la marcha de la redención: ese canto de que nos habla David en el salmo 110: Redemptionem missit populo suo (mandó la redención a su pueblo).

A su paso los astros que pueblan la inmensidad del firmamento se inclinan ante la primogénita de las criaturas. Baja el sol a cubrirla con sus rayos y las estrellas vienen a engalanar su manto verde-mar... No la preceden el rayo y el relámpago, como en otros tiempos al Dios del Sinaí; sino la luna, señal de paz y de alianza, de la alianza que viene a celebrar con un pueblo que será suyo para siempre.

Los coros angélicos se preguntan asombrados: Quae est ista?  '¿Quién es esa Virgen hermosísima,  cuya tez es morena y cuyos cabellos son negros como los de las hijas de Cuauhtémoc y de Moctezuma? ¿Cuyo talle es esbelto como las palmas de Anáhuac y cuyos ojos son castos como los de las palomas de nuestros lagos?'

Ellos preguntan: '¿A dónde vas, Señora? ¿Vas a Roma, la Ciudad Eterna? y María les responde: 'No'  -¿Vas a Grecia, la antigua patria de las ciencias y de las bellas artes?' -'No' -'¿Vas a España, la señora de los mares, la más rica del mundo?' -'No'- '¿Vas a Jerusalén, esa hermosa cautiva, antes cantada por David y Salomón y ahora con sus cabellos destrenzados y su frente en el polvo?'

-'¿Vas a Nazareth, vas al Monte Carmelo, tu antigua y querida morada?'

'No. Voy a un rincón desconocido del mundo, que se llamará México. Voy a la nación sencilla de los Opatas, que habitan en Sonora bajo tiendas de pieles de cíbolo, y a la nación de los Huaxtecas, que viven en chozas de paja, bajo las palmeras del Potosí. Voy a la nación de los Otomites, que no tienen casas y que duermen en hamacas, como las calandrias cuelgan sus nidos en forma de red de los sabinos de Querétaro. Voy a la nación de los Tarascos, que ejercen sus artes mecánicas en Michoacán y en la Sierra de Guanajuato. Voy a la nación de los Aztecas, que habitan en las lagunas de Tenochtitlan, en Zacatecas, Jalisco y Colima, que al son de su tamboril y de su teponahuaxtli y en el más dulce de los idiomas me cantarán los loores del Testamento Nuevo.

'Voy a la nación de los Totonacas, que son blancos, habitan en la falda del Orizaba y de Acultzingo, y usan de la circunsición, como aquellos israelitas llevados cautivos por Salmanazar, que se perdieron en los hielos de la Rusia. Voy a la nación de los Mixtecas, que en Oaxaca edifican templos al estilo etrusco y cultivan la grana, más preciosa que el múrice de los griegos. Voy a la nación de los Chiapanecas, que viven en Chiapas, que dicen ser los pobladores del Nuevo Mundo y descender de un venerable anciano que fabricó una barca muy grande para salvarse a sí mismo y a su familia en una inundación del mundo. Voy a la nación de los Chichimecas, que viven en míseras barracas de Jalostitlán, Teocaltiche y Comanja.

'De todas estas y otras muchas naciones de diversos idiomas, costumbres, creencias y gobiernos, voy a formar una sola familia: una cosa muy grande, muy santa, muy querida que se llama la Patria; y yo seré la Protectora y la Madre de esa nueva Patria. Llevo retratados en las niñas de mis ojos a todos los mexicanos; llevo todos sus pesares en mi corazón y sus nombres escritos en mi mano derecha. Voy a rescatar sus almas del pecado y sus cuerpos del embrutecimiento.

'No habitaré en los palacios de mármol de Venecia, ni en los jardines de la Alhambra de Granada, sino en un árido monte. Viviré sobre las rocas como la paloma, para orar y conmover al Eterno en favor de este mi pueblo hasta hoy errante y desgraciado. No voy a hablar con Carlos V ni con Francisco I, sino con un indio, que no tiene más que un tosco ayate, fruto del iztle de sus campos. En ese ayate, que es la cuna de sus hijos, estamparé mi semblante. Y este semblante, que venerarán extáticos, será la prenda que dejaré a los mexicanos de mi eterno amor".


jueves, 11 de diciembre de 2025

VIRGEN MORENITA, SALVA A NUESTRA PATRIA


 
El día 12 de diciembre es fiesta de obligación en México y por tanto obliga la Misa y evitar los trabajos serviles (como si fuera domingo).

lunes, 8 de diciembre de 2025

8 DE DICIEMBRE: LA INMACULADA CONCEPCIÓN


   María, siempre que ha vuelto su mirada maternal a la tierra, en Lourdes, como en las apariciones de la medalla milagrosa, en La Salette, en Fátima, se ha manifestado solícita y amorosa hacia sus hijos, los pobres pecadores. Ella, en la maravillosa gruta de Massabielle, antes de revelarse — «YO SOY LA INMACULADA CONCEPCIÓN» —, pide a la inocente Bernadette oraciones y penitencias por los pecadores. ¡Oh! Eres, en verdad, toda hermosa, oh María Inmaculada, y llena de Misericordia.


sábado, 6 de diciembre de 2025

NO ES POSIBLE RECONCILIAR A CRISTO CON BELIAL


«Todos deberían evitar la familiaridad o amistad con cualquier sospechoso de pertenecer a la Masonería o a los grupos afiliados a esta. Conocerlos por sus frutos y evitarlos. Debe evitarse toda familiaridad, no solo con aquellos impíos libertinos que promueven abiertamente el carácter de la secta, sino también con aquellos que se esconden bajo la máscara de la tolerancia universal, el respeto a todas las religiones, y el anhelo de reconciliar las máximas del Evangelio con las de la revolución. Esos hombres buscan reconciliar a Cristo y a Belial, la Iglesia de Dios y el estado sin Dios».
 
PAPA LEÓN XIII, Encíclica “Custodi di quella Fede”, n. 15. 8 de Diciembre de 1892.

Tomado de Poco y Católico.

jueves, 4 de diciembre de 2025

“EN MARÍA Y POR MARÍA”



Por Tomás I. González Pondal

Según el Prefecto Víctor M. Fernández, queda prohibido usar en los documentos oficiales de la Santa Sede y en la liturgia, la expresión ‘Corredentora’ (https://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=53922). Eso sí, para él los documentos de la Santa Sede si pueden traer cosas abominables como el punto 31 de Fiducia Supplicans: “En el horizonte aquí delineado se coloca la posibilidad de bendiciones de (…) parejas del mismo sexo”.

 El mismo devotísimo practicante de la falsa misericordia; el mismo que hace rato lanza lacrimógenas quejas fementidas que acusan a la Iglesia de calificar y excluir con injusticia; el mismo de la cantinela del ‘todos, todos, todos’; el mismo favorecedor de los LGBT; ese mismo digo, mostrándose ahora todo un paladín de las disquisiciones terminológicas, todo un excluyente de títulos marianos vía ‘prohibición’ y vía ‘desaconsejo’. 

Así es el Prefecto Víctor M. Fernández: un hombre pronto para abrir la puerta a lo contranatural, un hombre pronto para cerrar las puertas a lo sobrenatural. Y espero que no aparezca alguno sosteniendo que las “llaves del reino” permiten esas cosas.  

En breve el Prefecto estará rindiendo cuentas a Dios por esta exclusión que ha venido a hacer de Su Madre. Mientras tanto, afirmamos con inamovible convicción que nada, absolutamente nada de lo que existe, deja de aclamar que María Santísima es Corredentora. A la Reina de Cielos y Tierra, Cielos y Tierra a Ella sometidos le aclaman Corredentora y Mediadora. 

El eximio San Luis María Grigñon de Monfort, en su célebre ‘Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen María’, enseñó en el punto 16: “Dios Hijo se hizo hombre para nuestra salvación, pero en María y por María”. Mientras que Fernández no quiere ahora saber nada con que en documentos eclesiásticos se hable de Corredentora, el teólogo dominico, R.P. Antonio Royo Marín predicaba: “Desde San Justino y San Ireneo (siglo II) hasta nuestros días apenas hay Santo Padre o escritor sagrado de alguna nota que no hable en términos cada vez más claros y expresivos del oficio de María como nueva Eva y Corredentora de la humanidad en perfecta dependencia y subordinación a Cristo” (La Virgen María, ed. BAC, España, 1968, p. 149). Claro, el “hasta nuestros días” del religioso dominico, no incluía estos tiempos negros.

Fernandez, ya es sabido, desaconsejó usar los títulos de Corredentora y Mediadora.

Quien no se refugia en María, Medianera de todas las gracias, queda expuesto al Demonio, padre de todas las desgracias.

(Ver video donde el Cardenal modernista critica la moral y la  labor de la Iglesia "durante muchos siglos" y se descara plenamente diciendo que la secular trayectoria de la Iglesia fue "terrible". ¿Y es este personaje el que supuestamente tiene la misión de defender y preservar la fe en la Iglesia? ¿Hasta cuándo va a permanecer ahí siguiendo su labor demoledora?).

miércoles, 3 de diciembre de 2025

SUBLIME ORACIÓN DE SAN GERMÁN DE CONSTANTINOPLA (635-733) EN LOOR A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA



«Salve, oh tú que, movida a compasión al ver la terrible desnudez a que fuimos reducidos, en el Jardín del Edén, por el fruto pernicioso que dio muerte a nuestras almas, nos cubriste con un maravilloso manto; que no fue tejido por la mano del hombre, sino que nos fue dado por Dios mismo; tú que, cuando estábamos hundidos en el lodo de la iniquidad, nos fuiste dada como la remisión de los pecados, ¡oh, Esposa Sagrada del Todopoderoso!

Salve, oh tú que, bajo tus pasos bien resueltos, pisoteas a ese tirano que nos arrastró, para dañarnos, a la transgresión, a ese pérfido consejero, a ese enemigo de todo bien, a esa serpiente engañosa que se llama Diablo, y tomas, como de la mano, nuestra naturaleza corruptible y siempre dispuesta a caer, para conducirla, en tu compañía, al Santuario espiritual y al Tabernáculo divino que nunca envejece.

Salve, oh tú que hiciste brotar el resplandor de un día de gozo y alegría sobre las cabezas de aquellos que se encontraban encadenados en las tinieblas de la muerte, en el abismo de la enfermedad, y sobre quienes tú prometiste disipar, por el Poder de Dios, esa funesta oscuridad, oh María, más sublime que todos los milagros.

¡Salve, oh tú que destilas sobre nosotros el rocío divino de la inteligencia, oh Nube brillante que elevaste en nuestro horizonte, envuelto en las sombras de la muerte, el más brillante de todos los soles! ¡Oh fuente que, teniendo tu origen en el cielo, formas esos rápidos ríos del conocimiento de Dios, que arrastran a su paso, por las aguas límpidas y puras de la fe ortodoxa, el cieno de la herejía!

¡Salve, oh divino Paraíso, oh Morada de la Sabiduría, oh Jardín lleno de encantos, plantado por la Mano del Todopoderoso, donde florece el Bosque de la Vida para comunicar la ciencia de la verdad y conceder la inmortalidad a quienes la prueban!

Salve, oh Sagrado Edificio, oh Palacio inmaculado y sin mancha del gran Rey, del mismo Dios, oh tú que has sido revestida de Su Majestad y has llamado a todos los hombres a recibir en ti una santa hospitalidad, ¡donde puedan gozar de los misterios de la fe desde su primer origen!

Salve, oh Nueva Sión, oh Santa Jerusalén, oh augusta Ciudad del gran Rey, en cuyas torres se conoce claramente a Dios, y en medio de la cual pasa sin sacudirla ni dañarla, ¡mientras mueve las naciones y hace caer reyes a tus pies para rendir homenaje a tu Gloria!

Salve, oh Montaña fecunda y sombreada, donde se alimentó el Cordero que borró nuestros pecados y sanó nuestras enfermedades, y de la cual se desprendió, sin ayuda de mano humana, la piedrecilla que derribó los altares de los ídolos, y ¡por un admirable prodigio, se convirtió en la piedra angular!

Salve, oh Santo Trono de Dios, oh Sagrado Tesoro, oh Casa resplandeciente y gloriosa, oh Venerable Tabernáculo, oh Vaso Elegido que Dios reservó para su uso, oh Propiciatorio de todo el universo, oh Cielo que relata la gloria del Altísimo, oh Oriente milagroso del que surge una estrella que no conoce ocaso, cuyo punto de partida es el Cielo, y que a todos brinda su calor, es decir, el canal de la providencia!

¡Salve María, llena de gracia, más santa que los santos, más elevada que los Cielos, más gloriosa que los querubines, más digna de honor que los serafines, más venerable que toda criatura!»

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Plegaria maravillosa que es también un canto claro a la Corredención y Mediación de María Santísima. Para rezar diariamente en desagravio al Inmaculado Corazón de María.

lunes, 1 de diciembre de 2025

POSADA EN LA CALLE DE MI BARRIO (Ponche, canto y un Niño que busca casa)



Por Oscar Méndez Oceguera

La Navidad mexicana no comienza el 24 por la noche, sino muchos días antes, cuando el frío se mete por debajo de la puerta y alguien, en la cuadra, pronuncia la palabra que lo cambia todo: posadas.

Entonces el barrio entero, por pobre o cansado que esté, hace un pequeño esfuerzo de dignidad y de cariño: se sacan de la caja los foquitos enredados, se desenrollan los papeles de china arrugados, se revisa la olla grande de barro, esa que sólo sale en diciembre, y se empiezan a contar los días que faltan.

En otros países, la Navidad llega por paquetería. Aquí, llega caminando detrás de una imagen con velas en la mano.

La calle se vuelve casa

Al caer la tarde, el barrio se transforma. Las banquetas se llenan de gente que normalmente sólo se cruza de lejitos: el señor serio de la papelería, la vecina que siempre barre su pedacito de calle, el joven que sale con audífonos y mirada perdida, los niños que conocen cada grieta del pavimento.

Hoy están todos juntos, apretados alrededor de una pequeña imagen que han adornado con flores, listones, papel metálico. No es una estatua perfecta; a veces lleva en el cristal la marca del tiempo, una esquina rota, un marco remendado con cinta. Pero, al mirarla, algo se aquieta: en ese rostro hay un recordatorio silencioso de que Alguien pidió posada antes que nosotros.

Las velas se reparten. Una llama se pasa a otra, y de mano en mano la oscuridad deja de ser amenaza para convertirse en cobija. Los niños las sostienen con los dedos entumidos, las señoras protegen la flama con la palma, los hombres fingen que no tienen frío, pero soplan disimuladamente para calentar las manos.

Y, de pronto, el barrio que en el día es ruido y prisa, se queda atento como si escuchara su propio corazón.

“En el nombre del cielo…”: pedir posada como quien se confiesa

Empieza el canto. No hace falta ensayo: la tonada está inscrita en la memoria de generaciones. Unos leen de una hoja doblada, otros cantan de memoria, unos cuantos murmuran apenas, pero se suman.

En el nombre del cielo,
os pido posada…

La puerta de la casa elegida está cerrada. Adentro, los anfitriones contestan:

Aquí no es mesón,
sigan adelante…

No es teatro; es algo más extraño y más hondo. Afuera hay gente de verdad, con problemas de verdad, cantando pidiendo casa para unos peregrinos que nunca han visto… y al mismo tiempo, sin decirlo, pidiendo algo para su propia alma: un sitio donde el miedo se haga pequeño, donde la soledad no pese tanto, donde la vida tenga sentido de hogar.

Los niños cantan porque así les enseñaron; las abuelas, porque siempre lo han hecho; algún adulto callado siente, sin saber explicarlo, que esa vieja letanía le toca una tecla que había dejado acumular polvo.

Y cuando, después de las negativas rituales, llega el verso que dice por fin “Entren santos peregrinos…”, se afloja una cuerda en el pecho. La puerta se abre, la procesión entra, y una casa sencilla —con techo de lámina o con falso plafón, con piso de cemento o con loseta brillante— se estrena, esa noche, como pequeña gruta de Belén de barrio.

La piñata: siete puntas, ojos vendados y gritos de alegría

Luego viene lo que los niños esperan de verdad: la piñata.

La cuelgan de un lazo en el patio, en la calle, en el estacionamiento, donde se pueda. Brilla con sus siete picos bordados en papel de colores, girando ligeramente con el viento, como si supiera que esta noche le toca romperse para que otros sean felices.

Al primero que le toca le vendan los ojos con un pañuelo que huele a suavizante y a sudor de familia. Le dan una vuelta, dos, tres. La risa se desborda: los pequeños chillan, los adolescentes se burlan con cariño, los adultos dan instrucciones contradictorias: “¡A la derecha!”, “¡No, al otro lado!”, “¡Más arriba!”.

Dale, dale, dale,
no pierdas el tino…

Los golpes caen al aire, a la nada, al cielo oscuro. La piñata se mueve, esquiva, sube y baja, manejada por la mano traviesa de alguien que disfruta tanto como el que pega. Hay risas, algún susto, el típico grito cuando el palo pasa demasiado cerca de una cabeza.

Hasta que sucede: un golpe seco, un crujido de barro, un remolino de papeles y, de pronto, una pequeña lluvia: dulces, cacahuates, mandarinas, galletas, uno que otro juguete sencillo. Los niños se lanzan al piso, a ciegas, pero felices, a rescatar su tesoro. Alguno, con los bolsillos llenos, levanta la vista y sonríe como si la vida hubiera sido justa por una vez.

En ese desorden hay algo limpio: nadie se pregunta cuánto cuestan las cosas, ni quién trajo más, ni quién dio menos. Sólo importa recoger lo que se pueda y comparar, después, el botín con el del amigo.

El ponche: calor que también consuela

Mientras tanto, en la cocina, una olla de barro cumple con su propio milagro. El ponche no se explica: se huele. Tejocotes abiertos, manzana cortada en gajos, trozos de caña que crujen, guayabas suaves, canela en raja, ciruelas pasas que se hinchan poco a poco. El agua hierve, el azúcar se disuelve, el vapor sube y va perfumando la casa entera.

Cuando empieza a repartirse, el ambiente cambia. La fila del ponche es una especie de pequeña procesión doméstica: todos se encuentran, todos se ven de cerca, todos se dicen, aunque sea con una mirada, “buenas noches”. El vaso de unicel quema un poco los dedos, pero reconcilia con el frío.

Hay quien cierra los ojos al darle el primer sorbo, como si en ese trago se mezclaran otras noches, otros diciembres, otras voces que ya no están. Algunos le ponen “piquete” discretamente, otros se conforman con el sabor simple y limpio de la fruta cocida. Para todos, sin excepción, es una especie de abrazo que se bebe.

En una esquina de la sala, alguna abuela reparte bolsitas de aguinaldo: colación dura que rompe dientes, cacahuates tostados, algún dulce de menta, quizá una galleta envuelta en celofán. Los niños las reciben como si les entregaran un sobre de oro.

Las manos que preparaban la Navidad

Antes de la posada visible había otra, secreta, que se celebraba en la cocina y en la sala vacía: la de las mujeres de la casa.

Muchas de las personas que lean esto ya no las tienen cerca: la abuela que mandaba y reía al mismo tiempo, la tía abuela que guardaba los moldes de las pastorelas como si fueran joyas, la madre que hacía cuentas imposibles para que alcanzara el dinero y, aun así, compraba papel de colores “porque si no, no sabe igual”.

Ellas eran las que empezaban la Navidad cuando nadie se daba cuenta. Pelaban la caña, lavaban la fruta, cuidaban la olla de ponche como si fuera tarea de examen, probándolo con la misma seriedad con la que firmarían un contrato. Hervía la olla y, al mismo tiempo, hervía el corazón: que todo salga bien, que nadie falte, que la familia se vea contenta.

Sentadas en la mesa, extendían el papel crepé, cortaban picos de estrella, pegaban con resistol las tiras que luego colgarían del techo. Cualquier niño que haya visto esas manos trabajando sabe que ahí había algo más que manualidades: se estaba bordando el recuerdo de su infancia.

Con la misma paciencia cosían trajes de pastores, de diablos nerviosos, de angelitos chuecos. Se improvisaban barbas con corcho quemado o con algodón rebelde, coronas de cartón forrado, alas sujetas con ligas que siempre apretaban de más. Las mujeres probaban el traje, lo arreglaban, se echaban hacia atrás para mirar al niño de lejos y decían, con una emoción que no se atrevía a nombrarse: “Así está bien”.

También eran ellas las que ponían las velas sobre la mesa, las que cuidaban que hubiera cerillos, que no faltara azúcar, que el mantel, aunque fuera viejo, estuviera limpio. Tenían tantas preocupaciones como cualquiera —cuentas, enfermedades, cansancio, noticias tristes—, pero esa tarde las guardaban en un cajón invisible. Durante unas horas, la vida cotidiana se hacía a un lado para dejar pasar algo más grande que ellas mismas.

Quien haya crecido mirando esa escena sabe que la Navidad, en México, tuvo siempre rostro de mujer: manos que olían a jabón y a canela, brazos que nos apretaban con fuerza cuando teníamos frío, voces que dirigían, rezaban, regañaban y reían, todo al mismo tiempo.

Hoy, muchas de esas santas mujeres ya no están. Se nos fueron la abuela del delantal floreado, la tía que organizaba la pastorela, la madre que perdonaba el vaso roto “porque es posada”. Y, sin embargo, cada diciembre vuelven: en el olor del ponche, en el crujido del papel de china, en la manera exacta en que alguien pone la imagen sobre la mesa o dobla las servilletas igual que ella. Por eso, en medio de la posada, a veces, sin que nadie lo note, se nos escapa una lágrima; no lloramos sólo por lo que ya no está, sino porque sabemos que allí aprendimos cómo se hacen bien las cosas: con poco dinero, con muchas ganas, con fe sencilla y con un cariño que se derrama en forma de ponche caliente, de aguinaldo humilde, de abrazo largo.

Y cuando vemos a quienes han tomado la estafeta —esa señora que insiste en que haya posadas “como Dios manda”, ese matrimonio que abre su casa, esos jóvenes que aceptan aprender los cantos viejos— sentimos que hay un hilo que no se ha roto. En cada rito repetido, en cada tradición rehecha sin maquillarla, vuelven nuestras abuelas, nuestras tías, nuestras madres: se sientan discretamente en una esquina de la sala y nos miran, orgullosas y un poco divertidas, mientras nos ven intentar lo que ellas hicieron toda la vida sin manual ni reflectores. Lo que pagaríamos por sentir otra vez sus abrazos, por recibir de sus manos un jarrito de ponche, por oír esa frase que nos hacía sentir protegidos: “Toma, mi’jo, está caliente, sopla tantito”. Pero, de algún modo misterioso, cada vez que la posada se prepara con ese esmero silencioso, vuelven a estar ahí, muy cerca, más cerca de lo que pensamos.

Cantar a dos voces: alegría y nudo en la garganta

Después vienen los villancicos. No hay coro profesional, pero no hace falta. Una guitarra afinada a medias, unas cuantas maracas improvisadas, palmas que entran a destiempo. Se cantan los clásicos de siempre, a veces con letra incompleta, a veces mezclando estrofas, a veces salpicando la tonada con risas.

En medio de esa fiesta hay momentos breves —casi secretos— en los que la emoción se asoma sin pedir permiso. Cuando se entona “Noche de paz” y alguien, sin planearlo, baja la voz, la sala se acomoda en un silencio suave. Se piensa en los que faltan: el abuelo que ya no está para servir el ponche, la tía que antes organizaba todo, la madre que ahora se recuerda más en el olor de la canela que en las fotos del buró.

A veces, en un rincón, alguien se queda callado de pronto, mira al suelo y se aclara la voz como si se le hubiera atorado un poco el canto. No es tristeza pura; es ese sentimiento raro que en México conocemos bien: alegría con nudo en la garganta. Se agradece lo que se tiene, se duele lo que se perdió, se espera, sin muchas palabras, que el año que viene no falte nadie más.

Cuando la posada se disfraza de otra cosa

Sería injusto fingir que todo sigue igual. Cada vez hay menos posadas verdaderas y más “eventos navideños” que usan la palabra sin saber lo que dicen: se llama posada a reuniones donde no se pide posada, no se canta una letanía, no se recuerda a los peregrinos, pero sí se amontonan bocinas, luces psicodélicas y reguetón con gorros de santa.

Ahí ya no hay Niño buscando techo, sino fiesta temática: no hay procesión, sino pista; en lugar de velas, celulares en alto; en lugar de piñata de siete picos que enseña algo, monigote de moda que no significa nada. No se trata de purismo delicado, sino de llamar a las cosas por su nombre: una reunión sin letanía, sin peregrinos, sin oración y sin intención de recibir a Jesús no es posada, aunque así la anuncien en la invitación. Dolor da ver cómo, en muchos lugares, se ha cambiado el ponche por la barra libre, el villancico por el grito de DJ, el rezo por el sorteo de pantalla: en ese trueque se pierde algo que no se recupera con luces ni con regalos caros.

Posadas verdaderas: islas de luz en un mar de ruido

Y, sin embargo, hay todavía pequeñas islas de resistencia: casas, capillas, patios de pueblo donde se sigue haciendo la posada como se debe. Allí no hay espectáculo, hay recogimiento sencillo; no hay coreografía de moda, hay niños disfrazados con trajes torpes que, justamente por torpes, conmueven más.

En esas posadas verdaderas sigue habiendo procesión con velas; se canta pidiendo posada, se abre la puerta con alegría, se coloca al Niño en el nacimiento con respeto, se reza aunque sea un misterio del rosario por los vivos y por los difuntos. La piñata conserva sus picos, el ponche conserva la cazuela, la tradición conserva el alma.

Quien tenga la gracia de asistir a una de esas pocas posadas auténticas lo sabe: al terminar, uno sale con frío en la cara, azúcar en la sangre y algo más difícil de nombrar en el pecho; una mezcla de gratitud y melancolía, de esperanza y conciencia de pérdida. Como si el corazón supiera que está participando en algo frágil y precioso, que se puede perder si se deja a la intemperie de la moda.

Lo que en realidad se pide

Si uno pudiera hacer silencio completo por un segundo en medio de una posada verdadera —apagar la bocina, detener el palo de la piñata, dejar la olla sin mover—, se escucharía otra cosa debajo del ruido. En la risa de los niños, en los chistes de los tíos, en el murmullo de las señoras, se adivina una súplica que no se canta en voz alta:

Que haya techo, que haya pan, que haya salud, que la familia no se rompa, que la noche no se quede fría, que Dios no pase de largo.

La letanía dice que dos peregrinos piden posada. Pero en cada puerta que se abre también entran los miedos de un año entero, las deudas, los pleitos, las reconciliaciones pendientes, las heridas que nadie ve. Y, sin embargo, esa noche se da algo que el resto del año no siempre encontramos: la sensación sencilla de estar acompañados.

Última luz

Mientras exista, en algún barrio de México, una noche de diciembre en la que se salga a la calle con velas en la mano; mientras un grupo de personas sencillas se reúna para cantar pidiendo posada de verdad; mientras una piñata de siete picos se rompa entre risas y una olla de ponche hierva en la estufa; mientras un niño guarde como tesoro su aguinaldo de bolsita transparente y alguien, desde la cocina, piense en silencio en las mujeres que le enseñaron a hacer todo eso, este país seguirá teniendo un lugarcito tibio en medio de tanto ruido.

Que no se nos acaben las posadas verdaderas. Que no las rebajemos a “evento” ni las mezclemos con lo que nada tiene que ver. Y que cada diciembre, al menos una vez, nos atrevamos a volver a ser ese pueblo que, gracias a las manos de sus abuelas, de sus tías, de sus madres, sabe todavía abrir la puerta cuando un Niño pobre llama y pide, con voz antigua y siempre nueva, posada.

sábado, 29 de noviembre de 2025

LOS MISTERIOS DE LA ORACIÓN

 

Una oración debe ser pronunciada estando profundamente conscientes de cada palabra. Las causas de ello se esconden no sólo en el hecho de que, de otro modo, sería una irreverencia ante Aquel a quien ella está dirigida, sino también en lo subsiguiente. La verdadera oración, el verdadero mensaje de la oración, no sólo consiste en las palabras mismas, sino principalmente en la actitud del corazón, en aquello que a partir del corazón atrae hacia Dios.

Si una oración es pronunciada  con profunda consciencia, vivida profundamente, podrías considerarlo como si en el alma se abrieran “receptores”: canales que hacen que el alma se haga receptora a las fuerzas de Dios. El alma percibe realmente el significado que se esconde tras las palabras que pronuncian los labios. Con ello nace en el alma un deseo de realización, de hacer realidad  las palabras pronunciadas, con lo que el alma reacciona como una flor que tiene hambre de la luz del sol: se abre completamente.

Por esta razón el alma que ora profunda y conscientemente, puede comenzar a sentirse unida con Dios. En ella todo es anhelo por lo celestial, y la luz divina se derrama completamente en esa alma. Este efecto nunca lo experimentará un alma que ora rápidamente y sin sentimiento, mecánica o automáticamente.

Este fenómeno explica por cierto también porqué un alma que ha sido llamada para ello, puede experimentar estados de verdadero éxtasis  durante la oración meditativa y contemplativa: Los deseos del alma pueden llegar a ser tan idénticos con los deseos de Dios, que el alma afluye completamente en Nosotros, y así comienza a tomar parte de la perfecta paz de corazón que es característica del corazón de Dios.

La paz de corazón se caracterizará básicamente por el flujo de la voluntad de Dios, en la del alma. Para alcanzar esa paz, el alma debe desear como primer paso la unidad con Dios (y con su Santísima Madre) y esforzarse por dejar escapar de sí toda percepción mundana. Por esta razón el alma debe saber vaciarse, para llegar a una oración fecunda.

Esta circunstancia es también la causa de la realidad de que almas santas reciben ciertas impresionantes concesiones a sus ruegos, si se dirigen a Dios o a la Santísima Virgen. Saben cómo sincronizarse tan totalmente con el corazón de Dios y con el corazón de la Madre, que  ambos pueden hacer fluir torrentes de gracias en esas almas, sin ningún impedimento.

Podemos ser instados a comprar un alimento, porque está empacado en una lata que tiene una etiqueta especialmente atractiva. Sin embargo podríamos preguntarnos: El contenido de la lata sabe mejor (o su valor alimenticio es mayor) en la medida que la etiqueta es más atractiva?

Básicamente es para Dios un ofensa cuando el alma le habla con palabras vacías. Se habla de palabras vacías cuando el corazón  no participa realmente. No son las palabras de los labios, sino son los sentimientos del corazón los que expresan nuestro deseo de entrar en contacto con Dios. Si el corazón está vacío de amor anhelante, nuestras lindas palabras parecerán antes bien un intento de engañar a Dios en lo que respecta a nuestro amor a Él.

Sin embargo nosotros no podemos reunir todos los días el mismo ardor en la oración, pero lo que cuenta es el deseo y en todo caso el esfuerzo de penetrar realmente en el corazón de Dios.

jueves, 27 de noviembre de 2025

EL MODERNISTA CARDENAL FERNÁNDEZ DA UN PASO ATRÁS ANTE EL CÚMULO DE PROTESTAS Y PERMITE QUE LOS FIELES SIGAN USANDO EL TÉRMINO CORREDENTORA COMO TÍTULO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

 

Ante el cúmulo de protestas y desacuerdos que se suscitaron en todo el mundo por su documento contra los títulos de la Santísima Virgen que consideraba podrían confundir pese a ser ciertos, el cardenal Fernández "Tucho" aclara que el uso de la expresión “Corredentora” no ha sido en modo alguno censurado en la devoción privada de los católicos. Las restricciones en Mater Populi Fidelis de  llamar a María Corredentora se aplica exclusivamente a los documentos oficiales de la Iglesia y no se extiende a los actos de piedad, los escritos espirituales ni la devoción privada de los católicos, etc.

En otras palabras, todos podemos seguir usando el título como siempre lo hemos hecho y, puesto que era evidente que de todos modos, el pueblo fiel íba a seguir haciéndolo, sale el Cardenal a "permitirlo".

 Cita textual del Cardenal: "Si tú, junto con tu grupo de amigos, crees entender bien el verdadero significado de esta expresión (Corredentora) [...], y deseas expresarlo precisamente así dentro de tu grupo de oración o entre amigos, PUEDES USAR EL TÍTULO".

Según el Cardenal, el documento buscaba precisión teológica, no prohibir la devoción personal. Por ello se sigue permitiendo, pues es una expresión usada hace siglos por santos y papas y es verdadera.

Como explicamos en un post anterior: "Resulta absurdo callar (suprimir en la práctica) una doctrina cuando lo que hace falta es explicarla y difundirla, como debe realizarse con todas las demás. De otra manera, con el mismo pretexto (de que podrían mal entenderse), habría que callar (suprimir en la práctica) también todas las otras verdades. Todo hace suponer que en realidad lo que pretende el cardenal "Tucho" es, con pretextos "ecuménicos", eliminar aquella doctrina que es DEMASIADO CATÓLICA para los protestantes (y también para modernistas como él)".

En realidad pareciera que la nueva "aclaración" es un necesario paso atrás por las protestas e inconformidad manifestada por el sentido de la fe del pueblo fiel, con la esperanza -en el Cardenal- de que el Modernismo dé dos pasos adelante en un futuro, conforme a la antigua estrategia de los quintacolumnistas.

Foto: Diane Montagna.