domingo, 27 de octubre de 2013

TODO CATÓLICO ESTÁ OBLIGADO A LUCHAR POR LA REALEZA SOCIAL DE CRISTO, ¿TÚ LO HACES?

"Cuando vuelva a la tierra, ¿os parece que hallaré fe?". Lc 18,8.
Tú lo dices: yo soy Rey. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad” (Jn 18, 37).

Conforme al Calendario tradicional del rito romano, el último domingo de octubre la Iglesia Católica celebra la fiesta de Cristo Rey. Para honrar tan grande conmemoración, trataremos en este post tres aspectos: El primero será recordar que México ha sido consagrado al Sagrado Corazón de CRISTO REY. Para ello reproduciremos el ferviente y emotivo sermón que con ese motivo pronunció Mons. Luis María Martínez, mismo que nos permitirá meditar y comprender la trascendencia de este glorioso y ejemplar hecho histórico. En segundo lugar, publicamos un muy recomendable escrito de Luis Ozden en el que llevará al lector a realizar profundas y actualizadas reflexiones sobre su actitud personal ante la realeza social de Cristo, con base en un escrito del eminente cardenal Louis Edouard Pie. En verdad, no pueden perdérselo. Por último, colocamos una oración de reconocimiento de la Realeza Social de Cristo para que el lector y su familia la recen y renueven sus promesas del Bautismo.

MÉXICO HA SIDO CONSAGRADO A CRISTO REY

El Episcopado Mexicano presentó, en 1913, a Su Santidad el Papa Pío X la idea de hacer una proclamación solemne del reinado social de Cristo en México; de coronar la Imagen del Sagrado Corazón en señal de sumisión y humilde vasallaje a Cristo Rey.

Su Santidad Pío X -canonizado Santo, por Pío XII en 1954- acogió benignamente la súplica de los obispos Mexicanos.

Cristo es rey pero no sólo de cada uno
 en su vida personal, sino también en
su vida social. Es el Rey de los individuos,
 de las familias y de las naciones.
“Esta es la primera vez en la Historia que se hace esta petición a la Santa Sede, por lo que constituye para México, un timbre de gloria.” Escribió el Padre Roberto Ornelas en: “Bosquejo histórico de la devoción a Cristo Rey en México” Cuautla, Mor. 1939. P.G.

El 11 de enero de 1914 en una misa pontifical en la catedral de México se realizó la deseada consagración, y mientras el Arzobispo de México depositaba a los pies de la imagen las insignias reales, los jóvenes presentes empezaron a gritar: ¡Viva Cristo Rey! Esta Consagración se hizo con la fórmula de Consagración del papa León XIII. Pero México renovó su consagración durante el Congreso Eucarístico de 1924 con una fórmula especial para el pueblo Mexicano.

Este Congreso tuvo lugar del 5 al 11 de octubre de 1924.

En su sermón del 11 de octubre de 1924, que atrajo la ira del Gobierno jacobino, Mons. Luis María Martínez, entonces obispo auxiliar de Morelia, explicó:
“Por un designio felicísimo se han reunido en un mismo entusiasmo, en una misma explosión de piedad, en un mismo cántico de gloria, tres misterios cristianos: el Espíritu Santo, a quien se consagró la nación Mexicana al inaugurarse el Congreso; la divina Eucaristía, y el Corazón Sacratísimo de Jesús, a quien va a consagrarse México en la presente solemnidad”. Más adelante agregó que “Jesucristo es Rey de las naciones como es Rey de los individuos. Su corazón las ama, su mano vierte en ellas dones peculiares para que puedan cumplir sobre la tierra la misión providencial que tiene asignada… Para el cristianismo la nación ocupa un lugar en el Corazón de Dios, recibe de Él los dones especiales para que pueda cumplir la misión providencial que le ha sido designada, misión que siempre consiste en servir a Cristo, porque Él recibió en herencia todas las naciones de la tierra. Y por eso a las naciones como a los individuos Jesús les hizo el don inestimables de la Eucaristía: también para las naciones como para los individuos la Eucaristía es el compendio de todas las maravillas de Dios”.

“En efecto, cuando Jesús vino a la tierra, la tierra se estremeció de gozo: parece que las criaturas todas sintieron el inefable influjo de su divina Persona y todas vinieron a rendirle pleito homenaje, la luz nimbó la cabeza, el viento acarició su frente, las flores lo envolvieron con sus perfumes; los cristales del Tiberiades copiaron su figura celestial. ¡Dichosa, dichosa aquella tierra lejana, que parece conservar, después de siglos, el perfume de Jesús que pasó por ella! ¡Bendito mil veces aquel rincón de la tierra que conoció a su Rey y que puede decir a todos los siglos: “Por aquí pasó”. “Nosotros que estamos alejados de aquella tierra bendita por dos océanos, que estamos alejados de Jesús por veinte siglos, nosotros ¿no gozaremos de la regia presencia de Cristo? ¿Nosotros no podremos decir como la afortunada Palestina: “Por aquí pasó”? ¿Jesús será para nosotros un recuerdo muy dulce, muy santo, pero un recuerdo nada más? ¡Ah! ¡No! ¡Jesús ama a nuestra Patria, y porque la ama, yo estoy cierto que pensó en ella sobre la mesa del Cenáculo: pensó en los océanos que la arrullan con su grito formidables: pensó en nuestras cordilleras que se levantan gigantescas sobre nuestro suelo riquísimo; pensó en nuestras campiñas floridas, en nuestros hondos barrancos, en nuestro Tepeyac, -sobre todo en nuestro Tepeyac-, el trono de la Virgen María y el corazón de nuestra Patria!... Y quiso Jesús venir a tomar posesión de esta Patria querida, y se abrieron los labios, y pronunció la palabra de amor… Y los siglos volaron y un día la tierra de México se estremeció al contacto de su Rey y Señor, de Jesús. Vino Él, puso aquí su tabernáculo entre nosotros, y pasó por nuestros campos, y subió a nuestras montañas, y vivió nuestra historia, -si me permitís la expresión-, como un ciudadano Mexicano, o más bien, como un Rey de este pueblo que le pertenece y que le ama”. Continuó explicando de qué manera México era un pueblo eucarístico y mariano y finalizaba diciendo: “Yo no se lo que en el futuro nos depare tu justicia y tu misericordia; pero yo te aseguro, ¡Oh Jesús dulcísimo! ¡oh Jesús victorioso! Que sobre el suelo de nuestra Patria, próspera y desdichada, siempre se erguirán dos tronos: el trono tuyo y el trono de la Virgen María, y que nada ni nadie podrá arrebatar de ellos los dones nacionales: la Corona de la reina y la Custodia de la Eucaristía!”.
Cristo es Rey de las naciones, sin embargo, en la mayoría de ellas no se le reconoce o no se le conoce, y en otras está positivamente proscrito. La herejía modernista pretende quitarle su cetro. Los hombres le han destronado: su imagen ha sido arrancada de los lugares públicos y se pretende arrancarla también de los corazones. “No queremos que éste reine sobre nosotros” (Lc 19, 14). 


REFLEXIONES DEL MOMENTO ACTUAL INSPIRADAS EN UN SERMÓN DE LOUIS-EDOUARD PIE, CARDENAL DE POITIERS, FRANCIA. (En ocasión del aniversario de San Emiliano, mártir. El 8 de noviembre de 1859).

En la lucha final, se manifestarán los buenos y los malos, los valientes y los flojos, lo que quiere decir: la división entre los elegidos y los réprobos, puesto que ni los malévolos ni los flojos entrarán en el Reino de los Cielos.
“Felices, pues, los que nunca hayan vacilado entre el campo de la verdad y el del error, felices los que, a partir de la primera señal de guerra, se hayan alistado bajo el estandarte de Jesucristo. Es una disposición acostumbrada de la Providencia, desde el alba de los tiempos que, para castigar a los pueblos perversos, Dios se vale de otros más perversos aún.”
“Jesucristo es Rey. Es Rey no solamente del Cielo, sino también de la tierra, y le corresponde ejercer una verdadera y suprema realeza sobre las sociedades humanas. Se acepta a Jesucristo Redentor, a Jesucristo Salvador, a Jesucristo Sacerdote, pero de Jesucristo Rey se aterrorizan”.
“Jesucristo está aún en la cuna y los Magos buscan al rey de los judíos. Jesús está a la víspera de morir; Pilatos le pregunta: ¿Eres pues, Rey? Tú lo has dicho, responde Jesús. Y la respuesta se hace con tal acento de autoridad, que Pilatos, a pesar de todas las presiones de los judíos, consagra la realeza de Jesús por una escritura pública en un cartel solemne.”
El Cardenal Pie cita al célebre orador y exégeta del siglo XIX: Jacobo Benigno Bossuet:
“¡Sentencia inmutable del Omnipotente! Que la realeza de Jesucristo sea promulgada en lengua hebraica, que es la lengua del pueblo de Dios; y en lengua griega, que es la lengua de los cultos y de los filósofos; y en la lengua romana, que es la lengua del Imperio y del mundo, la lengua de los conquistadores y de los políticos.”
“Acercaos ahora, oh judíos, herederos de las promesas; y vosotros, oh griegos, inventores de las artes, y vosotros, oh romanos, príncipes de la tierra; venid a leer este admirable signo; doblad la rodilla delante de vuestro Rey”.
La misión que les confiere tiene un carácter social, es hacia los pueblos, los imperios, los soberanos y los legisladores.

Sigue el cardenal Luis Eduardo Pie:
“El reinado de Cristo no se trata de una Teocracia, que es gobierno temporal de una sociedad humana por una ley política divinamente revelada y por una autoridad política sobrenaturalmente constituida.
Nuestro Señor Jesucristo no impuso ningún código político a las naciones cristianas, ni Él mismo se encargó de designar jueces o reyes del pueblo de la Nueva Alianza, con esto, se desprende que el cristianismo no ofrece rastros de Teocracia.
En cambio el reinado del Anticristo sí será una auténtica Teocracia, puesto que se hará adorar como jefe y árbitro de la contra religión de un Estado-Dios mundial, neopagano y revolucionario”.
La REVOLUCIÓN es llamada en el Apocalípsis como “LA BESTIA”. Con una rapidez de conquista, esta potencia emancipada de Dios y de Su Cristo, ha subyugado casi todo a su imperio, los hombres y las cosas, los tronos y las leyes, los príncipes y los pueblos. Solamente una última trinchera le queda por subyugar: esta ES LA CONCIENCIA DE LOS CRISTIANOS.

Por los mil medios de que dispone, ha conseguido engañar la opinión de un gran número, conmovido, incluso, las opiniones de los sabios, no nada más en el ámbito de los hechos, sino aún en el de los principios.

Cuántos son los que han aceptado y firmado alianzas con ella. Algunos otros que persisten en hacerle alguna oposición se acomodan a su opinión en cuanto al fondo de las cosas. Ha llegado, para ella, el momento de realizar su asalto decisivo.

Recordamos la suprema tentación a que fue tentado Jesucristo por el príncipe de este mundo, la Iglesia, por tanto, ¿ha sido sometida ya a la misma prueba que su divino fundador?; El Cardenal Pie se pregunta:
“Gran Dios, ¿vendrá un día en la serie de los siglos en que vuestra Iglesia será sometida a la misma prueba por el príncipe de este mundo? ¿Se acercará a ella el poder del mal para decirle: Todas estas posesiones terrestres, toda esta pompa y esta gloria exterior, te las daré, te las conservaré, con tal que tú te inclines ante mí, con tal que sanciones mis máximas y las adoptes, y que me rindas homenaje? Hermanos, la Iglesia, colocada en las mismas condiciones que su Maestro, no podrá encontrar otra respuesta.”
Hoy en día, la tendencia de la Revolución es la misma, y su divisa es siempre la del populacho deicida: Nolumus hunc regnare super nos. “No queremos que Cristo reine sobre nosotros”.
“Nuestro deber, para nosotros que reconocemos a Cristo como nuestro Rey, nosotros que decimos todos los días a Dios: “Santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad así en la tierra como en el Cielo”, nuestro deber es oponer toda nuestra energía a las invasiones de esta potencia del mal.”
La lucha es principalmente una lucha de doctrinas.
“Vuestra resistencia consistirá, pues, en mantener vuestra inteligencia firme contra la seducción de todos los principios falsos y mentirosos; y para esto formarán siempre su conciencia en la escuela de su fe, en la escuela de la Iglesia, en la escuela de vuestros Pastores tradicionales.”
“¿Cuál es la más grande herida de la sociedad actual?, es el deterioro de los caracteres, el reblandecimiento de las almas”.
¿De dónde viene, este síntoma tan grave?, sin duda, viene del debilitamiento de la Fe. No se marcha con pie firme cuando se camina en la oscuridad o en la penumbra.
“Nuestros abuelos buscaban en todas las cosas su dirección en la enseñanza del Evangelio y de la Iglesia: nuestros padres marchaban en pleno día. Sabían lo que querían, lo que rechazaban, lo que amaban, lo que odiaban, a causa de ello, eran enérgicos en la acción”.
En cambio:
 “Nosotros caminamos en la noche; no tenemos ya nada por definido, nada decretado en el espíritu, y no nos damos cuenta del objetivo hacia el cual tendemos”.
Por tanto somos débiles, vacilantes.

En vez de la clara luz del sí o del no, hay en el entendimiento la niebla del quizás o del puede ser.

Hay en el alma del hombre moderno una irremediable flojera para las cosas de la Fe. La indiferencia en la religión ha traído con ella la Gran Apostasía, de que habla San Pablo, previa al fin de los tiempos.


LO PEOR ES LA DEBILIDAD DE LOS BUENOS

Ese catolicismo edulcorado, empobrecido por doctrinas humanistas, de acercamiento sentimental a todos los errores, que en este principio del tercer mileno campea por doquier, y que encuentra aceptación de los "sabios" modernos en consonancia con el católico común. No puede hacer frente a las doctrinas del Anticristo. Los católicos actuales son pasto seco, preparado para el fuego que arrasará sin remedio a la humanidad. Hoy más que nunca, la principal fuerza de los malévolos es la debilidad de los buenos.

Oremos a Jesús para ser parte de su pequeño
rebaño fiel
Solamente las almas que se complacen y se deleitan en su bautismo, elemento sobrenatural, que tienen la conciencia de la grandeza y energía del mismo, están dotadas de un temple a toda prueba, son como de acero. Estas son las almas que piden a Jesucristo que reine sobre la tierra. Ven ya Señor y purifícala.

Este pequeño resto, que seguirá luchando contra “un imposible”, será la Iglesia visible de los últimos tiempos esparcida por todo el mundo a nivel individual y doméstico, casi sin pastores. Porque todos los demás habrán claudicado, traicionado a Cristo, habrán aceptado la marca de la Bestia para sobrevivir con el mundo.

Este pequeño resto, serán los elegidos, por quienes Nuestro Señor Jesucristo acortará los días del Anticristo, para venir en su Parusía.


ORACIÓN DE RECONOCIMIENTO DE LA REALEZA SOCIAL DE CRISTO DIOS


"No temas, pequeño rebaño, porque
a vuestro Padre le ha parecido bien
 daros a vosotros el Reino". Lc 12,32-48.
¡Oh Cristo Jesús, yo os reconozco por Rey universal! Todo cuanto ha sido hecho, ha sido creado para Vos. Ejerced sobre mí todos vuestros derechos.

Os renuevo mis promesas del bautismo, renunciando a Satanás, a sus pompas y a sus obras, y os prometo vivir como buen cristiano. Y principalmente me comprometo a hacer triunfar según mis medios, los derechos de Dios y de vuestra Iglesia.

Corazón divino de Jesús: yo os ofrezco mis pobres acciones, para obtener, que todos los corazones reconozcan vuestra realeza sagrada, y así el reino de vuestra paz se establezca por todo el universo.

Así sea. 


¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Santa María de Guadalupe!

Fuente . TEMAS RELACIONADOS, HAZ CLICK AQUÍ:: Reinado social de Cristo

4 comentarios:

  1. Cristo rey de los mártires, Cristo reinando desde la Cruz. Ese es el modelo al que hemos de ajustar los cristianos. Cristo tiene que reinar y, para ello, hemos de someternos cada día con más perfección a su soberanía de Jesucristo, procurando personalmente que nuestra conducta se ajuste a los mandamientos de la Ley de Dios y, socialmente, debemos esforzarnos por reivindicar todos los derechos de Cristo y de su Iglesia en las leyes y en la vida pública y hacer todo lo que esté en nuestras manos para “asegurar la supremacía de ciertos valores morales que condicionan por voluntad de Dios el ejercicio de la soberanía, a los que todo sistema de participación debe subordinarse y a los que la autoridad social debe servir y tutelar por encima de las variables corrientes de opinión” (Mons. Guerra Campos).

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  2. Es nuestro deber como cristianos, a eso venimos, por eso fuimos creados para conocer, amar y servir a Dios en esta vida. Al grito de ¡¡¡VIVA CRISTO REY!!!
    Urge que reine en nuestros corazones, en nuestras familias, en la sociedad y en las naciones.
    Ya consagramos nuestra familia al Sagrado Corazón de Jesús y hemos recibido muchas bendiciones. Gracias por hacernos reflexionar para ponernos a actuar dando testimonio.

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  3. En efecto, Jacobo, para eso fuimos creados: para conocer, amar y servir a Dios en esta vida. Y urge que reine en nuestros corazones, en nuestras familias, en la sociedad y en las naciones.

    La verdadera libertad es para el BIEN y la VERDAD. Estrictamente la genuina libertad religiosa es la de profesar la VERDADERA religión (la católica romana), pues el error (las falsas religiones) como tal, no tiene derechos (el mal y el error nunca los tienen). Otro asunto es la tolerancia religiosa, es decir que por un bien social o un mal menor se respete la conciencia errónea de quien profesa una religión errada. El liberalismo erróneamente pone en igualdad (paridad) de condiciones a la Verdad y al error, y a todos les considera los mismos derechos. No se es mártir por defender una supuesta libertad igual para el error que para la VERDAD. El mártir da testimonio de su fe verdadera, como miembro de la Iglesia y la da muriendo por ella, da su vida por sus creencias y para que las leyes no sean persecutorias de las enseñanzas de Cristo. Por lo mismo muere por la VERDADERA libertad religiosa y por el REINADO SOCIAL DE CRISTO. Esto es, dando su sangre por esa FE VERDADERA y por Cristo mismo.

    Gracias por escribir. Un abrazo en Cristo
    Atte
    CATOLICIDAD

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