“Tú lo dices: yo soy Rey. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad” (Jn 18, 37). |
Conforme al Calendario tradicional del rito romano, el último domingo de octubre la Iglesia Católica celebra la fiesta de Cristo Rey. Para honrar tan grande conmemoración, trataremos en este post tres aspectos: El primero será recordar que México ha sido consagrado al Sagrado Corazón de CRISTO REY. Para ello reproduciremos el ferviente y emotivo sermón que con ese motivo pronunció Mons. Luis María Martínez, mismo que nos permitirá meditar y comprender la trascendencia de este glorioso y ejemplar hecho histórico. En segundo lugar, publicamos un muy recomendable escrito de Luis Ozden en el que llevará al lector a realizar profundas y actualizadas reflexiones sobre su actitud personal ante la realeza social de Cristo, con base en un escrito del eminente cardenal Louis Edouard Pie. En verdad, no pueden perdérselo. Por último, colocamos una oración de reconocimiento de la Realeza Social de Cristo para que el lector y su familia la recen y renueven sus promesas del Bautismo.
MÉXICO HA SIDO CONSAGRADO A CRISTO REY
Cristo es rey pero no sólo de cada uno en su vida personal, sino también en su vida social. Es el Rey de los individuos, de las familias y de las naciones. |
“Por un designio felicísimo se han reunido en un mismo entusiasmo, en una misma explosión de piedad, en un mismo cántico de gloria, tres misterios cristianos: el Espíritu Santo, a quien se consagró la nación Mexicana al inaugurarse el Congreso; la divina Eucaristía, y el Corazón Sacratísimo de Jesús, a quien va a consagrarse México en la presente solemnidad”. Más adelante agregó que “Jesucristo es Rey de las naciones como es Rey de los individuos. Su corazón las ama, su mano vierte en ellas dones peculiares para que puedan cumplir sobre la tierra la misión providencial que tiene asignada… Para el cristianismo la nación ocupa un lugar en el Corazón de Dios, recibe de Él los dones especiales para que pueda cumplir la misión providencial que le ha sido designada, misión que siempre consiste en servir a Cristo, porque Él recibió en herencia todas las naciones de la tierra. Y por eso a las naciones como a los individuos Jesús les hizo el don inestimables de la Eucaristía: también para las naciones como para los individuos la Eucaristía es el compendio de todas las maravillas de Dios”.
“En efecto, cuando Jesús vino a la tierra, la tierra se estremeció de gozo: parece que las criaturas todas sintieron el inefable influjo de su divina Persona y todas vinieron a rendirle pleito homenaje, la luz nimbó la cabeza, el viento acarició su frente, las flores lo envolvieron con sus perfumes; los cristales del Tiberiades copiaron su figura celestial. ¡Dichosa, dichosa aquella tierra lejana, que parece conservar, después de siglos, el perfume de Jesús que pasó por ella! ¡Bendito mil veces aquel rincón de la tierra que conoció a su Rey y que puede decir a todos los siglos: “Por aquí pasó”. “Nosotros que estamos alejados de aquella tierra bendita por dos océanos, que estamos alejados de Jesús por veinte siglos, nosotros ¿no gozaremos de la regia presencia de Cristo? ¿Nosotros no podremos decir como la afortunada Palestina: “Por aquí pasó”? ¿Jesús será para nosotros un recuerdo muy dulce, muy santo, pero un recuerdo nada más? ¡Ah! ¡No! ¡Jesús ama a nuestra Patria, y porque la ama, yo estoy cierto que pensó en ella sobre la mesa del Cenáculo: pensó en los océanos que la arrullan con su grito formidables: pensó en nuestras cordilleras que se levantan gigantescas sobre nuestro suelo riquísimo; pensó en nuestras campiñas floridas, en nuestros hondos barrancos, en nuestro Tepeyac, -sobre todo en nuestro Tepeyac-, el trono de la Virgen María y el corazón de nuestra Patria!... Y quiso Jesús venir a tomar posesión de esta Patria querida, y se abrieron los labios, y pronunció la palabra de amor… Y los siglos volaron y un día la tierra de México se estremeció al contacto de su Rey y Señor, de Jesús. Vino Él, puso aquí su tabernáculo entre nosotros, y pasó por nuestros campos, y subió a nuestras montañas, y vivió nuestra historia, -si me permitís la expresión-, como un ciudadano Mexicano, o más bien, como un Rey de este pueblo que le pertenece y que le ama”. Continuó explicando de qué manera México era un pueblo eucarístico y mariano y finalizaba diciendo: “Yo no se lo que en el futuro nos depare tu justicia y tu misericordia; pero yo te aseguro, ¡Oh Jesús dulcísimo! ¡oh Jesús victorioso! Que sobre el suelo de nuestra Patria, próspera y desdichada, siempre se erguirán dos tronos: el trono tuyo y el trono de la Virgen María, y que nada ni nadie podrá arrebatar de ellos los dones nacionales: la Corona de la reina y la Custodia de la Eucaristía!”.
“Felices, pues, los que nunca hayan vacilado entre el campo de la verdad y el del error, felices los que, a partir de la primera señal de guerra, se hayan alistado bajo el estandarte de Jesucristo. Es una disposición acostumbrada de la Providencia, desde el alba de los tiempos que, para castigar a los pueblos perversos, Dios se vale de otros más perversos aún.”
“Jesucristo es Rey. Es Rey no solamente del Cielo, sino también de la tierra, y le corresponde ejercer una verdadera y suprema realeza sobre las sociedades humanas. Se acepta a Jesucristo Redentor, a Jesucristo Salvador, a Jesucristo Sacerdote, pero de Jesucristo Rey se aterrorizan”.
“Jesucristo está aún en la cuna y los Magos buscan al rey de los judíos. Jesús está a la víspera de morir; Pilatos le pregunta: ¿Eres pues, Rey? Tú lo has dicho, responde Jesús. Y la respuesta se hace con tal acento de autoridad, que Pilatos, a pesar de todas las presiones de los judíos, consagra la realeza de Jesús por una escritura pública en un cartel solemne.”
“¡Sentencia inmutable del Omnipotente! Que la realeza de Jesucristo sea promulgada en lengua hebraica, que es la lengua del pueblo de Dios; y en lengua griega, que es la lengua de los cultos y de los filósofos; y en la lengua romana, que es la lengua del Imperio y del mundo, la lengua de los conquistadores y de los políticos.”
“Acercaos ahora, oh judíos, herederos de las promesas; y vosotros, oh griegos, inventores de las artes, y vosotros, oh romanos, príncipes de la tierra; venid a leer este admirable signo; doblad la rodilla delante de vuestro Rey”.
“El reinado de Cristo no se trata de una Teocracia, que es gobierno temporal de una sociedad humana por una ley política divinamente revelada y por una autoridad política sobrenaturalmente constituida.
“Nuestro Señor Jesucristo no impuso ningún código político a las naciones cristianas, ni Él mismo se encargó de designar jueces o reyes del pueblo de la Nueva Alianza, con esto, se desprende que el cristianismo no ofrece rastros de Teocracia.
“En cambio el reinado del Anticristo sí será una auténtica Teocracia, puesto que se hará adorar como jefe y árbitro de la contra religión de un Estado-Dios mundial, neopagano y revolucionario”.
“Gran Dios, ¿vendrá un día en la serie de los siglos en que vuestra Iglesia será sometida a la misma prueba por el príncipe de este mundo? ¿Se acercará a ella el poder del mal para decirle: Todas estas posesiones terrestres, toda esta pompa y esta gloria exterior, te las daré, te las conservaré, con tal que tú te inclines ante mí, con tal que sanciones mis máximas y las adoptes, y que me rindas homenaje? Hermanos, la Iglesia, colocada en las mismas condiciones que su Maestro, no podrá encontrar otra respuesta.”Hoy en día, la tendencia de la Revolución es la misma, y su divisa es siempre la del populacho deicida: Nolumus hunc regnare super nos. “No queremos que Cristo reine sobre nosotros”.
“Nuestro deber, para nosotros que reconocemos a Cristo como nuestro Rey, nosotros que decimos todos los días a Dios: “Santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad así en la tierra como en el Cielo”, nuestro deber es oponer toda nuestra energía a las invasiones de esta potencia del mal.”
“Vuestra resistencia consistirá, pues, en mantener vuestra inteligencia firme contra la seducción de todos los principios falsos y mentirosos; y para esto formarán siempre su conciencia en la escuela de su fe, en la escuela de la Iglesia, en la escuela de vuestros Pastores tradicionales.”
“¿Cuál es la más grande herida de la sociedad actual?, es el deterioro de los caracteres, el reblandecimiento de las almas”.
“Nuestros abuelos buscaban en todas las cosas su dirección en la enseñanza del Evangelio y de la Iglesia: nuestros padres marchaban en pleno día. Sabían lo que querían, lo que rechazaban, lo que amaban, lo que odiaban, a causa de ello, eran enérgicos en la acción”.
“Nosotros caminamos en la noche; no tenemos ya nada por definido, nada decretado en el espíritu, y no nos damos cuenta del objetivo hacia el cual tendemos”.Por tanto somos débiles, vacilantes.
LO PEOR ES LA DEBILIDAD DE LOS BUENOS
Oremos a Jesús para ser parte de su pequeño rebaño fiel |
ORACIÓN DE RECONOCIMIENTO DE LA REALEZA SOCIAL DE CRISTO DIOS
"No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino". Lc 12,32-48. |
Os renuevo mis promesas del bautismo, renunciando a Satanás, a sus pompas y a sus obras, y os prometo vivir como buen cristiano. Y principalmente me comprometo a hacer triunfar según mis medios, los derechos de Dios y de vuestra Iglesia.
Corazón divino de Jesús: yo os ofrezco mis pobres acciones, para obtener, que todos los corazones reconozcan vuestra realeza sagrada, y así el reino de vuestra paz se establezca por todo el universo.
Así sea.
¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Santa María de Guadalupe!
Cristo rey de los mártires, Cristo reinando desde la Cruz. Ese es el modelo al que hemos de ajustar los cristianos. Cristo tiene que reinar y, para ello, hemos de someternos cada día con más perfección a su soberanía de Jesucristo, procurando personalmente que nuestra conducta se ajuste a los mandamientos de la Ley de Dios y, socialmente, debemos esforzarnos por reivindicar todos los derechos de Cristo y de su Iglesia en las leyes y en la vida pública y hacer todo lo que esté en nuestras manos para “asegurar la supremacía de ciertos valores morales que condicionan por voluntad de Dios el ejercicio de la soberanía, a los que todo sistema de participación debe subordinarse y a los que la autoridad social debe servir y tutelar por encima de las variables corrientes de opinión” (Mons. Guerra Campos).
ResponderEliminarExcelente post!
ResponderEliminarEs nuestro deber como cristianos, a eso venimos, por eso fuimos creados para conocer, amar y servir a Dios en esta vida. Al grito de ¡¡¡VIVA CRISTO REY!!!
ResponderEliminarUrge que reine en nuestros corazones, en nuestras familias, en la sociedad y en las naciones.
Ya consagramos nuestra familia al Sagrado Corazón de Jesús y hemos recibido muchas bendiciones. Gracias por hacernos reflexionar para ponernos a actuar dando testimonio.
En efecto, Jacobo, para eso fuimos creados: para conocer, amar y servir a Dios en esta vida. Y urge que reine en nuestros corazones, en nuestras familias, en la sociedad y en las naciones.
ResponderEliminarLa verdadera libertad es para el BIEN y la VERDAD. Estrictamente la genuina libertad religiosa es la de profesar la VERDADERA religión (la católica romana), pues el error (las falsas religiones) como tal, no tiene derechos (el mal y el error nunca los tienen). Otro asunto es la tolerancia religiosa, es decir que por un bien social o un mal menor se respete la conciencia errónea de quien profesa una religión errada. El liberalismo erróneamente pone en igualdad (paridad) de condiciones a la Verdad y al error, y a todos les considera los mismos derechos. No se es mártir por defender una supuesta libertad igual para el error que para la VERDAD. El mártir da testimonio de su fe verdadera, como miembro de la Iglesia y la da muriendo por ella, da su vida por sus creencias y para que las leyes no sean persecutorias de las enseñanzas de Cristo. Por lo mismo muere por la VERDADERA libertad religiosa y por el REINADO SOCIAL DE CRISTO. Esto es, dando su sangre por esa FE VERDADERA y por Cristo mismo.
Gracias por escribir. Un abrazo en Cristo
Atte
CATOLICIDAD