"El impoluto Miguel Hidalgo de nuestra mitología, por ejemplo, es distinto del que con "frenesí destructivo" permitió la salvaje matanza de la alhóndiga de Granaditas e hizo asesinar a cientos de españoles en Guadalajara y Valladolid. Muchas de las mujeres y niñas asesinadas por órdenes de Hidalgo fueron también violadas. Un amigo torero de Hidalgo, Joaquín Marroquín, toreaba a los prisioneros y los mataba con estoque. Cuando se le preguntó a Hidalgo en el juicio de la Inquisición por qué no había procesado a los españoles, él respondió que porque sabía que eran inocentes.
"No es malo que Hidalgo haya sido de carne y hueso. Sus debilidades dan realce a sus innegables virtudes. Pero los fabricantes de la "historia de bronce" se han negado a aceptar o divulgar cualquier falta del padre de la patria.
"Así como han creado héroes sin mancha, como Hidalgo, Morelos, Juárez o Madero, para el culto popular, han forjado también villanos a modo, como Iturbide, López de Santa Anna, Miramón o don Porfirio, para contrastarlos con los héroes. Esta visión maniquea de la historia nos impide ver los errores de los próceres o los actos positivos de los "villanos". Se le escatima a Agustín de Iturbide la consumación de la independencia y a Miguel de Miramón su papel como "niño héroe" en la defensa del castillo de Chapultepec en 1847".
“A mí me sorprende mucho que hasta los más fervientes admiradores de Iturbide lo llamen ‘el consumador de nuestra independencia’. Me asombra eso porque pasan inadvertido el hecho de que Iturbide no es el consumador de nuestra independencia, sino su hacedor, su único, verdadero autor. A Iturbide le debemos la independencia, la libertad, el nombre de nuestra patria, su bandera y los chiles en nogada”.
“Si tuviéramos todo lo que se necesita para echar por la borda los viejos clichés, estereotipos mentirosos; si de verdad nos apegáramos a la verdad, si hubiera una sola historia de México y no varias, opuestas y contradictorias, Iturbide, y no Hidalgo, sería llamado el Padre de la Independencia Mexicana”.
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"A ver, muchachos… daré al mundo la última vista", dijo Iturbide minutos antes de las 6 de la tarde, cuando fue sacado de la prisión para ser llevado al lugar de la ejecución. Se veía sereno. No quiso que nadie le vendara los ojos; lo hizo él mismo con tal naturalidad que parecía haber pasado ya por el trance de la muerte. Se opuso a que le ataran las manos, pero ante la insistencia del oficial de que debía hacerlo no puso más reparos. Minutos antes le entregó al sacerdote una carta para su esposa, su reloj y el rosario que llevaba al cuello a fin de que lo remitiese a su hijo mayor que se había quedado en Londres.
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"Espero que para el Centenario de 2110, dentro de doscientos años, se habrá reconocido que los tres héroes prominentes de nuestra independencia, fueron Hidalgo Morelos e Iturbide. Como los muertos no se cansan de reposar en sus tumbas, Iturbide bien puede esperar algunos cientos de años, a que el pueblo mexicano, en la plenitud de su cultura, le reconozca con moderados réditos lo que le debe. Mientras no se honre como debe ser a los verdaderos héroes de la independencia y se llegue hasta suprimir de los homenajes, la figura de uno o algunos de los más grandes, habrá derecho para decir que en las solemnes fiestas del centenario de la Independencia quedó vacío el lugar del primero de los personajes: la Justicia"...
"¿Cómo se explica el atentado contra la memoria de de Iturbide, denigrándolo y dirigiendo sobre ella la odiosidad del pueblo? La respuesta es tan bochornosa como fácil, dado el analfabetismo de nuestras masas y su organización tan científica para el servilismo demagógico. El jacobinismo dispone temporalmente de todos los lugares de la historia patria, sin que en frente puedan ponérsele los pocos escritores elevados que en México se ocupan de asuntos históricos. Entre nosotros, y desgraciadamente, la historia es una especie de club faccioso, en cuya tribuna dominan los que hacen de la literatura un puñal, de la verdad un delito, de la lógica una ofensa a la nación, y de la justicia un vaso de embriaguez, pérfida y degradante. Mientras que el pueblo mexicano, en sus masa sin instrucción y moral pública, tenga por la demagogia el culto que debía tener por la civilización, no conocerá como debe ser a sus grandes hombres, pues no son todos los que están, ni están todos los son". (Bulnes, Francisco, La Guerra de Independencia, Hidalgo-Iturbide, México, Editora Nacional, 1969. Pgs 417 y 425)
"Iturbide, libertador de México; Iturbide emperador; Iturbide, ídolo y adoración un día de los mexicanos, expiró en el patíbulo y en medio del más desconsolador abandono...yo no vacilaré en repetir que esa sangre derramada en Padilla ha sido y es quizá una de las manchas más vergonzosas de la historia de México.
"El pueblo que pone las manos sobre la cabeza de su libertador es tan culpable como el hijo que atenta sobre la vida de su padre. Hay sobre los intereses políticos de las naciones una virtud que es superior a todas las virtudes: la gratitud.
"El pueblo que es ingrato con sus grandes hombres se expone a no tener por servidores más que los que buscan en la política un camino para enriquecerse y sofocan todas las pasiones nobles y generosas.
"Dios permita que las generaciones venideras perdonen a nuestros antepasados la muerte de Iturbide, ya que la historia no puede borrar de sus fastos esta sangrienta y negra página". (Riva Palacio, Vicente. El Libro Rojo, México, Editorial Leyenda, S.A., 1946, pp 351-352).
Ver comentarios:
¡Viva Don Agustín de Iturbide! Que quienes reniegan de él se larguen de México, ¡traidores!
ResponderEliminarSólo Iturbide llevó a cabo nuestra independencia.
ResponderEliminarHoy la celebramos. No hay más.
Agradezco este estupendo artículo.
Gracias Catolicidad por difundir la verdad y ser un faro de luz ante tanta mentira oficial.