En virtud de que a varios lectores les agradó mucho la primera estampa (con las diversas estaciones en una sola ilustración) que aparece en el post del VÍA CRUCIS EN VIDEO y desean tenerlas individualmente en una dimensión mayor, hemos reproducido -abajo- por separado cada una de ellas en alta resolución. Esto permite que puedan abrirse en gran tamaño haciendo click (y una vez abierta volver hacer click) sobre ellas. Incluso, pueden imprimirse para montarlas sobre madera y tener el Vía Crucis para colocarlo en alguna capilla. Agregamos, al final, la estación XV sobre Cristo resucitado, aunque muchos no la consideran como parte de esta piadosa devoción por no ser parte de la Pasión de N.S. Jesucristo. Aprovechamos para presentar -con distinto texto- otro Vía Crucis para aquellos que prefieran rezarlo leído en lugar de utilizar el video.
Esta devoción se inicia rezando un Señor mío Jesucristo
Antes de cada estación se dice:
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo
y a mí, pecador. Amén..
O en latín:
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.]
Al final de cada estación se dice:
Haz clic en las imágenes si deseas ampliarlas.
VIA CRUCIS: Estación 1. Jesús es condenado a muerte.
«Reo es de muerte», dijeron de Jesús los miembros del Sanedrín, y, como no podían ejecutar a nadie, lo llevaron de la casa de Caifás al Pretorio. Pilato no encontraba razones para condenar a Jesús, e incluso trató de liberarlo, pero, ante la presión amenazante del pueblo instigado por sus jefes: «¡Crucifícalo, crucifícalo!», «Si sueltas a ése, no eres amigo del César», pronunció la sentencia que le reclamaban y les entregó a Jesús, después de azotarlo, para que fuera crucificado.
VIA CRUCIS: Estación 2. Jesús carga con la cruz.
Condenado muerte, Jesús quedó en manos de los soldados del procurador, que lo llevaron consigo al pretorio y, reunida la tropa, hicieron mofa de él. Llegada la hora, le quitaron el manto de púrpura con que lo habían vestido para la burla, le pusieron de nuevo sus ropas, le cargaron la cruz en que había de morir y salieron camino del Calvario para allí crucificarlo.
VIA CRUCIS: Estación 3. Jesús cae por primera vez.
Nuestro Salvador, agotadas las fuerzas por la sangre perdida en la flagelación, debilitado por la acerbidad de los sufrimientos físicos y morales que le infligieron aquella noche, en ayunas y sin haber dormido, apenas pudo dar algunos pasos y pronto cayó bajo el peso de la cruz. Se sucedieron los golpes e imprecaciones de los soldados, las risas y expectación del público. Jesús, con toda la fuerza de su voluntad y a empellones, logró levantarse para seguir su camino.
VIA CRUCIS: Estación 4. Jesús encuentra a su Santísima Madre.
En su camino hacia el Calvario, Jesús va envuelto por una multitud de soldados, jefes judíos, pueblo, gentes de buenos seEn su camino hacia el Calvario, Jesús va envuelto por una multitud de soldados, jefes judíos, pueblo, gentes de buenos sentimientos... También se encuentra allí María, que no aparta la vista de su Hijo, quien, a su vez, la ha entrevisto en la muchedumbre. Pero llega un momento en que sus miradas se encuentran, la de la Madre que ve al Hijo destrozado, la de Jesús que ve a María triste y afligida, y en cada uno de ellos el dolor se hace mayor al contemplar el dolor del otro, a la vez que ambos se sienten consolados y confortados por el amor y la compasión que se transmiten.
Nos es fácil adivinar lo que padecerían Jesús y María pensando en lo que toda buena madre y todo buen hijo sufrirían en semejantes circunstancias. Esta es sin duda una de las escenas más patéticas del Vía crucis, porque aquí se añaden, al cúmulo de motivos de dolor ya presentes, la aflicción de los afectos compartidos de una madre y un hijo. María acompaña a Jesús en su sacrificio y va asumiendo su misión de corredentora.
VIA CRUCIS: Estación 5. Simón el Cirineo le ayuda a llevar la cruz.
Jesús salió del pretorio llevando a cuestas su cruz, camino del Calvario; pero su primera caída puso de manifiesto el agotamiento del reo. Temerosos los soldados de que la víctima sucumbiese antes de hora, pensaron en buscarle un sustituto. Entonces el centurión obligó a un tal Simón de Cirene, que venía del campo y pasaba por allí, a que tomara la cruz sobre sus hombros y la llevara detrás de Jesús. Tal vez Simón tomó la cruz de mala gana y a la fuerza, pero luego, movido por el ejemplo de Cristo y tocado por la gracia, la abrazó con resignación y amor y fue para él y sus hijos el origen de su conversión.
VIA CRUCIS: Estación 6. La Verónica limpia el rostro de Jesús.
Dice el profeta Isaías: «No tenía apariencia ni presencia; lo vimos y no tenía aspecto que pudiésemos estimar. Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no lo tuvimos en cuenta». Es la descripción profética de la figura de Jesús camino del Calvario, con el rostro desfigurado por el sufrimiento, la sangre, los salivazos, el polvo, el sudor... Entonces, una mujer del pueblo, Verónica de nombre, se abrió paso entre la muchedumbre llevando un lienzo con el que limpió piadosamente el rostro de Jesús. El Señor, como respuesta de gratitud, le dejó grabada en él su Santa Faz.
VIA CRUCIS: Estación 7. Jesús cae por segunda vez.
Jesús había tomado de nuevo la cruz y con ella a cuestas llegó a la cima de la empinada calle que daba a una de las puertas de la ciudad. Allí, extenuado, sin fuerzas, cayó por segunda vez bajo el peso de la cruz. Faltaba poco para llegar al sitio en que tenía que ser crucificado, y Jesús, empeñado en llevar a cabo hasta la meta los planes de Dios, aún logró reunir fuerzas, levantarse y proseguir su camino.
VIA CRUCIS: Estación 8. Las mujeres de Jerusalén lloran por Jesús.
Dice el evangelista San Lucas que a Jesús, camino del Calvario, lo seguía una gran multitud del pueblo; y unas mujeres se dolían y se lamentaban por Él. Jesús, volviéndose a ellas les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos»; añadiéndoles, en figuras, que si la ira de Dios se ensañaba como veían con el Justo, ya podían pensar cómo lo haría con los culpables.
VIA CRUCIS: Estación 9. Jesús cae por tercera vez
Una vez llegado al Calvario, en la cercanía inmediata del punto en que iba a ser crucificado, Jesús cayó por tercera vez, exhausto y sin arrestos ya para levantarse. Las condiciones en que venía y la continua subida lo habían dejado sin aliento. Había mantenido su decisión de secundar los planes de Dios, a los que servían los planes de los hombres, y así había alcanzado, aunque con un total agotamiento, los pies del altar en que había de ser inmolado.
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VIA CRUCIS: Estación 10.Jesús es despojado de sus vestiduras.
Ya en el Calvario y antes de crucificar a Jesús, le dieron a beber vino mezclado con mirra; era una piadosa costumbre de los judíos para amortiguar la sensibilidad del que iba a ser ajusticiado. Jesús lo probo, como gesto de cortesía, pero no quiso beberlo; prefería mantener la plena lucidez y conciencia en los momentos supremos de su sacrificio. Por otra parte, los soldados despojaron a Jesús, sin cuidado ni delicadeza alguna, de sus ropas, incluidas las que estaban pegadas en la carne viva, y, después de la crucifixión, se las repartieron.
VIA CRUCIS: Estación 11.Jesús es clavado en la cruz.
«Y lo crucificaron», dicen escuetamente los evangelistas. Había llegado el momento terrible de la crucifixión, y Jesús fue fijado en la cruz con cuatro clavos de hierro que le taladraban las manos y los pies. Levantaron la cruz en alto y el cuerpo de Cristo quedó entre cielo y tierra, pendiente de los clavos y apoyado en un saliente que había a mitad del palo vertical. En la parte superior de este palo, encima de la cabeza de Jesús, pusieron el título o causa de la condenación: «Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos». También crucificaron con él a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
VIA CRUCIS: Estación 12.Jesús muere en la cruz.
Desde la crucifixión hasta la muerte transcurrieron tres largas horas que fueron de mortal agonía para Jesús y de altísimas enseñanzas para nosotros. Desde el principio, muchos de los presentes, incluidas las autoridades religiosas, se desataron en ultrajes y escarnios contra el Crucificado. Poco después ocurrió el episodio del buen ladrón, a quien dijo Jesús: «Hoy estarás conmigo en el paraíso». San Juan nos refiere otro episodio emocionante por demás: Viendo Jesús a su Madre junto a la cruz y con ella a Juan, dice a su Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo»; luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre»; y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. Después de esto, nos dice el mismo evangelista, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, dijo: «Tengo sed». Tomó el vinagre que le acercaron, y añadió: «Todo está cumplido». E inclinando la cabeza entregó el espíritu.
VIA CRUCIS: Estación 13.El cuerpo de Jesús es bajado de la cruz.
Para que los cadáveres no quedaran en la cruz al día siguiente, que era un sábado muy solemne para los judíos, éstos rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran; los soldados sólo quebraron las piernas de los otros dos, y a Jesús, que ya había muerto, uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza. Después, José de Arimatea y Nicodemo, discípulos de Jesús, obtenido el permiso de Pilato y ayudados por sus criados o por otros discípulos del Maestro, se acercaron a la cruz, desclavaron cuidadosa y reverentemente los clavos de las manos y los pies y con todo miramiento lo descolgaron. Al pie de la cruz estaba la Madre, que recibió en sus brazos y puso en su regazo maternal el cuerpo sin vida de su Hijo.
VIA CRUCIS: Estación 14.El cuerpo de Jesús es colocado en el sepulcro.
José de Arimatea y Nicodemo tomaron luego el cuerpo de Jesús de los brazos de María y lo envolvieron en una sábana limpia que José había comprado. Cerca de allí tenía José un sepulcro nuevo que había cavado para sí mismo, y en él enterraron a Jesús. Mientras los varones procedían a la sepultura de Cristo, las santas mujeres que solían acompañarlo, y sin duda su Madre, estaban sentadas frente al sepulcro y observaban dónde y cómo quedaba colocado el cuerpo. Después, hicieron rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro, y regresaron todos a Jerusalén.
VIA CRUCIS: Estación 15.Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo
Pasado el sábado, María Magdalena y otras piadosas mujeres fueron muy de madrugada al sepulcro. Llegadas allí observaron que la piedra había sido removida. Entraron en el sepulcro y no hallaron el cuerpo del Señor, pero vieron a un ángel que les dijo: «Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí». Poco después llegaron Pedro y Juan, que comprobaron lo que les habían dicho las mujeres. Pronto comenzaron las apariciones de Jesús resucitado: la primera, sin duda, a su Madre; luego, a la Magdalena, a Simón Pedro, a los discípulos de Emaús, al grupo de los apóstoles reunidos, etc., y así durante cuarenta días. Nadie presenció el momento de la resurrección, pero fueron muchos los que, siendo testigos presenciales de la muerte y sepultura del Señor, después lo vieron y trataron resucitado.
Gracias por publicar y compartir tan bellas imágenes.
ResponderEliminarDios les bendiga
saludos
Muchas gracias por enviar todo el vía crisis bendiciones
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