lunes, 16 de noviembre de 2015
¿CATOLICISMO O ISLAMISMO?
Asistí a una clase de entrenamiento requerida para mantener mi estatus de seguridad en el Departamento de Prisiones del Estado. Durante la reunión hubo una presentación realizada por tres disertantes que explicaron sus creencias. Uno era católico, otro protestante y el tercero era musulmán. A mí me interesaba sobre todo lo que el imán islámico diría. El imán hizo una completa y notable presentación de las bases del Islam, incluyendo la proyección de vídeos.
Después de las presentaciones, se concedió un tiempo para preguntas y respuestas. Cuando llegó mi turno pregunté al imán:
– “Por favor, corríjame si me equivoco. Entiendo que la mayoría de imanes y clérigos del Islam han declarado la Yihad (la Guerra Santa) contra los “infieles del mundo”, de modo que matando a un infiel, algo que para todos los musulmanes es una orden, les queda asegurado un lugar en el Cielo. Si es así… ¿podría usted darme una definición de “infiel”? ”.
El imán no discutió mis palabras. Se limitó a contestar con seguridad:
– “Son los no creyentes”.
Entonces le dije:
– “Permítame asegurarme que le he entendido correctamente. A TODOS los seguidores de ALÁ, les ha sido ordenado matar -para poder ir al Cielo- a TODO aquél que no es de su fe. ¿Es eso correcto?”.
Entonces la expresión de su cara cambió desde una expresión de autoridad, a la cara de un chico al que se le ha pillado con la mano en la lata de galletas. Avergonzado, contestó:
– “Así es. ”
Añadí:
– “Pues bien, entonces tengo un verdadero problema tratando de imaginar al Papa ordenando a TODOS los católicos matar a TODOS los que profesan la fe islámica que ustedes profesan...”.
El imán no sabía qué decir.
Continué:
– “También tengo un problema con ser su amigo, desde el momento en que usted y sus colegas ordenan a sus pupilos que me maten. Dígame, ¿preferiría usted a su ALÁ, que le ordena matarme para así ir al Cielo, o a mi Jesús que me ordena amarlo para que yo vaya al Cielo y que quiere que usted me acompañe? ”.
Se podía oír la caída de un alfiler cuando el imán inclinó avergonzado su cabeza.
Rick Mathes
Capellán de Prisiones EE.UU.
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El 14 de noviembre de 1989, durante una conferencia de prensa en París, Mons. Marcel Lefebvre (a quien le faltaban 15 días para que cumpliese 84 años de edad) lanzó una advertencia sobre el peligro que representa la migración masiva de musulmanes a Europa (lo sabe porque fue Arzobispo de Dakar y presenció las matanzas que los separatistas orquestaron contra los franceses en la guerra de Argelia), y que la única solución era que ellos deberían quedarse en sus países, porque de otro modo, llegaría el día en que los musulmanes empezarían a matar cristianos. Aquí una parte de la conferencia de prensa:
ResponderEliminarMons. Marcel Lefebvre: “Son vuestras mujeres, vuestras hijas, vuestros hijos, quienes serán secuestrados (por los moros) y metidos en guetos, como ocurre en Casablanca o en Mequínez (Marruecos), y un poco en todas partes, y vosotros no podréis rescatarles porque tendrán tantas morerías y mezquitas que ni siquiera los policías osarán poner los pies en esos sitios. De seguir así, ¿qué será de Francia? ¡Esto ya ocurre en algunas ciudades de Inglaterra!”
Periodista: “¿Y qué podemos hacer, Monseñor?”
Mons. Marcel Lefebvre: “¡Pidan al gobierno que detenga ese islam! ¡Hagamos lo que siempre hemos hecho! ¡Estas dos religiones no pueden convivir! ¡Es imposible! ¡Que se queden en sus países! Si cada año tenemos medio millón más de musulmanes en Francia, ¡ya veréis lo que pasará! Un día en una mezquita un jefe dirá: ‘¡Matemos a los cristianos!’ Ellos creen salvar su alma al matar cristianos, luego, ¿por qué no irían a hacerlo?”
Al año siguiente, la Liga Internacional Contra el Racismo y el Antisemitismo (LICRA), un movimiento comunista financiado por la URSS durante todo el siglo XX para minar el sentimiento nacional y patriótico en Francia (hoy en día, el gobierno francés le gira 500.000 euros cada año), atacó a Mons. Lefebvre por su rechazo a que se erigieran mezquitas en el país con financiación del Estado “laico y aconfesional” francés (el mismo Estado que se niega a financiar a la Iglesia Católica por la supuesta “igualdad de las religiones” ante el Estado), citándolo ante los tribunales. El 12 de Mayo de ese año, él denunció este hecho, que demuestra una vez más que los “Derechos Humanos” y “Libertades civiles” son de aplicación selectiva:
“El Corán, que es la ley del Islam, provoca la discriminación, el odio y la violencia. No me atribuyo esto que denuncio. Las pruebas de este odio y de esta violencia son legiones en el pasado y en el presente. En tanto que los musulmanes son una minoría insignificante en un país cristiano, ellos pueden vivir amigablemente porque ellos acceptan las leyes y las costumbres del país que les recibe. Pero tan pronto son reconocidos y organizados, se tornan agresivos y quieren imponer sus leys hostiles a la civilización europea. Los ejemplos son abundantes.
Mañana serán los alcaldes de nuestras ciudades y transformarán nuestras iglesias en mezquitas […] Me condenan como racista porque yo elegí proteger a mi patria amenazada en su existencia y sus tradiciones cristianas, se quieren servir de la justicia para la injusticia, la justicia estará al servicio de los verdugos contra las víctimas que tienen el justo derecho de morir en su silencio. Sería el colmo de la injusticia”.