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Corriere della Sera: Vittorino Messori
Siempre fue llamada "plaza de las Cruzadas". Ahora se llama "plaza Paulo VI". El cambio de nombre del emplazamiento milanés, junto a la insigne basílica de San Simpliciano, no es ajeno a la Facultad Teológica de la Italia Septentrional que se abre hacia ella. Dicen que hubo presiones clericales para que se cambiase el nombre de aquel espacio. Sentían que era embarazoso, mucho más para ciertos medios católicos que para las autoridades laicas.
Este acontecimiento milanés no es si no una confirmación, entre tantas, de un hecho desconcertante: después de dos siglos de propaganda incesante, la "leyenda negra" construida por los iluministas como arma de la guerra psicológica contra la Iglesia Romana, terminó por instalar un "problema de conciencia" en la ‘intelligentzia’ católica, aparte de hacerlo en imaginario popular.
Fue, en realidad, en el siglo dieciocho europeo que, completando la obra de la reforma, se afirmó el rosario, convertido en canónico, de las "infamias romanas".
En lo que dice respecto a las cruzadas, la propaganda anticatólica llegó hasta invadir el nombre, como el término "Edad Media", excogitado por la historiografía "iluminista". Los que hace novecientos años tomaron por asalto Jerusalén considerarían estúpidos a lo que les hubiesen dicho que daban cumplimento a aquello que seria llamado como "primera Cruzada". Para ellos, era iter, peregrinatio, succursus, passagium.
Los "panfletarios", en suma, inventan un nombre y construyen alrededor una "leyenda negra": Y no es sólo eso: será esa misma propaganda europea la que "revelará" al mundo musulmán el haber sido "agredido".
En Occidente, la obscura invención "cruzada" terminó por impregnar con sentimiento de culpa a ciertos hombres de la misma Iglesia, ignorantes de como ocurrieron las cosas.
¿Quien fue agredido y quien es el agresor? Cuando en 638 el califa Omar conquista Jerusalén, ésta era, desde hacía más de tres siglos, cristiana. Poco después, secuaces del Profeta invaden y destruyen las gloriosas iglesias, primero de Egipto y, después, de todo el norte de África, llevando la extinción del cristianismo en lugares que habían tenido obispos como Santo Agustín. Después le tocó su turno a España, a Sicilia, a Grecia, a aquella que será llamada ‘Turquía’, donde las comunidades fundadas por el mismo San Pablo se convirtieron en montes de ruinas. En 1453, después de siete siglos de asalto, capitula y es islamisada la misma Constantinopla, la segunda Roma. El tornado islámico alcanza los Balcanes, y, como por milagro, es detenido y obligado a retirarse de las puertas de Viena.
Entretanto, hasta el siglo XIX, todo el Mediterráneo y todas las costas de los países cristianos que le miran, son "reservas" de carne humana: navíos y países serán asaltados por incursiones islámicas, que retornan a las guaridas magrebíes llenos de botines, de mujeres y de jóvenes para los placeres sexuales de los ricos y de los esclavos obligados a morir de agotamiento o para ser rescatados a precios altísimos por los Mercedarios y Trinitarios. Exécrese, con justicia, la masacre de Jerusalén en 1099, pero no se olviden de Muhamad II, en 1480, en Otranto, simple ejemplo de un cortejo sanguinario de sufrimientos. Aún hoy: ¿qué países musulmanes reconocen a los otros que no sean los suyos, los derechos civiles o la libertad de culto? ¿Quién se indigna con el genocidio de los armenios, antes y de los sudaneses cristianos, después?
El mundo, según los devotos del Corán, ¿no está aún hoy dividido en "territorio del Islam" y "territorios de guerra: todos los lugares, aún no musulmanes, pero que deben convertirse en tales, de buenas o malas maneras? ¿No es ésta la ideología sobreentendida por muchos en la inmigración masiva rumbo a Europa?
Una simple revisión de la historia, incluso en sus líneas generales, confirma una verdad evidente: una Cristiandad en continua posición de defensa en relación a una agresión musulmana, desde el comienzo hasta hoy (en África, por ejemplo, está en curso una ofensiva sanguinaria para islamizar las etnias que los sacrificios heroicos de generaciones de misioneros habían llevado al bautismo).
Admitido que alguien, en la historia, debiese pedir disculpas a otro, ¿deberían ser los católicos los que deberían pedir perdón por un acto de autodefensa, por la tentativa de haber por lo menos abierto el camino de la peregrinación a los lugares de Jesús, como fue el ciclo de las cruzadas?
Tomado de la extinta revista Cristiandad.org
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Las Cruzadas fueron un acto de defensa, no de ataque
-Según un experto mundial en el tema, el profesor Jonathan Riley-Smith-
Las Cruzadas no fueron un «ejemplo de imperialismo» sino un intento de los occidentales de defender los Santos Lugares y Jerusalén, afirma Jonathan Riley-Smith, profesor de la Universidad de Cambridge.
Así lo sostuvo Smith, uno de los mayores historiadores en el mundo sobre el tema, en una mesa redonda*, organizada por la Universidad Europea de Roma (UER) sobre el tema «Las Cruzadas, entre mito y realidad».
En el encuentro participaron veintidós expertos de varias universidades europeas, que previamente se reunieron en el Centro Nacional de Investigaciones de Roma (CNR), para debatir sobre las nuevas perspectivas de investigación en este tema, respecto a las órdenes militares (templarios, hospitalarios, teutones, etc.).
San Luis, Rey de Francia, se embarca para la Cruzada.
Padre de su pueblo, y sembrador de paz y de justicia, el reinado de San Luis se tiene como uno de los más ejemplares y completos de la Historia.
El profesor Riley-Smith explicó que la interpretación que ha desprestigiado y despreciado las Cruzadas es fruto de las obras de sir Walter Scott (1771-1832) y de Joseph Francois Michaud (1767-1839).
El escritor escocés Scott representó a los cruzados como «intemperantes, dedicados a asaltar rudamente a musulmanes más avanzados y civilizados», mientras que el escritor e historiador francés Michaud alimentó la opinión de que «las Cruzadas eran expresión del imperialismo europeo».
Según Riley-Smith, la idea de que la Cruzada era una empresa colonial tomó más fuerza hace cincuenta años y explicó que en la época en que tuvieron «la teoría de guerra se justificaba teológicamente en una sociedad que se sentía amenazada».
Por este motivo, afirmó, no debe escandalizar «ni que el Papado reconociera a las órdenes militares ni que al menos cinco concilios se pronunciaran en favor de las Cruzadas y que dos, el IV Concilio de Letrán (1215) y el Concilio de Lyón (1274), publicaran las constituciones “Ad Liberandam” y “Pro Zelo Fidei”, dos documentos que definieron el movimiento cruzado».
«Es difícil ahora imaginar –precisó Riley-Smith– la intensidad del amor que se sentía entonces por los Santos Lugares y Jerusalén: la preocupación suscitada por la herejía y los asaltos físicos contra la Iglesia; el miedo de los occidentales a los invasores musulmanes, capaces de llegar al centro de Francia en el siglo VIII, y a Viena en los siglos XVI y XVII».
«Esto permite explicar –concluyó– por qué, durante cientos de años, papas, obispos y una mayoría de fieles consideraron que combatir en las Cruzadas era la mejor arma defensiva que tenían y una forma popular de devoción».
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Ojalá que su excelente blog CATOLICIDAD vaya publicando también otros temas sobre las demás leyendas negras que se han inventado.
ResponderEliminarLos felicito por su blog. Muy bueno realmente.
Muy agradecido
Rubén Mayo
yo creo que si es un punto muy negro en la historia del cristianismo, si creo que hubieron intenciones mucho mas alla de la supuesta "defensa" de otros que profesaban algo diferente. En nombre de Dios se han hecho y legitimado horrores, que puede convencer a algunos pero no a todos... Se debe ser responsable, coherente con el amor y la vida y por supuesto el respeto por los demas... me parece que como cristianos debemos crecer en muchos sentidos... entiendo que el articulo refiera a entender mucho al cristiano de aquella epoca, pero no debemos desentendernos de la nuestra ni caer en la ingenuidad... hubo gente que si tuvo malas intenciones y si, tambien es sabido que otros lo hicieron por ignorancia, pero aun de ello somos responsables. Ignorar ciertas cosas o cuestiones tambien es decidir.
ResponderEliminarNo hay justificativo en el genocidio y la muerte intencionada... nadie tiene derecho a quitarle la vida a otro
No hubo genocidio. Existe la guerra justa y la legítima defensa. En teología moral son causales que justifican defenderse aún a costa de la vida de otro.
ResponderEliminarSi a usted lo van a asesinar, por ejemplo, y si para preservar su propia vida no tiene otra opción que eliminar al que lo agrede injustamente, la moral lo permite.
Agradecemos su comentario
Atentamente
CATOLICIDAD
Catolicidad, te felicito por haber expuesto este punto sobre las cruzadas y sobre lo que algunos lo llaman como expansionismos, genocidios a la cruzada.
ResponderEliminarLo primero, si bien Hugo de payens creo la orden del temple con 9 integrantes mas los llamados Grandes Maestres, el verdadero objetivo de la orden del temple fue "Proteger a los cristianos que peregrinaban a tierra santa, para defenderlos de los asaltos musulmanes." o en otras palabras "La Protección del mas debil". y esto produjo el acto de recuperar tierra santa a manos de los musulmanes ya que ellos tambien se estaban tratando de expandirse hacia Europa.
y por ultimo.
Concuerdo con tu ultimo comentario CATOLICIDAD, esto nunca fue Genocidio. fue una defensa fortuita contra quienes atentaban ante los santos sitios cristianos.
Dios tenga en su Gloria a aquellos que dieron su vida por la defensa de la Santidad.
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