Más allá de los datos, sean cuales fueren, la dimensión de la tragedia es terrible en un país tan pobre en el que el 50% de la población vive con menos de un dólar diario. Haití es la nación más pobre de América y ocupa el lugar 146 de 177 países, en el índice de Desarrollo Humano de la ONU. El 10% de la población vive con VIH y la esperanza de vida promedio en el país es de 50 años*.
De ahí la urgencia que todos, en la medida de nuestras posibilidades, contribuyamos con ayuda para nuestros queridos hermanos. Se aconseja acudir a medios -como la Cruz Roja- en los que la asistencia realmente está garantizada y ciertamente llega a su destino.
Además, no dejemos de orar a Dios por este pueblo hermano:
Te confiamos a este querido pueblo hermano de Haití a Ti Señor, sabiendo que a quienes te han sido fieles Tú no les quitas la vida sino que la transformas, y en el mismo momento en que es destruida la morada de este exilio nuestro en la tierra, te preocupas de preparar una eterna e inmortal en el Paraíso.
¡Padre Santo, Señor del cielo y de la tierra, escucha el grito de dolor y de esperanza, que se eleva por esta comunidad duramente probada por el terremoto!
Han sido arrancados del afecto de sus seres queridos, acógelos en tu paz, Señor, que eres el Dios-con-nosotros, el Amor capaz de dar la vida sin fin.
Todos te necesitamos a Ti y nos sentimos pequeños y frágiles frente a la muerte; por ello te pedimos que ayudes al pueblo haitiano, porque solamente tu apoyo puede hacerle volver a levantarse y retomar el camino de la vida.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Salvador, en el que brilla la esperanza de la feliz resurrección. Amén
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