domingo, 31 de enero de 2010

SAN JUAN BOSCO, 31 DE ENERO


San Juan Bosco (16 de agosto de 1815 - † Turín, 31 de enero de 1888) nació en Castelnuovo, Italia, bastante al norte de Roma. Su padre Francisco, un sencillo campesino, murió cuando Juanito apenas tenía dos años y medio. La mamá, Margarita, analfabeta y muy pobre, tuvo que encargarse ella sola de levantar a sus dos pequeños hijos, Juan y José, y al hermanastro Antonio, hijo de un primer matrimonio de Francisco, y cuidar además de la anciana suegra, paralizada en una silla.

Mamá Margarita resultó ser una gran educadora. En casa tenían que aguantar hambre y faltaban muchas cosas materiales pero había mucho amor y una gran religiosidad. Cada madrugada se rezaba el rosario y Juanito Bosco ya a los seis años lo sabía entonar muy bien. Cada noche se leía la vida de un santo y una página de alguna publicación que hablara de misiones o de misioneros.

Los niños crecieron amando y reverenciando grandemente al buen Dios. Cuando los campos estaban florecidos o las noches eran muy estrelladas o llovía suavemente, mamá Margarita les decía: "Miren qué bueno y generoso es nuestro Padre Dios". Cuando hacía tormenta y estallaban truenos y deslumbraban los relámpagos, o caían fuertes granizadas o zumbaba el huracán, la mamá les recordaba: "Qué poderoso es nuestro Dios. No lo disgustemos nunca, porque puede estallar de pronto su ira contra nosotros".

Juanito Bosco deseaba mucho estudiar pero en la vereda no existían escuelas y no había dinero para ir al pueblo a estudiar. Un tío campesino le enseñó a leer, y el niño Bosco empleaba todas las horas libres que le dejaban los trabajos del campo en leer y aprender el catecismo y la Historia Sagrada.

A los 9 años tiene Juanito Bosco el primero de sus 159 sueños proféticos. Se le aparece Nuestro Señor junto con la Virgen María y le presentan un montón de fieras que luego se convierten en corderos. Luego le muestra una multitud de jóvenes y le dicen: "Este será tu oficio: cambiar jóvenes tan difíciles como fieras, en buenos cristianos tan dóciles como corderitos".

A Juan Bosco sus estudios le cuestan verdaderos sacrificios. No porque no tuviera cualidades, pues poseía una memoria prodigiosa que le permitía recordar todo lo que leía y escuchaba, sino porque su pobreza era total. Tuvo que pedir limosnas entre los vecinos para poder asistir al colegio. Nunca supo lo que fue comprar libros nuevos o estrenar vestidos. Todo era de segunda mano. Pero esta pobreza lo hará enormemente comprensivo más tarde con los jóvenes pobres carentes de medios económicos para poder estudiar, y lo llevará a dedicar toda su vida a procurar facilidades de estudio para los niños más necesitados.

Sus tres grandes amores serán siempre Jesús Sacramentado, María Auxiliadora y el Sumo Pontífice. De ellos habla continuamente y logra entusiasmar a sus discípulos de manera admirable por estos tres grandes valores del catolicismo: Jesús en la Sagrada Eucaristía, la Virgen Santísima, y el Santo Padre el Papa.

Su don de hacer milagros es un caso excepcional. Para su canonización se presentaron 650 milagros obrados por él, narrados con juramentos por testigos presenciales. Y después de muerto ha obtenido milagros portentos en favor de sus devotos. El decía y repetía: "Yo no hago milagros. Solamente rezo y hago que invoquen con fe a María Auxiliadora y Ella va donde su Hijo, y Cristo Jesús es el que obra maravillas".

Una cualidad admirable: su interés por la salvación de la juventud. El entusiasmo de San Bosco por la juventud es más único que raro. Desde su infancia ejerce una influencia muy notoria entre sus compañeros. Niño que se hacía amigo de Juanito Bosco se hacía mejor. Y después durante los 47 años de su sacerdocio parece que no vive sino para la juventud. Se gana de tal manera el cariño de los jóvenes, que es difícil encontrar en toda la historia de la humanidad, después de Jesús, un educador que haya sido tan amado como Don Bosco. Los jóvenes llegaban hasta pelear unos contra otros afirmando cada uno que a él lo amaba el santo más que a los demás. En su trato era puro como un ángel, pero extraordinariamente afectuoso. Todos se daban cuenta de que su preocupación era salvar el alma de cada uno de sus discípulos, y para lograr esto estaba resuelto a cualquier sacrificio por grande que fuera.

Otra cualidad impresionante de Don Bosco fue su alegría. Los muchachos de la calle lo llamaban: "Ese es el Padre que siempre está alegre. El Padre de los cuentos bonitos". Su sonrisa era de siempre. Nadie lo encontraba jamás de mal humor y nunca se le escuchaba una palabra dura o humillante. Hablar con él la primera vez era quedar ya de amigo suyo para toda la vida. Un don especial: el don del consejo. El Espíritu Santo le concedió a Don Bosco la gracia de que sus palabras hicieran enorme bien a los que lo escuchaban. Durante casi 50 años pidió cada día a Dios "La eficacia de la palabra", y obtuvo este favor de manera extraordinaria. Un consejo suyo cambiaba a las personas. Y lo que decía eran cosas ordinarias.

Con medios materiales insignificantes realizaba grandes obras. Con tres monedas empezó un templo, que costaba 300 millones y en cuatro años lo logró levantar. Le agradaba repetir: "Cada ladrillo de este templo es un milagro de María Auxiliadora".

Con algunos de los muchachos pobres que iba educando logró fundar una Comunidad para educar a la juventud pobre. A sus religiosos les puso el nombre de "Salesianos" en honor del santo más amable que ha existido después de Jesucristo: San Francisco de Sales. Es que necesitaba que sus educadores imitaran a este amable santo en tratar bien a los destinatarios. Los salesianos son ahora 17,000 en 105 países, con 1,300 colegios y 300 parroquias. También fundó San Juan Bosco a las Hermanas Salesianas, Hijas de María Auxiliadora, las cuales son 16,000 en 75 países y se dedican a educar a la juventud pobre.

Una labor queridísima para Don Bosco fue siempre la difusión de las buenas lecturas. El mismo escribió más de 40 libros y uno de ellos, el que se titula: "El joven Instruido", alcanzó durante la vida de su autor más de 50 ediciones y llegó al millón de ejemplares, lo cual era mucho para el siglo pasado cuando la imprenta no estaba tan desarrollada como ahora. El decía que Dios lo había enviado al mundo para educar a los jóvenes pobres y para propagar buenos libros. Sus salesianos tienen ahora en el mundo 65 imprentas y publican millones de libros religiosos a precios módicos para el pueblo. Los escritos de San Juan Bosco agradaban mucho a la gente porque eran sumamente sencillos y fáciles de entender. El santo repetía: "Propagad buenos libros. Sólo en el cielo sabréis el gran bien que produce una buena lectura".

Muy famosos fueron los sueños de Don Bosco. (En Italia a los sacerdotes les dicen Don. Por eso a San Juan Bosco todas las gentes lo llamaban Don Bosco). Los sueños que él narró a sus discípulos son 159, y están coleccionados en un bello libro cuya lectura impresiona y hace un enorme bien. En sus sueños veía con admirable precisión el futuro. Durante 40 años todas las muertes que sucedieron en su enorme Obra educativa de Turín (y que fueron más de 40) las anunció con exactitud impresionante. Veinte años antes de empezar a construir el majestuoso Templo a María Auxiliadora, lo vio en sueños con todos sus detalles y en el sitio exacto en el que después fue construido. Y en ese tiempo no había conseguido ni siquiera un metro de aquellos terrenos. Veía en sueños el estado exacto de la conciencia de sus discípulos y después los llamaba y les hacía una descripción tan completa de los pecados que ellos habían cometido, que muchos aclamaban emocionados: "Si hubiera venido un ángel a contarle toda mi vida no me habría hablado con mayor precisión".

Fue un perpetuo limosnero en favor de los pobres. Le costaba mucho sacrificio salir a pedir, pero los pobres aguantaban hambre y los niños desamparados necesitaban ayuda para sus estudios, y por eso salía continuamente a buscar personas acomodadas para pedirles sus ayudas económicas, y se las daban en grandes cantidades. Al final de su vida tenía más de 100,000 niños pobres educándolos en sus obras de beneficencia. La Virgen María le dijo en un sueño: "Por dos graves faltas se pierden muchos creyentes: por pecados de impureza y por no ayudar generosamente a los necesitados".

Otra gran obra de San Juan Bosco fue su trabajo por las Vocaciones Sacerdotales. Al final de su vida hizo cuentas y llegó a constatar que seis mil de sus discípulos se hicieron sacerdotes. Es una cifra difícil de igualar en la vida de un apóstol. Ojalá Dios nos concediera poder imitarlo en el apostolado de conseguir vocaciones y de ayudar a quienes manifiestan deseo de dedicarse al apostolado.

Sus últimas recomendaciones fueron: "Propagad la devoción a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros. Ayudad mucho a los niños pobres, a los enfermos, a los ancianos y a la gente más necesitada, y conseguiréis enormes bendiciones y ayudas de Dios. Os espero a todos en el Paraíso".

Sus últimas palabras, la noche anterior al día de su muerte fueron: Jesús, María, mañana, mañana.

Murió en la madrugada del 31 de enero de 1888. Ese mismo día junto a su cadáver se obraron prodigios y curaciones. Durante tres días la ciudad de Turín desfiló ante su cadáver. A su entierro asistieron muchos obispos, 300 sacerdotes y 300,000 fieles.

Fueron tantos los milagros conseguidos al encomendarse a Don Bosco que el Sumo Pontífice lo declaró santo cuando apenas habían pasado 46 años de su muerte (en 1934) y lo declaró Patrono de los que difunden buenas lecturas y "Padre y maestro de la juventud".

San Juan Bosco es patrono muy especial de los que necesitan conseguir empleo o de los que buscan facilidades de estudio para los jóvenes y al rezar su Novena o encomendarse a él con mucha fe se obtienen cada año miles de favores extraordinarios en muchos sitios del mundo. Ojalá podamos leer "La autobiografía de San Juan Bosco". Es impresionante.


VER: PELICULA SOBRE SAN JUAN BOSCO ¡No te la pierdas!

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