jueves, 11 de noviembre de 2010

FORNICACIÓN Y ADULTERIO

"Oísteis que se dijo a los antiguos: No adulterarás. Y yo os digo que todo aquel que pusiese los ojos en una mujer para codiciarla, ya cometió adulterio en su corazón con ella": N.S. Jesucristo. (Mt. 5, 27-28)


Mons. Juan Straubinger:
"Es muy importante distinguir entre la inclinación y la voluntad. No hemos de sorprendernos de sentir un mal deseo ni tener escrúpulo de él, porque esto es lo normal; pecado sería consentir en lo que sentimos. Dios saca de él ocasión de mérito grandísimo... Por eso Santiago (1, 12) llama bienaventuranza la tentación en el hombre recto."
.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom.17,1:
Después que el Señor terminó el primer mandamiento a saber: "No matarás", procede con orden a hablar del segundo. Oísteis que fue dicho a los antiguos: "No adulterarás".

San Agustín, sermones, 9,3:
Esto es, no irás a buscar otra mujer que la tuya. Si exiges de tu mujer esto, ¿no querrás pagarle del mismo modo cuando debes darle ejemplo con tus virtudes? Es muy necio el que el hombre diga que esto no se puede hacer. Lo que hace la mujer, ¿no podrá hacerlo el hombre? No quieras decir: No tengo mujer y por lo tanto voy a buscar a una mujer pública y por ello no quebranto este precepto, puesto que dice: "No adulterarás". Ya has conocido lo que vales, el precio que Cristo pagó por ti: ya sabes qué comes y qué bebes, y también a Quién comes y a quién bebes. Sepárate, pues, de las fornicaciones. Cuando corrompes la imagen de Dios (que eres tú), por las fornicaciones y por las complacencias carnales, el mismo Dios también (que sabe lo que te es útil), te manda esto para que no se destruya su templo, que tú has empezado a ser.

San Agustín, contra Faustum,19, 23:
Pero como los fariseos creían que el sólo trato corporal e ilícito con una mujer se llamaba adulterio, el Señor les manifestó que tal concupiscencia no era otra cosa, diciéndoles: "Pues yo os digo que todo aquél que pusiese los ojos en una mujer para codiciarla, ya cometió adulterio con ella". Lo que la ley manda es: "No desearás la mujer de tu prójimo" ( Ex 20,17), esto les parecía a los judíos que debía entenderse sólo de la acción de quitar la mujer a otro y no del trato carnal.

San Gregorio, Moralia, 21, 2:
Todo aquel que mira exteriormente de una manera incauta, generalmente incurre en la delectación de pecado, y obligado por los deseos, empieza a querer lo que antes no quiso. Es muy grande la fuerza con que la carne obliga a caer, y, una vez obligada por medio de los ojos, se forma el deseo en el corazón, que apenas puede ya extinguirse con la ayuda de una gran batalla. Debemos, pues, vigilarnos, porque no debe verse aquello que no es lícito desear. Para que la inteligencia pueda conservarse libre de todo mal pensamiento, deben apartarse los ojos de toda mirada lasciva, porque son como los ladrones que nos arrastran a la culpa.

Fuentes: Catena Aurea Sto Tomás de Aquino/ Biblia Straubinger
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