lunes, 29 de octubre de 2012

UNA TAZA DE CAFÉ (EVOCACIONES)



Autora: Susana Alvarez

Era un diario ritual. Mañana a mañana le prepaba a mi padre su humeante y aromático café. Desde muy pequeña me lo exigía cariñosamente. Y a mí me alegraba sentirme útil para él. Había en ese dar y exigir algo de complicidad y de gran afecto. 

Mi madre hacía el desayuno...pero el cafecito negro debía preparalo yo. Y nunca, por nada, lo perdonaba. No estuviera frío porque me clavaba su mirada mientras contenía su ánimo de reír a mis costillas.

.Lo bebía lentamente, traguito a traguito pues si ardía la taza mucho más el contenido. Mi viejo, entre cada sorbo, olía el aroma y en verdad que lo disfutaba. Era como un acto litúrgico. Al final usaba sus servilletas especiales que mi madre le bordaba con sus iniciales. De ahí salíamos juntos, pues pasaba a dejarme al colegio antes de dirigirse a su trabajo.
Con los años "mi viejo" se convirtió realmente en eso y ya no tomaba café. Nunca supe realmente la razón de ello. ¿Salud? Probablemente. ¿Dejó de gustarle? No lo creo. En cambio su cariño por mí permaneció incólume. Ya no era el café lo que me pedía...sin embargo se dejaba consentir mientras se fue apagando poco a poco.

Lo irremediable llegó un día. Lo bueno no dura eternamente acá abajo y un buen día voló hacia Dios.
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Hoy cuando percibo el aroma del café lo recuerdo lleno de vida. Y sí, ahora soy yo quien se ha aficionado al buen café. Cada sorbo me lo trae a la memoria y le agradezco su cariño, así como los principios y la fe católica que me inculcó junto con mi querida madre. Ella, muy anciana, también lo recuerda mucho.
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Por eso cuando escucho la zamba de "El Tata está viejo" no puedo evitar que mis ojos se humedezcan. Él no tomaba mate, como dice la canción, sino café; pero en todo lo demás qué bien le queda.
.
Ahora voy a una antigua cafetería donde lo preparan exquisito, ahí cuelga un letrero que quiere ser un verso que así dice:
. 
"Mientras tomo un poco de café pienso…
pienso si el pensar es pensamiento
o si es un aletear en el encuentro
de mi propia vida y sentimiento..."
Quizá la rima no sea muy buena pero ¡qué verdad encierra! Con el café en mano sin azúcar -casi hirviendo como a él le gustaba- percibo y degusto su aroma. Es de nuevo mi encuentro con él, con mi propia vida, con mis sentimientos, con mi raíz más profunda y querida. 
..
Algún día, si Dios lo permite, estaremos juntos de nuevo, querido viejo. Y si todavía lo deseas...¡te prepararé tu cafecito, así como tanto te gustaba!



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6 comentarios:

  1. Gracias, Susana. Muy bello escrito. Me hiciste recordar también a mi amado padre.

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  2. Me encanta esta historia tan real y nostalgica, felicidades a la autora.!!!

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  3. A un amable lector:

    Agradecemos su atinada observación. Hemos realizado la corrección correspondiente.

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  4. Ay! ya me antojaron un rico cafecito. Percibí el aroma...Je je

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