viernes, 15 de abril de 2016

AMORIS LAETITIA



ANTECEDENTES

Resultado de que en Alemania el clero modernista -contaminado del protestantismo regional- ha implantado en muchas partes el sacrilegio de dar la Eucaristía a los divorciados en nueva unión (es decir a quienes viven en grave pecado y -de acuerdo con las enseñanzas de Cristo- en adulterio) contrariando la enseñanza evangélica que prohíbe la recepción de la Eucaristía a quien esté en pecado mortal, el tema se discutió durante dos años del presente pontificado (del papa Francisco) y fue impulsado por el principal instigador de este sacrilegio, el cardenal alemán Walter Kasper, a quien vivamente elogió el papa Francisco en su primer Ángelus luego de su elección (ver AQUÍ).

El tema llegó a ser el principal durante los dos sínodos sobre la familia. Es decir que se sometió a discusión y a postrer votación la aprobación del sacrilegio en la Iglesia. Kasper tuvo un papel preponderante durante los mismos -particularmente en el primer sínodo- con el elogio y el apoyo del papa (ver AQUÍ). Finalmente, tras los dos sínodos, la propuesta de Kasper no fue aprobada por falta de los votos necesarios para ello, pero sí fue apoyada por un alto número de cardenales modernistas. No obstante, y aunque se aclaraba que no alcanzó la votación requerida, quedó consignada -por deseos de Francisco- en el documento final del último sínodo.

La catolicidad fiel a la doctrina de Cristo, a las enseñanzas evangélicas y al Magisterio infalible de la Iglesia, no daba crédito al ver que el Romano Pontífice, en lugar de poner en su lugar a los clérigos alemanes que desobedecían el Magisterio de dos mil años mediante el sacrilegio contra el Cuerpo de Cristo, pidiera la discusión del mismo a todos los países, permitiera fuese propuesto en dos sínodos y que la verdad evangélica fuese puesta a votación "democráticamente" al final de los mismos, como si la Verdad Revelada por Dios estuviese sujeta a lo que pueda decir una mayoría humana.

Pasó un buen tiempo para conocerse la postura PERSONAL del papa. Muchos teólogos y cardenales publicaron estudios donde se demostraba cuál era la doctrina invariable, la doctrina inmutable al respecto, con la esperanza de que finalmente el papa volviese a recordarla de una manera clara y terminante. 

Finalmente, el papa Francisco ha publicado en este mes su exhortación postsinodal Amoris laetitia. Documento que no cumple con las condiciones que establece la Iglesia para que sea infalible, por lo que solo expresa el punto de vista personal y falible de Francisco. Por lo mismo, el resultado pudo llegar a ser verdaderamente fatal, pese a los intentos de la linea media que busca -a toda costa y con muy malos resultados- realizar la hermenéutica de la continuidad, aprovechando lo que tiene de aprovechable (aquello en que repite la doctrina de siempre) el propio documento y dizque interpretando lo que realmente quería decir Francisco y no dijo. Cabe reconocer que varios de la misma línea, finalmente, tuvieron la honradez de señalar que esto ya no es posible y que si bien se debe respetar la persona del papa, esto no significa desconocer la doctrina católica donde se indica cuáles son los límites de su autoridad, siendo que su misión es conducir la Iglesia enseñando y custodiando la Verdad Revelada que ha recibido como legado de Cristo y no puede modificar ni una iota de la misma. Como advierte y enseña el Concilio (dogmático) Vaticano Primero: “El Espíritu Santo no fue prometido a los sucesores de Pedro para que por revelación suya manifestaran una nueva doctrina, sino para que, con su asistencia, santamente custodiaran y expusieran fielmente la revelación transmitida por los apóstoles”. El Papa es DEPOSITARIO, no inventor de la Doctrina Católica.  

Recordemos que no será la primera vez en la Historia que un Pontífice yerre como persona privada al no cumplir con las condiciones -establecidas por la Iglesia- para que su magisterio sea infalible. Y que el error, como tal, no forma parte propiamente del magisterio. Gracias a Dios, cuando esto ha ocurrido Dios ha suscitado fieles que, con el debido respeto a la investidura y en defensa de la Verdad evangélica y por amor a Cristo y a su Iglesia, resisten y señalan el error. Y esto ya ha sucedido en el caso presente. Recordemos que por algo mucho menos grave san Pablo resistió a san Pedro, primer papa (ver AQUÍ).

A continuación reproducimos el que consideramos ha sido, hasta el momento, el mejor resumen del contenido de este documento:



La exhortación postsinodal Amoris laetitia: primeras reflexiones sobre un documento catastrófico

por Roberto de Mattei

Con la exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia, publicada el 8 de abril en curso, el papa Francisco se ha pronunciado oficialmente sobre problemas de moral conyugal que vienen debatiéndose desde hace dos años.

En el consistorio del 20 al 21 de febrero de 2014, Francisco había confiado al cardenal Kasper la misión de introducir el debate sobre este tema. La tesis de Kasper, según la cual la Iglesia debe cambiar su praxis matrimonial, fue el tema central de los sínodos sobre la familia celebrados en 2014 y 2015, y constituye el núcleo de la exhortación del papa Francisco.

Durante estos dos últimos años, ilustres cardenales, obispos, teólogos y filósofos han tomado parte en el debate para demostrar que entre la doctrina y la praxis de la Iglesia tiene que haber una íntima coherencia. La pastoral se funda precisamente en la doctrina dogmática y moral. «¡No puede haber una pastoral en desacuerdo con las verdades y la moral de la Iglesia, en conflicto con sus leyes y que no esté orientada a alcanzar el idea de la vida cristiana!», declaró el cardenal Velasio de Paolis en su alocución al Tribunal Eclesiástico de Umbría el 27 de marzo de 2014. Para el cardenal Sarah, la idea de separar el Magisterio de la praxis pastoral, que podría evolucionar según las circunstancias, modos y pasiones, «es una forma de herejía, una peligrosa patología esquizofrénica» (La Stampa, 24 de febrero de 2015).

En las semanas que han precedido a la publicación del documento se han multiplicado las intervenciones públicas de purpurados y obispos ante el Sumo Pontífice con miras a evitar la publicación de un texto plagado de errores, tomados de las numerosísimas enmiendas al borrador propuestas por la Congregación para la Doctrina de la Fe. Francisco no se ha echado para atrás. Al contrario, parece que encargó el texto definitivo de la exhortación, o al menos algunos de los pasajes clave, a teólogos de su confianza que han intentado reinterpretar a Santo Tomás a la luz de la dialéctica hegeliana. El resultado es un texto que no es ambiguo, sino claro, en su indeterminación. La teología de la praxis excluye de hecho toda afirmación doctrinal, dejando que sea la historia la que trace las líneas de la conducta en los actos humanos. Por esta razón, como afirma Francisco, «puede comprenderse» que, en el tema crucial de los divorciados vueltos a casar, «(…) no debía esperarse del Sínodo o de esta Exhortación una nueva normativa general de tipo canónico, aplicable a todos los casos» (§300). Si se tiene la convicción de que los cristianos no deben ajustar su comportamiento a principios absolutos, sino estar atentos a «signos de los tiempos», sería contradictorio formular cualquier clase de reglas.

Todos esperaban la respuesta a una pregunta de fondo: los que, tras un primer matrimonio vuelven a contraer matrimonio por la vía civil, ¿pueden recibir el sacramento de la Eucaristía? A esta pregunta, la Iglesia siempre ha respondido con un no rotundo. Los divorciados vueltos a casar no pueden recibir la comunión, porque su condición contradice objetivamente la verdad natural y cristiana sobre el matrimonio que se representa y actualiza en la Eucaristía (Familiaris consortio, § 84).

La exhortación postsinodal responde lo contrario: en líneas generales no, pero «en ciertos casos» sí (§305, nota 351). Los divorciados vueltos a casar deben ser «integrados» en vez de excluidos (§299). Su integración «puede expresarse en diferentes servicios eclesiales: es necesario, por ello, discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden ser superadas» (§ 299), sin excluir la disciplina sacramental (§ 336).

En realidad, se trata de lo siguiente: la prohibición de recibir la comunión ya no es absoluta para los divorciados vueltos a casar. Por regla general, el Papa no los autoriza a recibirla, pero tampoco se lo prohíbe. «Esto –había destacado el cardenal Caffarra refutando a Kasper– afecta la doctrina. Inevitablemente. Se puede incluso decir que no lo hace, pero lo hace. Es más, se introduce una costumbre que a la larga inculca en el pueblo, sea o no cristiano, que no existe matrimonio totalmente indisoluble. Y esto desde luego se opone a la voluntad del Señor. No cabe la menor duda» (Entrevista en Il Foglio, 15 de marzo de 2014).

Para la teología de la praxis no importan las reglas sino los casos concretos. Y lo que no es posible en lo abstracto, es posible en lo concreto. Pero como acertadamente señaló el cardenal Burke, «si la Iglesia permitiera (aun en un solo caso) que una persona en situación irregular recibiese los sacramentos, eso significaría que, o bien el matrimonio no es indisoluble y por tanto la persona en cuestión no vive en estado de adulterio, o que la santa comunión no es el cuerpo y la sangre de Cristo, que por el contrario requieren la recta disposición de la persona, o sea el arrepentimiento del pecado grave y la firme resolución de no volver a pecar» (Entrevista de Alessandro Gnocchi en Il Foglio, 14 de octubre de 2014).

No sólo eso: la excepción está destinada a convertirse en una regla, porque el criterio para recibir la comunión lo deja Amoris laetitia al «discernimiento personal». El discernimiento se logra mediante «la conversación con el sacerdote, en el fuero interno» (§300), «caso por caso». ¿Y quién será el pastor de almas que se atreva a prohibir que se reciba la Eucaristìa, si «el mismo Evangelio nos reclama que no juzguemos ni condenemos» (§308) y es necesario «integrar a todos» (§297), y «valorar los elementos constructivos en aquellas situaciones que todavía no corresponden o ya no corresponden a su enseñanza sobre el matrimonio» (§292)? Los pastores que quisieran invocar los mandamientos de la Iglesia correrían el riesgo de actuar, según la exhortación, «como controladores de la gracia y no como facilitadores» (§310). «Por ello, un pastor no puede sentirse satisfecho sólo aplicando leyes morales a quienes viven en situaciones irregulares, como si fueran rocas que se lanzan sobre la vida de las personas. Es el caso de los corazones cerrados, que suelen esconderse aun detrás de de las enseñanzas de la Iglesia “para sentarse en la cátedra de Moisés y juzgar, a veces con superioridad y superficialidad, los casos difíciles y las familias heridas”» (§305).

Este lenguaje inédito, más duro que la dureza de corazón que recrimina a los «controladores de la gracia», es el rasgo distintivo de Amoris laetitia, que, no es ninguna casualidad, fue calificada por el cardenal Schöborn en la conferencia de prensa del pasado 8 de abril de «un evento lingüístico». «Lo que más me alegra de este documento -declaró el cardenal de Viena- es que supera de forma coherente la artificial división externa que distinguía entre regular e irregular». El lenguaje, como siempre, expresa un contenido. Las situaciones que la exhortación postsinodal define como «llamadas irregulares» son el adulterio público y la convivencia extramatrimonial. Para Amoris laetitia, éstas realizan el ideal del matrimonio cristiano, «de modo parcial y análogo» (§292). «A causa de los condicionamientos o de factores atenuantes, es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado -que no sea subjetivamente culpable o no lo sea de modo pleno- se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia» (§305), «en ciertos casos, podría ser también la ayuda de los sacramentos» (nota 351).

Según la moral católica, las circunstancias, que constituyen el contexto en el que desarrolla la acción, no pueden modificar la cualidad moral de los actos haciendo buena y justa una acción intrínsecamente mala. Pero la doctrina de los absolutos morales y del mal intrínseco queda anulada por Amoris laetitia, que se acomoda a la “nueva moral” condenada por Pío XII en numerosos documentos y por Juan Pablo II en Veritatis splendor. La moral situacionista deja a la merced de las circunstancias y, en últimas, a la conciencia subjetiva del hombre, determinar qué está bien y qué está mal. Así, una unión sexual extraconyugal no se considera intrínsecamente ilícita, sino que, en tanto que acto de amor, se valora en función de las circunstancias. Dicho de un modo más general, no existe el mal en sí como tampoco pecados graves ni mortales. Equiparar a personas en estado de gracia (situaciones regulares) con personas en situación de pecado permanente (situaciones irregulares) es algo más que una cuestión lingüística: diríase que está en conformidad con la teoría luterana del hombre que es a la vez justo y pecador, condenada por el Decreto sobre la justificación en el Concilio de Trento (Denz-H, nn. 1551-1583).

La exhortación postsinodal Amoris laetitia es mucho peor que la exposición del cardenal Kasper, contra la que se han dirigido tantas y tan justas críticas en libros, artículos y entrevistas. Monseñor Kasper se limitó a plantear algunas preguntas; Amoris laetitia presenta la respuesta: abre puertas a los divorciados vueltos a casar, canoniza la moral situacionista y pone en marcha un proceso de normalización de todas las convivencias extramaritales.

Teniendo en cuenta que el nuevo documento pertenece al Magisterio ordinario no infalible, es de esperar que sea objeto de un análisis crítico profundo por parte de teólogos y pastores de la Iglesia, sin engañarse pensando que pueda aplicársele la hermenéutica de la continuidad.

Si el texto es catastrófico, más catastrófico es que lo haya firmado el Vicario de Cristo. Ahora bien, para quien ama a Cristo y a su Iglesia, es una buena razón para hablar y no quedarse callado. Hagamos nuestras, pues, las palabras de un valiente mitrado, monseñor Atanasio Schneider: «¡Non possumus! Yo no voy a aceptar un discurso ofuscado ni una puerta falsa, hábilmente ocultada para la profanación del sacramento del Matrimonio y de la Eucaristía. Del mismo modo, no voy aceptar una burla del sexto mandamiento de la Ley de Dios. Prefiero ser ridiculizado y perseguido en lugar de aceptar textos ambiguos y métodos insinceros. Prefiero la cristalina “imagen de Cristo, la Verdad, a la imagen del zorro adornado con piedras preciosas” (S. Ireneo), porque “yo sé a Quién he creído”, “scio cui credidi”» (II Tm 1, 12)» (Rorate Coeli, 2 de noviembre de 2015).

Roberto de Mattei

[Traducido por J.E.F] Fuente: Adelante la fe





8 comentarios:

  1. Súmese al desafío a la Iglesia católica para una demostración de la veracidad de la Amoris Laetitia sólo necesita dar con un ejemplo concreto válido y probar que los argumentos del Papa son verdaderos. ¿Cómo una persona si tiene relaciones sexuales con otra casada no comete adulterio y no comete pecado? Se exige sólo un ejemplo concreto y breve sin necesidad de mencionar nombres que todos podamos decir, “bueno cometió adulterio pero no es pecado”, el Papa puede participar de la prueba. Se trata de un comienzo de casuística que sea ejemplificador. En los comentarios puede poner su ejemplo.
    ¿Si uno de los cónyuges es malvado si el otro le es infiel comete, este último, pecado? Sí. Primer argumento porque si dos cónyuges malvados cometen adulterio uno contra el otro cometen pecado. Por otra parte, porque si dos cónyuges “buenos” cometieran adulterio uno contra otro también serían pecado. No se trata de la supuesta maldad o bondad de las personas sino de la bondad o maldad del acto humano.
    ¿Pero supongamos el cónyuge malvado fuera un delincuente el otro podría serle infiel sin cometer pecado? No, porque ello sería privar a los delincuentes del derecho a ser considerados personas si la Iglesia le dijese al otro cónyuge “ven que yo te acompaño en tu unión con un tercero.” Además porque mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio es pecado y la Iglesia lo estaría incitando al pecado diciéndole: “mantén relaciones con un tercero fuera del matrimonio que te acompañamos.”
    Sería como si la Iglesia le dijera “toma a tu cónyuge malvado como si estuviera muerto que nosotros te acompañamos y únete a un tercero pero no en matrimonio.”
    ¿Y si el cónyuge bueno fuera muy bueno podría serle infiel a su pareja malvada? No sin pecado. Porque si un hombre salva la vida de 100 hombres no le da derecho a quitar una vida, ni a robar a nadie, ni a cometer adulterio, nada lo pone más allá del bien y del mal.
    ¿Y si ayuda mucho a la Iglesia? Tampoco, en México había una persona que ayudó mucho a la Iglesia pero fue pederasta así como el pecado de pederastía queda así queda el pecado de adulterio.
    Por último el pecado es contra Dios en primer lugar contra el otro cónyuge sólo en un segundo lugar y Dios es la bondad misma. Se violarían de otra manera los mandamientos de Dios tal como los explicó Jesucristo.

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  2. Lo absurdo de lo absurdo, es que alguien que padece alguna enfermedad grave que forzosamente requiere de una intervención quirúrgica, le pida a el cirujano que lo sane, pero que el método de sanación sea como el mismo paciente le indique al cirujano, y la primera indicación del paciente es, no someterlo a ninguna cirugía, y la segunda indicación es, que los tratamientos el mismo los indicara, y tercero, que en el
    proceso de sanación no deba de existir el mínimo dolor.

    Esto, a primera vista resulta absurdo, pero doblemente absurdo seria cuando el cirujano le haga saber al paciente, que tiene razón, pues el tiene el "derecho" de indicar el método de como debe ser sanado.

    Aun, que para la ciencia no haya otro método, mas que cirugía, para lograr que sane, porque no habiendo otro método alterno
    el paciente moriría.

    Valga la comparación, pero, ¿acaso no es el método que quiere Francisco, aplicar en los pacientes enfermos de ADULTERIO?.

    La Ley De Dios, es mas que Clara: El pecado de adulterio, es
    una enfermedad del alma, que quien la padece, sino se la extirpa, esta alma, morirá.
    O sea es mortal para el alma apegarse consciente-mente a un pecado. Y el tiempo para sanar esta aberración tiene limite, este limite lo marca el tiempo en la vida terrenal. Y el tiempo de vida terrenal lo determina Dios.

    No es creíble que haya un medico, que le diga a los familiares del paciente absurdo y moribundo, que si el paciente muere, sera
    CULPA de ellos por no ser MISERICORDIOSOS, por no dejarlo que el elija su forma absurda de querer ser sanado.

    Un medico honesto y juicioso, le planteara al paciente las alternativas, pero no habiendo mas que una, le dirá, que sino acepta este único método, morirá irremediablemente.

    Otro medico que acepte la aberración absurda de un paciente así,
    no debe tener el titulo que ostenta, o simplemente no es medico.
    Y por lo tanto no debe ejercer como medico.

    Con la añadidura de querer imponer, el "medico", un cargo de CULPA a quienes no acepten este método absurdo, como método de
    "sanación".

    Y que aun juzgue con faltos de misericordia a los que no acepten su absurdo método.

    ¿Que pretende un "medico" que a todo paciente le dice, que el método que el mismo elija para sanar, es correcto?.
    Sabiendo que solo existe un método para sanar?, no habrá que ser muy deductivo para entender cuales son sus pretensiones.

    A un dependiente del alcohol o de una droga, por mas que se le diga que su caso, aunque es "irregular", el puede seguir consumiendo el alcohol o la droga que terminaran por matarlo.

    Supongo que "IRREGULAR" es el termino que utiliza Francisco
    para tratar de decir lo que la Doctrina de Cristo denomina como ESTADO DE PECADO MORTAL.
    Término que confunde y minimiza la realidad y dimensión de un acto cometido fuera de La Ley de Dios, como es el adulterio.

    Creo que no se requiere ser un teólogo experto para entender
    las claras formas Verdaderas en que Jesús expone El Camino a la Vida Eterna, pero también el riesgo de morir eternamente .

    "Todo el que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio, y el que se casa con la divorciada del marido, comete adulterio" Lucas 16:18

    Es obvio que no dice, esta en un estado "IRREGULAR, dice,
    COMETE ADULTERIO.
    El cometer adulterio, es estar en un estado de pecado mortal,
    no en un simple "estado irregular".

    El pecado mortal es una trangresion a La Ley de Dios en materia grave. Es una revelida contra Dios.

    Y por lógica, quien esta en contra de Dios, esta a favor de el adversario, satanás.

















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  3. La división o cisma de la Iglesia, está comenzando...
    Como está escrito en las profecías.
    Como dijo San Juan Pablo II: En un discurso durante el Congreso Eucarístico de 1976 para la celebración del Bicentenario de la firma de la Declaración de la Independencia de EE.UU. dado por el Cardenal Wojtyla (Juan Pablo II), él dijo:
    “Ahora estamos parados frente a la mayor confrontación histórica que la humanidad ha experimentado alguna vez. No creo que el gran círculo de la Sociedad Americana, o de todo el amplio círculo de la comunidad cristiana se de cuenta de esto completamente. Ahora nos enfrentamos a la confrontación final entre la Iglesia y la anti-iglesia, entre el Evangelio y el anti-evangelio, entre Cristo y el anticristo. El enfrentamiento se encuentra dentro de los planes de la Divina Providencia. Está, por lo tanto, en el plan de Dios, y debe ser un juicio que la Iglesia debe asumir y afrontar con valentía…”

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  4. A su regreso de su viaje a Lesbos, el papa Francisco -en rueda de prensa- desmiente aquellos fallidos intentos de la linea media que busca -a toda costa y con muy malos resultados- realizar la hermenéutica de la continuidad, aprovechando lo que tiene de aprovechable (aquello en que repite la doctrina de siempre en la exhortación de Francisco) el propio documento y dizque interpretando lo que realmente quería decir Francisco y no dijo.

    Veamos la entrevista y las respuestas:

    REPORTERO: Quisiera hacer una pregunta sobre la exhortación «Amoris laetitia»: como usted bien sabe ha habido muchas discusiones sobre uno de los puntos: algunos sostienen que no ha cambiado nada para que los divorciados que se han vuelto a casar accedan a los sacramentos; otros sostienen que ha cambiado mucho y que hay muchas nuevas aperturas. ¿Hay nuevas posibilidades concretas o no?

    FRANCISCO: Yo puedo decir que sí. Pero sería una respuesta demasiado pequeña. Les recomiendo que lean la presentación del documento que hizo el cardenal Schönborn, que es un gran teólogo y que ha trabajado en la Congregación para la Doctrina de la Fe.

    REPORTERO: ¿Por qué puso en una nota y no en el texto la referencia al acceso a los sacramentos?

    FRANCISCO: Escuche, uno de los últimos Papas, hablando sobre el Concilio, dijo que había dos concilios: el Vaticano II, en San Pedro, y el de los medios de comunicación. Cuando convoqué al primer Sínodo, la gran preocupación de la mayor parte de los medios era: ¿podrán comulgar los divorciados que se han vuelto a casar? Como yo no soy santo, esto me dio un poco de fastidio y un poco de tristeza. Porque esos medios no se dan cuenta de que no es ese el problema importante. La familia está en crisis, los jóvenes ya no quieren casarse, hay una disminución de la natalidad en Europa que es para llorar, la falta de trabajo, los niños crecen solos... Estos son los grandes problemas. No me acuerdo de esa nota, pero si está en una nota es porque se trata de una cita de la «Evangelii gaudium».

    LAS RESPUESTAS CONFIRMAN QUE, LAMENTABLEMENTE, SÍ HA HABIDO EL GRAVÍSIMO CAMBIO (aunque de por sí -por su propia naturaleza- inválido) QUE NIEGAN LOS DE LÍNEA MEDIA.

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  5. Hemos dicho que la gravísima (e inválida disposición) de abrir una rendija a la doctrina evangélica y a la pastoral derivada de la misma, terminará, en muchos casos, en una apertura total de la puerta.

    No hemos necesitado mucho tiempo para comprobarlo. Veamos la siguiente noticia:

    "Socrates B. Villegas, arzobispo de Lingayen Dagupan y presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas, ha escrito una carta en la que asegura que no hay que esperar las directrices de los obispos sobre la exhortación apostólica «Amoris laetitia» y pide que se dé la comunión -“comida para los miserables”- a los “pecadores”.

    Exactamente, dice que “puede y debe ponerse en práctica inmediatamente”. El prelado filipino también afirma que esta interpretación que hace de lo escrito por el Papa es una “apertura de corazón y espíritu que no necesita ninguna ley, no espera a ninguna directriz ni aguarda indicaciones”."

    Todo un desastre. ¡El sacrilegio plenamente insitucionalizado para todos los casos por parte de este obispo!

    Así irá sucediendo en muchos otros lugares... Todo es empezar...

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  6. Aunque uno no quisiera, estan los hechos, y se les agradece su tiempo de explicar lo que acontece, y de lo que muchos parece que no quieren enterarse, no quieren darse cuenta..
    Dios nos ilumine y nos ayude a discernir los tiempos.
    A seguir fieles a la doctrina y magisterio de la Iglesia que fundó Nuestro Señor Jesucristo.
    Y que en estos tiempos esta en esta grave crisis.
    Gracias por su tiempo y esfuerzo.

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  7. GMUA: Agradecemos la información que no ha estado enviando. Un abrazo en Cristo.

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  8. A un lector que dice que el papa no puede nunca errar porque lo eligió necesariamente el Espíritu Santo, le recordamos lo que el cardenal Ratzinger dijo: «Hay muchos Papas que el Espíritu Santo probablemente no habría elegido». Creer que el papa -porque se ora por él- en sus opiniones personales es necesariamente infalible, contradice lo definido por el Concilio Vaticano Primero sobre la infalibilidad y en qué casos únicamente se da esta prerrogativa. Además contradice la Historia de la Iglesia, pues ha habido santos que han resistido públicamente los errores de un Pontífice que no empleó el don de la infalibilidad. Sería bueno que estudiara un poco la Historia de la Iglesia.
    Un abrazo en Cristo y que el Señor lo llene de bendiciones.
    Atte
    CATOLICIDAD

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