martes, 26 de abril de 2016

LOS LAICOS NO SON MÁS IMPORTANTES QUE LA JERARQUÍA DE LA IGLESIA

"El sacerdocio es la suprema dignidad entre todas las dignidades creadas". (San Alfonso María de Ligorio. Selva de materias predicables e instructivas, cap. I, 1).
Nada como un sacerdote que es fiel a Cristo

De la Iglesia docente y de la Iglesia discente

Entre los miembros que componen la Iglesia hay una distinción notabilísima, porque hay en ella quien manda y quien obedece, quien enseña y quien es enseñado.

La parte de la Iglesia que enseña se llama docente o enseñante.

La parte de la Iglesia que aprende se llama discente o enseñada.

Esta distinción en la Iglesia la ha establecido el mismo Jesucristo.

La Iglesia docente y la Iglesia discente son dos partes distintas de una misma y única Iglesia, como en el cuerpo humano la cabeza es distinta de los otros miembros, y con todo forma con ellos un solo cuerpo.

Componen la Iglesia docente todos los Obispos, con el Romano Pontífice a la cabeza, ya se hallen dispersos, ya congregados en Concilio.

Componen la Iglesia discente o enseñada todos los fieles.

Por ello no es posible creer católicamente que los laicos -ni varones ni mujeres- puedan ser más importantes que la jerarquía y que los sacerdotes ("El sacerdocio es la suprema dignidad entre todas las dignidades creadas", dice san Alfonso Ma. de Ligorio al explicar la enseñanza de la Iglesia), así lo sostenga como opinión personal (falible, al no usar la prerrogativa de la infalibilidad) acerca de las mujeres el propio Papa*.

El sacerdote está ungido y consagrado a Dios.

La autoridad de enseñar la tienen en la Iglesia el Papa y los Obispos, y con dependencia de ellos, los demás sagrados Ministros. Esta enseñanza debe ser siempre fiel al Sagrado depósito de la fe y en concordancia con lo que siempre y en todas partes ha enseñado la Iglesia. San Vicente de Lerins, Padre de la Iglesia del siglo V, en sus Apuntes para conocer la verdadera fe o Commonitorium explica que es lo que se presenta como un consenso universal en la Iglesia, desde la aurora de la fe, y que no debe alterarse nunca porque es oro, y el oro debe conservarse: "Es verdadera y propiamente católico lo que fue creído en todas partes, siempre, por todos". "Has recibido oro, debes entregar oro (...) no plomo, no bronce, en lugar del precioso metal". "El cristiano deberá hacer todo lo posible para adherirse a la antigüedad, la cual no puede evidentemente ser alterada por ninguna nueva mentira". "Por consiguiente, anunciar a los cristianos alguna cosa diferente de la doctrina tradicional no era, no es, no será nunca lícito; y siempre fue obligatorio y necesario, como lo es todavía ahora y lo será siempre en el futuro, reprobar a quienes hacen bandera de una doctrina diferente de la recibida". 

Cuando es así, cuando se enseña la doctrina tradicional de la Iglesia, todos estamos obligados a escuchar a la Iglesia docente (conformada también por todos los papas y concilios de 2,000 años de Iglesia, pues el Magisterio de la Iglesia se compone por todas las enseñanzas infalibles definidas durante toda la historia de la Iglesia con base en la Revelación divina), so pena de eterna condenación, porque Jesucristo dijo a los Pastores de la Iglesia en la persona de los Apóstoles: “El que a vosotros oye, a Mí me oye, y el que a vosotros desprecia, a Mí me desprecia”.

Además de la autoridad de enseñar, tiene la Iglesia especialmente el poder de administrar las cosas santas, hacer leyes y exigir su cumplimiento.

El poder que tienen los miembros de la Jerarquía eclesiástica no viene del pueblo, y decir esto sería herejía, sino que viene únicamente de Dios.

El ejercicio in constructione (en construcción y solo para construcción, nunca para destrucción) de estos poderes compete exclusivamente al orden jerárquico, es decir, al Papa y a los Obispos a él subordinados, considerando siempre lo definido por el Concilio Vaticano Primero: “El Espíritu Santo no fue prometido a los sucesores de Pedro para que por revelación suya manifestaran una nueva doctrina, sino para que, con su asistencia, santamente custodiaran y expusieran fielmente la revelación transmitida por los apóstoles”. El Papa es DEPOSITARIO, no inventor de la Doctrina Católica.

Cuando la Verdad revelada es contradicha, tanto la Iglesia docente como la discente tienen el derecho y el deber de defenderla.




*NOTA: Dijo Francisco: "La mujer, en la Iglesia, es más importante que los obispos y los sacerdotes; el cómo es lo que debemos intentar explicitar mejor". Ver aquí: https://www.youtube.com/watch?v=RJ_ruIIKOco

2 comentarios:

  1. Y los laicos con lo que hemos aprendido podemos discernir, por ejemplo relacionando juicios de anteriores Papas con dichos o escritos de Pastores actuales.

    El problema es que si yo ahora digo que "x" Pastor está diciendo o enseñando cosas condenadas, en seguida viene alguien a decir: "calla, que estás juzgando a alguien superior", pero hay que decir: "perdona, pero yo sólo estoy repitiendo lo que dijo la máxima Autoridad de la Iglesia en su momento para discernir el mal que está pasando".

    No es justo ni caritativo discriminar a alguien por discernir, lo digo yo, que me han criticado por ello y eso me dañó, porque yo ahora tengo miedo de pecar por discernir, ya que de tanto decirme: "estás juzgando al Papa y es pecado", pues no estoy tranquilo y lo único que puedo hacer es pasar de todo lo relacionado con la Iglesia actual, vivo como si la Jerarquía no existiera, anclado en el siglo XX, porque si miro la Jerarquía actual.....me da algo, yo paso de todo y que sea lo que Dios quiera, a mí me han obligado los de arriba a callar y pasar, me tienen del cuello y no hay Pastor que de verdad me ayude, ¿quién hay que enseñe la Verdad? La verdad no me gustaría estar en la piel de los Sacerdotes de ahora, porque les va a caer una......un golpe muy duro será el final de todo esto.

    Pío XII, ruega por nosotros.

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  2. La Iglesia “se reconcilia” con el Liberalismo
    Aquellos “conservadores”, que no aceptan que el Vaticano II represente una ruptura en la Tradición, o que contradiga doctrinas anteriores, no han prestado atención a los verdaderos promotores y agitadores del Concilio, que cínicamente reconocen esa realidad. Yves Congar, uno de los “peritos” del Concilio y el principal artífice de las reformas, observó con discreta satisfacción que “la Iglesia ha pasado pacíficamente por su Revolución de Octubre.”44 Admitió también Congar, como si fuera cosa digna de orgullo, que la Declaración sobre la Libertad Religiosa del Vaticano II es contraria al Syllabus del Papa Pío IX45. Afirmó:

    Es innegable que la declaración del Vaticano II sobre la libertad religiosa expresa algo netamente distinto de aquello que afirmó el Syllabus de 1864, y logra ser justamente lo contrario de las proposiciones 16, 17 y 19 de ese documento.46
    Congar insinúa gozosamente que el Vaticano II anuló una infalible condenación papal del error.

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