El 11 de febrero de 1858, la chica fue con dos compañeras a juntar ramas secas a Massabielle, no lejos de Lourdes. Para llegar a donde iban tenían que atravesar un arroyo; pero a Bernardita, que sufría de asma, el médico le había prohibido que se mojara en el agua fría. Fue por eso que no se atrevió a cruzar el arroyo, mientras sus dos compañeras se dirigieron a juntar la leña que había del otro lado.
Bernardita misma contó lo sucedido aquel día y los siguientes. "Sentí un fuerte viento, que me hizo levantar la cabeza para mirar. Después de un momento volví a mirar y noté un movimiento de la maleza que crecía junto a la Gruta, en la roca de Massabielle. Fue entonces que apareció en la Gruta una Señora bellísima, tan hermosa que después de haberla visto uno querría morirse para verla de nuevo. Estaba vestida enteramente de blanco y una faja azul le ceñía la túnica; en la cabeza llevaba un velo, también blanco, que le bajaba por la espalda; en sus manos tenía un rosario y en cada pie una rosa dorada. Me saludó con una inclinación de cabeza. Creyendo que soñaba, yo me froté los ojos; pero, levantando la vista para mirar de nuevo a la hermosa Señora, vi que me sonreía y me hacía señas para que me acercara. Yo no me atrevía a hacerlo; no porque tuviera miedo, porque cuando uno tiene miedo huye, y yo me hubiera quedado allí, mirándola toda la vida. Entonces me dieron ganas de rezar y saqué el rosario. Me arrodillé y vi que la Señora se santiguaba al mismo tiempo que yo. Mientras yo iba pasando las cuentas de mi rosario, ella escuchaba las Avemarías sin decir nada, pero haciendo pasar las cuentas entre sus dedos. Cuando yo decía el Gloria al Padre, ella también lo decía, inclinando un poco la cabeza. Una vez terminado el rosario, volvió a sonreírme y, retrocediendo hacia el interior de la Gruta, desapareció".
Por 18 veces, hasta el 16 de julio, en el mismo lugar, Bernardita será protagonista de estas apariciones.
Cuando las compañeras de Bernardita regresaron con la leña seca, se extrañaron de verla arrodillada frente a la roca. Le gritaron y hasta le tiraron una piedrita para llamar su atención. Como si volviera de una visión, ella se frotó los ojos y pareció despertar de un sueño. Sus compañeras le preguntaron qué le había pasado y ella les narró la visión que acababa de tener, aunque les pidió que no lo fueran a contar a nadie. Las chicas, como era de suponer, lo primero que hicieron al llegar a casa fue contar lo que Bernardita les había narrado. Luisa Casterot, la mamá de Bernardita, se llevó un buen disgusto, pues la pobre mujer pensó que su hija andaba inventando historias que no eran ciertas, por más que todos sabían que la chica nunca decía mentiras. Incluso, hubo algunos que dijeron que seguramente había visto a un alma del purgatorio.
A Bernardita le prohibieron que volviera a Massabielle. Los chicos del lugar, además, empezaron a molestarla insistiendo en que fuera a la Gruta aunque su mamá no la dejara. Al fin, después de tantos ruegos, la mamá le dijo que consultara el caso con su papá. El señor Francisco Soubirous, después de pensarlo y de mucho dudar, le permitió volver a la Gruta el 18 de febrero. La acompañaron varias personas y llevaron una botella con agua bendita, imaginando que aquello que la niña había visto era un alma del purgatorio. Se arrodillaron y empezaron a rezar el rosario. Bernardita misma lo narra.
"Cuando estábamos recitando el tercer misterio, la misma Señora vestida de blanco se hizo presente igual que la vez anterior. Yo exclamé entonces: ¡Ahí está!. Pero los demás no la veían. Una vecina me alcanzó el agua bendita y yo arrojé unas gotas en su dirección. La Señora se sonrió e hizo la Señal de la Cruz. Yo le dije: ¡Si viene de parte de Dios, acérquese!. Ella dio un paso hacia adelante y una niña le arrojó una piedrita que cayó cerca de mis pies. Después, la Señora desapareció".
En la tercera aparición, la Señora preguntó a Bernardita: "¿Me harías el favor de venir aquí durante 15 días?" La niña le prometió que sí y entonces la visión agregó: "No te prometo hacerte feliz en esta vida, pero sí en la otra". Luego, elevándose hacia la parte superior, en el interior de la Gruta, desapareció.
El domingo 21 de febrero, mirando con tristeza a la gente que se había reunido allí, la Señora le dijo: "Es necesario rezar por los pecadores". Después de esto, le fue reiterada la prohibición de volver a la Gruta; no obstante lo cual, el día 22 pudo regresar a la misma y la aparición se repitió. Al día siguiente, es decir, el martes 23, le levantaron la prohibición y la Señora volvió a presentarse. El 24 le confió un mensaje: "¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Penitencia!"
El 25 de febrero es una fecha muy importante para Lourdes. Ese día surgió la fuente milagrosa, en cuyas aguas han obtenido su curación millares de enfermos. En efecto, la Señora dijo a la vidente: "Anda a beber en la fuente y lávate allí". Bernardita creyó que la Señora se refería al agua del Gave, que pasa cerca de la Gruta; pero cuando iba hacia el río, la llamó y le indicó que se dirigiera al fondo de la Gruta, señalándole el lugar con su dedo índice. Bernardita obedeció y se puso a escarbar la tierra en el lugar donde ésta se encontraba más húmeda. La niña empezó a escarbar, pero el agua salía muy turbia. Por dos veces trató de beber, pero no le fue posible hacerlo hasta que el agua se puso clara. Desde entonces, de la fuente de Lourdes ha manado agua sin cesar; un agua prodigiosa, en la que miles y miles de enfermos han conseguido su curación. Pero la Señora agregó: "Anda y come de esa hierba que está allí". Y mientras la niña comía hierba, la Señora sonreía, revelándole la fuente de la gracia: Bernardita bebía del fango y mordía la amargura.
Al día siguiente la gente fue de nuevo a la Gruta, pero no hubo aparición. Como lo hicieron en Nazaret, también en Lourdes aquellos hombres y mujeres se habían escandalizado.
El 27 y el 28 de febrero, igual que el 2, el 3 y el 4 de marzo, la Señora volvió. El 27 de febrero, una madre se dirige a Lourdes sosteniendo en sus brazos a su hijito, que agoniza debido a una grave pulmonía. En Francia es pleno invierno y el médico le había prohibido que expusiera al pequeño al frío. No obstante, ella corrió al manantial que brotaba junto a la Gruta, sumergió al niño en las aguas heladas de Lourdes y éste quedó curado en el acto. Al día siguiente se presentó un hombre que había quedado ciego a causa de una explosión. Los médicos habían declarado que nunca más volvería a ver. Él se hizo llevar a la fuente milagrosa, tomó un poco de agua en sus manos inseguras y recuperó misteriosamente la vista. Los presentes se llenaron de entusiasmo con estos prodigios y, movidos por la fe en el poder de la gracia divina, comenzaron a llegar cada vez más numerosos a la Gruta de Massabielle.
El 2 de marzo, la Señora le pidió a Bernardita que trasmitiera un pedido a los sacerdotes. Quería que allí mismo se levantara un templo y se organizaran procesiones. Pero nadie le hizo caso. El miércoles 3 y el jueves 4, cerca de 3.000 personas habían concurrido a la Gruta. Muchos habían dormido allí mismo. Los periódicos locales hablaban de las apariciones y muchas personas habían venido de lejos. Pero la Señora no se presentó. Bernardita recitó sola el rosario y regresó a su casa llorando: "No quiero volver más -decía-. No apareció porque hay demasiada gente".
El 25 de marzo, alentada por la amabilidad de la Señora, Bernardita se animó a preguntarle varias veces. "Señora, ¿me puede decir su nombre?" La Señora sonrió y, al fin, ante la insistencia de la chica, elevando las manos y los ojos al cielo, exclamó: "Yo soy la Inmaculada Concepción".
El 16 de julio es la fiesta de Nuestra Señora del Carmen. La Santísima Virgen apareció en Lourdes más hermosa y sonriente que nunca e, inclinando la cabeza en señal de despedida, desapareció de la vista de Bernardita, que nunca más volvió a verla en esta tierra. Se le había aparecido 18 veces en 5 meses y 5 días, desde el 11 de febrero de 1858.
A partir de entonces, los peregrinos llegan a Lourdes desde todos los países del mundo, en trenes, aviones y ómnibus repletos. Miles y miles son enfermos que vienen en busca de salud; pero se llevan también la alegría y un increíble valor para soportar sus sufrimientos y ganarse con ellos el cielo. Sin embargo, el milagro más grande de la Virgen de Lourdes es la conversión de los pecadores, el cambio que hace que las personas vivan su fe con fervor y entusiasmo. Que la Virgencita amada, que se apareció en Lourdes, nos consiga de Dios, Padre misericordioso, la gracia de nuestra conversión y de nuestra eterna salvación. Hagamos penitencia y recemos por los pecadores.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario