Hoy en día, hay gente que por falta de cultura religiosa y filosófica o por vivir mal, niega, sin ninguna prueba, la existencia del Infierno. Aquí veremos lo que dice la Santa Biblia y la Iglesia Católica acerca de él.
“De Dios nadie se burla” (San Pablo a los Gálatas 6, 7)
I. LOS NEGADORES DEL INFIERNO
No existe el Infierno, dicen:
Los librepensadores: ¡Usted injuria la razón humana!… ¡En nuestro siglo… ¿creer en el Infierno?
Los escépticos: ¡Invenciones! ¡Historias de terror!
Los modernistas y liberales: ¡No hablamos de eso! ¡Se van a vaciar nuestras iglesias! ¡Atacan al espíritu moderno!
Los optimistas y sentimentales: ¡Dios es demasiado bueno! ¿Por un pecado de un momento?
No se trata de saber si creen o no, de si les gusta o no, de si les acomoda o no a los intelectuales modernos. Se trata de saber si el Infierno existe… Pues bien… ¡Existe el Infierno! “De Dios nadie se burla” nos repite con frecuencia la Sagrada Escritura. ¿Cómo estar seguros de que el Infierno existe? Por Nuestro Señor Jesucristo… quien no puede engañar ni engañarnos, porque Él es Dios y ha manifestado su divinidad por sus milagros porque Dios nos ha revelado que existe verdaderamente un Infierno.
II. LO QUE DICE LA BIBLIA
En el Antiguo Testamento:
Recorred los Salmos, los Profetas, etc. Frecuentemente refiriéndose a los impíos, hablan de: “gusano que roe y no muere”, “fuego que no se apaga”, “fuego que los devorará”, “¿quién de vosotros podrá soportar este fuego que devora?”, “¿quién de vosotros podrá vivir en medio de los fuegos eternos”, etc.
En el Nuevo Testamento:
¡Cuántas veces el Evangelio nos recuerda esta verdad! He aquí el resumen de la predicación de San Juan Bautista:
“Haced penitencia, porque ya el hacha está puesta a la raíz del árbol”. “Todo árbol que no da fruto será cortado y arrojado al fuego” (San Lucas 3, 9). “El alma cenará su trigo en su granero, mientras que la paja la quemará con fuego inextinguible” (San Mateo 3, 10-12)
Cristo habla del Infierno
Aún si no hubiera hablado más que una sola vez, sería suficiente. Bajo pena de renunciar a ser sus discípulos y bajo pena de ser rechazado por Él, deberíamos creer en su divina palabra que no puede engañar. Pero ¿Nuestro Señor Jesucristo habló del Infierno una sola vez? ¿Nos puso en guardia Nuestro Señor “que venía a salvar lo que estaba perdido”? Cuántas veces habla de las “tinieblas exteriores”, del lugar donde habrá “lágrimas y rechinar de dientes”, de la “Gehenna”.
“Nada temáis a los que pueden matar el cuerpo y no pueden matar el alma: temed más bien al que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehenna” (San Mateo 10, 28).
¿Se dice que pensar en el Infierno es inútil? Lean las actas de los mártires: ¿no es cierto que con ésta última frase respondían a sus jueces en medio de sus torturas?
¿Nuestro Señor Jesucristo no tuvo miedo de insistir?
Escuchen lo que nos dice para no titubear ante ningún sacrificio:
“Si tu mano te escandaliza, córtatela: mejor te es entrar en la vida manco en la vida que con ambas manos ir a la Gehenna, al fuego inextinguible, donde ni el gusano muere ni el fuego se apaga”
Y el buen Maestro insiste:
“Si tu pie te escandaliza córtatelo: mejor te es entrar en la vida cojo que con ambos pies ser arrojado a la Gehenna, donde ni el gusano muere, ni el fuego se apaga”.
Pero no se insistirá jamás demasiado para salvar a estos pobres locos que se dejan seducir por la vanidad del mundo que nos deslumbra tanto. Y continúa:
“Si tu ojo te escandaliza, sácatelo: mejor te es entrar tuerto en el reino de los cielos que con ambos ojos ser arrojado a la Gehenna, donde ni el gusano muere, ni el fuego se apaga”.
Y este discurso en donde el Hijo de Dios insiste tanto lo repitió frecuentemente, porque nos lo reporta San Marcos (9, 43-48). Los Evangelios son sólo un resumen de su vida, está claro que el mismo Señor recordó frecuentemente esta misma verdad.
El discurso sobre el Juicio Final
“Apartaoos de mí, malditos, id al fuego eterno, preparado para el Diablo y sus ángeles” (San Mateo 25). Los que temen saber si hay fuego en el Infierno, lean estas palabras y las del final del mismo discurso: “Y estos irán al suplicio eterno”. Los sentimentales que se imaginan que se pueden burlar impunemente de Dios, mediten esta advertencia de la Verdad Eterna, así como éstas expresiones de la historia del Rico Epulón. Es Jesús mismo quien las ha escogido para hacernos comprender:
“Este lugar de tormentos”. “Estoy atormentado en las llamas”. “Hijo, acuérdate que ya recibiste tus bienes en vida, y Lázaro recibió males, y ahora él es consolado y tu eres atormentado”. “Entre nosotros hay un gran abismo, de manera que los que quieran pasar de aquí a vosotros no pueden, ni tampoco pasar de ahí a nosotros”. “Padre, te lo ruego, envía a Lázaro a casa de mi Padre, porque tengo cinco hermanos, para que les advierta, a fin de que no vengan también ellos a éste lugar de tormentos”.
Y dijo Abrahám: “Tienen a Moisés y a los Profetas: que los escuchen”. -”No Padre Abrahám”, dijo él (el rico malo), “pero si algunos de los muertos fuese a ellos, harían penitencia”. Y le dijo: “Si no oyen a Moisés y a los Profetas, tampoco creerán si un muerto resucita”.
¿Y los Apóstoles?
San Pedro: “Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que, los precipitó en el abismo de las tinieblas al fondo del Tártaro para ser allí atormentados” (II Pedro 2, 4). San Pablo: “El Señor castigará con las llamas del fuego a los que desconocen a Dios y no obedecen al Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo”. “Sufrirán penas eternas en la muerte, lejos de la Faz del Señor” (II Tesalonicenses 1, 8 Gálatas 5 y Efesios 5, 5). Y este grito de pavor: “Es terrible caer en las manos de Dios vivo”. Además de sus milagros y de las conversaciones que Dios le había concedido hacer, “castigo mi cuerpo y lo esclavizo”, “no sea que, habiendo predicado a otros, resulte yo mismo reprobado”. Y el dulce San Juan: “Si alguno adora a la bestia… será atormentado con el fuego y el azufre delante de los santos ángeles y delante del Cordero. Y el humo de sus tormentos subirá por los siglos de los siglos y no tendrá reposo ni de día ni de noche” (Apocalipsis 14, 10). “Y todo el que no fue hallado en el libro de la vida fue arrojado al estanque de fuego” (Apocalipsis 20, 15). “Los cobardes, los infieles, los abominables, los homicidas,los fornicarios, los hechiceros, los idólatras y todos los embusteros, tendrán su parte en el estanque que arde con fuego y con azufre, que es la segunda muerte” (Apocalipsis 21, 8 y 1, 18).
III: LA IGLESIA CATÓLICA Y EL INFIERNO
¡Sí, existe un Infierno… y un Infierno eterno!
Es de fe. Lo sabemos con certeza porque Dios mismo nos lo ha advertido. Él nos ha dicho: “Yo soy el Señor y no cambio” (Malaquías 3, 6)
“Aquel que ha permitido el perdón al pecador arrepentido, no le ha prometido el día siguiente”. San Gregorio.
La Iglesia nos lo advierte por el Símbolo de San Atanasio y el IV Concilio de Letrán y por su enseñanza continua. El que no lo quisiera creer, quedará fuera del Arca de Salvación.
IV CONCLUSIÓN ¿IREMOS AL INFIERNO?
Sí,… si no creemos. “El que no crea será condenado” (San Marcos 16, 16). Sí,… si despreciamos a Dios y a sus mandamientos. No pensemos poder actuar impunemente: “De Dios nadie se burla”. Es Él quien tiene la última palabra. Sí,… si no tenemos santo temor a Dios, si nos resistimos a creer en su palabra a pesar de las pruebas que nos ha dado, si aceptemos las falsas doctrinas muy de boga en nuestros días, si no hacemos todo por la salvación eterna, si nos dejemos arrastrar por el respeto humano, por hacer confesión y comunión sacrílega, si no santificamos el día del Señor, si no perdonamos y restituimos el mal adquirido y si no rompemos con malas compañías o peligrosas, si no aceptamos el deber de tener hijos en el matrimonio, si no huimos de la impureza. Sí,… muy probablemente si dejamos para mañana nuestra conversión. La regla general es ésta: “Se muere como se vive”.
La bondad de Dios
Miremos el crucifijo: “Dios amó tanto a los hombres que les dió a su Hijo Unigénito, para que el que crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna” (San Juan 3, 16). “Él se anonadó por nosotros”, “me ha amado, se ha entregado a Sí mismo por mí” (Filipenses 2, 16) ¡Cuantas veces ha llamado a la puerta de nuestro corazón! ¡Y el tiempo tan precioso que nos ha dado! ¿No es acaso fruto de su Misericordia para emplearlo en nuestra salvación? ¿Que esperamos? Tomemos el mejor medio. No hay nada mejor que la salvación eterna. No continuemos haciendo poco caso de los deberes para con Dios y pecando en su presencia, no olvidemos jamás que:
“De Dios nadie se burla”.
Ver temas relacionados, haciendo click aquí: Infierno.
Fuente: EcceChristianus _________________________________________________________________________________________________________________________________________
A quien nos envía una pregunta sobre este tema, le agradeceremos enviarnos la cita a la que hace alusión a nuestro correo electrónico: catolicidad@hotmail.com. Con ese elemento y por ese mismo medio le responderemos con mucho gusto.
ResponderEliminarAtte
CATOLICIDAD
Muy gráfico el video: Así corre una inmensa mayoría de personas hacia su condenación eterna. Han hecho a Dios a un lado.
ResponderEliminarHa dicho la Virgen en Fátima que muchos se condenan porque no hay quien rece por ellos.
Oremos muchas veces esta oración que Ella misma nos dictó por medio de los pastorcillos de Fátima:
Oh Jesús mío, perdónanos y líbranos del fuego del infierno, llevad al Cielo a todas las almas, socorred especialmente las más necesitadas de tu misericordia.
A un lector cuyo nick es "católico fiel a la Iglesia":
ResponderEliminarSi yo le digo a mi hermano "tú más que mi hermano eres mi amigo", no significa que mi hermano no sea mi hermano o que deje de serlo, simplemente estoy haciendo énfasis en que es TAMBIÉN mi amigo. Enfatizar un aspecto no es negar otro. Decir que "el infierno más que un lugar es una situación" no implicaría negar que es un lugar, solamente es hacer énfasis en que también es una situación que sufre el alma. Cristo dice que en el Juicio Final dictaminará a los condenados: "Id malditos al fuego eterno". Luego, sí hay fuego en el infierno y éste es un lugar donde será "el llanto y crujir de dientes", como dice la propia Palabra de Dios (la Biblia). El Magisterio de la Iglesia lo denomina como UN LUGAR en el Catecismo Romano del Concilio de Trento publicado por orden del Papa San Pío V y señala: "Cuántos son LOS LUGARES en donde están detenidas, después de la muerte, las almas que están privadas de la gloria" y llama al infierno "cavidad" y "cárcel horribilísima y muy oscura, donde con fuego perpetuo e inextinguible, son atormentadas las almas de los condenados" (Ver CATECISMO ROMANO, PRIMERA PARTE, DEL ARTÍCULO QUINTO, CAPÍTULO VI, 3). Esta enseñanza no podría ser modificada por la opinión personal de otro papa, pues son dadas EN CUSTODIA a la Iglesia y es verdad enseñada por Dios mismo la existencia de un lugar donde hay fuego eterno y donde estarán eternamente las almas de los condenados.
Un abrazo en Cristo.