martes, 21 de octubre de 2014

CONSAGRACIÓN DEL HOGAR Y LA FAMILIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

"Entrad por la puerta angosta, porque la puerta ancha y el camino espacioso son los que conducen a la perdición, y son muchos los que entran por él. ¡Oh, qué angosta es la puerta y cuán estrecha es la senda que conduce a la Vida, y qué pocos son los que la encuentran" (Mt 7, 13-14)


La Virgen, en Fátima, ha venido a pedir la devoción a su Inmaculado Corazón que, nos prometió, un día finalmente triunfará. No ha venido a ensanchar el camino para que se siga pecando y simultáneamente se pueda comulgar, sino a decirnos cuál es la solución: no pecar más, llevar una vida conforme a la voluntad de Dios, hacer penitencia y oración y rogar por la CONVERSIÓN de los pecadores. Nos dijo que hay muchas almas que se condenan porque no hay quien rece por ellas. De ahí que solicitara al pueblo cristiano esta urgente oración que diariamente debemos rezar:
"Oh Jesús mío, perdónanos y líbranos del fuego de infierno, lleva al Cielo a todas las almas, socorre especialmente a las más necesitadas de tu misericordia".
Entrégate a la dulcísima Madona, a su Inmaculado Corazón, en cuerpo y alma, con el corazón y con el espíritu, con tu libre voluntad y con tu entero camino por la vida, y serás transformado en un templo según el corazón de Dios. El sol de la mañana de la esperanza siempre nueva, el sol de mediodía del verdadero amor y el sol al ocaso con la fe conservada íntegra hasta el final, pese a los intentos de engaño del mundo, van a hacer que tu templo sea bañado de la luz eterna.

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