domingo, 2 de agosto de 2009

EN EL SEGUNDO MILENIO DE SAN PABLO, ARQUEÓLOGOS DESCUBREN SU IMAGEN MÁS ANTIGUA


El 19 de junio de este año fue descubierta la más antigua representación conocida de San Pablo. Ella se remonta al fin del siglo IV.

Según informó la agencia Zenit, fue localizada cuando se practicaban excavaciones en la catacumba de Santa Tecla, en la vía Ostiense, no lejos de la basílica del Apóstol, fuera de las antiguas murallas de Roma.

Los arqueólogos limpiaban -con rayos láser- una bóveda, cuando descubrieron un exuberante fresco. En el centro estaba representado el Buen Pastor. Alrededor, tenía cuatro círculos con las imágenes de San Pedro, San Pablo, y otros dos apóstoles.

Los arqueólogos Fabrizio Bisconti y Bárbara Mazzei suministraron todos los detalles del descubrimiento. Bisconti, que es secretario de la Pontificia Comisión de Arqueología Sacra y presidente de la Academia Pontifícia del Culto de los Mártires, ponderó que “puede ser considerado el icono más antiguo del Apóstol encontrado hasta ahora”.

El hallazgo, sin embargo, suscitó malestar entre aquellos -inclusive “católicos de izquierda”- que les gusta decir (sin ningún sustento) que la tradición de la Iglesia Católica se basa en mitos inverificables.


En la pintura, San Pablo aparece con un aire pensativo, mirar penetrante, la frente alta y barba en punta.

Aquella faz, una vez yendo a Damasco para perseguir a los cristianos, vio súbitamente a Nuestro Señor que se le apareció envuelto en una nube de luz y lo derrumbó del caballo.

- “Saulo! Saulo! ¿Por qué me persigues?” (Hechos, 9, 4-ss)

Él entonces preguntó: -“¿Quién eres, Señor?”

- “¡Yo soy Jesús a quién tú persigues! Dura cosa es para ti dar coces contra el aguijón”.

San Pablo tembló. El soplo de la gracia hacía tiempo venía llamando a Pablo para convertirse, y él estaba recalcitrante. Y Nuestro Señor le dice:

-“Levántate y entra en la ciudad. Y ahí te será dicho la que debes hacer" (Hechos 9, 4-ss)

Luego, la historia es conocida(*): Pablo queda ciego y entra a Damasco. Ahí Ananías, discípulo de Cristo, recibe una visión en la que el Redentor le ordena curar a Pablo. Así lo hace y, entonces, Pablo se convierte, es bautizado y comienza a predicar -en las sinagogas- que Jesús era el Hijo de Dios.

REFLEXIÓN:

Quién sabe si este nuevo descubrimiento no trae un mensaje para nosotros, para el mundo.

¿No necesitaríamos de una “caída” como la de San Pablo, una sacudida providencial, para el mundo, y para nosotros mismos, para enderezar nuestros caminos y hacernos partícipes de la lucha por la causa de la Iglesia?
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OBSERVACIÓN: PUEDES HACER CLICK SOBRE LA SEGUNDA IMAGEN, PARA VER AMPLIFICADO EL ROSTRO DE SAN PABLO.

Traducción del portugués de CATOLICIDAD
(*) La nota original narra la historia completa y detallada.

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