SUSTITUYE A LA VERDAD
La primera y fundamental doctrina del poder de este mundo es la afirmación: la verdad no existe. Ya decía San Agustín que la diferencia entre la ciudad del mundo y la ciudad de Dios se finca en que la primera tiene mil opiniones, y la segunda, una sola verdad. La diferencia capital entre las dos ciudades, no versa, por tanto, sobre el contenido, sino sobre la misma existencia de la verdad. Basta recordar el dramático diálogo entre Jesús y Pilatos.
Lo más grave es que hay una técnica para sustituir la verdad por la opinión. Esa técnica existe y es socorridísima: basta dar una ojeada a la actual producción religiosa, literaria, filosófica. Se trata de expresar opiniones tan cautelosamente formuladas, que es imposible saber cuál es la tesis del autor; o mejor aún: se yuxtaponen unas a otras, como si fueran mutuamente compatibles, doctrinas que son entre sí contradictorias.
Fijémonos en el slogan de la muerte de Dios. Si se dijese negación, todos comprenderían. Mas aquí nos encontramos frente a una operación sutilmente sofisticada, que quiere dar falazmente la impresión de salvar así la idea más aquilatada y químicamente pura de Dios... por su 'identificación' con la más profunda realidad del hombre.
Los mismos términos equívocos de 'conservador' y 'progresista' esconden la técnica del relativismo, que conduce toda cuestión doctrinal a los esquemas de derecha e izquierda, con lo que todo se relativiza, todo se torna cuestión de opinión e instrumento de poder. La relativización de la verdad y de la doctrina es el verdadero objetivo de tales exposiciones arbitrarias de los actuales problemas de la Iglesia.
¿No es ese absurdo e injustísimo justo medio, que incluso obispos y cardenales preconizan entre nosotros, como si el ideal estuviera en plantarnos a medio camino, entre la verdad y el error?
2.- ¿RESURGE LA 'GNOSIS'?
Recuérdese que la 'gnosis', con su atractivo de ciencia y alta especulación, con su afán de comprender el misterio y naturalizar la fe, constituye en el siglo II, el mayor peligro quizá de toda la historia de la Iglesia. Creo que se puede legítimamente calificar de 'gnosis' ese conglomerado de errores, que hoy circulan por ahí, vistos en su sistematización. Mas... ¿son muchos los que saben lo que dicen? Esto es lo terrible: ¡que no saben lo que dicen!
Se procede no por motivos racionales, sino por el prurito de conformarse al mundo. Pero el poder mundano tiene su propia filosofía; y los teólogos de moda traducen al lenguaje teológico las opiniones del día, no porque acepten una doctrina como tal, sino porque aceptan las doctrinas, que lisonjean a los poderes de este mundo.
La gravedad del momento presente es ésta: que no se trata ya más de la oposición o contraste entre la verdad y el error, sino entre la verdad y la no verdad, entre el orden de la verdad y la dictadura de la opinión. Los hombres se creen libres porque así figura en los textos jurídicos, cuando esa misma engañosa creencia es prueba de su servidumbre.
¿Estará también la Iglesia bajo la dictadura de la opinión? La Iglesia, no; pero muchos que están en la Iglesia, sí. La Iglesia no podría ser violentada en su libertad, sin que el Espíritu Santo suscite poderosas reacciones...
3.- LO MÁS URGENTE
La obra más urgente es restaurar en la Iglesia la distinción entre la verdad y el error. Hemos llegado a tal extremo que todo ejercicio de la autoridad eclesiástica se considera como abuso frente a la libertad. ¡Como si la autoridad fuese la negación de la libertad! Mil poderes ilegítimos coartan muy gravemente y muy sistemáticamente la conciencia y la libertad de las personas en el plano inmediato, mientras que en el plano más profundo las apartan de la verdad, expresada en las fuentes de la Revelación y en el Magisterio. Yo espero que las justas y autorizadas distinciones llegarán. La pastoral no es el arte del compromiso y la cesión: es el arte de la salvación de las almas en la verdad.
Esa verdad, que se oscurece tantas veces en las abusivas deformaciones de la liturgia. Hoy se descubren peligrosas pérdidas en lo esencial. Lo sagrado no es solamente el rito: es la presencia, en el rito, de la realidad significada. Cuando se mitiza el rito, se pierde el sentido de la sustancia que contiene. Nada, por consiguiente, de extraño que la Eucaristía se convierta para algunos en una simple fiesta de la unidad humana, en la cual Dios es nada más que un espectador. Aquí estamos no ya en la herejía, sino en la apostasía.
¿QUIÉN FUE EL CARDENAL SIRI?
Su Eminencia Giuseppe Siri (Génova, 20 de mayo de 1906 — Villa Campostano, 2 de mayo de 1989) fue un Cardenal Italiano. Se le nombró arzobispo de Génova desde 1946 a 1987, y en 1953 fue elevado a cardenal por S.S. Pío XII. Fue papabili en cuatro cónclaves y se dice que estuvo a punto de ser electo pontífice. Lo llamaban "el delfín de Pío XII". Llegó a ser presidente de la Conferencia Episcopal italiana de 1954 a 1965. Siendo un fuerte oponente de los partidos de izquierda, habló frecuentemente en defensa de los trabajadores de todo el mundo y en múltiples ocasiones intervino como mediador en conflictos laborales locales.
VISITA DEL CARDENAL SIRI AL SANTUARIO DE N.S. DI CARAVAGGIO EN 1988
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