Así se llama tradicionalmente este mes dedicado a la Stma. Virgen, en el que ofrecemos a nuestra Madre del Cielo nuestras mejores “flores” espirituales y materiales. Un método muy sencillo es saludarla con las siguientes deprecaciones:
Madre mía amantísima, en todos los instantes de mi vida, acordaos de mí, miserable pecador. Avemaría
Acueducto de las divinas gracias, concededme abundancia de lágrimas para llorar mis pecados. Avemaría
Reina de cielos y tierra, sed mi amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos. Avemaría
Inmaculada hija de Joaquín y Ana, alcanzadme de vuestro santísimo Hijo, las gracias que necesito para mi eterna salvación.
Avemaría
Abogada y refugio de los pecadores, asistidme en el trance de mi muerte, y abridme las puertas del Cielo.
Avemaría.
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