sábado, 22 de enero de 2011

¿CUÁL ES EL MAYOR PECADO?



l aborto no es actualmente el pecado más grave de la humanidad. Es, desde luego, uno de los mayores crímenes que pueden cometerse contra los seres humanos: matarlos, quitarles la vida. También es gravísimo quitarles la fe, escandalizarlos, ayudarles a pecar, matarlos de hambre, por omisión de las acciones que podrían realizarse para sacarles de su miseria, etc. De todos modos, el aborto es un crimen enorme: matar un ser humano en el propio seno de su madre, cuando, siendo inocente, está indefenso, en un estado de total vulnerabilidad y debilidad. Horrible, espantoso.

Pero el pecado más grave del hombre es la infidelidad, no creer en Dios, y aún es peor la apostasía. Cuando al comienzo de la carta a los Romanos describe San Pablo los pecados de la humanidad pagana de su tiempo, dice:
«Desde la creación del mundo, lo invisible de Dios, su eterno poder y su divinidad, son conocidos mediante las criaturas. De manera que son inexcusables, por cuanto conociendo a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias… Alardeando de sabios se hicieron necios… Por esto los entregó Dios a los deseos de su corazón… pues trocaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar de al Creador, que es bendito por los siglos. Por eso los entregó Dios a las pasiones vergonzosas», etc. Y enumera más de veinte pecados-consecuencias del pecado-principal, la negación de Dios (Romanos 1, extractos).
Siempre la Iglesia ha considerado la infidelidad (no-fe) como el más terrible de los pecados, como aquello que más pervierte al hombre y a la sociedad, como el pecado que más pecados causa y engendra. Santo Tomás de Aquino lo explica así:
El pecado es «aversio a Deo et conversio ad creaturas» (STh III, 86,4 ad1m; II-II, 118,5; I-II, 71,6). Aversio en latín tiene más el sentido de apartamiento, separación, que el de aborrecimiento, aunque también puede significarlo. «Todo pecado consiste en la aversión a Dios. Y tanto mayor será un pecado cuanto más separa al hombre de Dios. Ahora bien, la infidelidad es lo que más aleja de Dios… Por tanto, consta claramente que el pecado de infidelidad es el mayor de cuantos pervierten la vida moral» (II-II, 10,3).
Y aún más grave pecado es la apostasía, por la que el creyente abandona la fe. La apostasía es la forma extrema y absoluta de la infidelidad (STh 12,1 ad3m). No hay para un cristiano un mal mayor que abandonar la fe católica, apagar la luz y volver a las tinieblas, donde reina el diablo. Así lo entendió la Iglesia desde el principio, como lo afirman San Pedro y San Juan:
«Si una vez retirados de las corrupciones del mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, de nuevo se enredan en ellas y se dejan vencer, su finales se hacen peores que sus principios. Mejor les fuera no haber conocido el camino de la justicia, que después de conocerlo, abandonar los santos preceptos que les fueron dados. En ellos se realiza aquel proverbio verdadero: “se volvió el perro a su vómito, y la cerda, lavada, vuelve a revolcarse en el barro”» (2Pe 2,20-22). De los renegados, herejes y apóstatas, dice San Juan: «muchos se han hecho anticristos… De nosotros han salido, pero no eran de los nuestros» (1Jn 2,18-19).
Y lo mismo Santo Tomás:
El apóstata adquiere una condición de esclavo y futuro réprobo
 «“El justo vive de la fe” [Rm 1,17]. Y así, de igual modo que perdida la vida corporal, todos los miembros y partes del hombre pierden su disposición debida [se corrompen], muerta la vida de justicia, que es por la fe, se produce el desorden de todos los miembros. En la boca, que manifiesta el corazón; en seguida en los ojos, en los medios del movimiento; y por último, en la voluntad, que tiende al mal» (II-II, 12,1 ad2m).
Una sociedad apóstata es capaz de crímenes mayores que una sociedad pagana. Corruptio optimi pessima (la corrupción de lo mejor es la peor). Son muchos los pueblos que, ateniéndose a sus tradiciones y religiones naturales, valoran el culto a sus dioses, el respeto a los padres, la virginidad, la maternidad, la obediencia a las autoridades escolares y cívicas, etc. Son naciones que no han llegado a los extremos de perversidad alcanzada por las naciones apóstatas de antigua filiación cristiana. En éstas pueden darse horrores extremos, como «el derecho al aborto», financiado por los contribuyentes, «el matrimonio homosexual», equiparado al matrimonio, el adiestramiento estatal para la rebeldía y la fornicación, también financiado por los contribuyentes, etc. Una sociedad apóstata es diabólica, es capaz de promover, legalizar y financiar las mayores atrocidades.

El aborto es la muestra más patente de que negando a Dios, el hombre no queda libre, abandonado a sí mismo, sino cautivo del diablo, que es «padre de la mentira y homicida desde el principio» (Jn 8,44). No hablo ahora de quien por debilidad comete un aborto. Trato de quienes lo defienden como un derecho humano irrenunciable, como un progreso en la historia del derecho. Y en ese sentido el aborto es diabólico:

–es diabólico el aborto porque es mentira. Hablar del derecho que una mujer madre tiene sobre su propio cuerpo; considerar el feto humano como si fuera un tumor extirpable; poner en duda la identidad humana del niño concebido por padres humanos… todo eso es diabólico. Hay conocimientos científicos sobradamente suficientes para asegurar la identidad genética que se mantiene desde el óvulo fecundado al niño nacido y crecido. No hace falta ser cristiano y tener fe para estar cierto de que el ser concebido en el seno de la mujer es un ser humano viviente. ¿Qué otro ente puede ser, un antropoide? El aborto es mentira, es diabólico. Y todos los filósofos, científicos, escritores y periodistas que callan esta verdad o la niegan están bajo el influjo del Padre de la Mentira.

–es diabólico el aborto porque es homicida, es mata-hombres, como el diablo lo es desde el principio, desde Caín matando a Abel, porque es el enemigo del género humano. Y así como Cristo es «el Autor de la vida», como bellamente le llama San Pedro en su primera predicación apostólica (Hch 3,15), el diablo en cambio es el autor del pecado y de la muerte. De Cristo nos viene la verdad y la vida; del diablo, la mentira y el homicidio. Por tanto, el aborto es diabólico.

José María Iraburu, sacerdote

Fuente: El Cruzamante. Título original: El aborto no es el mayor pecado.
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6 comentarios:

  1. El mismo Cristo lo dijo "Amaras al señor tu Dios con todo tu corazon con toda tu alma y con toda tu mente" y " Amaras al projimo como a ti mismo" de estos 2 mandamientos penden la ley y los profetas.
    Realmente el olvidarse de Dios es un pecado muy grave, que el Rey del Amor, que dió su vida por nosotros, no tenga nada en nuestra vida es sobre todo triste.
    Aquel que no conoce a Xto, no conoce el Amor, por lo menos el verdadero.
    ¿Que vida es la humana sin Amor?
    Aborto, pena de muerte, apostasía, todos son pecados contra el Amor, por tanto contra el mismo Dios.
    Que el Señor, Amo nuestro, nos mantenga en
    su fidelidad como hijos de la iglesia que somos, imperfectos, pero hijos.

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  2. Estimado Fernando:

    Agradecemos mucho este atinado mensaje. En efecto, quien no conoce a Cristo no conoce el amor verdadero.

    Sólo una precisión: En algún futuro post analizaremos el tema de la pena de muerte. Veremos que no puede equipararse al aborto o a la apostasía. No nos adelantaremos aquí en un breve comentario, pues tal tema es complejo y exige se trate con amplitud.

    Muchas gracias por estos conceptos que expresa sobre el Amor, recordando que los mandamientos se reducen finalmente a dos: amor a Dios y al prójimo.

    Un fuerte abrazo en Cristo
    Atte
    CATOLICIDAD

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  3. Agradecería infinitamente un post acerca de la pena de muerte.
    Gracias al equipo de Catolicidad que Dios los guarde.

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  4. Estimado Marcos:

    Con mucho gusto pondremos en un futuro un post sobre tan interesante tema. No lo prometemos muy pronto pues no es fácil hallar el debido material para fundamentar lo que la Iglesia enseña, pero ciertamente está en nuestra lista de temas por tratar.

    Te agradecemos mucho tu mensaje.
    Recibe un fuerte abrazo en Cristo.
    Atte.
    CATOLICIDAD

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  5. "La infidelidad misma no es culpable sino en la medida en que es voluntaria; por eso es tanto más grave cuanto más voluntaria. Pero el hecho de ser voluntaria proviene de odiar la verdad que se proponga. Es, por lo mismo, evidente que la formalidad del pecado de infidelidad está en el odio a Dios, sobre cuya verdad versa la fe. De ahí que, como la causa es más importante que el efecto, el odio a Dios es mayor pecado que la infidelidad."

    (Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, II-II, q. 34, art. 2, ad 2.)

    El odio de Dios es el peor de todos los pecados, no ningún pecado de descreimiento o el pecado de cisma, por malos que sean.

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