¡Señor de la cristiandad!
¡Hostia clavada en la cruz,
que nimba la viva luz
de tu amor y tu Verdad!
Clemente, a la humanidad
gustar le has hecho el licor
de tu Sangre, y el sabor
de tu Cuerpo...Vino y Pan
¡que brindándonos están
las delicias de tu Amor!
En esta trágica hora
de temores y desmayos,
de cálculos y soslayos,
de tibieza que desdora,
la humanidad pecadora
tiembla y gime enloquecida
porque estando al mal rendida,
ni le duele tu dolor
ni la enamora tu amor...
¡de todo, Señor, se olvida!
¡Olvido no! Recordar
tu sacrificio, Señor,
para que crezca el fervor
que debe el pecho inflamar!
¡Y adorarte y desear
ser contigo en comunión,
y entregarte el corazón,
y sufrir con tu sufrir,
para llegar a sentir
la pasión de tu pasión!
Que mi patria siempre leal,
te pruebe su amor así,
volviéndose toda a tí
con un ímpetu triunfal.
Más si acaso por su mal,
reniega de tu verdad,
si rechaza tu bondad,
si quiere esquivar tu luz,
¡salva a México en tu Cruz,
Señor de la Cristiandad!
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Que el Señor de la Cristiandad salve a México y a todas las naciones católicas, en esta hora de traiciones y apostasías.
ResponderEliminarBellísima poesía y con un mensaje que se convierte en una imperiosa y necesaria oración.