viernes, 28 de mayo de 2010

POCO MENOS QUE ÁNGELES


La juventud es la edad de los sueños, de los grandes ideales, de los anhelos de gloria y de grandeza. El mundo parece ofrecer muchos medios fáciles y cómodos para alcanzar esta gloria y grandeza, aunque el precio, la mayoría de las veces, es la negación de los principios y valores de la vida cristiana.

La Santa Iglesia, como buena madre, empuja a sus hijos hacia las más altas cumbres del heroísmo, por medio de la práctica constante de las virtudes cristianas. Mientras que el mundo no puede ofrecer más que cosas materiales y honras pasajeras, la Santa Iglesia procura a sus fieles hijos una aureola y una corona eterna de santidad.

Si todos estamos llamados a ser santos, los jóvenes, por su edad lo están aún más, pues en esta etapa de la vida son los grandes ideales de la vida y los sueños nobles los que ocupan su mente. Y si se piensa bien: ¿Puede tenerse mayor ideal o soñarse algo más grande que la conquista del Reino de los Cielos?

El demonio lo sabe muy bien y por eso pone todo su empeño en ahogar las almas jóvenes en el pantano de los defectos, de los pecados y de los vicios. ¡Nunca ataca tanto el demonio, porque sabe que nunca se puede esperar tanto como del alma de un joven que busca a Dios!

Veamos los ejemplos que la Santa Iglesia nos propone como modelos. Animémonos a imitar sus ejemplos, pues únicamente de estos jóvenes que buscaron la santidad, se canta en su honor: “Fueron poco menos que ángeles”. Eso es, ni más ni menos, un joven generoso, combatiendo contra los peligros del mundo actual y viviendo la vida de la gracia en su alma, puede llegar a ser poco menos que ángel.

Al mostrarnos los ejemplos de los santos, la iglesia quiere animarnos a aceptar la invitación que Dios nos hace para combatir, para alcanzar la salvación de nuestras almas. Algunos de estos santos son:

 San Luis Gonzaga: Hijo del marqués de Gonzaga, debía heredar todos los bienes de su familia. Sin embargo, supo despreciar los títulos de la tierra para asegurarse sus propiedades en el cielo. Fue siempre un modelo del cumplimiento del deber diario. Brillan particularmente su admirable obediencia, su gran cuidado y prudencia en el trato con el mundo y su modestia. Sobre estas columnas edificó el santuario de su santidad, confiándose bajo la maternal protección de la Virgen Santísima de quien fue fiel devoto. Entró a la Compañía de Jesús a los 18 años y murió a los 23. Es el principal patrono de la juventud mexicana.

 San Estanislao de Kostka: noble de familia polaca que se distinguió por su especialísima devoción al Santísimo Sacramento y a la Virgen Santísima. Fue muy cuidadoso de su inocencia y se conservó limpio y puro de cuerpo y alma durante toda su vida. Ingresó muy joven a la Compañía de Jesús y se destacó por su serenidad y piedad. Dios vino a llevárselo pronto al cielo cuando contaba con 17 años.

 San Juan Berchmans: llamado “El santo de la obediencia”, se empeñó durante toda su vida en obedecer todo y siempre. Nunca se le veía cambiar de ánimo, era afable y cariñoso con los pequeños y los necesitados. Vivió obedeciendo en silencio, con una vida oculta y obscura a los ojos del mundo; pero rica y llena a los ojos de Dios. Fue gran devoto de la Santísima Virgen y todos los días ofrecía un sacrificio en su honor. Murió a los 22 años de edad, con los ojos fijos en una imagen de la Virgen.

 Santo Domingo Savio: el santo alumno de Don Bosco que llegó a decir: “Nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres”. Sabían bien que la alegría verdadera no la puede dar el mundo sino solo el alma en paz con Dios. Esa bendita alegría la comunicaba a los que lo rodeaban e irradiaba en todas sus acciones. Jugaba, reía, estudiaba, rezaba, todo lo hacía del mejor modo sabiendo lo mucho que le agradaba a Dios el sacrificio de un corazón sencillo y puro. Amaba con ternura filial a la Virgen María quien vino a llevárselo al cielo a la edad de 15 años.

Aún podría hablarse de otros muchos: San Gabriel de la Dolorosa, San Gerardo Maiela, Santa Rosa de Lima, Santa Teresita del Niño Jesús, Santa Bernardita de Lourdes, etc., pero puede decirse que todas sus vidas fueron un llamamiento de la gracia a esos corazones jóvenes a luchar valientemente contra sus rudas pasiones, a fortalecerse con la santa obediencia, a huir de las ocasiones de pecado y a guardase puros de cuerpo y alma. Tomémoslos de guías para que imitándoles y pidiéndoles su intercesión podamos llegar a ser como ellos: “Poco menos que ángeles”.


Un seminarista.

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