miércoles, 10 de marzo de 2010

MONJA EXCOMULGADA INJUSTAMENTE SERÁ CANONIZADA


Mary MacKillop fue una australiana de familia pobre que el ver de cerca el dolor y la escasez le impulsó a rezar y a dedicarse a los pobres; fundó la orden de las Hermanas de San José.

Durante su vida encontró muchas incomprensiones. No la entendieron algunos eclesiásticos e incluso llegaron a excomulgarla injustamente.
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Será canonizada el próximo 17 de octubre de 2010 por Benedicto XVI.


Nació en Fitzroy, en la periferia de la Melbourne, Victoria en 1842, de padres escoceses. Su familia se fue quedando pobre y tuvo que tomar un trabajo como institutriz a la edad de 16 años. Encontró al Padre Julian Tenison Woods quien quería fundar una congregación religiosa. Deseaba que sus miembros vivieran en la pobreza y se consagraran a la instrucción de los niños pobres. Mary fue la primer miembro y la superiora de esta nueva congregación en 1866 y funda la primera Escuela de San José en un establo sin uso en Penola, Australia.

La Congregación creció rápidamente y se extendió hasta Adelaida, Australia y a otras regiones de la colonia. La naturaleza independiente de la organización trajo conflictos con el Obispo de Adelaida. Mary fue excomulgada en 1871 por "insubordinación" y las religiosas fueron desapareciendo. La excomunión era inadmisible e injusta. Cinco meses después el obispo levanta la excomunión y Mary espera cristianamente a que, más tarde, una Comisión Episcopal la exonere de cualquier culpa y se repare la injusticia. Las Josefinas comenzarán, entonces, a desarrollarse en Outback y otras ciudades.

En 1873, Mary se dirigió a Roma para ganar la aprobación pontificia que permitiera a las Josefinas guardar su autonomía. MacKillop dirigía a las religiosas en conjunto en un época en que Australia estaba dividida en colonias.

MacKillop creó escuelas, conventos y establecimientos de caridad como orfanatos, refugios para los sin techo, los indigentes, los ancianos, los ex-prisioneros y las prostitutas, tanto en Australia como en Nueva Zelanda.

Frágil de salud, en 1901, tuvo una hemorragia cerebral. Aun cuando quedó mentalmente alerta, perdió su movilidad y murió en 1909.

Ver comentarios:

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5 comentarios:

  1. No conocía esta historia.
    Gracias por compartir estas noticias.
    Que bueno es tener estos ejemplos de vida, entregadas al amor al projimo y a Dios.

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  2. Lo mismo digo, no en vano dijo el Señor "por sus frutos los conocereis", el árbol bueno da frutos buenos. Madre Mary Ora pro nobis.

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  3. Bendito sea Dios por ello. El buen Dios defiende a los suyos, siempre, aunque los deje pasar por la criba del dolor antes.

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  4. Pido ayuda. Cometí un pecado abominable " el aborto" Llevé a una persona a abortar.Confesé mi pecado y lo primero que me dijo el sacerdote fue que estaba excomulgada.Lloré y lloro amargamente por esas palabras.Siempre he sido una persona sencilla humilde y había llevado mi religión y mi fe católica lo más fiel posible y dentro de lo que mi voluntad como humana me lo permitía.Aborrezco lo que hice y estoy totalmente arrepentida de haber aceptado el llevar a cometer el aborto. Se me dijo que se me perdonaría el pecado,pero aún así quedo excomulgada? No tengo consuelo,ni tengo paz el mero hecho de saber que estoy excomulgada me hace sentir peor .Que puedo hacer? Podré comulgar nuevamente? Estoy arrepentida totalmente y esto me duele mucho!

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    1. Estimada lectora:

      Ciertamente como usted señala el aborto es abominable, un pecado gravísimo; sin embargo, le tenemos una buena nueva: la misericordia de Dios es más grande cuando quien lo comete (o coopera con él) se arrepiente sinceramente de su falta. Precisamente para ello vino Cristo al mundo: para morir por nuestros pecados y que podamos ser salvos y perdonados. En efecto, esa misericordia divina es infinita y todo lo puede reconciliar cuando el pecador cae de rodillas ante Él y se duele sinceramente de sus graves faltas.

      Quien coopera o comete aborto, en efecto queda excomulgado. Por ello, debe acudir usted no con cualquier sacerdote sino con un sacerdote PENITENCIARIO o un obispo que tiene los poderes para que levante esa censura que actualmente pesa sobre usted. En las catedrales puede encontrar un sacerdote PENITENCIARIO. Pregunte por él y confiésese con el mismo, solicitando que le perdone y levante esa censura. Dios ha dado el poder a la Iglesia de atar y desatar en la tierra lo que queda atado y desatado en el Cielo. La Iglesia reserva el levantamiento de la censura solo a determinados sacerdotes, para verificar el genuino arrepentimiento y reparación de las faltas graves que van acompañadas con pena de excomunión.

      San Pedro lloró toda su vida sus tres negaciones. Así debemos todos llorar nuestras culpas. Acuda, pues, a la brevedad con el sacerdote penitenciario para que la perdone y le levante esa pena canónica. Así volverá la paz a su alma y podrá de nuevo comulgar a Cristo en la Sagrada Eucaristía. Le aconsejamos que independientemente de lo que el sacerdote penitenciario le diga, haga reparación de modo contrario a la falta, es decir, hágase propagandista pro vida y luche en su medio, conforme a sus posibilidades, contra ese crimen del aborto.

      Entréguese a la misericordia de Dios que le habrá perdonado por medio del sacerdote penitenciario y déle las gracias cuando le sea levantada dicha censura. Recuerde que las censuras buscan precisamente el arrepentimiento de quien infringe y comete esas faltas, tienen un fin misericordioso para que el pecador se arrepienta y nunca vuelva a cometerlas.

      Dios la ama y es misericordioso, para ello murió por usted en la Cruz. Él quiere su salvación y está con las manos clavadas para poderla abrazar lleno de amor y de ternura. Recuerde la parábola de la oveja perdida. Con qué amor Cristo busca a esa oveja que se salió del camino y con qué gozo y ternura se le llena el alma cuando la recupera. Lo mismo nos enseña con la parábola del hijo pródigo que regresa a casa del Padre. La dicha de ese padre es inmensa. Imagine el amor de Dios tan grande por usted, que estando en la Cruz pensó específicamente en usted (y en cada uno de nosotros) y murió por cada uno, sabiendo qué pecados cometeríamos.

      No demore, vaya de inmediato con el sacerdote penitenciario a la catedral y recupere la paz. Dios no se deja ganar en generosidad y la ama a usted con su infinita ternura y misericordia. Recobre la tranquilidad para su alma y, una vez hecho esto, acérquese cada día más a Dios. Mucha oración y cercanía a los sacramentos. Para Dios somos muy importantes y desea nuestra salvación eterna para que estemos con Él por los siglos de los siglos. El mejor camino para llegar es a través de su dulcísima Madre. Un medio es el rosario diario.

      Dios la llenará de bendiciones y será usted una persona nueva.

      Un abrazo en Cristo y cuente con nuestras oraciones.

      Gracias por escribirnos. El Señor la bendiga.

      Atte
      CATOLICIDAD

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