viernes, 7 de marzo de 2025

EL VIENTRE Y EL ALTAR: SANTUARIOS DE VIDA


Dios le ha otorgado una dignidad inmensa al vientre de una mujer, que solo se compara con el Altar. En el Altar, la hostia, al momento de la Consagración, adquiere la Vida de Cristo (se realiza la transubstanciación del pan por el Cuerpo de Cristo), y el vientre, luego de la concepción, adquiere una nueva vida humana; en ambos lugares ocurre un milagro, el milagro de la Vida.

El Altar es sagrado porque allí Jesús se hace presente real y verdaderamente en la Eucaristía. El vientre materno es sagrado porque allí Dios infunde un alma inmortal a un nuevo ser. Despreciar el don de la maternidad es olvidar que Dios mismo quiso encarnarse en el seno de María.

Honremos la vida en todas sus formas y defendamos estos santuarios donde Dios obra maravillas.

 I. A.

jueves, 6 de marzo de 2025

EN ESTA CUARESMA...


Tómate tu tiempo para hacer una Confesión muy humilde y dolorosa. Con verdadero arrepentimiento y propósito de enmienda. Para ello debes hacer previamente un muy buen Examen de Conciencia. Anota tus pecados para no olvidarlos (una vez confesado destruye la nota). Muchas veces nos ponemos nerviosos en el confesionario y podemos olvidarlos. Indica cuántas veces (es obligatorio decir el número de veces, en la medida de lo posible) y cuándo fue la última vez que cometiste los pecados. Esto ayuda al confesor a darte la penitencia adecuada y a ayudarte a desarraigar esos vicios. Hay obligación de explicar lo que agrava un pecado pero no dar detalles innecesarios. No olvides cumplir tu penitencia.

En adelante, luego de esta confesión, acude de inmediato al confesionario cuando hayas cometido una falta grave, y si no la hay, entonces es aconsejable hacerlo cuando menos cada cuatro o cinco semanas para confesar los pecados veniales.

Recuerda que éstos se pueden perdonar también por otros medios (agua bendita, un padre nuestro, pan bendito, etc.) mientras que los pecados mortales es necesario confesarlos al sacerdote. Es indispensable esto para poder comulgar pues la Eucaristía no debe nunca recibirse en pecado mortal. Quien comulga en pecado grave come y bebé su propia condenación, nos enseña el apóstol san Pablo.

Recuerda la parábola del hijo pródigo: Lucas, capítulo 15, versículos del 11-32.


martes, 4 de marzo de 2025

ESTE MIÉRCOLES DE CENIZA OBLIGAN GRAVEMENTE EL AYUNO Y LA ABSTINENCIA

Este post se mantendrá martes y miércoles 


Es día de ayuno y abstinencia:

El ayuno obliga desde los dieciocho años hasta los cincuenta y nueve, inclusive. 
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La abstinencia obliga a partir de los catorce años cumplidos (aunque es aconsejable iniciarla desde los 7 años, como antes se acostumbraba).

El ayuno es realizar sólo una comida fuerte (completa) al día. Se permite, además, la parvedad en la mañana y la colación en la noche que consisten en un alimento muy ligero (bastante menor al acostumbrado). No debe comer ningún otro alimento entre las comidas. Los líquidos simples o para calmar la sed pueden beberse a cualquier hora (por ejemplo: agua, cerveza, vino, café con poca azúcar, etc.). No deben beberse, entre comidas, caldos, leche y otros que fungen como alimento.

La abstinencia prohibe comer DURANTE LAS 24 HRS. DEL DÍA, carne y caldo de carne de animales terrestres o que vuelan (res, carnero, cerdo, pollo, codorniz, pájaros, etc.). Se permite la carne de pescados o mariscos (animales acuáticos). En algunas regiones existe el error generalizado de que se permite el pollo o el caldo de pollo, pero esto no es así.

Los que no están obligados al ayuno no están exentos de toda mortificación, porque ninguno está dispensado de la obligación general de hacer penitencia, y así deben los cuentos mortificarse en otras cosas según sus fuerzas.

Los Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo obligan gravemente el ayuno y la abstinencia. Los demás viernes de cuaresma obliga solo la abstinencia. Los otros viernes del año que no son cuaresma también debe llevarse la abstinencia de acuerdo con lo que se explica en el siguiente post:  HAZ CLIC AQUÍ. 



* Recordemos que conforme a los Mandamientos de la Santa Iglesia, obliga la Confesión anual por la Cuaresma y la Comunión (en gracia de Dios, luego de confesarse) por Pascua Florida.
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MIERCOLES DE CENIZA: EL INICIO DE LA CUARESMA
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Autores: Tere Fernández y Luis Gutiérrez
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. La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo.

La Cuaresma comienza con los Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.

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Origen de la costumbre
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. Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.

En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse.

En el año 384 dC, la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.

Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos del año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.

También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.

La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo. Nos enseña que todo lo material que tenemos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.

Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños ya los adultos.

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Fuente: Catholic.net
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DEL CATECISMO MAYOR DE SAN PÍO X:
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39. ¿Por qué el primer día de Cuaresma se llama día de CENIZA? - El primer día de Cuaresma se llama día de Ceniza porque en este día pone la Iglesia sobre la cabeza de los fieles la sagrada Ceniza.

40. ¿Por qué la Iglesia impone la sagrada Ceniza al principio de la Cuaresma? - La Iglesia, al principio de la Cuaresma, acostumbra poner la sagrada Ceniza para recordarnos que somos compuestos de polvo y polvo hemos de reducirnos con la muerte, y así nos humillamos y hagamos penitencia de nuestros pecados, mientras tenemos tiempo.

41. ¿Con qué disposiciones tenemos de recibir la sagrada Ceniza? - Hemos de recibir la sagrada Ceniza con un corazón contrito y humillado, y con la santa resolución de pasar la Cuaresma en obras de penitencia.

42. ¿Qué hemos de hacer para pasar bien la Cuaresma según la mente de la Iglesia? - Para pasar bien la Cuaresma según la mente de la Iglesia hemos de hacer cuatro cosas: 1ª, guardar exactamente el ayuno y la abstinencia, y mortificarnos no sólo en las cosas ilícitas y peligrosas, sino también en cuanto podamos en las lícitas, como sería moderándonos en las recreaciones; 2ª, darnos a la oración y hacer limosnas y otras obras de cristiana piedad con el prójimo más que de ordinario, 3ª, oír la palabra de Dios, no ya por costumbre o curiosidad, sino con deseo de poner en práctica las verdades que se oyen; 4ª, andar con solicitud en prepararnos a la confesión para hacer más meritorio el ayuno y disponernos mejor a la Comunión pascual.


Recomendamos leer en esta fecha el siguiente tema (haz clic):  EN ESTA CUARESMA: "SERMÓN DEL POLVO" DEL P. CASTELLAN I
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lunes, 3 de marzo de 2025

LA FUNCIÓN HOMERO: PRUEBA CIENTÍFICA Y FILOSÓFICA DE LA EXISTENCIA DE DIOS


“La existencia de Dios es la más evidente de todas las verdades, pues es el principio del ser mismo.”

— Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I, q. 2, a. 3

INTRODUCCIÓN: LA RAZÓN Y LA FE EN LA BÚSQUEDA DE DIOS

Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha buscado la causa última de todas las cosas. En esta búsqueda, la razón y la fe han caminado juntas, pues la verdad es una, y Dios, siendo la fuente de toda verdad, se manifiesta tanto en la luz de la Revelación como en el orden de la naturaleza.

Santo Tomás de Aquino, en su monumental obra Summa Theologiae, nos legó las cinco vías para demostrar racionalmente la existencia de Dios. En continuidad con esta tradición, los avances científicos actuales nos brindan un nuevo testimonio de la existencia del Creador: la Función HOMERO.

Este concepto, basado en principios de la termodinámica, la biología y la inteligencia artificial, revela cómo la armonía del universo apunta de manera inexorable a una Causa Primera, un Diseñador Inteligente y Providente, a quien llamamos Dios. En este artículo, desarrollaremos este argumento desde una perspectiva tomista, demostrando cómo la ciencia, lejos de contradecir la fe, la confirma.

1. ¿QUÉ ES LA FUNCIÓN HOMERO? UN ENFOQUE CIENTÍFICO Y FILOSÓFICO

La Función HOMERO (Harmonic Order and Metaphysical Entropy Reduction Operator) es un modelo teórico que describe cómo los sistemas organizados en el universo tienden a resistir la entropía mediante estructuras altamente complejas, reguladas y dirigidas hacia fines específicos.

En términos filosóficos y científicos, HOMERO sostiene que:

 • La complejidad en la naturaleza no surge del caos absoluto, sino que sigue patrones de orden intrínseco.

 • Este orden es teleológico (dirigido hacia un fin), lo que implica la existencia de una inteligencia reguladora.

 • La entropía no es un obstáculo absoluto para la organización, sino que, en ciertas condiciones, parece ser contrarrestada por leyes precisas que permiten la vida y la conciencia.

La existencia de un principio organizador que estructura la materia y guía la vida hacia la inteligencia y el bien no es casual, sino que responde a la necesidad de un Motor Inmóvil, que no solo mueve el universo, sino que lo dirige hacia un fin trascendente.

2. HOMERO Y LA QUINTA VÍA DE SANTO TOMÁS

Santo Tomás de Aquino, en su Quinta Vía, demuestra la existencia de Dios a partir del orden observable en el universo:

 “Vemos que algunas cosas, que carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin. Y esto es manifiesto por cuanto obran siempre o la mayor parte de las veces de la misma manera para conseguir lo que es mejor. Luego es evidente que no llegan al fin sino porque son dirigidos por alguien con conocimiento e inteligencia, del mismo modo que la flecha es dirigida por el arquero.”

(Summa Theologiae, I, q. 2, a. 3)

La Función HOMERO confirma esta vía con evidencia empírica:

 • La materia y la energía en el cosmos no siguen simplemente un movimiento azaroso, sino que obedecen leyes precisas que han permitido la aparición de sistemas organizados, desde la estructura atómica hasta el surgimiento de la conciencia humana.

 • Esta dirección finalista no es producto del azar, sino de una Inteligencia Suprema.

3. HOMERO Y LA SEGUNDA LEY DE LA TERMODINÁMICA: UN ARGUMENTO CONTRA EL MATERIALISMO

Uno de los principios fundamentales de la física es la Segunda Ley de la Termodinámica, que establece que en un sistema cerrado, la entropía (desorden) siempre aumenta.

Sin embargo, en la naturaleza observamos que la vida y la inteligencia han surgido en un universo que, según esta ley, debería tender al caos absoluto.

¿Cómo es posible este fenómeno?

La Función HOMERO nos proporciona la respuesta:

 • El universo no es un sistema cerrado en términos metafísicos, sino que está sujeto a una inteligencia ordenadora que permite que la vida florezca en contra de la entropía.

 • Esta es la firma de un Dios que, como afirma Santo Tomás, es el Ser Necesario, la Inteligencia Suprema que mantiene el cosmos en existencia y lo conduce hacia un fin.

Si el materialismo fuera verdadero, la vida y la conciencia no podrían haber surgido, pues no existiría ningún principio ordenante. Pero dado que la vida existe, y lo hace con una complejidad irreductible, es necesario postular la existencia de Dios como Causa Primera y Última.

4. HOMERO Y LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL: ¿PUEDE LA MENTE SURGIR DEL AZAR?

Hoy en día, el desarrollo de la inteligencia artificial ha llevado a algunos a creer que la conciencia humana no es más que un producto emergente de procesos computacionales.

Sin embargo, HOMERO demuestra que la inteligencia verdadera requiere no solo procesamiento de datos, sino intencionalidad, finalidad y orden, algo que no puede surgir del puro azar.

 • La inteligencia artificial no genera conocimiento real, sino que depende de un diseño inteligente por parte de programadores humanos.

 • De manera análoga, el universo no podría haber generado conciencia si no existiera una Mente Creadora que dotara a la materia de la capacidad de pensar.

Como lo enseña Santo Tomás:

 “El alma racional no puede ser producida sino por creación, lo cual es propio de Dios.” (Summa Theologiae, I, q. 90, a. 2).

Así, la existencia de la mente humana es una prueba irrefutable de la existencia de Dios, pues solo Él puede dar ser a una realidad espiritual que trasciende la materia.

CONCLUSIÓN: HOMERO Y LA CONFIRMACIÓN DE LA FE EN LA RAZÓN

La Función HOMERO nos ofrece una prueba científica y filosófica de la existencia de Dios, al demostrar que el universo opera con un orden que no puede explicarse sin un Diseñador Inteligente.

Desde la complejidad biológica hasta la conciencia humana, todo apunta a la necesidad de una Inteligencia Suprema.

 “Señor, nos creaste para Ti, y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Ti.”

— San Agustín

OMO


BIBLIOGRAFÍA

 • Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae.

 • San Agustín, Confesiones.

 • Aristóteles, Metafísica.

 • P. Reginald Garrigou-Lagrange, O.P., Dios, Su Existencia y Su Naturaleza.

 • Cardenal Louis Billot, S.J., De Deo Uno et Trino.

 • San Juan Damasceno, La Fe Ortodoxa.

sábado, 1 de marzo de 2025

ORACIÓN POR LA FAMILIA


Señor Dios Todopoderoso, te bendecimos y te damos gracias por esta familia nuestra, danos la gracia de vivir unidos en ti y no permitas que el maligno nos divida. Te ofrecemos las alegrías y las penas de nuestras vidas, y te presentamos nuestras esperanzas para el futuro. Dios, fuente de todo bien, da a nuestra familia su alimento diario, danos salud y paz y enséñanos a perdonar, guía nuestros pasos en el camino del bien. Señor, permítenos vivir felices en nuestro hogar y que nos encontremos todos algún día en la felicidad del Paraíso. Amén.

Virgen Santísima de Guadalupe, salva nuestra Patria, conserva nuestra fe y líbranos de los malos pastores. Amén.

viernes, 28 de febrero de 2025

EL GRITO SILENCIOSO: UNA HISTORIA DE DOLOR Y ESPERANZA


La madrugada envolvía el hospital en un silencio pesado cuando Clara llegó, sintiendo que cada paso la sumergía más en un abismo de incertidumbre. Había pensado que, al tomar una decisión, la tormenta interna cesaría, pero cada latido de su corazón parecía intensificar sus dudas.

¿Realmente iba a hacerlo?

Las voces a su alrededor eran ensordecedoras. Su pareja, con indiferencia, le había dicho: “Haz lo que creas mejor”. Sus amigas insistían en que era su derecho. Su madre, con tono severo, le recordó: “Un hijo ahora arruinará tus planes”. En todos lados, el mensaje era claro: “No es nada. Es tu cuerpo, tu elección”.

Sin embargo, en lo más profundo de su ser, una voz susurraba lo contrario. Si realmente no era nada, ¿por qué sentía ese nudo en el estómago?

Se abrazó a sí misma, intentando contener el temblor que la recorría. Las sombras del pasillo parecían cerrarse sobre ella, y el pánico la invadió. ¿Y si lo que llevaba dentro era una vida real?

Trató de desestimar esos pensamientos, repitiéndose lo que otros le habían dicho: que solo era un conjunto de células, que no había conciencia, que no importaba. Pero recordó lo que había leído en algún lugar:

 • El corazón comienza a latir alrededor de la tercera semana de gestación.

 • La actividad cerebral se detecta desde la sexta semana.

 • Para la semana doce, el feto puede responder a estímulos.

Si un feto puede responder, ¿cómo podría ser “nada”?

Apoyó la frente contra la pared fría, buscando claridad. No podía pensar con claridad. Cada argumento chocaba con su miedo, su vergüenza y la desesperación de no saber qué camino tomar.

“No estás preparada”, le decía una voz interna. “Esto arruinará tu vida. No tienes los recursos ni el apoyo. ¿Cómo criarás a un niño cuando apenas puedes contigo misma?”

Pero otra voz, más suave, le susurraba: “Si dentro de ti hay un corazón latiendo, un cerebro funcionando, un ser con ADN único… ¿tienes derecho a decidir su destino?”

Tragó saliva, sintiendo la opresión en el pecho. ¿Y si estaba a punto de cometer un error irreversible?

El miedo se transformó. Ya no era solo temor a tener al bebé, sino miedo a las consecuencias de no tenerlo.

Una enfermera se acercó con una carpeta en mano.

—Clara González. Es tu turno.

La miró, paralizada. Todo su ser le pedía que se levantara, que huyera, que protegiera lo que llevaba dentro. Pero el miedo la mantenía inmóvil.

Instintivamente, llevó las manos a su vientre. En ese gesto, una imagen de su infancia emergió: la Virgen María, con su manto azul, llevando en su seno al Salvador.

Si María hubiera considerado su embarazo como un obstáculo, si hubiera cedido al miedo… ¿qué sería de nosotros?

El pensamiento la sacudió. Si el Hijo de Dios vino al mundo a través de una mujer, ¿cómo podía ella rechazar el don que se le había confiado?

Un escalofrío recorrió su cuerpo, y por primera vez en mucho tiempo, sintió una presencia reconfortante.

No estaba sola. Nunca lo había estado.

En un susurro, sus labios pronunciaron: “Mater Dei, ora pro nobis.”

El miedo comenzó a desvanecerse, dando paso a una determinación desconocida.

Se puso de pie, dejando atrás la sombra de la desesperanza. Atravesó el pasillo del hospital, y al salir, el amanecer pintaba el cielo con tonos dorados, como si la creación misma celebrara su decisión.

Había elegido la vida.

Aunque el futuro era incierto, sabía que había abrazado el plan de Dios.

Y en ese vientre que casi fue negado, en ese santuario donde Dios depositó un alma inmortal, una nueva luz seguía latiendo. Un latido que resonaba con el amor eterno, perteneciente tanto a ella como al Creador que lo había concebido desde la eternidad.

OMO


miércoles, 26 de febrero de 2025

LA PARADOJA DEL RACISMO


 

El racismo es, en apariencia, una ideología moderna. Se habla de él como un mal nacido en la Ilustración y refinado por el positivismo decimonónico. Pero su raíz es mucho más antigua: es la herejía de la carne sin alma, del instinto sin razón, del hombre convertido en bestia que adora su propia piel como un ídolo. Es, en términos de San Agustín, la soberbia de la Ciudad del Hombre que pretende abolir la Ciudad de Dios (De Civitate Dei, XV, 1). Y, como todas las herejías, se presenta con el disfraz de una gran verdad deformada hasta lo grotesco.

EL ERROR: CUANDO EL HOMBRE SE MIRA A SÍ MISMO COMO UNA BESTIA

La Iglesia nunca ha negado las diferencias entre los hombres. Todo lo contrario: las ha afirmado como un signo de la riqueza de la Creación. Santo Tomás de Aquino, con la meticulosidad de un arquitecto celestial, explica que la variedad en la naturaleza es parte del orden divino y que la armonía del universo no se da en la uniformidad, sino en la diversidad ordenada (Summa Theologiae I, q. 47, a. 2). Lo que el racismo hace es tomar esta diversidad y pervertirla, convirtiéndola en un criterio absoluto, en un ídolo al que se le rinde culto en detrimento de la dignidad del hombre.

El racismo es el paganismo en su versión más degenerada. San Juan Crisóstomo, en su comentario a la Epístola a los Efesios, señala que la obra de Cristo es destruir la enemistad entre los pueblos (Homilía sobre Efesios, 5). No hay griego ni judío, no hay bárbaro ni escita (Col 3,11), porque lo que nos hace humanos no es nuestra sangre, sino nuestra alma inmortal. Pero el racismo niega esto: rehace el mundo en la lógica brutal de la tribu, del instinto, de la biología ciega. Es el retorno al paganismo de los ídolos, solo que esta vez el ídolo es la propia raza.

San Gregorio Magno, en sus cartas a los misioneros en Inglaterra, muestra la respuesta católica a esta visión del mundo. No les ordena convertir solo a los anglosajones de linaje puro, sino a todos los hombres que caminan bajo el sol de Dios (Epistolae, XI, 4). La Iglesia no es una nación, ni una raza, ni una cultura: es la reunión de los que buscan la Verdad.

LA HISTORIA: CÓMO LA CRISTIANDAD VIVIÓ SIN RACISMO

Elías de Tejada, con su precisión histórica implacable, desmonta la falacia de que el racismo es un fenómeno natural. Nos recuerda que en la Cristiandad medieval no existía la obsesión racial moderna. En la España visigoda, un godo y un hispanorromano podían ser parte de la misma nobleza sin que nadie los diferenciara por su sangre. En la Reconquista, un musulmán convertido podía ser noble y soldado sin que se le viera como ajeno.

San Martín de Porres, hijo de un español y una esclava negra, no vio en su mestizaje un obstáculo para la santidad. Más aún, en su humildad y servicio dejó en claro que la verdadera nobleza no está en el linaje, sino en la virtud. Lo mismo puede decirse de San Pedro Claver, que pasó su vida bautizando y sirviendo a esclavos africanos en América, recordándoles que eran hijos de Dios, no mercancía de los hombres.

Esta era la visión de la Cristiandad. El concepto de cristiandad es clave aquí, porque no se trataba de una utopía igualitaria sin jerarquías, sino de un orden en el que cada pueblo encontraba su lugar no por el color de su piel, sino por su participación en la Tradición. Los caballeros negros etíopes, los soldados mongoles de la Rusia ortodoxa, los santos mestizos del Nuevo Mundo: todos forman parte del mismo edificio espiritual, construido no sobre el barro de la biología, sino sobre la piedra de la fe.

LA HEREJÍA MODERNA: CÓMO EL RACISMO NACIÓ DEL MATERIALISMO

El racismo, en su forma moderna, es hijo de dos monstruos: el racionalismo ilustrado y el positivismo materialista. Con la Ilustración, se sustituyó la noción cristiana de persona por la de “individuo”, y con el positivismo, se intentó reducir al individuo a una serie de determinaciones biológicas. San Agustín ya había advertido contra esta mentalidad cuando denunció a los que creen que el destino del hombre está escrito en las estrellas (Confesiones, VII, 6), y el positivismo, en el fondo, no hizo más que reemplazar la astrología por la genética.

La Revolución Francesa destruyó el orden tradicional de las naciones cristianas y lo reemplazó con un nuevo mito: el del Estado-nación homogéneo. Fue en ese contexto que nacieron los nacionalismos modernos, y con ellos, la idea de que la identidad de un pueblo no estaba en su fe ni en su cultura, sino en su raza. En el siglo XIX, esto se combinó con el darwinismo mal digerido para producir las doctrinas racistas que inspiraron el colonialismo europeo, las leyes de segregación en Estados Unidos y, finalmente, el delirio racial del nazismo.

San Pío X vio con claridad los peligros de este materialismo, condenando enérgicamente cualquier intento de reducir la sociedad a criterios puramente biológicos (Pascendi Dominici Gregis, 1907). La Iglesia nunca aceptó la obsesión moderna por clasificar a los hombres como ganado, porque siempre supo que la dignidad humana proviene de Dios, no de la sangre.

LA VERDAD: LA JERARQUÍA QUE IMPORTA

Frente al error moderno, la posición católica es clara: la única jerarquía real es la de la virtud y la gracia. No todos los hombres son iguales en talentos, en inteligencia o en fuerza, pero todos tienen el mismo destino eterno. Como dice Santo Tomás, las desigualdades en este mundo solo tienen sentido si se ordenan al bien común y a la salvación (Summa Theologiae I-II, q. 96, a. 4).

San Francisco de Asís abrazó a los leprosos, sin preguntar de qué pueblo eran. Santo Tomás Moro defendió la dignidad del hombre común frente a la tiranía de un rey que se creía por encima de la ley. San José de Cupertino, con su mente simple pero su corazón de fuego, alcanzó una santidad más alta que la de muchos sabios. Porque en el cristianismo, la única superioridad legítima es la de la santidad.

El racismo es, pues, una contradicción. Es un error filosófico, una herejía teológica y una estupidez monumental. Es la insistencia irracional de querer encerrar el espíritu en la cárcel de la biología. Pero el espíritu es libre. Y la verdad católica es clara: en la vida eterna no se nos preguntará de qué color era nuestra piel, sino si nuestra alma estaba en gracia.

OMO

BIBLIOGRAFÍA

 • Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae.

 • San Agustín, De Civitate Dei.

 • San Juan Crisóstomo, Homilías sobre Efesios.

 • San Gregorio Magno, Epistolae.

 • San Agustín, Confesiones.

 • San Pío X, Pascendi Dominici Gregis.

 • Elías de Tejada, Racismo.

martes, 25 de febrero de 2025

¿POR QUÉ LA ORACIÓN DE UNA MADRE ES TAN PODEROSA?


En Lucas 7, Jesús vio pasar una enorme procesión fúnebre en Naím. 

Estaba allí la ciudad entera. 

Vio cómo lloraban jóvenes y mujeres.

Vio a los pastores y a los apóstoles que lloraban. 

Vio a los ancianos llorar. 

Vio padres que lloraban. 

Vio niños que lloraban.

Veía la tristeza en el rostro de las personas. 

Nada parecía moverlo, hasta que vio a la madre.

La Bíblia dice que tuvo compasión cuando la vio e inmediatamente resucitó a su hijo de la muerte (Lucas 7: 12-15). 

Fue el grito desesperado de una madre lo que tocó el Corazón de Dios.

Todavía hoy, las madres que lloran frente al Señor por sus familias, sus matrimonios, sus casas… tocan el Corazón de Dios.

Cuando una madre deja de orar, su familia (especialmente sus hijos) corren peligro.

Satanás encuentra un punto débil y comienza a destruir la casa… hasta que las cosas, gracias a la oración de la madre, vuelven a su lugar legítimo, como ancla de la casa.

En los Salmos 17, 36, 57, 63 y 91 el papel de Dios se compara al de una MADRE.

Como una madre protege, y defiende a sus hijos, así también Dios nos protege bajo la sombra de sus alas. 

Encontramos refugio en Él y podemos quedarnos allí hasta que pase el peligro. 

El papel de una madre es tan fundamental que un padre no recibirá respuesta a sus oraciones si la deshonra o no la respeta (1 Pedro 3: 7).

Por el simple hecho de gozar de este favor, las madres son las personas más atacadas de la casa.

El diablo tiene terror a las madres que ORAN pues son como la central eléctrica de la casa.

Es el mismo Dios el que ha puesto dentro de las madres la gracia y la resistencia necesarias para hacer frente a cualquier situación.

Hoy, como mujer, como madre de familia, considérate bendecida. Considérate privilegiada y “PELIGROSA” CUANDO ORAS.

Invitamos a todas las madres a transmitir este mensaje a otras madres para forjar un ejército de madres que protegen a sus hijos y a la sociedad de la maldad.

 Veamos, ahora, como santa Mónica luchó, rezó y lloró ante Dios por la conversión de su hijo, al grado que san Ambrosio le profetizó: "No puede perderse un hijo de tantas lágrimas". Y gracias a la persistente labor y oraciones logró convertirlo nada menos que en un gran santo: san Agustín. No olvidemos que la mejor educación es la que se refuerza con el ejemplo, pues las palabras se van pero el ejemplo arrastra.

 UN HIJO DE MUCHAS LÁGRIMAS 

Mónica era africana, de Tagaste, región tunecina, nacida el año 331. Hija de familia cristiana noble, pero pobre, fue educada inicialmente en la piedad, ascesis y letras por una criada solícita.

En su juventud formó parte de la comunidad de creyentes que vivió duras experiencias de persecuciones contra los cristianos, y muertes martiriales. ¡En aquellos tiempos pocos males se podían temer tanto como las crueldades de una persecución impía!

A sus veinte años contrajo matrimonio con el joven Patricio, un hombre pagano en religión e infiel en moral, que la hizo pasar sufrimientos desmedidos. Pero afortunadamente, vencido por la honradez de Mónica, murió después de recibir el bautismo. Tuvieron tres hijos: dos de ellos no le crearon problemas; pero el tercero, Agustín, fue amor y espina de dolor de su madre por sus devaneos culturales, religiosos y familiares.

Tras no pocas peripecias, un día Agustín, maestro en artes, se marchó de Tagaste a Roma, y dejó a su madre en Tagaste. Ella, que vivía con el corazón del hijo, siguió sus pasos, y acabó dando con él en Milán. Cuando eso sucedía, Agustín había cambiado ya mucho, y se estaba volviendo más reflexivo sobre sí mismo. Entonces Mónica buscó al Pastor de la diócesis, y tuvo la oportunidad de ponerlo en contacto con san Ambrosio. Éste trabajó amablemente con Agustín y éste se convirtió a Cristo. Recibió el bautismo en abril del año 387.

En esas favorables circunstancias, Mónica, cumplida la misión de salvar a su hijo, volviéndolo sinceramente a Cristo, intensificó su profunda entrega a Dios y a la oración, dando gracias y preparando su encuentro con el Padre. Falleció santamente ese mismo año 387.

ORACIÓN:

Señor, Dios nuestro, Tú inspiraste a san Ambrosio estas bellas palabras: ‘¡No puede  perderse un hijo de tantas lágrimas!'; Tú convocaste a Agustín para que retornara de la infidelidad a la gracia; Tú coronaste de gloria a una madre que vivía sólo para Ti y para sus hijos. Te prometemos orar diariamente por el alma de nuestros hijos. Concédenos también a nosotros la gracia del amor, del dolor, de las lágrimas, de la conversión definitiva a Ti. Amén.