Mostrando entradas con la etiqueta Rosario. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Rosario. Mostrar todas las entradas

miércoles, 24 de enero de 2024

PARTICIPA DEL SUFRIMIENTO DE CRISTO


Te odian, te critican y se burlan porque eres católico, porque haces la señal de la cruz públicamente, porque rezas tu rosario. Nunca te avergüences. Nuestro Señor también fue odiado y tratado con toda clase de crueldad, pero Él nunca se dio por vencido. No seas como ellos y empieces a discutir e insultar, simplemente regocíjate porque participas del verdadero sufrimiento de Cristo.


miércoles, 11 de octubre de 2023

13 DE OCTUBRE: ROSARIO MUNDIAL POR LA PAZ

 


LA ÚNICA SOLUCIÓN: ¡DE RODILLAS ANTE CRISTO!

Es inútil que se reúnan las cancillerías, que se organicen asambleas internacionales. No lograrán poner en orden y concierto al mundo hasta que lo arrodillen ante Cristo, ante Aquél que es la Luz del mundo; hasta que, plenamente convencidos todos de que por encima de todos los bienes terrenos y de todos los egoísmos humanos es preciso salvar el alma, se pongan en vigor, en todas las naciones del mundo, los diez mandamientos de la Ley de Dios.

Con sola esta medida se resolverían automáticamente todos los problemas nacionales e internacionales que tienen planteados los hombres de hoy; y sin ella será absolutamente inútil todo cuanto se intente.

Precisamente porque el mundo de hoy no se preocupa de sus destinos eternos, porque no se habla sino del petróleo árabe, de la hegemonía económica mundial de ésta o de la otra nación, o de cualquier otro problema terreno materialista, en el horizonte cercano aparecen negros nubarrones que, si Dios no lo remedia, acabarán en un desastre apocalíptico bajo el siniestro resplandor y el estruendo horrísono de las bombas atómicas.

A. R. M., O.P.

lunes, 24 de octubre de 2022

EL PADRE PÍO Y EL SANTO ROSARIO


 

Para combatir a Satanás eficazmente y en todas partes, el Padre Pío usaba el santo Rosario, que rezaba sin interrupción y con perseverancia. Lo llamaba con un nombre signi­ficativo: el “Arma”. Se puede interpretar que era para él el arma de defensa y de ataque contra Satanás.

El 7 de octubre de 1916 el Padre Pío tuvo una visión, que por humildad prefirió decir que era un sueño. Cuenta él mismo:

«Me parecía estar -dice el Padre Pío- en la ventana del coro de la pequeña iglesia de San Giovanni Rotondo y mirando por la ventana vi en la plaza, ubicada delante de la iglesia, una inmensa muchedumbre muy apretada. Después de haber observado esta innumerable multitud de gente, me incliné a esta ventana, y pregunté:

-“¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren?”

Y toda esta multitud, en coro, con una voz tosca y ensordecedora, gritó: “¡La muerte del Padre Pío!”. Me di cuenta que eran todos demonios.

Ante estas palabras entré al pequeño coro para rezar, uiitn llegó a mi encuentro la Santa Virgen, la cual, con una mirada maternal, apenada y con un gesto decidido, me puso entre las manos un “Arma”, diciéndome: *¡Con esta arma, eres tú quien ganarás!* Me incliné en la ventana del pequeño coro y todas estas personas cayeron a tierra fulminadas, permaneciendo desva­necidas. ¡Yo me desperté!

En seguida me volví a dormir -prosigue el Padre Pío-, y me encontré en la misma ventana. Vi de nuevo una incontable multitud, asombrado, y no sin una cierta desilusión, grité: “¡Ah!... ustedes no han muerto!”, y pregunté otra vez: “¿Quiénes son ustedes?”. Ellos respondieron: “¡Somos cristianos!”. Ya tranquilizado, les dije: “¡Ustedes son los hijos y los discípulos de Jesús!... ¡Entonces, vengan conmigo! ¡Síganme y obedézcanme! ¡Y nadie más los perju­dicará!”

Y añadí: “Aprieten siempre en sus manos el Arma de María, y ustedes ganarán siempre y por todas partes la victoria sobre los enemigos infernales”.»

Cuando hablaba del Arma, sus hermanos no entendían de qué se trataba, no se sabía qué era, en qué consistía, dónde estaba escondida, cómo poder encontrarla.

Algunos días antes de su muerte, el Padre Pío reveló el misterio e indicó muy claramente el “Arma de María”.

Estando en su cama, dice a sus hermanos que estaban con él en su celda: “Pásenme el Arma”.

Y los hermanos, sorprendidos y con curiosidad, le pre­guntaron: “¿Dónde está el Arma? ¡Nosotros no vemos nada!”.

Y el Padre Pío respondió: “¡Está en mi hábito, que ustedes tienen colgado en la percha!”.

Los hermanos, después de haber buscado en todos los bolsillos de su hábito le dicen: “¡Padre, no hay ningún Arma en su hábito!... Solamente hay un Rosario”.

Y en seguida el Padre Pío dijo: “¡Y eso, ¿no es un Arma?!... ¿La verdadera Arma?”

Con esta Arma el Padre Pío derrotó a la inmensa multitud de diablos que estaban furiosos desde el comienzo de su ministerio sacerdotal en San Giovanni Rotondo, en la pequeña iglesia; con esta “Arma de María” venció conti­nuamente a Satanás y a sus satélites durante toda su vida, que estaba siempre expuesta a los ataques tan insidiosos del infierno.

El Padre Pío dio como legado a sus hijos espirituales: "Esto es mi testamento y mi voluntad: ¡Amen y hagan amar a la Virgen María! ¡Recen y hagan rezar el Rosario!”.

Por eso en la jaculatoria bien conocida, en honor a la Inmaculada, el Padre Pío había insertado: “Oh, María, sin pecado concebida, “terror de los demonios”, ruega por nosotros que recurrimos a ti”.

(Padre Pío, el primer Sacerdote estigmatizado. P. Ramón Ricciardi).

miércoles, 18 de mayo de 2022

EL EXORCISMO DE SANTO DOMINGO

Durante el exorcismo, los demonios le dijeron al santo que con el Rosario que predicaba, llevaba el terror y el espanto a todo el infierno, y que él era el hombre que más odiaban en el mundo a causa de las almas que les quitaba con esta devoción.

Santo Domingo arrojó su Rosario al cuello del poseso y les preguntó a cuál de los santos del cielo temían más y cuál debía ser más amado y honrado por los hombres. Los enemigos, ante estas interrogantes, dieron gritos tan espantosos que muchos de los que estaban allí presentes cayeron en tierra por el susto.

Los malignos, para no responder, lloraban, se lamentaban y pedían por boca del poseso a Santo Domingo que tuviera piedad de ellos. El santo, sin inmutarse, les contestó que no cesaría de atormentarlos hasta que respondieran lo que les había preguntado. Entonces ellos dijeron que lo dirían, pero en secreto, al oído y no delante de todo el mundo. El santo, en cambio, les ordenó que hablaran alto, pero los diablos no quisieron decir palabra alguna.

Entonces el P. Domingo, puesto de rodillas, hizo la siguiente oración: “Oh excelentísima Virgen María, por la virtud de tu salterio y Rosario, ordena a estos enemigos del género humano que contesten mi pregunta”.

De pronto, una llama ardiente salió de las orejas, la nariz y la boca del poseso. Los demonios seguidamente le rogaron a Santo Domingo que, por la pasión de Jesucristo y por los méritos de su Santa Madre y los de todos los santos, les permitiera salir de ese cuerpo sin decir nada porque los ángeles en cualquier momento que él quisiera se lo revelarían.

Más adelante, el santo volvió a arrodillarse y elevó otra plegaria: “Oh dignísima Madre de la Sabiduría, acerca de cuya salutación, de qué forma debe rezarse, ya queda instruido este pueblo, te ruego para la salud de los fieles aquí presentes que obligues a estos tus enemigos a que abiertamente confiesen aquí la verdad completa y sincera”.

Apenas terminó de pronunciar estas palabras, el santo vio cerca de él una multitud de ángeles y a la Virgen María que golpeaba al demonio con una varilla de oro, mientras le decía: “Contesta a la pregunta de mi servidor Domingo”. Aquí hay que tener en cuenta que el pueblo no veía, ni oía a la Virgen, sino solamente a Santo Domingo.

Los demonios comenzaron a gritar: “¡Oh enemiga nuestra! ¡Oh ruina y confusión nuestra! ¿Por qué viniste del cielo a atormentarnos en forma tan cruel? ¿Será preciso que por ti, ¡oh abogada de los pecadores, a quienes sacas del infierno; oh camino seguro del cielo!, seamos obligados –a pesar nuestro– a confesar delante de todos lo que es causa de nuestra confusión y ruina? ¡Ay de nosotros! ¡Maldición a nuestros príncipes de las tinieblas!”.

“¡Oíd, pues, cristianos! Esta Madre de Cristo es omnipotente y puede impedir que sus siervos caigan en el infierno. Ella, como un sol, disipa las tinieblas de nuestras astutas maquinaciones. Descubre nuestras intrigas, rompe nuestras redes y reduce a la inutilidad todas nuestras tentaciones. Nos vemos obligados a confesar que ninguno que persevere en su servicio se condena con nosotros”.

“Un solo suspiro que ella presente a la Santísima Trinidad vale más que todas las oraciones, votos y deseos de todos los santos. La tememos más que a todos los bienaventurados juntos y nada podemos contra sus fieles servidores”.

De igual manera los malignos confesaron que muchos cristianos que la invocan al morir y que deberían condenarse, según las leyes ordinarias, se salvan gracias a su intercesión. “¡Ah! Si esta Marieta –así la llamaban en su furia– no se hubiera opuesto a nuestros designios y esfuerzos, ¡hace tiempo habríamos derribado y destruido a la Iglesia y precipitado en el error y la infidelidad a todas sus jerarquías!”.

Luego añadieron que “NADIE QUE PERSEVERE EN EL REZO DEL ROSARIO SE CONDENARÁ. Porque ella obtiene para sus fieles devotos la verdadera contrición de los pecados, para que los confiesen y alcancen el perdón e indulgencia de ellos”.

Es así que Santo Domingo hizo rezar el Rosario a todo el pueblo muy lenta y devotamente, y en cada Avemaría que rezaban, salían del cuerpo del poseso una gran multitud de demonios en forma de carbones encendidos.

Cuando todos los enemigos salieron y el hereje quedó libre, la Virgen María, de manera invisible, dio su bendición a todo el pueblo, que experimentó gran alegría. “Este milagro fue causa de la conversión de gran número de herejes, que incluso se inscribieron en la Cofradía del Santo Rosario”, concluyó San Luis María Grignion de Montfort.