Mostrando entradas con la etiqueta San Juan María Vianney. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta San Juan María Vianney. Mostrar todas las entradas

lunes, 18 de marzo de 2024

NO TRATES DE HACER TRAMPA. NO COMPROMETAS TU SALVACIÓN DEJANDO TU CONVERSIÓN PARA EL ÚLTIMO MOMENTO


Refiere San Pedro Damián que cierto inglés, para lograr los medios encaminados a satisfacer su vergonzosa pasión, se entregó al demonio, con la condición de que tres días antes de morir se lo advertiría, contando que así le iba a quedar tiempo para convertirse.

 ¡Ay! ¡Cuán ciego es el hombre una vez engolfado en la culpa! Así pues, cuando se hubo arrastrado, revolcado y sumido en el cenagal de sus impurezas, llegó la hora de su partida de este mundo. El demonio, con ser tan mentiroso, cumplió su palabra. Más el inglés quedó muy engañado en su cuenta, pues sucedió que, con suma admiración y espanto de cuantos lo presenciaron, apenas se le hablaba de su salvación, quedaba como dormido, y no daba respuesta alguna; más, si se hablaba de negocios temporales, daba muestras de un pleno conocimiento; de manera que murió en medio de sus impurezas, tal como había vivido. 

(Tomado de los sermones del Cura de Ars “Pensamiento de la muerte”)

viernes, 19 de enero de 2024

SAN JUAN MARÍA VIANNEY, INTOLERANTE CON EL ERROR Y CARITATIVO CON EL ERRADO


Un protestante se acercó un día al Santo Cura de Ars y le dijo: "Aunque no estemos juntos en la tierra, vamos a estar juntos en el cielo". 

El Santo miró a los ojos del hombre y dijo suavemente: 

"A medida que el árbol se inclina, es por lo que el árbol cae. Si no vivimos juntos en la tierra, no vamos a vivir juntos en el cielo. La muerte no hace ningún cambio en esto". 

El protestante al escuchar estas suaves palabras del santo las consideró y meditó, renunció a su error, y se convirtió al catolicismo.

Muy distante y muy distinta fue la actitud de los santos si la comparamos con el falso ecumenismo actual que pone al mismo nivel la única Verdad de Cristo con la multiplicidad de errores.


viernes, 15 de julio de 2022

TENTACIONES por el Cura de Ars


Es muy desafortunado para nosotros mismos si no sabemos que somos tentados en casi todas nuestras acciones, en un momento por orgullo, por vanidad, por la buena opinión que creemos que las personas deberían tener de nosotros, en otro por celos, por odio. Y por venganza. En otras ocasiones, el Diablo nos presenta las imágenes más sucias e impuras. Usted ve que incluso en nuestras oraciones nos distrae y vuelve nuestra mente de esta manera. Cuando somos tentados por el orgullo, debemos humillarnos inmediatamente y humillarnos ante Dios. Si somos tentados contra la virtud santa de la pureza, debemos tratar de mortificar nuestros cuerpos y todos nuestros sentidos y estar cada vez más vigilantes de nosotros mismos. Si nuestra tentación consiste en un disgusto por las oraciones, debemos decir aún más oraciones, con mayor atención, y cuanto más nos incita el Diablo a renunciar a ellas, más debemos aumentar su número. Las tentaciones que más debemos temer son aquellas de las que no somos conscientes...

- San Juan Bautista María Vianney

viernes, 24 de abril de 2020

IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS Y A NUESTRAS PASIONES SIMULTÁNEAMENTE por San Juan María Vianney.


"Nos contentamos con abandonar a Jesucristo, como los apóstoles, que, después de haber recibido innumerables favores y cuando el Maestro más necesitado estaba de consuelo, huyeron. ¡Ay!, ¡ cuántos son los que osan dar preferencia a Barrabás, es decir, les gusta más seguir al mundo y sus pasiones, que a Jesucristo con la cruz a cuestas! ¡Cuántas veces le hemos recibido en son de triunfo en la sagrada mesa, y poco tiempo después, seducidos por nuestras pasiones, hemos preferido a ese Rey, ora un placer momentáneo, ora un vil interés, tras el cual andamos, a pesar de nuestros remordimientos de conciencia! ¡Cuántas veces, hemos estado vacilando entre la conciencia y las pasiones, y en semejante lucha hemos ahogado la voz de Dios, para no oir más que la de nuestras malas inclinaciones! Si dudáis de ello, escuchadme un momento, y vais a comprenderlo con toda claridad. Cuando realizamos alguna acción contra la ley de Dios, nuestra conciencia, que es nuestro juez, nos dice interiormente: «¿Qué vas a hacer?... He aquí tu placer por un lado y a tu Dios por otro; es imposible agradar a ambos al mismo tiempo: ¿por cuál de los dos te vas a declarar?... Renuncia o a tu Dios o a tu placer». ¡Ay!, ¡Cuántas veces, en semejante ocasión, hacemos como los judíos: nos decidimos por Barrabás, esto es, por nuestras pasiones ! ¡ Cuántas veces hemos dicho: «¡Quiero mis placeres»! Nuestra conciencia nos ha advertido: «Mas ¿qué será de tu Dios?» - «No me importa lo que va a ser de mi Dios, responden las pasiones; lo que quiero es gozar.» - «No ignoras, nos dice la conciencia, mediante los remordimientos que nos sugiere, que, entregándote a esos placeres prohibidos, vas a dar nueva muerte a tu Dios.» - «¿Qué me importa, replican las pasiones, que sea crucificado mi Dios, con tal que satisfaga yo mis deseos? - Mas ¿qué mal te hizo Dios, y qué razones hallas para abandonarle? ¡Sabes muy bien que cuantas veces le despreciaste, te has arrepentido después, y no ignoras tampoco que, siguiendo tus malas inclinaciones, pierdes tu alma, pierdes el cielo y pierdes a tu Dios!» - Mas la pasión, que arde en deseos de verse satisfecha, dice: «¡Mi placer, he aquí mi razón: Dios es el enemigo de mi placer, sea, pues, crucificado!» - « ¿Preferirás a tu Dios el placer de un instante?» - « Sí, clama la pasión, venga lo que viniere a mi alma y a mi Dios, con tal que pueda yo gozar.»

Y aquí tenéis, lo que hacemos cuantas veces pecamos. Es cierto que no siempre nos damos cuenta con toda claridad de ello; mas sabemos muy bien que nos es imposible desear y cometer un pecado, sin que perdamos a nuestro Dios, el cielo y nuestra alma. ¿No es verdad, que, cuantas veces estamos a punto de caer en pecado, oímos una voz interior que nos invita a detenernos, diciéndonos que de lo contrario vamos a perdernos y a dar muerte a nuestro Dios?".