sábado, 6 de septiembre de 2025
NO DEJEMOS QUE NUESTROS HIJOS MUERAN EN SUS HABITACIONES
miércoles, 11 de septiembre de 2024
EL PADRE EN LA ADOLESCENCIA: UNA MISIÓN HACIA LA SALVACIÓN
I. El Protagonismo Necesario del Padre: Guía en la Autonomía y la Fe
Cuando hablamos de la adolescencia, debemos reconocer que es el momento en que el hijo comienza a buscar respuestas más allá del nido materno. Aquí es cuando el padre debe ejercer con plena autoridad el papel que Dios le ha confiado: ser el líder que dirige a su hijo no solo hacia la madurez emocional, sino hacia la plenitud espiritual. Esta autoridad no debe verse como opresiva o arbitraria, sino como un servicio al bien de la familia. Un padre que ejerce su dominio con justicia y amor es una gracia especial para el hogar, una imagen viva del gobierno de Dios Padre sobre sus criaturas.
II. Las Virtudes del Padre Según Santo Tomás de Aquino
Santo Tomás de Aquino, en su Suma Teológica, identifica las virtudes cardinales como fundamentales para la vida cristiana, y estas mismas virtudes son esenciales para un padre que busca guiar a su familia hacia Dios. Las más importantes para el rol paterno son:
1. Prudencia
2. Justicia
3. Fortaleza
4. Templanza
Estas virtudes cardinales son indispensables para que el padre pueda ejercer su autoridad de manera justa, prudente y amorosa. A través de ellas, el padre se convierte en un ejemplo vivo de virtud, ayudando a sus hijos a formarse en el bien.
III. El Espíritu Santo: Fuente de Sabiduría y Fortaleza para el Padre
El rol del padre en la adolescencia de sus hijos no puede ejercerse adecuadamente sin la ayuda de la gracia divina. Es aquí donde entra el Espíritu Santo como fuente esencial de sabiduría y fortaleza para el padre en su misión. Aunque el padre recibe la gracia de estado para cumplir con su rol, esta gracia necesita ser continuamente alimentada a través de la invocación al Espíritu Santo.
IV. El Padre Como Formador Activo en la Vida Sacramental
El padre tiene también la responsabilidad de guiar a sus hijos en la vida sacramental. En muchas familias, la madre ha sido quien ha sembrado las primeras semillas de fe, pero es el padre quien debe consolidar y fortalecer esta enseñanza.
V. El Padre Como Autoridad: No Pasiva, Sino Activa y Justa
Uno de los grandes males de nuestra época es la pasividad de muchos padres en la educación de sus hijos. Esta pasividad es una forma de renuncia a la autoridad y responsabilidad que Dios ha dado al padre como cabeza de familia.
VI. Urgencia del Retorno al Rol Paternal en la Sociedad Actual
La sociedad de hoy enfrenta una crisis profunda en la figura del hombre. Por un lado, el machismo ha distorsionado el verdadero sentido de la autoridad masculina, convirtiéndola en un abuso de poder. Por otro lado, la pasividad y el desinterés de muchos hombres han llevado a una abdicación de su responsabilidad como líderes espirituales de sus familias.
Bibliografía
• Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica. Ediciones B.A.C., Madrid. Esta obra clásica sigue siendo la referencia fundamental sobre las virtudes cardinales y el papel del padre como cabeza de familia.
• San Juan Crisóstomo. Homilías sobre la Familia. Editorial Ciudad Nueva. San Juan Crisóstomo ofrece profundas reflexiones sobre el papel de los padres en la educación espiritual y moral de los hijos.
• San Agustín de Hipona. Confesiones. Ediciones B.A.C., Madrid. Esta obra clásica incluye reflexiones sobre la importancia de la educación en la virtud desde una perspectiva cristiana.
• San Pío X. Encíclica Acerbo Nimis, 1905. En este documento, San Pío X subraya la importancia de que los padres sean los primeros catequistas de sus hijos y guías espirituales en el hogar.
• San Juan Bosco. La Educación. Librería Salesiana, Turín. San Juan Bosco, conocido por su amor hacia la juventud, nos da ejemplos claros sobre el equilibrio entre disciplina y ternura en la formación de los jóvenes.
• Vida de San José. En diferentes documentos de la Iglesia tradicional, San José es presentado como el modelo de padre y esposo, mostrando las virtudes de fortaleza, justicia y responsabilidad paterna.
jueves, 5 de septiembre de 2024
LA GENERACIÓN CRISTAL Y LOS PADRES DE ALGODÓN
1. INTRODUCCIÓN: LA FRAGILIDAD DE UNA GENERACIÓN Y EL CUIDADO MAL ENTENDIDO
En los últimos años, hemos observado con creciente preocupación el surgimiento de una generación de jóvenes, comúnmente denominada “Generación de Cristal”. Se trata de una generación que, como el cristal, se quiebra con facilidad ante las adversidades y dificultades de la vida. Esta fragilidad no surge de la nada; es el resultado de un proceso educativo que, en su intento de proteger y cuidar a los hijos, ha llevado a una sobreprotección extrema, a menudo personificada en lo que hoy se conoce como “Padres de Algodón”.
Los “Padres de Algodón” son aquellos que, motivados por un amor profundo pero desordenado, han creado una burbuja protectora alrededor de sus hijos, evitando que enfrenten los desafíos naturales de la vida. Esta crianza excesivamente protectora, aunque bien intencionada, ha dado lugar a una serie de problemas graves en la formación del carácter y la virtud de estos jóvenes. Para abordar esta problemática, debemos recurrir a la sabiduría de Santo Tomás de Aquino y otros santos de la tradición católica, quienes nos ofrecen una guía clara y profunda sobre cómo cultivar las virtudes necesarias para una vida moral y espiritualmente sólida.
Santo Tomás de Aquino nos enseña que “la virtud de la fortaleza es la que nos hace firmes en el bien y nos fortalece para soportar el mal, incluso hasta la muerte” (Suma Teológica, II-II, q. 123, a. 1). San Juan Crisóstomo refuerza esta idea cuando dice: “Los padres no deben criar a sus hijos en la molicie, sino en la disciplina y el temor del Señor, preparándolos para enfrentar las tentaciones del mundo” (Homilías sobre Efesios, 21). Por su parte, el Papa León XIII subraya: “El verdadero amor de los padres hacia sus hijos no se muestra en consentirlos en todo, sino en formarlos en la virtud y la verdad” (Sapientiae Christianae, n. 24).
2. CAUSAS DEL COMPORTAMIENTO SOBREPROTECTOR DE LOS PADRES MODERNOS
Los padres de hoy, especialmente aquellos que han vivido su juventud en décadas pasadas más seguras y estables, experimentan una combinación de factores que los lleva a adoptar un comportamiento sobreprotector con sus hijos. Entre estos factores se encuentran:
• Culpa por el divorcio y separación: Aproximadamente el 50% de los matrimonios con hijos terminan en separación. Los padres que atraviesan por esta experiencia a menudo sienten que han fallado a sus hijos y, como resultado, tratan de compensar su ausencia o su culpa proporcionando excesiva protección y evitándoles cualquier sufrimiento.
• Comparación con el pasado: Muchos de estos padres crecieron en un entorno que percibían como seguro y libre, donde las actividades como salir a jugar o tener un novio o novia eran vistas con normalidad. Al ver que sus hijos no pueden disfrutar de la misma seguridad o libertad, sienten un deseo natural de protegerlos de los peligros modernos.
• Confusión por tendencias modernas: Enfrentados a un bombardeo constante de nuevas teorías y recomendaciones sobre la crianza, desde preocupaciones sobre el gluten hasta el apego emocional, los padres se encuentran abrumados y asustados, temiendo que cualquier error pueda causar un daño irreparable a sus hijos.
• Deseo de evitar el sufrimiento: Un deseo profundo de evitar que sus hijos experimenten el dolor o la frustración que ellos mismos han vivido, lo cual los lleva a una tendencia de sobreprotección.
Santo Tomás de Aquino nos advierte que “la prudencia es la virtud que rectifica la razón práctica, permitiéndonos discernir lo que es verdaderamente bueno y los medios adecuados para alcanzarlo” (Suma Teológica, II-II, q. 47, a. 2). Esta virtud es crucial para que los padres puedan tomar decisiones equilibradas y justas, evitando que su amor se convierta en una trampa que perpetúe la debilidad en sus hijos. San Agustín complementa esta idea al afirmar: “El amor que no está ordenado por la razón es un amor desordenado. Los padres deben amar a sus hijos, pero este amor debe estar guiado por la prudencia y la justicia” (Confesiones, Libro 1, Capítulo 11). De manera similar, San Francisco de Sales nos recuerda que “el amor verdadero no es indulgente, sino que corrige con caridad, guiando al amado hacia la perfección” (Introducción a la vida devota, Parte III, Cap. 8). Papa Pío XI enfatiza que “la educación cristiana debe ser una obra prudente, en la que se busque el verdadero bien de los hijos, más allá de los sentimientos de culpa o de miedo de los padres” (Divini Illius Magistri, n. 63).
3. CARACTERÍSTICAS DE LOS “PADRES DE ALGODÓN”: UN AMOR DESORDENADO
Los “Padres de Algodón” son aquellos que, motivados por el amor y una mezcla de culpa y miedo, buscan proteger a sus hijos de cualquier posible daño, a menudo haciendo por ellos lo que deberían aprender a hacer por sí mismos. Estos padres justifican los errores de sus hijos, les evitan las consecuencias naturales de sus acciones, y se esfuerzan por resolver todos sus problemas, grandes o pequeños.
Este tipo de crianza, aunque parece estar lleno de amor, en realidad priva a los hijos de las oportunidades de crecer en responsabilidad y autodisciplina. En lugar de preparar a sus hijos para la vida adulta, estos padres los mantienen en un estado de dependencia emocional y fragilidad.
Santo Tomás de Aquino afirma que “la justicia es la virtud que da a cada uno lo que le corresponde. En el caso de los hijos, esto implica permitirles asumir responsabilidades y enfrentar las consecuencias de sus acciones” (Suma Teológica, II-II, q. 58, a. 1). San Basilio el Grande agrega: “No es justo ni prudente que los padres resuelvan todos los problemas de sus hijos, pues así les privan de la posibilidad de aprender a resolverlos por sí mismos” (Reglas Morales, Regla 21). San Juan Bosco también nos advierte: “La educación debe ser un equilibrio entre la firmeza y el afecto; los padres deben guiar a sus hijos con amor, pero sin consentir en sus caprichos” (Mémoires de l’Oratoire, Cap. 12). Además, Papa San Pío X subraya: “Los padres deben evitar tanto el rigor excesivo como la indulgencia excesiva; ambos extremos son perjudiciales para la formación de los jóvenes en la virtud” (Acerbo Nimis, n. 18).
4. CONSECUENCIAS DE LA CRIANZA CON SOBREPROTECCIÓN: LA “GENERACIÓN DE CRISTAL”
La sobreprotección ha dado lugar a lo que hoy conocemos como la “Generación de Cristal,” jóvenes que, al haber sido protegidos de todas las dificultades, carecen de la fortaleza necesaria para enfrentarlas cuando finalmente se presentan. Estos jóvenes muestran una baja tolerancia a la frustración, tienden a la depresión y, en casos extremos, pueden desarrollar comportamientos destructivos tanto hacia ellos mismos como hacia los demás.
Estos jóvenes son altamente dependientes de sus padres y del entorno que los rodea, incapaces de tomar decisiones por sí mismos o de asumir responsabilidades. La falta de exposición a las dificultades de la vida ha dejado a esta generación emocionalmente frágil y extremadamente vulnerable a cualquier tipo de crítica o adversidad.
Santo Tomás de Aquino nos enseña que “la fortaleza es la virtud que permite al hombre permanecer firme en el bien y resistir las adversidades. Sin fortaleza, el alma se quiebra ante el primer signo de dificultad” (Suma Teológica, II-II, q. 123, a. 2). San Bernardo de Claraval afirma que “la fortaleza no consiste en no temer, sino en resistir el miedo y continuar en la búsqueda del bien” (Sermones sobre el Cantar de los Cantares, Sermón 33). Asimismo, San Ignacio de Loyola nos instruye que “el hombre fuerte es el que enfrenta los desafíos y los supera, confiando siempre en la gracia de Dios y en su propia perseverancia” (Ejercicios Espirituales, n. 23). Papa León XIII también advierte: “La educación en la fortaleza es esencial para preparar a los jóvenes para las luchas de la vida. Sin esta virtud, caerán fácilmente en la desesperación y la fragilidad” (Rerum Novarum, n. 13). Finalmente, San Alfonso María de Ligorio nos recuerda que “el alma que no ha sido formada en la fortaleza es como un barco sin timón, que se desvía y se hunde al menor viento de dificultad” (Práctica del amor a Jesucristo, Cap. 2).
5. LA PARADOJA DEL AMOR SIN LÍMITES: UN CAMINO HACIA LA DEBILIDAD
Existe una gran paradoja en el amor sin límites de los “Padres de Algodón”: en su deseo de proteger a sus hijos de todo mal, en realidad les están negando la capacidad de crecer y madurar. Este amor desordenado, que busca evitar a toda costa el sufrimiento, termina produciendo hijos frágiles que, incapaces de enfrentar las realidades de la vida, desarrollan una dependencia emocional y una fragilidad que los hace vulnerables ante cualquier dificultad.
Análisis desde la Caridad y la Prudencia:
Santo Tomás de Aquino nos enseña que “la caridad es el amor que busca el verdadero bien del otro, y debe estar guiada por la prudencia para no convertirse en un amor desordenado” (Suma Teológica, II-II, q. 23, a. 1). Este amor verdadero, que debe ser el fundamento de la relación entre padres e hijos, no puede caer en la trampa de la indulgencia sin límites. La caridad exige un amor que esté dispuesto a corregir y a guiar, incluso cuando esto implique permitir que los hijos enfrenten dificultades.
San Agustín nos recuerda que “amar a nuestros hijos significa querer lo mejor para ellos, y esto incluye corregirlos cuando se desvían y guiarlos hacia el bien, incluso cuando esto implique dolor o sacrificio” (Sermones, 94, 9). Este principio subraya la necesidad de que los padres actúen con prudencia, guiando a sus hijos hacia la madurez y la responsabilidad, en lugar de mantenerlos en un estado de dependencia infantil.
San Juan de la Cruz también nos ofrece una perspectiva valiosa cuando dice: “El amor verdadero no consiente en las debilidades, sino que las corrige y las fortalece con la gracia divina” (Cántico Espiritual, Estrofa 28). Este enfoque asegura que el amor de los padres sea firme y orientado hacia el crecimiento espiritual y moral de sus hijos, en lugar de perpetuar la fragilidad emocional.
Finalmente, el Papa Pío XII subraya la importancia de un amor fuerte y corregidor al decir: “El amor de los padres debe ser fuerte, capaz de corregir y guiar, para que los hijos crezcan en virtud y no en fragilidad” (Ad Caeli Reginam, n. 43). Este tipo de amor, arraigado en la caridad verdadera y guiado por la prudencia, es esencial para el desarrollo saludable de los hijos.
6. RECOMENDACIONES PARA EVITAR LA FORMACIÓN DE UNA “GENERACIÓN DE CRISTAL”: EL CAMINO DE LA VIRTUD
¿Qué pueden hacer los padres para evitar criar hijos frágiles y dependientes? La respuesta se encuentra en la educación en las virtudes cardinales, guiadas por la caridad y la prudencia. Aquí algunas recomendaciones fundamentales:
1. Cultivar la Prudencia:
La prudencia es esencial para que los padres puedan discernir lo que es mejor para sus hijos en cada situación. Deben aprender a equilibrar el deseo de proteger a sus hijos con la necesidad de permitirles enfrentar y superar dificultades. La prudencia les ayudará a saber cuándo intervenir y cuándo dejar que sus hijos aprendan por sí mismos.
Santo Tomás de Aquino afirma: “La prudencia es la virtud que dispone rectamente las acciones humanas, orientándolas hacia el bien” (Suma Teológica, II-II, q. 47, a. 6).
2. Practicar la Justicia:
La justicia exige que los padres traten a sus hijos con equidad, permitiéndoles asumir las responsabilidades que les corresponden. Esto significa no hacer por ellos lo que deberían hacer por sí mismos y permitir que enfrenten las consecuencias naturales de sus acciones.
San Juan Bosco enseña: “La justicia en la educación implica no solo el castigo justo, sino también la recompensa justa por el bien obrar” (Reglas para los Educadores, Cap. 4).
3. Desarrollar la Fortaleza:
Los padres deben enseñar a sus hijos a enfrentar el sufrimiento y las dificultades con coraje. La fortaleza se desarrolla a través del enfrentamiento con los desafíos de la vida, y es esencial para que los jóvenes puedan soportar y superar las dificultades que inevitablemente encontrarán.
San Ignacio de Loyola afirma: “La fortaleza es la virtud que nos capacita para resistir las dificultades sin perder la serenidad del alma” (Ejercicios Espirituales, n. 149).
4. Fomentar la Templanza:
La templanza enseña a los jóvenes a moderar sus deseos y a controlar sus pasiones. En un mundo que promueve el placer inmediato y la evitación del sufrimiento, la templanza es crucial para que los hijos aprendan a vivir de manera equilibrada y disciplinada.
San Francisco de Asís señala: “La templanza es la virtud que regula nuestros deseos, evitando que caigamos en los excesos que nos apartan de Dios” (Admoniciones, 6).
5. Ejercitar la Caridad:
La caridad debe guiar todas las acciones de los padres hacia sus hijos. Este amor verdadero no busca la comodidad a corto plazo, sino el bien eterno de los hijos. Los padres deben amar a sus hijos lo suficiente como para exigirles que se esfuercen, que enfrenten los desafíos de la vida y que busquen siempre el bien.
San Agustín recuerda: “No hay mayor caridad que guiar a los hijos por el camino de la virtud, pues este camino los lleva a la vida eterna” (Confesiones, Libro IX, Cap. 10).
7. CONCLUSIÓN: HACIA UNA GENERACIÓN DE VIRTUD
La “Generación de Cristal” y los “Padres de Algodón” son el resultado de una sociedad que ha perdido de vista la importancia de la virtud en la vida humana. Sin embargo, hay esperanza. Siguiendo las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino y de la tradición católica, los padres pueden criar a sus hijos de manera que no sean frágiles como el cristal, sino fuertes como el acero, capaces de enfrentar las dificultades de la vida con virtud y sabiduría.
Santo Tomás de Aquino nos enseña que la felicidad última, la bienaventuranza, se encuentra en la vida eterna, en la unión con Dios. Sin embargo, la felicidad en esta tierra, aunque imperfecta, se alcanza a través de la práctica de la virtud. La virtud es el camino que nos permite vivir de acuerdo con nuestra naturaleza racional, ordenando nuestras acciones hacia el bien y, por tanto, hacia una verdadera paz y satisfacción en esta vida.
Es fundamental comprender que la práctica de las virtudes no solo nos prepara para la vida eterna, sino que es en realidad la fuente de la auténtica felicidad en esta tierra. Al vivir una vida virtuosa, experimentamos la alegría que proviene de actuar conforme a la recta razón y de orientarnos hacia el bien común. Esta es la verdadera felicidad que podemos alcanzar en el mundo, una felicidad que nos fortalece y nos guía, incluso en medio de las adversidades.
Por lo tanto, los padres tienen la responsabilidad y el privilegio de guiar a sus hijos por este camino, asegurando que estén preparados para enfrentar la vida con la fuerza, el coraje y la sabiduría que solo la virtud puede proporcionar. No se trata solo de formar individuos exitosos en un sentido mundano, sino de cultivar almas santas que, viviendo en la virtud, experimenten la verdadera felicidad en esta vida y estén preparadas para alcanzar la bienaventuranza en la vida eterna.
Este es el verdadero objetivo de la crianza cristiana, y solo puede lograrse a través de un compromiso firme con la virtud y la verdad, tal como nos lo enseñan Santo Tomás de Aquino y los grandes santos de la Iglesia. La felicidad en esta tierra es, en su esencia, la práctica de las virtudes, y es este camino el que conduce a la bienaventuranza en la otra vida.
OMO
BIBLIOGRAFÍA
• Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, II-II.
• San Juan Crisóstomo, Homilías sobre Efesios.
• Papa León XIII, Sapientiae Christianae.
• San Agustín, Confesiones.
• San Francisco de Sales, Introducción a la vida devota.
• Papa Pío XI, Divini Illius Magistri.
• San Basilio el Grande, Reglas Morales.
• San Juan Bosco, Mémoires de l’Oratoire.
• Papa San Pío X, Acerbo Nimis.
• San Bernardo de Claraval, Sermones sobre el Cantar de los Cantares.
• San Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales.
• Papa León XIII, Rerum Novarum.
• San Alfonso María de Ligorio, Práctica del amor a Jesucristo.
• San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual.
• Papa Pío XII, Ad Caeli Reginam.
• San Francisco de Asís, Admoniciones.
miércoles, 21 de agosto de 2024
PADRES DE FAMILIA: ¡CUIDADO!
viernes, 10 de mayo de 2024
viernes, 3 de noviembre de 2023
LO ADVIRTIÓ LA VIRGEN
“La masonería, que entonces estará en el poder, hará que se promulguen leyes inicuas, con el objetivo de acabar con este sacramento (el del matrimonio), con lo que casi todo el mundo vivirá en pecado. … El espíritu cristiano decaerá rápidamente, extinguiendo la preciosa luz de la fe hasta que llegue al punto de que habrá una corrupción casi total y general de las costumbres".
Nta. Sra. del Buen Suceso a la Madre Mariana de Jesús Torres.
sábado, 3 de junio de 2023
lunes, 15 de mayo de 2023
LA RESPONSABILIDAD DE LOS PADRES CON RESPECTO A LA PUREZA DE SUS HIJOS
Los padres deben velar y fomentar la pureza de sus hijos desde la más tierna edad, para que adquieran vergüenza y honradez, para que sean modestos en el habla, en los modales, en el vestir. Corresponde a los padres evitar que sus hijos adquieran malos hábitos en este campo, aunque los niños no comprendan la maldad de lo que están haciendo, porque después no podrán librarse de la adicción.
Cuidado padres, cuidado con los niños. Veamos lo que dice S.S. Pío XII: “Desgraciadamente a veces sucede que los padres cristianos, que se preocupan tanto por criar a un hijo o una hija, que los están siempre apartando de los placeres peligrosos y de las malas compañías, ven de pronto a los hijos, a los 18 ó 20 años, víctimas de miserables y escandalosas caídas: el buen grano que sembraron fue arruinado por la cizaña.
"¿Quién era el enemigo del hombre que tanto mal hizo? Lo que pasó -prosigue el Papa- fue que en la casa misma, en ese pequeño paraíso, se coló el tentador, el enemigo astuto, y encontró allí el fruto corruptor para ofrecerlo a manos inocentes. Un libro dejado por casualidad en el escritorio del padre es lo que destruyó la fe de su bautismo en el hijo, una novela abandonada en el sofá o en el dormitorio por la madre es lo que eclipsó la pureza de su primera comunión en la hija".
La cizaña puede entrar al hojear revistas de noticias o periódicos que se encuentran en la casa; por la televisión, por un extracto del periódico televisivo que el niño vio por casualidad. Vigilad, padres, velad por las almas de vuestros hijos. Manténganlos alejados de Internet, tabletas e Ipads, donde realmente pueden acceder a cualquier cosa. Ya ven tanto mal fuera de casa. Que al menos en ella puedan encontrar la pureza y la virtud, a partir del ejemplo de sus padres.
¿De qué sirve ganar el mundo entero si perdemos nuestra alma? ¿Cuál es el valor de una satisfacción instantánea, fugaz, que nos hace perder el cielo, merecer el infierno y que vuelve a crucificar a nuestro Señor? Confiando en Dios, desconfiando de nosotros mismos, con una determinación muy firme, seamos castos y puros según nuestro estado de vida. Seamos un ejemplo y velemos por la pureza y la salvación del alma de nuestros hijos. El ejemplo y los buenos consejos y cuidados son indispensables para que ellos se conserven puros.
miércoles, 4 de enero de 2023
ENSEÑA A TU HIJO EL BUEN CAMINO
Cuentan que un niño de unos ocho años, le recuerda a su papá que ese día es domingo y que hay que ir a misa. –Hoy no vamos– respondió el papá. –Yo tengo otras cosas que hacer. –Pero, papá, -insistió el niño-, es que hoy tenemos la obligación de ir. Así lo manda el tercer mandamiento de la Ley de Dios, santificar las Fiestas. –No te preocupes. Eso no tiene importancia. Ya irás otro día. El niño se calla. Pero al poco rato el papá le manda a que limpie su cuarto. El niño se queda pensativo por unos momentos y luego responde: -Papá, si el tercer mandamiento no tiene importancia, el cuarto que es honrar padre y madre, no debe de importar tampoco. ¿No crees, Papá?- El Padre no tuvo fuerza moral para exigir obediencia a su hijo. Poco mas tarde se acercó al muchacho, lo abrazo y le dijo: -Gracias, hijo mío, por enseñarme a obedecer y a honrar al Padre que lo merece todo, que es nuestro Padre Dios.- Esa tarde toda la familia fue a Misa y desde ese día en adelante siguieron yendo juntos a la Santa Eucaristía. El niño creció en edad y en estatura ante su papá quien optó, desde aquel entonces, enseñar a su hijo con palabras sí, pero mas aún, con su ejemplo.
martes, 10 de mayo de 2022
EN ESTE DÍA DE LAS MADRES
Oración a la Virgen María
Oh María, Madre de Jesús y Madre nuestra, nos dirigimos a Ti en este día, ya que fuiste Tú la que dijiste "SÍ" a la vida. "Concebirás y darás a luz a un Hijo", dijo el ángel. Sin importar nada, Tú dijiste "SÍ". "Hágase en mí según tu palabra".
Santa María, oramos hoy por todas las Madres que tienen miedo de ser Madres. Oramos por todas las que se sienten amenazadas y abrumadas por sus embarazos. Intercede por ellas, para que Dios les conceda la gracia de poder decir "sí" y el valor de llevar a plenitud su embarazo. Que reciban la gracia de rechazar la falsa solución del aborto. Que puedan decir como Tú, "Hágase en mí según Tu Palabra". Que puedan vivir y sentir la ayuda de todos los Cristianos y sepan que la paz viene al hacer la voluntad de Dios.
También te rogamos para que des sabiduría a aquellas buenas madres católicas que educan a sus hijos en el amor de Dios porque saben que los hijos se engendran para que alcancen su salvación eterna.
Amén.
Una felicitación a todas las mamás lectoras y amigas de este sitio. ¡Feliz día de las madres!
lunes, 2 de mayo de 2022
UNA MADRE DEBERÍA…
1. ENSEÑAR LA PRESENCIA DE DIOS
Como Mamá Margarita, madre de San Juan Bosco, que aprovechaba todas las ocasiones para enseñar a sus hijos a Dios.
Cuando salía el sol sobre la cintura nevada de los Alpes decía: “¡Cuántas maravillas ha hecho Dios para nosotros hijos míos!”.
O cuando el granizo había asolado en todo o en parte la humilde viña de la familia, decía resignada: “Inclinemos la cabeza, hijos míos”; Dios nos había dado esos hermosos racimos. Dios nos los quita. Él es el Dueño. Para nosotros es una prueba, para los malos, un castigo.
En las hermosas noches estrelladas, salían fuera de casa, señalaba al cielo y les decía: – “Dios es quien ha creado el mundo y ha colocado allí arriba las estrellas. Si el firmamento es tan hermoso, ¿cómo será el paraíso?”.
2. HACER ODIAR EL PECADO
Como Blanca de Castilla, madre de San Luis Rey.
Reina y madre, se preocupaba por hacer de su hijo, San Luis, el rey cruzado, un cristiano fervoroso y un gobernante intachable. Desde chico le repetía y repetía a su hijo la siguiente frase:
“Te amo muchísimo, pero preferiría mil veces verte muerto antes que saber que has cometido un pecado mortal”.
¡No saben uds. cómo sufre el alma del sacerdote cuando, en el confesionario, oye ciertos pecados de los hijos que se podrían haber evitado con un poco de diligencia de parte de sus padres!
Una madre debe explicar por qué ciertas series o películas son malas, por qué tal música daña el alma, por qué tales juegos o sitios de internet “inocentes”, destruyen no sólo la imaginación de los hijos sino su camino a la santidad.
Si hasta parece que algunas madres dijesen: “preferiría mil veces verte cometer un pecado mortal antes de que te murieras”.
P. Javier Olivera Ravasi
Comentario del blog: ¡Cómo hacen falta esas madres que ante todo buscan la salvación de las almas de sus hijos! Benditas sean esas madres. Los padres darán cuenta a Dios -buena o mala- de la formación que hayan dado a sus hijos, pues los hijos se engendran para llevarlos al cielo.
miércoles, 27 de abril de 2022
EL PAPEL DE LA MADRE
¿Y cuál es el papel de la madre cristiana?
“Engendrar hijos para el cielo”.
Las vacas tienen crías, los perros y las liebres también, pero mientras estos animales de Dios crían hijos para la tierra, la madre cristiana debe hacerlo para el cielo. Porque antes que saciar el cuerpo, hay que pensar en saciar el alma. Antes de pensar con qué se vestirán los hijos, hay que pensar si están revestidos de la gracia. Por eso el papel de la madre es fundamental, tanto que Nuestro Señor vivió sin padre carnal, pero no sin madre.
“Engendrar hijos para el cielo…”. Practicando las virtudes, ante todo; de allí que el Cura de Ars dijese que “las virtudes pasan suavemente de las madres a los hijos”.
De la madre uno aprenderá la primera oración o el primer insulto.
De la madre el hijo sabrá primeramente distinguir lo bueno de lo malo, de allí que sea tan nefasta esa corriente ideológica que dice que “no hay que poner límites”, “no hay que corregir”, “nunca hay que levantar la mano”.
“¿Tienes hijos? Adoctrínalos, doblega su cabeza desde su juventud” (Eclesiástico, VII, 23) pues “un caballo no domado, sale indócil, y un hijo consentido, sale rebelde" (Eclesiástico, XXX, 8).
La obligación de la madre católica es llevar a sus hijos al cielo. Y si a pesar de una buena formación el hijo se desvía, siempre queda el recurso de la oración constante por él. A Santa Mónica, que insistentemente oraba por su hijo pecador, le dijo un obispo: "No se condenará un hijo de tantas lágrimas". Y ese hijo llegó a ser un gran santo: San Agustín.
martes, 27 de abril de 2021
SOBRE LA MATERNIDAD
sábado, 6 de febrero de 2021
EL EJEMPLO DE UN PADRE A SU HIJA