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martes, 19 de junio de 2012

SAN IGNACIO DE LOYOLA Y LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES



Video-Biografía de San Ignacio de Loyola:

Indudablemente no hay comparación entre asistir a unos Ejercicios Espirirituales de Encierro de San Ignacio de Loyola a verlos y escucharlos en varios videos. Sin embargo, para aquellas personas que no pueden acudir a ellos, el Padre Alfredo Sáenz S.J. ha grabado veintiocho videos para que quienes desde su casa deseén realizarlos, lo hagan desde su computadora. Es aconsejable -preferentemente- adquirir un Manual del Ejercitante con los Ejercicios en alguna librería católica y procurar seguir el procedimiento indicado o pueden imprimirlo en el enlace que colocamos abajo. También es conveniente que se vean estos videos al final del día o en horarios que no precedan a otras actividades que impidan la reflexión. Abajo colocamos la dirección de YouTube del primero de los mismos (así como la primera plática que hace alusión a los objetivos). En YouTube podrás seguir los veintisiete videos restantes.

Naturalmente, lo aconsejable sería asistir a ellos, pues unos cuantos días en los que se hace un alto a la cotidianidad y en medio de la tranquilidad y paz, con profundas reflexiones y auto-análisis de la vida que hasta el momento hemos llevado, nos permitirán tomar serias resoluciones para mejorarla de una manera radical y positiva. Los Ejercicios de San Ignacio han probado su enorme eficacia para transformar a quien acude a ellos con las debidas disposiciones de superarse en todos los sentidos. Son un breve y necesario alto en el camino de nuestra existencia para profundizar en nosotros mismos y sacar lo mejor que tenemos para beneficio propio y de nuestro prójimo. Traen paz al alma, reconciliación con Dios, transformación espiritual y un proyecto de vida superior que abarca todas sus manifestaciones. Hacer Ejercicios es trabajar intensamente durante varios días en vencerse a sí mismo, en dar orientación definitiva a nuestra propia vida y poner orden perfecto en ella en todos los afectos del corazón y en todos los sentidos.

Como dice Pío XI, el método ignaciano de oración "guía al hombre por el camino de la propia abnegación y del dominio de los malos hábitos a las más altas cumbres de la contemplación y el amor divino".

Los Ejercicios Espirituales son el viril instrumento para una milicia del espíritu humano del que se ha servido el Señor para comunicar su Espíritu a innumerables personas y llevarlas a la santidad.

Comienzan reflexionando sobre el "Principio y Fundamento" de todas las cosas. Nos enseñan la verdad fundamental en la que debemos edificar nuestra vida:

¿Cuál es el origen de esta existencia?...¿Cuál es su sentido?...¿Cuál su valor?...¿Para qué nacimos?...¿Cuál es el fin de nuestra vida?...¿Qué debemos buscar en ella? Estas son las preguntas capitales que me debo hacer. Sus respuestas, se irán analizando. Veremos cómo nos las da Dios: Génesis 1: 26 "Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra" Y como Dios es amor (1Juan 4:16), el hombre que es su imagen, ha sido creado para amar con su corazón. Dios creó al hombre para amar con todo su corazón, toda su mente y toda su fuerza (Deut. 6:4-9).

El hombre ama a Dios ante todo alabándole, adorándole y sirviéndole. En esta línea debe ordenar su existencia. Pero el amor es más que esto. Por su propia naturaleza, el amor busca unión. Dios nos creó para ser sus hijos adoptivos en Jesucristo y por Jesucristo.

El plan de Dios consiste en hacernos partícipes en la tierra (por medio de la fe y la gracia) y por toda la eternidad de la vida de la Trinidad que es amor.

El principio y fundamento de nuestra vida es éste: "Hemos sido creados para Alabar y Servir a Dios y mediante esto salvar nuestra alma".

Conociendo este principio y ordenando toda nuestra vida en él, podremos construir sobre roca para que las tormentas no destruyan nuestra casa.

El protagonista en Ejercicios eres tú. Tú, y no el sacerdote, desempeñas el papel principal. Todo gira alrededor de ti. Todo depende, después de la gracia de Dios, de tu trabajo personal. Los Ejercicios requieren activismo vital.

Cuanto más pienses tú, y medites y reflexiones, tanto mejor harás Ejercicios. Cuanto más te apropies lo que oyes y mejor lo asimiles, tanto mayor fruto sacarás de los Ejercicios.

Cuanto más te dejes empapar de los sentimientos de cada meditación y mejor te pongas a tono con las materias que vayas meditando, tanto mayor efecto producirán en ti.

Cuanto más pidas a Dios y mas íntimamente comuniques con Él, tanto mayores serán las maravillas que se obrarán en tu alma.

Los Ejercicios son fragua de grandes caracteres y de grandes santos. Los Ejercicios irradian luz que disipa las más densas tinieblas de la mente. Sosiegan toda inquietud interna.

Hacen brotar en el alma un surtidor perenne de alegría. La robustecen para recorrer sin cansancio el camino del deber.

Los Ejercicios arreglan el pasado y disponen para el futuro. Para el alma atormentada, son un sedante. Para el alma extraviada, orientación y luz. En todo caso, paz, alegría y fortaleza.

No temas esperar demasiado de los Ejercicios. No temas una decepción.

Trabaja animosamente por tu parte, Y, sobre todo, pide a Dios que te ilumine y te ayude. Emprende con valentía la solución del problema de tu vida. Tienes que terminar los Ejercicios orientado, decidido, transformado.


He aquí los instrumentos (haz click): 
1)· Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola (PDF)
2)· Manual del Ejercitante (PDF)

Empieza, pues, con los videos...(los siguientes -del 2 al 28- puedes hallarlos siguiendo la dirección en YouTube).


Nuestros suscriptores que reciben CATOLICIDAD en su mail, podrán ver el Video-Biografía de San Ignacio de Loyola o hacer comentarios aquí (haz click):
http://catolicidad-catolicidad.blogspot.mx/2012/06/san-ignacio-de-loyola-y-los-ejercicios.html 
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lunes, 17 de agosto de 2009

LAS DOS BANDERAS: LA DE CRISTO Y LA DE SATANÁS


De los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, escucharemos una de sus pláticas fundamentales (duración total 27 minutos):



PRIMER VIDEO




SEGUNDO VIDEO




TERCER VIDEO






CUARTO VIDEO





Expositor: R.P Alfredo Saénz S.J.
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LAS GUERRAS DEL REINO

En sus Ejercicios Espirituales tiene San Ignacio de Loyola una meditación genial, titulada "Las Dos Banderas". ¿Cómo se imagina San Ignacio el mundo? Como un campo de batalla en el que se enfrentan dos ejércitos empeñados en una lucha a vida o muerte: el ejército de Jesucristo y el ejército de Satanás.

Fue primero Satanás el que plantó cara a Dios en el paraíso terrenal, y se hizo con la victoria. Pero Dios agarró el guante, y le sentenció al enemigo:

- Voy a mandar uno que te machacará la cabeza.

¿Y qué hizo Jesucristo, el Hijo de Dios? Se le enfrenta a Satanás y lo derrota con la Cruz. La victoria de Satanás en el paraíso fue grande; pero fue más grande la de Jesucristo en el Calvario. La guerra sigue, porque no acabará hasta el final del mundo, y continúan enfrentados Jesucristo y Satanás.

Viene ahora el planteamiento magnífico de Ignacio de Loyola, que había sido militar y entendía en estrategia bélica.

Satanás planta sus reales en el campamento de Babilonia, donde todo es desorden, confusión, arrogancia, y se sienta soberbio en un trono de fuego y de humo pestilente. A sus órdenes, muchos demonios y todos los malos que se ponen a su disposición, a los que da la orden:

- ¡A esparcirse por el mundo y a perder a todos los hombres, arrebatándoselos a Dios y lanzándolos a nuestro infierno!... ¡A meter el orgullo en todos los cerebros y en todos los corazones con ansia de dinero, de placer, de dominio! ¡El mundo es nuestro y ha de estar rendido a mis pies!...

Este es el ejército que milita bajo la bandera de Satanás. Terrible, espantoso, repugnante...

¿Y Jesucristo?... Según Ignacio de Loyola, ha establecido su cuartel general en Jerusalén, "ciudad de paz", y su Comandante en Jefe, el más bello entre los hombres, es humilde, sencillo, afable, amoroso, encantador..., pero con una mano de hierro contra Satanás. Y arenga también a los suyos:

- ¡A esparcirse por todo el mundo! ¡Que no haya un solo rincón en el que no entre mi Cruz y con ella la salvación! ¡A conquistar a todos los hombres para llevarlos a Dios y meterlos en su Gloria, la que yo les he conquistado con mi sangre! Con la pobreza, la humildad, la pureza, la mansedumbre, el amor..., haremos a todos los hombres míos para llevarlos a mi Padre. ¡A luchar con valentía! ¡Fe en la victoria, y fe en mi Reino que no tendrá fin!...

Este es el ejército que milita bajo la bandera de Jesucristo. Bello todo a más no poder...

Dos Jefes y dos ejércitos, Jesucristo y Satanás, enfrentados en una guerra feroz y sin cuartel. Un ejército y otro no se toman un día de tregua, y los dos bandos se disputan el terreno palmo a palmo.

Pero, eso sí, sabemos desde ahora que la última victoria, la definitiva, será para Jesucristo, que habrá derrotado a Satanás para siempre, al que arrojará con los suyos en un fuego eterno.

Este es el planteamiento de esa meditación magnífica de Ignacio de Loyola.

Hoy San Ignacio no propondría la meditación de la misma manera, sino que hablaría de ejércitos con tanques y reactores, con misiles y atómicas... Pero la realidad sería la misma: lucha del cristiano, seguidor de Jesucristo, contra un mundo que se declara por Satanás.

Evangelio puro. El Jesús de los cuarenta días de ayuno y de las tentaciones, que no se rinde por nada a Satanás: -Come pan: -¡No!... -Tírate, para que te aplaudan. -¡No!... -Adórame. -¡No!...

El Satanás que se figura cantar victoria en el Calvario, aunque es allí donde se le escapa la presa.

Y la lucha entre el bien y el mal, entre los seguidores de Satanás y los de Jesucristo, que se han empeñado en conquistarlo cada uno para su respectivo Jefe.

Porque cada uno se pregunta: -¿A quién pertenezco? ¿Por quién me declaro?... Cada persona en particular, como los hombres en su conjunto, en grupo, se declaran por uno u otro beligerante, ya que no caben los neutrales. ¿Por Jesucristo o por Satanás?

El demonio no perdona al hombre, destinado a la gloria que él perdió miserablemente. Llevado de su odio a Dios y de su envidia al hombre, está empeñado en que no pertenezca a Dios ninguno de nosotros.

Pero Jesucristo está empeñado también en ganarse a cada uno de nosotros, rescatado y comprado a costa de su propia sangre.

Un sacerdote joven había ofrecido su vida a Jesucristo, y se había alistado como capellán militar para ayudar a los soldados que luchaban y morían en el frente. El sacerdote siente en sí la lucha: -¿Por qué voy a morir yo en mis días mejores, tan joven y cuando la vida me sonríe cuanto yo quiera?... Esto se dice medio frustrado, aunque ve que Cristo le llama a luchar por su Reino precisamente dando la vida por los más necesitados, como son los soldados del frente.

Pero se llena de coraje y entusiasmo, pensando por quién da la vida:

- Mi naturaleza se rebela contra este pensamiento. Pero me ha domado Cristo. A sus pies me rindo como un león amansado. Moriré por el Reino, porque antes murió Cristo y me invita a seguirle hasta el fin.

Esto es lo único que se merece Jesucristo. Y no podremos decir no tenga, y a montones, valientes así.

Porque si gran parte del mundo se entrega lastimosamente al enemigo, muchos, muchos también, se dan a Jesucristo con entrega total.

Se alistan en el ejército para una guerra gloriosa, librada consigo mismos para ser fieles a Jesucristo.
Pero, ¡claro está!, lo hacen porque saben que al pelear por Jesucristo y con Jesucristo, tienen con Jesucristo segura la fiesta de la victoria...
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Fuente: Riial.org
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