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viernes, 7 de septiembre de 2018
viernes, 1 de septiembre de 2017
EL HEREJE SOLALINDE, MONAGUILLO DE COATLICUE Y DEFENSOR DE LA ESTATUA BLASFEMA.
- "Todos los dioses de los gentiles son demonios" (Salmo 96:5).
- "No os juntéis en yugo desigual con los infieles; porque ¿qué tiene que ver la justicia con la iniquidad? ¿Y qué compañía puede haber entre la luz y las tinieblas? ¿O qué concordia entre Cristo y Belial? ¿O qué parte tiene el fiel con el infiel? ¿O qué consonancia entre el templo de Dios y los ídolos? (2a. Cor. 6, 14-17).
- Ninguno va al Padre sino por medio de Cristo (Jo. 14,6) y no hay ningún otro Nombre bajo el Cielo en el cual el hombre pueda salvarse (Act. 4, 12). Él (Cristo) es la Luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo (Jo. 1, 9) y quien no lo sigue camina en las tinieblas (Jo. 8,12). Quien no está con Él está contra Él (Mt. 13,30); y quien no lo honra ultraja también al Padre que lo ha enviado (Jo. 5.23). A Él el Padre le ha entregado el juicio de los hombres (Jo. 5,22); quien no cree ya ha sido juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo Unigénito de Dios (Jo. 3,18). En Él y en el Padre que lo ha enviado (Jo. 17,3).
O sea, contra la verdad histórica de que gracias a la evangelización y a la aparición de la Virgen de Guadalupe se erradicó mayoritariamente en América el falso culto idolátrico politeísta y se propagó la verdadera religión y la verdadera fe (muy distinta de las supersticiones idolátricas que sacrificaban vidas humanas a sus ídolos), independientemente de que se conservaran usos y costumbres como resultado de toda inculturización, viene ahora este monaguillo de Coatlicue a decirnos que lo mismo es su "diosa" que la Sma. Virgen María y lo mismo es Quetzalcóatl que Cristo (Dios mismo), que se hizo hombre para redimir al género humano. Mientras históricamente el Cordero de Dios vino al mundo a morir por amor a toda la humanidad, la mitología azteca nos habla de la dual "diosa" de la vida y la muerte, la bicéfala de figuras de serpientes y falda de calaveras que míticamente engendró a Huitzilopochtli que dizque nació armado y asesinó a sus hermanos y hermanas estrellas y cortó la cabeza de su hermana Coyolxauhqui. Y para Solalinde (no merece que se le denomine padre, que es el mismo que declaró a la pornográfica revista Play Boy que a los cuatro años de ordenado rompió su voto de castidad y que fue "maravilloso" y "milagroso": "Lejos de sentir culpa, ¡para nada!, ni me confesé") todo es igual y todo es lo mismo. Y entre tanta ignorancia y falsedad histórica y teológica que lo apartan de la Iglesia, tiene, para colmo, la desfachatez de llamar "ignorantes" y acusar de "fanáticos" a quienes no crean en sus herejías y paparruchadas y rechazan, congruentes con su fe, esta blasfema obra y siguen exigiendo cada vez más vigorosamente el retiro de este bodrio de la ciudad de Guadalajara.
- "No os juntéis en yugo desigual con los infieles; porque ¿qué tiene que ver la justicia con la iniquidad? ¿Y qué compañía puede haber entre la luz y las tinieblas? ¿O qué concordia entre Cristo y Belial? ¿O qué parte tiene el fiel con el infiel? ¿O qué consonancia entre el templo de Dios y los ídolos? (2a. Cor. 6, 14-17).
- Ninguno va al Padre sino por medio de Cristo (Jo. 14,6) y no hay ningún otro Nombre bajo el Cielo en el cual el hombre pueda salvarse (Act. 4, 12). Él (Cristo) es la Luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo (Jo. 1, 9) y quien no lo sigue camina en las tinieblas (Jo. 8,12). Quien no está con Él está contra Él (Mt. 13,30); y quien no lo honra ultraja también al Padre que lo ha enviado (Jo. 5.23). A Él el Padre le ha entregado el juicio de los hombres (Jo. 5,22); quien no cree ya ha sido juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo Unigénito de Dios (Jo. 3,18). En Él y en el Padre que lo ha enviado (Jo. 17,3).
ENTRA EN ACCIÓN EL MONAGUILLO DE COATLICUE
El P. Alejandro Solalinde aparece en escena para defender la blasfema obra que denigra a la Sma. Virgen de Guadalupe. La llama "una genialidad" y "obra maestra". Para ello, entre otras herejías sostiene que "la Virgen asume la fe que tenían los antiguos moradores en estas tierras, en estos dioses". ¡Jamás se oyó semejante blasfemia en boca de un creyente, ahora dicha por quien se dice sacerdote "católico"! Según él, Santa María de Guadalupe asume la fe idolátrica sobre los falsos dioses. Y agrega que a Dios no lo trajeron a América con la fe católica los españoles, sino que "Dios estaba aquí hace mucho tiempo (N. de la R.: con el falso culto a los ídolos)". Sostiene -¡nada menos!- que Cristo y Quetzalcóatl son una misma cosa y que "la Virgen de Guadalupe lo tiene (a Quetzalcóatl) en el vientre".
Dogmatiza, además, que "no es que una cosa sea la Coatlicue y otra cosa sea la Virgen de Guadalupe, (sino que) son diferentes momentos de la epifanía de Dios, de la historia de salvación". Luego, para este monaguillo de la Coatlicue, de la falsa diosa dizque madre de todos los falsos ídolos que adoraban los aztecas, ésta es lo mismo que la verdadera Madre de Dios, la Madre de Cristo. Él venera sincréticamente también a este ídolo al que se sacrificaban miles de vidas humanas. Por ello agrega: "La Coatlicue es la Madre tierra... la Madre Tierra y la Virgen de Guadalupe son inseparables y el maestro Ismael (Vargas) lo logró hacer con esa genialidad (¡!) que no he visto en ninguna obra". Pobrecito, considera legítimo el culto idolátrico como si fuese una deidad la tierra creada por Dios. ¿Y se considera "intelectual" y "católico"?
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Llamó ignorante al Cardenal Sandoval |
jueves, 6 de abril de 2017
EL ESTUDIANTE ATEO Y EL ANCIANO RELIGIOSO (ANÉCDOTA REAL)
DE LA VIDA REAL
Un señor de unos 70 años viajaba en el tren, teniendo a su lado a un joven universitario que leía su libro de Ciencias. El caballero, a su vez, leía un libro de portada negra. Fue cuando el joven percibió que se trataba de la Biblia y que estaba abierta en el Evangelio de Marcos.
Sin mucha ceremonia, el muchacho interrumpió la lectura del viejo y le preguntó:
- Señor, ¿usted todavía cree en ese libro lleno de fábulas y cuentos?
- Sí, mas no es un libro de cuentos, es la Palabra de Dios. ¿Estoy equivocado?
- Pero claro que lo está. Creo que usted señor debería estudiar Historia Universal. Vería que la Revolución Francesa, ocurrida hace más de 100 años, mostró la miopía de la religión.
Solamente personas sin cultura todavía creen que Dios hizo el mundo en 6 días. Usted señor debería conocer un poco más lo que nuestros científicos dicen de todo eso.
- Y... ¿es eso mismo lo que nuestros científicos dicen sobre la Biblia?
- Bien, como voy a bajar en la próxima estación, no tengo tiempo de explicarle, pero déjeme su tarjeta con su dirección para mandarle material científico por correo con la máxima urgencia.
El anciano entonces, con mucha paciencia, abrió cuidadosamente el bolsillo derecho de su bolso y le dio su tarjeta al muchacho. Cuando éste leyó lo que allí decía, salió cabizbajo, sintiéndose peor que una ameba. En la tarjeta decía:
Profesor Doctor Louis Pasteur
Director General del Instituto de Investigaciones Científicas
Universidad Nacional de Francia
Nota: En el libro "El Santo Rosario" del P. Eliécer Sálesman SBD (adaptación) se cuenta esta anécdota, señalando que Pasteur iba rezando su rosario y no leyendo la Biblia. El joven se atrevió a decirle: "¿Por qué en vez de rezar el rosario no se dedica a aprender, a instruirse un poco más?; yo le puedo enviar algún libro para que se instruya". El final es el mismo.
-oOo-
Precisamente de Pasteur, el célebre químico y microbiólogo, es la famosa frase:
"Un poco de ciencia aleja de Dios, mucha ciencia devuelve a Él".
viernes, 3 de marzo de 2017
lunes, 21 de noviembre de 2016
LA MUERTE DE LUTERO
¿Cómo murió Lutero?
La versión oficial protestante narra que el mayor artífice de la ruptura cristiana falleció de muerte natural, el 15 de febrero de 1546, luego de un viaje a Eisleben y padeciendo una angina en el pecho; ¿fue realmente así?
Un estudioso alemán contemporáneo, Dietrich Emme, ofrece una versión muy diferente en una revisión de los hechos. En su “Martin Luther, Seine Jugend und Studienzeit 1483-1505. Eine dokumentarische Darstelleng”[1] (“Martín Lutero: La juventud y los años de estudio desde 1483 al 1505. Bonn 1983”) señala que Lutero se suicidó; pero no es el único en señalarlo.
Asimismo, un psicoanalista freudiano, M. Roland Dalbiez,en su estudio sobre “La angustia de Lutero”[2],le atribuye «…una neurosis de angustia gravísima, tan grave que uno puede preguntarse si no ha sido debida a un estado-límite en la frontera entre la neurosis, por una parte, y el “raptus suicida”, por otra, un automatismo teleológico anti-suicida»[3].
Sí; Lutero tuvo tendencias suicidas, como puede corroborarse en sus mismas “Tischreden” (“Charlas de sobremesa”) donde se reporta, entre otras, una de sus conversaciones con el pastor Güben, Leonhard Beyer, ocurrida en el año 1551:
«Nos dijo que, cuando estaba prisionero, el diablo lo había malvadamente atormentado y que había reído de todo corazón cuando él (Lutero) tomó en su mano un cuchillo, diciéndole: “¡Ve adelante! ¡Suicídate!” (…). Esto me ha ocurrido muy a menudo, tanto como para ponerme en la mano un cuchillo… y que pensamientos malvados me venían a la mente de tal modo, de manera de no poder ya rezar»[4].
Algo análogo narra en 1606 el franciscano Heinrich Sedulius, en su “Preaescriptiones adversus haereses” al traer a colación el valioso testimonio de Ambrosio Kudtfeld, un testigo y hombre de confianza del “reformador” quien, lejos de narrar una muerte a causa de una angina, dice:
«Martín Lutero, la noche antes de su muerte, se dejó vencer por su habitual intemperancia y en tal exceso que fuimos obligados a llevarlo, completamente alcoholizado, y colocarlo en su lecho. Luego, nos retiramos a nuestra cámara, ¡sin presentir nada desagradable! A la mañana siguiente, volvimos junto a nuestro señor para ayudarlo a vestirse, como de costumbre. Entonces – ¡oh, qué dolor! – ¡vimos a nuestro señor Martín colgando del lecho y estrangulado miserablemente! Tenía la boca torcida, la parte derecha del rostro negra, el cuello rojo y deforme»[5].
Efectivamente en aquella época se usaban camas elevadas, sostenidas por columnas.
«Frente a este horrendo espectáculo, ¡fuimos presos de un gran temor! ¡Corrimos, sin retardo, a los príncipes, sus convidados de la víspera, a anunciarles el execrable fin de Lutero! Ellos, llenos de terror como nosotros, nos comprometieron en seguida, con mil promesas y los más solemnes juramentos, a observar, respecto de aquel suceso, un silencio eterno, y que nada trascendiera. Luego, nos ordenaron quitar del cabezal el horrible cadáver de Lutero, ponerlo sobre su lecho y divulgar, después, entre el pueblo, que el “maestro Lutero” ¡había abandonado de improviso esta vida»[6].
El mismo Maritain señala que el doctor De Coster, quien examinó a Lutero, explica que la boca del difunto se encontraba torcida con el rostro negro y con su cuello rojo y deforme[7].
También el sacerdote oratoriano Bozio, en su libro “De Signis Ecclesiae”, publicado en 1592[8], señala que un doméstico del reformador indicó que su señor fue encontrado ahorcado de las columnas de su lecho; lo mismo dice el Dr. Géorges Claudin[9].
Como bien señala el P. Villa, al parecer “Lutero, entonces, no murió de muerte natural, como se ha escrito falsamente en todos los libros de historia del protestantismo, sino que murió suicida, en su mismo lecho, después de una esplendorosa cena en la cual, como de costumbre, ¡había bebido desmesuradamente y se había saciado de comida fuera de todo límite!”[10].
Él, quien había despotricado contra la Iglesia, el Papado y la doctrina católica, paradójicamente ese 15 de febrero de 1546, fiesta de la Cátedra de San Pedro, abandonaba voluntariamente su vida mortal a las tres de la mañana, la anti–hora de la redención que nos trajo Nuestro Señor Jesucristo en el calvario.
Es triste: pero así acaban los que mal andan…
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi
Un estudioso alemán contemporáneo, Dietrich Emme, ofrece una versión muy diferente en una revisión de los hechos. En su “Martin Luther, Seine Jugend und Studienzeit 1483-1505. Eine dokumentarische Darstelleng”[1] (“Martín Lutero: La juventud y los años de estudio desde 1483 al 1505. Bonn 1983”) señala que Lutero se suicidó; pero no es el único en señalarlo.
Asimismo, un psicoanalista freudiano, M. Roland Dalbiez,en su estudio sobre “La angustia de Lutero”[2],le atribuye «…una neurosis de angustia gravísima, tan grave que uno puede preguntarse si no ha sido debida a un estado-límite en la frontera entre la neurosis, por una parte, y el “raptus suicida”, por otra, un automatismo teleológico anti-suicida»[3].
Sí; Lutero tuvo tendencias suicidas, como puede corroborarse en sus mismas “Tischreden” (“Charlas de sobremesa”) donde se reporta, entre otras, una de sus conversaciones con el pastor Güben, Leonhard Beyer, ocurrida en el año 1551:
«Nos dijo que, cuando estaba prisionero, el diablo lo había malvadamente atormentado y que había reído de todo corazón cuando él (Lutero) tomó en su mano un cuchillo, diciéndole: “¡Ve adelante! ¡Suicídate!” (…). Esto me ha ocurrido muy a menudo, tanto como para ponerme en la mano un cuchillo… y que pensamientos malvados me venían a la mente de tal modo, de manera de no poder ya rezar»[4].
Algo análogo narra en 1606 el franciscano Heinrich Sedulius, en su “Preaescriptiones adversus haereses” al traer a colación el valioso testimonio de Ambrosio Kudtfeld, un testigo y hombre de confianza del “reformador” quien, lejos de narrar una muerte a causa de una angina, dice:
«Martín Lutero, la noche antes de su muerte, se dejó vencer por su habitual intemperancia y en tal exceso que fuimos obligados a llevarlo, completamente alcoholizado, y colocarlo en su lecho. Luego, nos retiramos a nuestra cámara, ¡sin presentir nada desagradable! A la mañana siguiente, volvimos junto a nuestro señor para ayudarlo a vestirse, como de costumbre. Entonces – ¡oh, qué dolor! – ¡vimos a nuestro señor Martín colgando del lecho y estrangulado miserablemente! Tenía la boca torcida, la parte derecha del rostro negra, el cuello rojo y deforme»[5].
Efectivamente en aquella época se usaban camas elevadas, sostenidas por columnas.
«Frente a este horrendo espectáculo, ¡fuimos presos de un gran temor! ¡Corrimos, sin retardo, a los príncipes, sus convidados de la víspera, a anunciarles el execrable fin de Lutero! Ellos, llenos de terror como nosotros, nos comprometieron en seguida, con mil promesas y los más solemnes juramentos, a observar, respecto de aquel suceso, un silencio eterno, y que nada trascendiera. Luego, nos ordenaron quitar del cabezal el horrible cadáver de Lutero, ponerlo sobre su lecho y divulgar, después, entre el pueblo, que el “maestro Lutero” ¡había abandonado de improviso esta vida»[6].
El mismo Maritain señala que el doctor De Coster, quien examinó a Lutero, explica que la boca del difunto se encontraba torcida con el rostro negro y con su cuello rojo y deforme[7].
También el sacerdote oratoriano Bozio, en su libro “De Signis Ecclesiae”, publicado en 1592[8], señala que un doméstico del reformador indicó que su señor fue encontrado ahorcado de las columnas de su lecho; lo mismo dice el Dr. Géorges Claudin[9].
Como bien señala el P. Villa, al parecer “Lutero, entonces, no murió de muerte natural, como se ha escrito falsamente en todos los libros de historia del protestantismo, sino que murió suicida, en su mismo lecho, después de una esplendorosa cena en la cual, como de costumbre, ¡había bebido desmesuradamente y se había saciado de comida fuera de todo límite!”[10].
Él, quien había despotricado contra la Iglesia, el Papado y la doctrina católica, paradójicamente ese 15 de febrero de 1546, fiesta de la Cátedra de San Pedro, abandonaba voluntariamente su vida mortal a las tres de la mañana, la anti–hora de la redención que nos trajo Nuestro Señor Jesucristo en el calvario.
Es triste: pero así acaban los que mal andan…
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi
1] Vale la pena decir que los dos historiadores más competentes en Alemania acerca de la vida de Lutero, el Dr. Theobald Beer y el Prof. Remigius Baumer, han corroborado tanto el material, como los documentos citados por Emme.
[2] Roland Dalbiez, L’angoisse de Luther, Tequi, Paris 1974.
[3] Luigi Villa, Martín Lutero. Homicida y suicida, Civiltà, Brescia s/f, 5 (http://www.chiesaviva.com/lutero%20omicida%20e%20suicida/lutero%20homicida%20y%20suicida.pdf), 8.
[4] Luigi Villa, op. cit., 12-13.
[5] Ibídem, 16. El texto en latín puede verse en Heinrici Seduli ex Ordine Minorum, Praescriptiones adversus haereses, Officina Plantiniana, Amberes 1606, 257 pp. (online, aquí: http://bajarlibros.co/libro/f.-heinrici-seduli-ex-ordine-minorum-praescriptiones-adversus-haereses/bwjIJTfTtzjt2o2G/).
[6] Ibídem. Es interesante coincidencia, Maritain cuenta en su libro Tres reformadores, que muchos amigos, compañeros y primeros discípulos de Lutero también acabaron suicidándose.
[7] El dato que trae Maritain se encuentra en la edición francesa; no en la castellana.
[8] Tomás Bozio, De signis Ecclesiae Dei, Pedro Landry, Lyon 1593-1594, 3 vols.
[9] Géorges Claudin, La mort de Luther, Noisy-Le-Sec, Paris 1900, 99 (puede consultarse aquí: http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k9323938.r=).
[10] Luigi Villa, op. cit., 17.
viernes, 5 de agosto de 2016
jueves, 26 de mayo de 2016
domingo, 15 de mayo de 2016
miércoles, 13 de abril de 2016
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