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viernes, 9 de mayo de 2025

¿QUÉ DEBE HACER UN PAPA, SEGÚN SAN AFONSO MARÍA DE LIGORIO?



Cuando estaba a punto de reunirse el cónclave de 1774, el cardenal Castelli pidió a monseñor Alfonso María de Ligorio que escribiera una carta sobre las medidas que el nuevo Papa debía tomar para reformar la Iglesia afligida por una laxitud general. Se citan los principales pasajes de la carta de san Alfonso.

"Amigo y Señor mío, respecto al sentimiento que deseáis de mí respecto de los asuntos actuales de la Iglesia y de la elección del Papa, ¿qué sentimiento quiero demostrar yo, miserable ignorante y de tan poco espíritu como soy?

"Sólo digo que se necesita oración, pero mucha oración; considerando que, para sacar a la Iglesia del estado de relajamiento y confusión en que se encuentran universalmente todas las clases sociales, ni toda la ciencia y prudencia humana pueden remediarlo, sino que es necesario el brazo todopoderoso de Dios.

Entre los obispos, pocos tienen verdadero celo por las almas.

Las comunidades religiosas, prácticamente todas, son relajadas; Porque en la vida religiosa, en la actual confusión de las cosas, falta la observancia y se pierde la obediencia.

En el clero secular la situación es aún peor: es claramente necesaria una reforma general para todos los eclesiásticos, con el fin de remediar la gran corrupción moral que existe entre los seculares.

Es necesario, pues, pedir a Jesucristo que nos dé una Cabeza de la Iglesia que, más que doctrina y prudencia humana, esté dotada de espíritu y celo por el honor de Dios, y esté totalmente desprendida de todo partido y respeto humano; porque si alguna vez, para nuestra desgracia, aconteciese un Papa que no tuviese delante de sus ojos sólo la gloria de Dios, el Señor le ayudará poco, y las cosas, como están en las presentes circunstancias, irán de mal en peor.

Por lo tanto, las oraciones pueden remediar muchos males, obteniendo de Dios que ponga su mano sobre ellos y les dé un remedio.

[…] desearía, ante todo, que el futuro Papa (ya que hay muchos cardenales por proveer) escogiera, entre los que le propongan, a los más doctos y celosos del bien de la Iglesia, y avisara de antemano a los Príncipes, en la primera carta en que les informe de su exaltación, que, cuando le pidan el cardenalato para algunos de sus favoritos, le propongan sólo sujetos de probada piedad y doctrina; porque de lo contrario no puede admitirlos en buena conciencia.

Además, quisiera que fuese bastante fuerte para negar ulteriores beneficios a quienes ya están provistos de los bienes de la Iglesia, en la medida suficiente para su mantenimiento, según su estado. Y en esto debe emplear todas sus fuerzas contra los compromisos que surjan.

Además, quisiera que se evitase el lujo entre los prelados, y por tanto que el número de siervos se determinase para todos (de lo contrario no se remediaría nada), según lo que corresponde a cada clase de prelados: una cierta cantidad de siervos y no más; un cierto número de caballos y no más; para que los herejes ya no puedan hablar.

Además, sea puesto mayor diligencia en conferir beneficios sólo a aquellos que han servido a la Iglesia, y no a individuos particulares.

Además, se debe usar toda diligencia en la elección de los obispos (de quienes principalmente dependen el culto divino y la salvación de las almas), y se debe obtener información de diversas partes sobre su buena vida y la doctrina necesaria para gobernar las diócesis; y que incluso a aquellos que se sientan en sus iglesias, metropolitanos y otros, se les pida en secreto que se informen sobre aquellos obispos que se preocupan poco por el bien de sus ovejas.

Quisiera también que en todas partes se esclareciera que los obispos que fueren negligentes y deficientes en la habitación y lujo del pueblo a su servicio, o en el gasto excesivo de muebles, banquetes y cosas semejantes, serán castigados con la suspensión o con el envío de vicarios apostólicos para enmendar sus faltas; y que darán ejemplo de vez en cuando, según sea necesario.

Cualquier ejemplo de este tipo haría que todos los demás prelados negligentes se cuidaran de moderarse.

[…] Sobre todo, quisiera que el Papa redujera universalmente a todos los religiosos a la observancia de su primer Instituto, al menos en las cosas más importantes.

Ahora, no quiero molestarte más. No podemos hacer otra cosa que pedir al Señor que nos dé un Pastor lleno de su Espíritu, que sepa establecer estas cosas que tan brevemente he descrito, según lo que mejor conviene a la gloria de Jesucristo.

Con esto os hago la más humilde reverencia, mientras protesto con toda obsequiosidad.

Por Vuestra Excelencia, devoto, humilde y verdadero servidor.

Alfonso María, obispo de Santa Águeda de los Godos".

jueves, 8 de mayo de 2025

¡HABEMUS PAPA! LEÓN XIV. Cardenal Robert Francis Prevost



1955 (14 de septiembre)

Nace en Chicago, Illinois, Estados Unidos.


1977

Ingresa al noviciado de la Orden de San Agustín.


1981

Profesa votos solemnes como agustino.


1981-1985

Estudios en Roma (Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino – Angelicum).

Obtiene doctorado en Derecho Canónico. Formación tomista, aunque ya dentro del horizonte postconciliar.


1985

Es enviado como misionero a Perú.

Desempeña funciones pastorales y administrativas.

Director del seminario agustiniano.

Profesor de Derecho Canónico.


1999

Elegido Prior Provincial de los Agustinos en Perú.


2001

Elegido Prior General de la Orden de San Agustín.

Reelegido posteriormente. Sirve hasta 2013.

Amplia experiencia en gobierno religioso internacional.


2014 (3 de noviembre)

Nombrado administrador apostólico de Chiclayo (Perú).


2015 (26 de septiembre)

Nombrado obispo de Chiclayo.

Recibe la consagración episcopal.


2020

Entra al ámbito curial romano como miembro de varios dicasterios.


2023 (30 de enero)

Nombrado Prefecto del Dicasterio para los Obispos por el papa Francisco.

También presidente de la Pontificia Comisión para América Latina.

Responsable de proponer nombramientos episcopales en todo el mundo.

Figura clave en la selección de obispos alineados con la visión pastoral del papa Francisco.


2023 (30 de septiembre)

Creado cardenal en el consistorio de ese año.


2025 (8 de mayo)

Elegido Papa con el nombre de León XIV.

Primer papa agustino desde San Pío V (siglo XVI).

Primer papa estadounidense por nacimiento.


Primer discurso: 

https://www.facebook.com/share/v/1Ab2sYgpJ1/

miércoles, 7 de mayo de 2025

QUÉ FLACO ENTENDIMIENTO EL DE LOS QUE QUIEREN UN PAPA QUE SE ACOMODE A LOS VIENTOS DEL MUNDO. CARTA DE SANTA TERESA DE ÁVILA A UN SACERDOTE, SOBRE EL CÓNCLAVE



La gracia del Espíritu Santo sea con vuestra paternidad, mi hijo en el Señor:

Leí la vuestra con lágrimas, no de tristeza, mas de amor y compasión, porque veo cuánto se duele vuestro corazón por la Santa Iglesia, y cuán deseoso estáis de agradar a Su Majestad en este tiempo que parece tan oscuro. Y si la Sede de San Pedro está vacía y el mundo parece desmandado, creed, hijo mío, que no se ha perdido la mano de Dios, aunque los hombres no la vean.

Vos me preguntáis qué hacer en esta hora en que la barca parece sin timón, y todos hablan y pocos oran. Pues yo os digo con verdad que el mejor servicio que ahora podéis dar a la Iglesia es haceros oración viva, muro de súplica, centinela de la esperanza.

No es tiempo de hablar mucho, sino de padecer mucho. No de agitarse, sino de recogerse. Y si el mundo entero se estremece y aún los buenos se turban, ¿qué habremos de hacer los que amamos a Jesucristo? Estar firmes junto a la cruz, como la Virgen Sacratisima y San Juan, y no movernos de allí.

Orad, hijo. Ofreced el Santo Sacrificio con toda vuestra alma, que con cada Misa vuestra se inclina el Cielo a la tierra. Ofreced cada hora de vuestro día por los que van a elegir al nuevo Pastor. Y no pidáis que sea conforme a vuestro gusto, sino conforme al Corazón de Cristo.

Decísme que muchos quieren un Papa que se acomode a los vientos del mundo. ¡Ay, qué flaco entendimiento es ése! No hemos de querer al que agrade, sino al que guíe, aunque duela. Al que dé doctrina, aunque reprenda. Al que sea todo de Dios, aunque le cueste la sangre.

Y vos, ¿qué habéis de hacer? Guardar la fe, vivir en caridad, no ceder en lo pequeño, no dejar de orar ni un solo día, aunque el alma se halle seca como un leño. Porque es en estas sequedades donde se prueba el amor de verdad.

No os espantéis si sois pocos los que perseveráis. Ya sabéis que el Señor no mira el número, sino la fidelidad. Y si toda la barca os parece a punto de zozobrar, estad seguro que en la bodega va Cristo dormido, y a su tiempo despertará.

Que vuestra oración sea sin descanso. Que vuestro silencio sea lleno de fe. Que vuestra vida sea tan santa que pueda sostener a muchos que flaquean.
Y no dejéis de amar a la Iglesia, aunque la veáis herida. Que madre es, y madre santa, aunque tenga las manos lastimadas por los pecados de sus hijos.

Ánimo, hijo, y a la oración.

Que cuando el nuevo Pedro suba al timón, vos estéis en vela, con la lámpara encendida.

Su Majestad os guarde y os haga todo suyo,

Teresa de Jesús, monja descalza de Nuestra Señora del Carmen, indigna hija de la Iglesia y sierva de Vuestra Paternidad.


lunes, 21 de abril de 2025

HA MUERTO EL PAPA



A las 7:35 de la mañana.
El papa Francisco ha fallecido este lunes a los 88 años, según ha anunciado el cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo del Vaticano.

21/04/25 10:03 AM

(InfoCatólica) El papa Francisco ha fallecido este lunes a los 88 años, según ha anunciado el cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo del Vaticano. La Santa Sede lo ha hecho público a las 9.52 con un comunicado:

«Hace poco, su eminencia, el cardenal Farrell, ha anunciado con tristeza la muerte del papa Francisco, con estas palabras: ‘Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7,35 de esta mañana el obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados. Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino».

Francisco, que salió del hospital el pasado 28 de marzo tras una larga hospitalización de 37 días por una neumonía, apareció en público por última vez ayer domingo en la plaza de San Pedro, para dar la tradicional bendición Urbi et orbi. 

Sede vacante

A partir de este momento, la sede queda vacante, y así permanecerá hasta que se elija a su sucesor en el próximo cónclave.

El procedimiento de confirmación del fallecimiento comenzó con el rito tradicional llevado a cabo por el Camarlengo, quien pronunció tres veces el nombre de bautismo del Papa. Ante la ausencia de respuesta, se declaró oficialmente su fallecimiento. Como dicta la tradición, el anillo del Pescador, símbolo de la autoridad papal, fue destruido en presencia de testigos para evitar cualquier uso indebido. Además, el apartamento papal ha sido sellado conforme a las normativas canónicas vigentes, y se ha iniciado el proceso formal de organización de las exequias.

Las ceremonias fúnebres seguirán las disposiciones revisadas en la segunda edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, reformas impulsadas por el propio Papa Francisco durante su pontificado. El cuerpo será expuesto en la Basílica de San Pedro, donde permanecerá durante tres días para que los fieles puedan mostrar sus condolencias, dejando de lado el tradicional catafalco elevado que solía emplearse en funerales papales anteriores.

El Papa Francisco será sepultado en un único ataúd de madera, rompiendo con la costumbre de los tres féretros sucesivos de ciprés, plomo y nogal que se utilizaban en las muertes de los Pontífices. Su deseo, expresado en vida, es ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, lugar al que acudía cada vez que hacía un viaje apostólico.

La misa de réquiem será presidida por el Decano del Colegio de Cardenales y se espera la asistencia de líderes políticos, dignatarios internacionales y representantes de diversas confesiones religiosas.

Finalizadas las exequias, se celebrarán los Novemdiales, nueve días consecutivos de misas en la Basílica de San Pedro. Estas celebraciones, presididas por distintos cardenales, tienen el propósito de rezar por el alma del pontífice y preparar espiritualmente a la Iglesia para el próximo cónclave.

Papel del Camarlengo y gobierno temporal de la Iglesia

Durante el periodo de sede vacante, el Colegio de Cardenales asume la responsabilidad del gobierno temporal de la Iglesia, aunque con poderes limitados. El Camarlengo será el encargado de administrar los asuntos ordinarios del Vaticano, gestionando las funciones cotidianas sin tomar decisiones que puedan comprometer la autoridad del próximo pontífice. No se tomarán decisiones doctrinales ni se realizarán nombramientos de importancia hasta que se elija al nuevo Papa.

Los prefectos de los dicasterios vaticanos cesan sus funciones de manera automática con la muerte del pontífice, salvo el Penitenciario Mayor, quien continuará ejerciendo su cargo para atender cuestiones relacionadas con la absolución de pecados graves hasta la elección del nuevo líder de la Iglesia Católica.

Hasta aquí la nota.
______________________

Oremos por el Papa.


sábado, 28 de octubre de 2023

RECORDEMOS CUÁLES SON LAS INTENCIONES DEL SUMO PONTÍFICE


 Para obtener indulgencias, junto con otras condiciones, la Iglesia suele pedir que se recen ciertas oraciones (por lo general un Padrenuestro, una Avemaría y Gloria ‐y un Credo‐) por las intenciones del Sumo Pontífice.

Existe el error generalizado que se refiere a las intenciones que en ese momento tenga, de acuerdo con las circunstancias, el Papa reinante. Esto no es así. En realidad cuando la Iglesia establece que se rece "por la intenciones del Sumo Pontífice", se refiere a determinadas intenciones que ya tiene preestablecidas como intrínsecas para los romanos pontífices. 

A continuación las enumeramos: 

 1 – La exaltación de la Iglesia Católica: porque el Señor la fundó y constituyó como signo e instrumento de salvación para el mundo. 

 2 – La eliminación de la herejía: porque el Señor pidió a sus discípulos y a cuantos creyeran en él seguir la verdad toda íntegra y no elegir partes de la misma, absolutizándolas y haciéndolas disparatadas y erróneas. Dichas “verdades” que los protestantes dicen haber conservado, si lo son realmente, ya se encuentran en la verdad católica de donde las copiaron.

 3 – La propagación de la fe: porque el Señor ordenó a los apóstoles y a sus sucesores enseñar el Evangelio y hacer discípulas a todas las naciones.

 4 – La conversión de los pecadores: porque el Señor vino a salvar todas las almas mediante su palabra divina y la institución de los sacramentos. 

 5 – La verdadera concordia entre las naciones: porque el Señor hizo caer con su cruz el muro de enemistad que se erige entre aquéllas. Se recuerda que los papas consideraron a todos los pueblos, en especial los cristianizados, como sus hijos. 

 6 – Los demás bienes del pueblo cristiano.

 Imagen: El segundo Papa de la Iglesia Católica: San Lino.

jueves, 3 de marzo de 2022

EL PODER DE PEDRO por Benedicto XVI


El poder conferido por Cristo a Pedro y a sus sucesores es, en sentido absoluto, un mandato para servir. La potestad de enseñar, en la Iglesia, implica un compromiso al servicio de la obediencia a la fe. 

 El Papa no es un soberano absoluto, cuyo pensamiento y voluntad son ley. Al contrario: el ministerio del Papa es garantía de la obediencia a Cristo y a su Palabra. No debe proclamar sus propias ideas, sino vincularse constantemente a sí mismo y la Iglesia a la obediencia a la Palabra de Dios, frente a todos los intentos de adaptación y alteración, así como frente a todo oportunismo.

 Homilía de S.S. Benedicto XVI. Basílica de San Juan de Letrán. Sábado 7 de mayo de 2005.

viernes, 26 de febrero de 2021

CONCLUSIONES DE CUALQUIERA QUE ESTUDIA A FONDO LA DOCTRINA CATÓLICA SOBRE EL PAPA 


Video del Padre Nilton Bustamante. El Papa es infalible cuando define ex cathedra sobre fe y moral o enseña lo que siempre y en todas partes fue enseñado ‐en estos temas‐ por la Iglesia; no lo es en sus opiniones personales.


sábado, 19 de diciembre de 2020

LAS INTENCIONES DEL SUMO PONTÍFICE

 Para obtener indulgencias, junto con otras condiciones, la Iglesia suele pedir que se recen ciertas oraciones (por lo general un Padrenuestro, una Avemaría y Gloria ‐y un Credo‐) por las intenciones del Sumo Pontífice.

Existe el error generalizado que se refiere a las intenciones que en ese momento tenga, de acuerdo con las circunstancias, el Papa reinante. Esto no es así. En realidad cuando la Iglesia establece que se rece "por la intenciones del Sumo Pontífice", se refiere a determinadas intenciones que ya tiene preestablecidas como intrínsecas para los romanos pontífices. 

A continuación las enumeramos: 

 1 – La exaltación de la Iglesia Católica: porque el Señor la fundó y constituyó como signo e instrumento de salvación para el mundo. 

 2 – La eliminación de la herejía: porque el Señor pidió a sus discípulos y a cuantos creyeran en él seguir la verdad toda íntegra y no elegir partes de la misma, absolutizándolas y haciéndolas disparatadas y erróneas. Dichas “verdades” que los protestantes dicen haber conservado, si lo son realmente, ya se encuentran en la verdad católica de donde las copiaron.

 3 – La propagación de la fe: porque el Señor ordenó a los apóstoles y a sus sucesores enseñar el Evangelio y hacer discípulas a todas las naciones.

 4 – La conversión de los pecadores: porque el Señor vino a salvar todas las almas mediante su palabra divina y la institución de los sacramentos. 

 5 – La verdadera concordia entre las naciones: porque el Señor hizo caer con su cruz el muro de enemistad que se erige entre aquéllas. Se recuerda que los papas consideraron a todos los pueblos, en especial los cristianizados, como sus hijos. 

 6 – Los demás bienes del pueblo cristiano.

 Imagen: El segundo Papa de la Iglesia Católica: San Lino.

sábado, 3 de septiembre de 2016

SU SANTIDAD SAN PÍO X, BIOGRAFÍA


Hablamos no para agradar a los hombres,
sino a Dios que juzga nuestros corazones
 1 Tes. 2, 4.

San Pío X, Papa (1835-1914)

José Sarto, más conocido como: Papa San Pío X, nació el 2 de junio de 1835 en Riese, una pequeña aldea de 4500 habitantes. Sus padres, Juan Bautista Sarto y Margarita Sansón, habían contraído matrimonio dos años antes en la misma iglesia parroquial donde fue bautizado José al día siguiente de su nacimiento.

Juan Bautista ejercía el oficio de ordenanza municipal, mientras que Margarita se dedicaba a la costura. Tuvieron diez hijos, siendo José el segundo de ellos. La familia Sarto era numerosa y modesta. Margarita, esposa y madre ejemplar, procuraba inculcar a sus hijos las virtudes cristianas que ella misma había heredado de sus padres. José iba frecuentemente a rezar al santuario de Cendrole, a 1 km de Riese, porque ya desde muy niño sentía una devoción muy especial por la Santísima Virgen. Le encantaba ayudar a Misa y en casa, levantar altarcitos para practicar las ceremonias de la Iglesia. Aquellos actos de devoción iban plantando en su corazón los primeros gérmenes de la vocación.

Su gusto por el catecismo y la Misa no dejó de llamar la atención de Don Fusarini, el párroco que lo había bautizado. Luego de estudios elementales, ingresó como alumno externo (1846-1850) al colegio de Castelfranco (a 7 km de Riese) para sus estudios secundarios. Mientras tanto, recibió la Confirmación el 1 de diciembre de 1845 en la catedral de Asolo, y la primera Comunión en su parroquia el 6 de abril de 1847. Tanto en verano como en invierno recorría a pie dos veces al día el camino que iba desde su casa hasta el colegio, con un pedazo de pan en el bolsillo para la comida.

Era un alumno excelente y siempre fue el primero. Cuando quiso entrar al Seminario, resultó que sus padres no podían asumir aquellos gastos. No obstante, rezaron a la Divina Providencia, que vino a consolar a la familia: el Patriarca de Venecia contaba con varias becas de estudios para el seminario de Padua en favor de los jóvenes que aspiraban al sacerdocio. Cuando el cardenal Jacopo Monico, originario de Riese, fue informado sobre el caso difícil de la familia Sarto, éste le concedió con mucho gusto una de aquellas becas.

En el Seminario de Padua

José Sarto ingresó al seminario en otoño de 1850 y allí permaneció ocho años. Pronto se convirtió en un modelo de humildad y de sencillez para sus compañeros. Maestros y alumnos apreciaban su inteligencia, pero José no se envanecía con ello.

No obstante, el 4 de mayo de 1852 la muerte de su padre puso de golpe a la familia en una situación económica muy dramática. En aquella dolorosa circunstancia, el arcipreste Don Fusarini se convirtió en su ángel consolador, pues le aseguró a su padre moribundo que seguiría ayudando a su hijo José en los estudios. El seminarista se entregó en las manos de Dios, y al final del año escolar 1857-58, José Sarto concluyó sus estudios.

Primera Misa

El 18 de septiembre de 1858 fue ordenado sacerdote en la catedral de Castelfranco y, al día siguiente, asistido por el párroco de Riese, pudo cantar con gran devoción su primera Misa en el mismo lugar en que había sido bautizado. Poco después fue nombrado vicario en Tombolo.

Párroco de Salzano

Nueve años más tarde, en mayo de 1867, contando con 32 años, fue nombrado párroco de Salzano, donde se quedó durante otros nueve años. Ahora sus ingresos eran un poquito mayores, y les servían para ayudar a pobres y enfermos. Rápidamente se ganó al corazón de sus feligreses con su palabra, con su conducta y con el ejemplo de una vida santa.

Canónigo en Treviso

Treviso queda a 30 km de Venecia. En 1875, el obispo de Treviso pensó en el arcipreste Sarto, cuyas eminentes cualidades de espíritu y corazón tanto apreciaba, para ponerlo de canónigo en la catedral de aquella ciudad. En vano le pidió al obispo que lo dispensase de tal cargo. Además de sus funciones, había de ocuparse de ser el director espiritual del seminario, que contaba entonces con 130 alumnos.

En Treviso, Mons. Sarto también distribuía en limosnas una buena parte de sus ingresos. No quería que nadie lo supiera, pero por mucho que hacía las cosas en secreto, pronto se supo que acudían ayuda de los seminaristas pobres: a unos les pagaba la sotana, a otros el sombrero, a muchos de ellos los libros… Con todo, por muy caritativo que fuera con los demás, consigo mismo era muy severo.

Tras la muerte de Mons. Zinelli, ocurrida el 24 de noviembre de 1879, se tuvo que encargar del gobierno de la diócesis durante casi un año. Aquel lapso de tiempo tan breve le bastó para hacer muchas cosas: predicaba más aún de lo acostumbrado, corregía las malas costumbres, introducía las reformas que las Constituciones Apostólicas permitían a los vicarios capitulares. Su mayor preocupación fue que el pueblo fiel fuera instruido en la religión, y los niños catequizados y preparados para su primera Comunión.

Obispo de Mantua

Obispo de Mantua
Sus múltiples méritos, sus señaladas virtudes, su santidad de vida, su celo por la salvación de las almas y su competencia para gobernar la diócesis de Treviso llegaron a conocimiento del Papa León XIII que, queriendo mostrarle su confianza, lo nombró obispo de Mantua en noviembre de 1884. El humilde José Sarto miró aquel nombramiento como una desgracia e incluso escribió al Papa, pero no se tuvo en cuenta su petición. Así que partió para Roma, donde el domingo 16 de noviembre de 1884, día dedicado al patrocinio de María Inmaculada, protectora de Mantua, fue consagrado obispo en la iglesia de San Apolinar.

El 18 de abril del año siguiente Mons. Sarto hizo su entrada solemne en su diócesis. Para los hombres destinados a grandes cosas, los caminos de la Providencia suelen ser misteriosos.

Se ocupó en primer lugar del clero: para favorecer las vocaciones sacerdotales, le pidió a todos los fieles que ayudasen a los seminaristas, de los que dependía toda la esperanza de un futuro mejor para la diócesis. El resultado fue muy positivo, ya que el número de clérigos se elevó a 147. Monseñor Sarto se tomó particularmente a pecho la formación de los seminaristas. De cada joven que deseaba entrar al seminario, quería saber si tenía la vocación, si era piadoso, si frecuentaba los sacramentos, si rezaba… En pocas palabras, deseaba verdaderos sacerdotes para la Iglesia.

Luego, para remediar las fallas, que por descuidos, había ya en aquella épocadentro de algunas parroquias, decidió que se reuniera un Sínodo diocesano, a cuyo término se editaron algunas prescripciones acerca de la instrucción religiosa de los fieles: explicación cada domingo del mes del Evangelio; mejor preparación para los niños a la primera Comunión; creación de círculos y de asociaciones católicas para jóvenes, con el fin de mantenerlos alejados de los peligros; reorganización de las cofradías, etc. Podemos considerar aquel Sínodo como el punto de partida de la restauración moral y religiosa de toda la diócesis de Mantua.

Cardenal y Patriarca

Tras la muerte del Patriarca de Venecia, el Papa León XIII lo designó sucesor el 12 de junio de 1892. Aunque pidió de nuevo que lo dispensaran de tales funciones, otra vez fue en vano. En octubre de aquel año fue a visitar por última vez a su tan querida madre, quien entregó su hermosa alma a Dios el mes de febrero del año siguiente.

Siempre vivió pobre de espíritu, lleno de compasión por los sufrimientos de los desdichados, de modo que siempre estaba dispuesto a ayudar a las personas que acudían a él. Visitaba frecuentemente los hospitales, los hospicios y las prisiones. El celo y la actividad del Cardenal Sarto no tenían límites cuando se trataba de socorrer las miserias humanas de todo tipo.

El escudo de armas de Mons. Sarto consistía inicialmente en un fondo azul con un ancla de plata de tres ganchos sobre un mar agitado, iluminado por una estrella de oro. Los tres ganchos del ancla simbolizaban la fe, la esperanza y la caridad: «La cual tenemos como segura y firme áncora de nuestra alma» (Heb 6, 19). La estrella evocaba a María. Pero ahora que era patriarca de Venecia, añadió a su escudo el león alado que tiene el Evangelio, representación de San Marcos, patrón principal de la augusta ciudad, además de estas palabras: «Pax tibi Marce evangelista meus!». Cuando fue elegido Papa, San Pío X conservó el león en sus armas, añadiendo tan sólo las insignias del Sumo Pontificado.

Una Papa excepcional

El 20 de julio de 1903, León XIII entregó su alma a Dios. Unos días más tarde, el 26, el patriarca Sarto dejaba Venecia para acudir al cónclave. Tras los primeros escrutinios, la elección del Cónclave se inclinó en favor del cardenal Sarto. Cada escrutinio iba aumentando los votos a favor suyo, y él suplicaba con gran humildad a sus compañeros que no votaran por él. Pero Dios iba a decidir de un modo muy distinto: al séptimo día, el 4 de agosto de 1903, el cardenal Sarto fue elegido Sucesor de San Pedro.

El humilde electo, con la cabeza baja, los ojos cerrados y con sus labios musitando una plegaria escuchó las palabras de regla del cardenal decano: «¿Acepta usted su elección, según las reglas canónicas, al Sumo Pontificado?» El augusto electo, levantando al cielo sus ojos bañados de lágrimas, dijo a ejemplo del Salvador en el Jardín de los Olivos: «Si este cáliz no puede alejarse de mí, hágase la voluntad de Dios: Acepto». José Sarto, humilde hijo de una ordenanza municipal y de una costurera ¡se había convertido en Papa! El 9 de agosto fue coronado Papa en la basílica de San Pedro.

En los 11 años de su pontificado redactó nada menos que 3300 documentos para restaurar todas las cosas en Cristo: «Manifestamos que en la gestión de Nuestro pontificado tenemos un sólo propósito: instaurar todas las cosas en Cristo, para que efectivamente todo y en todos sea Cristo», como escribió en su primera encíclica E Supremi Apostolatus, del 4 de octubre de 1903.

El defensor de Jesucristo y de su Iglesia

El papel del Papa, en cuanto Vicario de Jesucristo en la tierra y defensor de la Iglesia, consiste en conservar y propagar la fe y doctrina católicas. Apenas subió al trono pontificio, San Pío X se dedicó valientemente a esta misión.

Poco menos de un año después, San Pío X tuvo que enfrentarse con la injusta ley francesa de la separación de la Iglesia y el Estado que el parlamento había votado el 9 de diciembre de 1905, cuyos nefastos defectos se dejaron sentir muy rápido: expolio de los bienes del clero; persecución contra las instituciones de beneficencia; disolución de las congregaciones religiosas; ataque implacable contra las religiosas de los hospitales, escuelas, orfanatorios y asilos, etc. En tales circunstancias, San Pío X protestó enérgicamente mediante la encíclica Vehementer del 11 de febrero de 1906, en la que condenó solemnemente aquella ley, y un año más tarde, una vez más, mediante una encíclica, condenó la persecución contra la Iglesia en Francia.

La Iglesia de Portugal también sufrió persecuciones de un modo incluso más violento y bárbaro del que había sufrido en Francia. San Pío X actuó del mismo modo; mediante la encíclica Jamdudum in Lusitania del 24 de mayo de 1911, y así, por segunda vez, con una caridad evangélica, San Pío X acudió en ayuda de las víctimas de la persecución.

El 24 de mayo de 1910 publicó encíclica Editae saepe, en la que se translucía su fortaleza en la lucha contra los errores de aquellos tiempos; indicando los rasgos que distinguen una verdadera reforma de una falsa y desenmascarando a los supuestos reformadores. Por tal razón, San Pío X exhortó a todos los fieles a vivir como buenos cristianos, a frecuentar los sacramentos y a dedicarse a la salvación de sus propias almas.

El reivindicador de la Fe

Ya en aquella época ciertas teorías novedosas amenazaban a la Iglesia, pues algunos sentían la comezón de reformar las doctrinas católicas reemplazándolas por otras supuestamente más adaptadas a las condiciones de los tiempos modernos, como si los dogmas católicos hubieran de cambiar con las ideas de los hombres y como si la religión tuviera que adaptarse a los hombres y no al revés. Herejía que hoy ha difundido ampliamente la doctrina progresista.

Los llamados "modernistas" empezaban a infiltrarse casi por todas partes. San Pío X se inquietó por la salvación de las almas y por la doctrina de la Iglesia, y por ello, el 11 de septiembre de 1907 publicó su admirable encíclica Pascendi contra el modernismo, luego del decreto Lamentabili que había publicado tres meses atrás, el 3 de julio.

En aquella misma época intervino en Francia también en las cuestiones de 'Le Sillon' (“El Surco”), movimiento social y político que echaba por tierra toda la doctrina de la Iglesia.

El reformador

El Papa San Pío X dio también reglas sobre la predicación y la enseñanza del catecismo. Recordando a los párrocos su obligación de instruir a los fieles sobre las verdades de la religión, quiso que todos los domingos y fiestas de precepto se explicara el texto del catecismo del Concilio de Trento.

El 20 de diciembre de 1905 publicó el decreto Sacra Tridentina Synodus, en donde exhortaba a la comunión frecuente y diaria. Esta solicitud del Santo Padre produjo en todas partes frutos admirables, constituyendo un verdadero resurgir universal de la devoción eucarística. Al ver que casi en todas partes se retrasaba de modo abusivo el acto solemne de la primera Comunión, decidió que pudiera hacerse a partir de la edad de siete años.

El liturgista

Como algunos compositores profanos y teatrales tomaban la delantera al canto gregoriano, que es el canto litúrgico adoptado por la Iglesia, 22 de noviembre de 1903 San Pío X escribió su “Motu proprio” Tra le sollicitudini, combatiendo con fuerza aquella profanación, creando una comisión encargada especialmente de restablecer en su primitiva belleza el canto litúrgico, y fundando una escuela superior de música sagrada. A estas reformas necesarias, hemos de añadir la del Breviario, mediante la Bula Divino afflatu, del 1 de noviembre de 1911.

A lo largo de su pontificado, San Pío X canonizó cuatro Santos y proclamó a setenta y tres beatos.

El 50º aniversario de la proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción se convirtió para San Pío X en un motivo más para hacer amar la Santísima Virgen, pues mediante la encíclica Ad diem illum, del 2 de febrero de 1904, exhortaba a todos los fieles a honrar a nuestra buena Madre del Cielo y a implorar frecuentemente su protección.

El legislador

El 19 de marzo de 1904 San Pío X decidió la unificación del Derecho canónico, para lo cual estableció una comisión de cardenales. Aunque este código se publicó bajo Benedicto XV, la gloria por ello le corresponde a San Pío X, quien puso toda su alma a servicio de esta elaboración.

En Francia la familia empezaba a ser atacada por las ideas masónicas, razón por la cual, para proteger su integridad, San Pío X modificó mediante el decreto Ne temere del 2 de agosto de 1907 las reglas referentes al compromiso y a la celebración del matrimonio.

La muerte del Santo Papa

En 1914 estalló la Primera Guerra Mundial. Imposible expresar el sufrimiento que San Pío X experimentó ante el pensamiento de la espantosa matanza en los campos de batalla. El 2 de agosto de 1914 compuso una ardiente oración por la paz que envió a todos los católicos del mundo. Una bronquitis había debilitado su robusta salud, pero fue sobre todo la visión de aquella guerra horrible, cada día más cruenta, la que lo fue abatiendo. El augusto enfermo pasaba los días y las noches en oración, pidiendo la paz. No obstante, su estado de salud se fue empeorando día a día.

El 19 de agosto de 1914 se le administraron los últimos sacramentos, que recibió con mucha piedad. Ya había perdido el uso de la palabra, pero guardaba su lucidez. A la 1:15 de la mañana (o sea, de la noche del 19 al 20) aquel santo Papa entregó su alma a Dios.

El testamento de San Pío X

San Pío X empieza su testamento con una invocación a la Santísima Trinidad, seguida por un acto de confianza en la divina misericordia, y añade: «Nací pobre, he vivido pobre y quiero morir pobre». Pidió que sus funerales fueran también lo más sencillos que permitieran las reglas litúrgicas. Prohibió que su cuerpo fuera embalsamado y quiso ser enterrado en las grutas de la Basílica Vaticana.

Los despojos mortales de San Pío X, revestido con ornamentos pontificios, fueron trasladados a la Basílica de San Pedro y expuestos en la capilla del Santísimo Sacramento. La ceremonia de sus exequias tuvo lugar el 23 de agosto de 1914.

El primer proceso para su canonización tuvo lugar el 14 de febrero de 1923 y duró hasta 1931. Doce años más tarde, el Papa Pío XII abrió el segundo proceso, y el 3 de junio de 1951 fue proclamado solemnemente Beato en la Basílica de San Pedro de Roma. Finalmente fue canonizado en 1954. Su cuerpo incorrupto se venera en el Vaticano.


martes, 30 de agosto de 2016

DOCTRINA CATÓLICA SOBRE EL PAPA

"Y si algún contagio nuevo se esfuerza en envenenar, no ya una pequeña parte de la Iglesia, sino toda la Iglesia entera a la vez, incluso, entonces su gran cuidado será apegarse a la antigüedad, que evidentemente no puede ya ser seducida por ninguna mentirosa novedad." 
SAN VICENTE DE LERINS, Doctor de la Iglesia.


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DOCTRINA CATÓLICA SOBRE EL PAPA

El Papa, pastor supremo

El Papa es el jefe supremo de la Iglesia Universal. Tiene potestad directa sobre los obispos, sacerdotes y fieles. Ejerce la triple potestad, legislativa, ejecutiva y judicial en la Iglesia, que por voluntad de su Divino Fundador, es una institución MONÁRQUICA.

Asimismo tiene una cualidad, de la que carece cualquier hombre en la tierra. Es INFALIBLE, cuando se dan ciertas y determinadas condiciones. Para que un pronunciamiento pontificio sea infalible el Papa debe:

1.-Hablar como supremo Doctor y Pastor de la Iglesia;

2.-Definir una doctrina;

3.-Que hace a la fe y a las costumbres;

4.-Obligar a todos a que la acepten.

El Papa, al ser Vicario de Nuestro Señor Jesucristo tiene como misión ser enteramente fiel a la doctrina de nuestro Divino Redentor, transmitir él deposito de la fe, lo que está encerrado en la Tradición y las Escrituras. Pues es dogma de fe, que la Revelación pública se cerró con la muerte del último Apóstol. Nada se puede agregar a este sagrado depósito, sino tan sólo explicarlo en el decurso de los siglos. Por esto, cuando la Iglesia define un nuevo dogma, no inventa nada, sino tan sólo precisa que esta verdad está contenida en la Tradición o las Escrituras.

El Romano Pontífice es el padre común de todos los fieles, los que deben rezar por él. La liturgia católica nos señala una oración admirable por el Vicario de Jesucristo: "Roguemos por nuestro Pontífice..., para que Dios lo conserve, lo vivifique, lo haga feliz en la tierra y no lo deje caer en manos de sus enemigos".

Cuando la resistencia es fidelidad

Pues el Papa puede caer en manos de sus enemigos, que son enemigos suyos en cuanto lo son de de la Iglesia Católica. Es decir, los comunistas, socialistas, masones, liberales (y ahora los modernistas. Nota de la Redacción) de toda laya y pelambre, de los cuales está infestado lo ancho del mundo y, mucho tememos también el Vaticano. El Papa también puede caer en las redes de su enemigo máximo, Satanás, equivocándose o incurriendo en pecado.

Nunca enseñó la Iglesia que el Sumo Pontífice fuera omnisapiente o impecable, y sólo es infalible cuando se dan las circunstancias que se han señalado, o si reafirma una doctrina universalmente enseñada por la Iglesia en todo tiempo y lugar. Un error del Papa -más aun si recayera sobre una materia de fe o de moral- puede tener consecuencias terribles, pues los medios de comunicación, en manos de los enemigos de Dios, lo difunden como si fuera la voz de la Iglesia. Es decir, se propaga una confusión sobre lo que hay que creer o hacer, lo que es lo correcto o lo errado. Se llega a llamar bien al mal, y mal al bien.

Pero aunque cayere en error, los fieles le deben guardar el respeto y la veneración debidos. PERO SIN SEGUIRLO EN EL ERROR. Algunos dicen: "prefiero equivocarme con el Papa, que estar en la verdad contra él". Esta frase de falsa piedad circula mucho hoy en día. Pero si se medita un poco que Nuestro Señor Jesucristo dijo: "YO SOY (...) LA VERDAD" (Juan, 14, 6.), La sentencia de aparente piedad empieza a parecerse sospechosamente a ésta: "prefiero estar con el Papa que con Jesucristo", lo que evidentemente hiere los oídos cualquiera que tenga algo de amor de Dios.

Papas que cometieron errores en materia de fe y de moral hubo en la historia, si bien en número muy reducido y en casos excepcionales, y, realmente, desde el Concilio de Trento (1545-1563) hasta el inicio del Vaticano II, los Romanos Pontífices fueron un monumento de tal solidez doctrinaria, aún en cuestiones donde no usaron su prerrogativa de infalibilidad, que se hizo SENTIMIENTO entre los fieles que, en el fondo, en estos asuntos el Papa era siempre infalible.

Pero la opinión de doctores de la Iglesia, de santos, de teólogos universalmente acreditados durante siglos, se opone frontalmente a ese sentimiento que hemos comentado en el párrafo anterior, y autoriza Y RECOMIENDA la resistencia al Papa en algunos casos. Creemos que el espíritu de obediencia obliga a recurrir a éstos cuando se tratan estos temas tan espinosos y difíciles. No olvidemos que, al conferir el titulo de "Doctor de la Iglesia", el Romano Pontífice da categoría de maestro de la doctrina católica al santo que lo ostenta. Con la canonización, la Iglesia propone al santo como modelo de virtudes, cuya conducta aconseja seguir para alcanzar la salvación eterna.

San Bruno, obispo de Segni, se opuso al Papa Pascual II que había cedido al emperador Enrique V en la cuestión de las investiduras, y le escribió: "Yo os estimo como a mi Padre y señor (...) debo amaros; pero debo amar más aun a Aquel que os creó a Vos y a mí (...) yo no alabo el pacto (firmado por el Papa) tan horrendo, tan violento, hecho con tanta traición, y tan contrario a toda piedad y religión".

En el sínodo provincial de 1112, con la asistencia y aprobación de San Hugo de Grenoble y San Godofredo de Amiens, se envió a Pascual II una carta, donde se lee: "Si como absolutamente no lo creemos, escogierais otra vía, y os negarais a confirmar las decisiones de nuestra paternidad, válganos Dios pues así nos estaréis apartando de vuestra obediencia".

San Norberto de Magdeburgo, fundador de los monjes canónigos premostratenses, ante el peligro que el Papa Inocencio II cediera al emperador Lotario III, en las investiduras, dijo: "Padre ¿qué vais a hacer? ¿A quien entregáis las ovejas que Dios os ha confiado, con riesgo de verlas devorar? Vos habéis recibido una Iglesia libre. ¿Vais a reducirla a la esclavitud? La Silla de Pedro exige la conducta de Pedro. He prometido por Cristo, la obediencia a Pedro y a Vos. Pero si dais derecho a esta petición, yo os hago oposición a la faz de toda la Iglesia".

Vitoria, el gran teólogo dominico del siglo XVI, escribe: "Si el Papa, con sus órdenes y sus actos, destruye la Iglesia, se le puede resistir e impedir la ejecución de sus mandatos".

Suárez afirma: "Si (el Papa) dictara una orden contraria a las buenas costumbre, no se le ha de obedecer; si tentara hacer algo manifiestamente opuesto a la justicia y al bien común, será licito resistirle; si atacara por la fuerza, por la fuerza podrá ser repelido" ("De Fide").

Santo Tomás de Aquino, Doctor de la Iglesia, expresó: "Habiendo peligro próximo para la fe, los prelados deben ser argüidos, inclusive públicamente, por los súbditos. Así, San Pablo, que era súbdito de San Pedro, le arguyó públicamente". Gal II, 14 (Haz clic AQUÍ).

San Roberto Belarmino, Doctor de la Iglesia, sostuvo: "Así como es lícito resistir al Pontífice que agrede el cuerpo, así también lícito resistir al que agrede las almas, o que perturba el orden civil, o sobre todo, a aquel que tratase de destruir a la Iglesia. Es lícito resistirle no haciendo lo que manda e impidiendo la ejecución de su voluntad". (De Romano Pontífice, libro II, c. 29).

En la vida del mismo Santo, quien fue consultor del Papa y gran defensor de la supremacía pontificia, la República de Venecia tuvo dificultades con la Santa Sede. Se reunieron entonces los teólogos de dicha República y emitieron varias proposiciones. De éstas:

Proposición nº 10: "La obediencia al Papa no es absoluta. Ésta no se extiende a los actos donde sería pecado obedecerle".

Proposición nº 15: "Cuando el Soberano Pontífice fulmina una sentencia de excomunión que es injusta o nula no se debe recibirla, sin apartarse, sin embargo, del respeto debido a la Santa Sede".

Estas proposiciones fueron sometidas al examen del gran teólogo cardenal Belarmino, el que luego fue declarado Doctor de la Iglesia por Pío XI. He aquí la respuesta de este Santo:

-"No hay nada que decir contra la proposición diez, pues ésta está expresamente en la Sagrada Escritura".

-"Los teólogos de Venecia no tenían necesidad de fatigarse en probar la proposición quince, pues nadie la niega".

De lo visto más arriba se concluye que, en el caso hipotético de que algún Papa manifestara doctrinas contrarias al Magisterio de la Iglesia, el cristiano que las resistiera no sería en forma alguna rebelde o desobediente sino un hijo fiel al Papa y de la Iglesia. Porque el Papa, en cierta forma, siempre es el mismo, desde San Pedro hasta la consumación de los siglos; y su doctrina es la del Príncipe de los Apóstoles, "pues no fue prometido a los Sucesores de Pedro el Espíritu Santo para que por revelación suya manifestaran una nueva doctrina, sino para que, con su asistencia, santamente custodiaran y fielmente expusieran la revelación transmitida por los Apóstoles o depósito de fe" (Concilio Vaticano I, Const. Dog. Pastor Aeternus, cap. 4).

martes, 26 de abril de 2016

LOS LAICOS NO SON MÁS IMPORTANTES QUE LA JERARQUÍA DE LA IGLESIA

"El sacerdocio es la suprema dignidad entre todas las dignidades creadas". (San Alfonso María de Ligorio. Selva de materias predicables e instructivas, cap. I, 1).
Nada como un sacerdote que es fiel a Cristo

De la Iglesia docente y de la Iglesia discente

Entre los miembros que componen la Iglesia hay una distinción notabilísima, porque hay en ella quien manda y quien obedece, quien enseña y quien es enseñado.

La parte de la Iglesia que enseña se llama docente o enseñante.

La parte de la Iglesia que aprende se llama discente o enseñada.

Esta distinción en la Iglesia la ha establecido el mismo Jesucristo.

La Iglesia docente y la Iglesia discente son dos partes distintas de una misma y única Iglesia, como en el cuerpo humano la cabeza es distinta de los otros miembros, y con todo forma con ellos un solo cuerpo.

Componen la Iglesia docente todos los Obispos, con el Romano Pontífice a la cabeza, ya se hallen dispersos, ya congregados en Concilio.

Componen la Iglesia discente o enseñada todos los fieles.

Por ello no es posible creer católicamente que los laicos -ni varones ni mujeres- puedan ser más importantes que la jerarquía y que los sacerdotes ("El sacerdocio es la suprema dignidad entre todas las dignidades creadas", dice san Alfonso Ma. de Ligorio al explicar la enseñanza de la Iglesia), así lo sostenga como opinión personal (falible, al no usar la prerrogativa de la infalibilidad) acerca de las mujeres el propio Papa*.

El sacerdote está ungido y consagrado a Dios.

La autoridad de enseñar la tienen en la Iglesia el Papa y los Obispos, y con dependencia de ellos, los demás sagrados Ministros. Esta enseñanza debe ser siempre fiel al Sagrado depósito de la fe y en concordancia con lo que siempre y en todas partes ha enseñado la Iglesia. San Vicente de Lerins, Padre de la Iglesia del siglo V, en sus Apuntes para conocer la verdadera fe o Commonitorium explica que es lo que se presenta como un consenso universal en la Iglesia, desde la aurora de la fe, y que no debe alterarse nunca porque es oro, y el oro debe conservarse: "Es verdadera y propiamente católico lo que fue creído en todas partes, siempre, por todos". "Has recibido oro, debes entregar oro (...) no plomo, no bronce, en lugar del precioso metal". "El cristiano deberá hacer todo lo posible para adherirse a la antigüedad, la cual no puede evidentemente ser alterada por ninguna nueva mentira". "Por consiguiente, anunciar a los cristianos alguna cosa diferente de la doctrina tradicional no era, no es, no será nunca lícito; y siempre fue obligatorio y necesario, como lo es todavía ahora y lo será siempre en el futuro, reprobar a quienes hacen bandera de una doctrina diferente de la recibida". 

Cuando es así, cuando se enseña la doctrina tradicional de la Iglesia, todos estamos obligados a escuchar a la Iglesia docente (conformada también por todos los papas y concilios de 2,000 años de Iglesia, pues el Magisterio de la Iglesia se compone por todas las enseñanzas infalibles definidas durante toda la historia de la Iglesia con base en la Revelación divina), so pena de eterna condenación, porque Jesucristo dijo a los Pastores de la Iglesia en la persona de los Apóstoles: “El que a vosotros oye, a Mí me oye, y el que a vosotros desprecia, a Mí me desprecia”.

Además de la autoridad de enseñar, tiene la Iglesia especialmente el poder de administrar las cosas santas, hacer leyes y exigir su cumplimiento.

El poder que tienen los miembros de la Jerarquía eclesiástica no viene del pueblo, y decir esto sería herejía, sino que viene únicamente de Dios.

El ejercicio in constructione (en construcción y solo para construcción, nunca para destrucción) de estos poderes compete exclusivamente al orden jerárquico, es decir, al Papa y a los Obispos a él subordinados, considerando siempre lo definido por el Concilio Vaticano Primero: “El Espíritu Santo no fue prometido a los sucesores de Pedro para que por revelación suya manifestaran una nueva doctrina, sino para que, con su asistencia, santamente custodiaran y expusieran fielmente la revelación transmitida por los apóstoles”. El Papa es DEPOSITARIO, no inventor de la Doctrina Católica.

Cuando la Verdad revelada es contradicha, tanto la Iglesia docente como la discente tienen el derecho y el deber de defenderla.




*NOTA: Dijo Francisco: "La mujer, en la Iglesia, es más importante que los obispos y los sacerdotes; el cómo es lo que debemos intentar explicitar mejor". Ver aquí: https://www.youtube.com/watch?v=RJ_ruIIKOco