Mostrando entradas con la etiqueta Mujer. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mujer. Mostrar todas las entradas

viernes, 5 de septiembre de 2025

EL RELOJ BIOLÓGICO Y EL ÉXITO PROFESIONAL DE LA MUJER


 
Una proclama contra la mentira moderna


I. EL DESORDEN DE LA PROMESA INCUMPLIDA

El tiempo no es un aliado de las ideologías; es su acusador. Tiene la curiosa costumbre de refutar los eslóganes con arrugas, de desmentir las consignas con silencios. En el cuerpo femenino late un idioma más antiguo que cualquier congreso feminista: la vocación a la vida.

A la mujer se le enseñó a cambiar ese idioma por otro más útil para el mercado, y así aprendió a recitar horarios en vez de nanas. Pero cuando llega la madurez y la casa está vacía, el silencio no es un detalle trivial: es el testimonio de un contrato roto. El hogar sin hijos no es solo un vacío; es una acusación contra la mentira que prometió libertad y entregó soledad.


II. EL MITO DEL ÉXITO Y LA NUEVA ESCLAVITUD

Se llamó “éxito” a la inmolación. Y se midió a la mujer no con las medidas del corazón, sino con las tablas del contable. El hogar, que nunca fue cárcel, fue convertido en caricatura; la maternidad, que siempre fue misterio, fue rebajada a “opresión”.

La modernidad no la levantó: la arrancó de su trono. La sometió a la devoción de nuevos ídolos: el currículum, el horario, la productividad. Y el resultado es grotesco: mujeres que fueron reinas de la vida y que hoy son secretarias de la nada. Porque la casa vacía, en su silencio, no es neutra: es un templo consagrado a la esterilidad.


III. EL RELOJ BIOLÓGICO: EL JUICIO DEL TIEMPO

El tiempo, además de juez, tiene otra rareza: siempre gana. La ciencia lo dice con la impasibilidad de un notario. Henri Leridon lo documentó en Human Reproduction: a los 30 años, alrededor del 75 % de las mujeres logra un hijo vivo en un año de intentos; a los 35, apenas el 66 %; a los 40, solo el 44 %; y a los 45, la posibilidad es casi nula.

Cada cifra es un grito silencioso, un apellido que desaparece, un linaje que se extingue. Nybo Andersen y colaboradores lo confirmaron en el BMJ (2000): los abortos espontáneos suben del 13 % en la veintena a más del 27 % a los 40–44, y superan el 50 % en la primera mitad de los cuarenta. Hulten (Reproduction, 2010) mostró que la trisomía 21 afecta a menos de 1 por mil nacidos vivos a los 25–29, pero a más de 13 por mil en los 40–44.

Esto no son estadísticas; son epitafios. Las casas sin niños no son simplemente tranquilas: son mausoleos. Y cada sociedad que aplaude su propio envejecimiento no escribe un plan de futuro, sino un testamento.


IV. LAS TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN: LA PROFANACIÓN DEL SER

Cuando la naturaleza pone un límite, el hombre moderno lo llama “reto científico”. Y así, en lugar de ordenar su vida, inventa artificios para violentarla. Fecundación in vitro, congelación de óvulos, vientres de alquiler: no son soluciones, son sacrilegios.

La fecundación en laboratorio es una usurpación: el científico disfrazado de creador, el microscopio que suplanta al seno materno. La congelación de embriones es una ironía macabra: vidas humanas almacenadas junto a tubos de ensayo, como si fueran repuestos biológicos. Y el descarte de embriones no es un “efecto colateral”: es homicidio frío en nombre del progreso.

Incluso los números lo denuncian. Leridon demostró que las técnicas de reproducción asistida compensan apenas un tercio de los nacimientos perdidos cuando la maternidad se retrasa de los 35 a los 40 años. Es decir, ni logran revertir lo que la naturaleza impone ni son moralmente aceptables. No son avances: son profanaciones. Y lo más curioso es que incluso la conciencia secular lo intuye: todos saben, en el fondo, que el amor no se fabrica y que la vida no se compra ni se vende.


V. EL DRAMA EXISTENCIAL DE LOS CUARENTA

La depresión de la madurez no es un capricho clínico; es una confesión existencial. Es la amarga verdad que el alma se susurra a sí misma: “He perseguido un fin falso”.

La psicología lo confirma: la infertilidad hiere el ser. Se pierde el propósito vital, se resquebraja la identidad, se debilita la pareja, se multiplica el aislamiento. Y lo que los manuales llaman “síndrome depresivo” no es sino el duelo por lo no vivido.

La infertilidad personal es espejo del drama cultural. Fuentes, Sequeira y Tapia-Pizarro (2020) documentan que, en América Latina, la postergación del primer hijo no solo disminuye el número total de nacimientos, sino que multiplica el riesgo de quedarse sin ninguno. Se multiplicaron diplomas, pero se extinguieron apellidos. Se construyeron carreras, pero se derrumbaron genealogías.


VI. EL LUGAR INSUSTITUIBLE DE LA MADRE Y EL ECOSISTEMA FAMILIAR

La madre es insustituible. No por romanticismo, sino por realismo. El padre puede aportar dirección y fortaleza, pero es la madre quien hace que un conjunto de paredes se convierta en hogar. Su latido es calor, su voz es arraigo, su amor es cemento invisible.

La sociología no es lírica, pero aquí coincide con la poesía. Sara McLanahan lo mostró en Demography (2004): los hijos de familias desintegradas acumulan mayor riesgo de pobreza, fracaso escolar, depresión y problemas emocionales. La sociedad que se atreve a despreciar la presencia de la madre desprecia su propio futuro.

Los “nuevos modelos de familia” son experimentos que fracasan. La familia íntegra no es un recuerdo pintoresco: es el primer baluarte contra el caos, la primera escuela, la primera iglesia, la primera patria.


VII. LA VERDADERA ELEVACIÓN DE LA MUJER

La tradición no encierra a la mujer: la eleva. El orden no es cadena, es trono.

Santo Tomás enseña que la virtud perfecciona el ser. Y la virtud de la mujer no es una copia de la del varón: es distinta, complementaria, necesaria. Su fortaleza no es la de empuñar la espada, sino la de resistir en la fragilidad; no la de conquistar tierras, sino la de custodiar la vida.

La modernidad la obligó a ser un varón mediocre en lugar de una mujer excelente. Y en ese engaño, perdió su esplendor. Porque la mujer no es más cuando imita: es más cuando es ella misma, plenamente mujer, reina de la vida.


VIII. LAS EXCEPCIONES Y LA FECUNDIDAD ESPIRITUAL

No todas las mujeres pueden, por circunstancias queridas o permitidas por Dios, vivir la maternidad biológica. Sería cruel ignorarlo. Pero tampoco ellas quedan fuera del designio: su fecundidad se manifiesta en otras formas igualmente reales y preciosas. La historia de la Iglesia está llena de mujeres que, sin haber engendrado hijos propios, dieron vida espiritual, intelectual y cultural a generaciones enteras.

La verdadera dignidad femenina no se reduce al hecho biológico, sino que consiste en vivir ordenadamente la vocación que se recibe de Dios. Quien no puede dar vida con el cuerpo, puede darla con el espíritu, con la enseñanza, con la caridad, con la oración. En ellas también resplandece la verdad de la mujer: ser fuente de vida y de comunión.

De esta manera, la excepción no niega la regla, sino que la confirma: toda mujer está llamada a la fecundidad, natural o espiritual, y esa vocación nunca es estéril cuando se vive en fidelidad al orden divino.


IX. LLAMAMIENTO: EL TAMBOR DE GUERRA DEL RELOJ

Una sociedad que desprecia la maternidad cava su tumba con solemnidad burocrática. Un Estado que no protege a la familia firma su fracaso en papel membretado. Una cultura que llama “progreso” a fabricar y descartar embriones no sabe ya lo que es un hijo.

El reloj biológico no es enemigo, sino tambor de guerra. Su tic-tac no es amenaza, es llamada. Es el sonido de la reconquista. La verdadera rebeldía no es imitar al varón ni someterse al mercado: es reconstruir el hogar.

La mujer que hoy decide ser madre no es una reliquia inmóvil ni una mera innovadora: es la continuidad viva de la tradición y, al mismo tiempo, la vanguardia de la reconquista. En ella, lo heredado se convierte en futuro; lo eterno se proyecta hacia adelante. Y el día en que la cultura vuelva a arrodillarse ante este misterio, volverán la música de las cunas, el ruido bendito de los hermanos y la certeza de que siempre habrá un lugar al cual volver.

Óscar Méndez O.

lunes, 7 de julio de 2025

ENTRE EL SER Y EL PARECER



UN DOLOR QUE NO SE VE, PERO SE SIENTE

Hay un dolor silencioso que reconozco en muchas mujeres que aprecio, que admiro, que acompaño.
Un dolor que no siempre se dice, pero que se intuye en las pausas, en las miradas, en ese cansancio del alma que ningún éxito logra calmar.

He visto mujeres fuertes, brillantes, bellas… y sin embargo desbordadas. Ocupadas por fuera, deshabitadas por dentro. Como si en algún momento hubieran sido empujadas fuera de sí mismas y ahora vivieran para sostener una imagen más que para habitar una verdad.

Desde muy jóvenes —y a veces incluso desde niñas— aprendieron que su cuerpo sería evaluado, que su rostro sería comparado, que su valor dependería de cuánto impacto generaran.

Y así, poco a poco, comenzaron a pensarse como imagen, no como ser.

La belleza, que debió ser un don natural, se convirtió en tarea, en medida, en defensa. El cuerpo, que debía ser morada, pasó a ser vitrina. Y lo más doloroso es que nadie les dijo —cuando aún era tiempo— que no fueron hechas para parecer, sino para ser.

No hablo desde la crítica, sino desde el asombro y el respeto. Porque veo que el alma femenina ha sido diseñada para algo infinitamente más alto que la seducción o la aprobación.

La mujer no fue creada para gritar su valor, sino para encarnar la verdad en silencio fecundo. Su vocación más honda no está en imponerse,
sino en revelar.

Y lo que revela no es fragilidad, sino plenitud.

Una mujer en paz consigo misma no necesita competir. No porque se conforme, sino porque ya ha sido afirmada desde dentro.

LA BELLEZA NO SE RECHAZA: SE ORDENA

Muchos confunden esta visión con un llamado a ocultarse o apagarse. Y no es así.

La belleza femenina es un bien, una luz legítima,
una forma de lenguaje. Pero es un lenguaje que ha sido desordenado por la cultura del impacto.

Hoy se ha vuelto común pensar que para tener valor, una mujer debe mostrarse: no solo presente, sino visible, deseada, destacada. Y cuanto más lo logra, más sola se siente.

Porque el alma humana no fue hecha para la exhibición, sino para el encuentro.

Por eso no se trata de rechazar la belleza, sino de ordenarla.

Una mujer puede arreglarse, vestirse con gusto, hacerse presente. Pero no para provocar ni para imponerse como imagen. Sino para expresar —con dignidad y armonía— aquello que es y que lleva dentro.

NO SE EXHIBE: SE EXPRESA.
NO IMPONE: DEJA HUELLA.
NO BUSCA ATENCIÓN: COMUNICA SENTIDO.
NO GRITA: REVELA.

Su cuerpo no es una trampa ni un cartel. Es un templo. Y como todo templo, se reconoce por el misterio que contiene, no por el ruido que produce.

LA MENTIRA GLAMOROSA DE NUESTRO TIEMPO

Vivimos en una cultura donde muchas han aprendido a construir su identidad con fotografías, frases prestadas y cuerpos esculpidos. No importa si no saben quiénes son… mientras parezcan deseables.

Lo trágico no es la vanidad, sino que la vanidad se haya vuelto virtud social. Ya no escandaliza la superficialidad: se premia. Y mientras más una mujer se aleja de su alma, más aplausos recibe por su imagen.

Pero hay una pregunta que tarde o temprano se impone, cuando la noche cae y las pantallas se apagan:

¿Qué quedará cuando ya no provoque miradas ¿Con qué se quedará cuando el mundo pase de largo ¿Quién sostendrá su alma cuando el deseo ajeno se haya ido?

Ahí, en ese desconcierto, no comienza la tragedia: comienza la verdad.

CUANDO UNA MUJER SE RECUPERA A SÍ MISMA

He visto que cuando una mujer empieza a reencontrarse con su centro, con esa verdad profunda que no depende de la mirada ajena, algo se transforma.

Ya no necesita proyectarse, porque ha sido mirada por Dios. Y esa mirada no mide ni compara: revela.

Una mujer afirmada por la Verdad deja de rogar afecto, deja de simular fortaleza, deja de traducirse en poses.

Y entonces, sin esfuerzo, vuelve a casa. No a un pasado, sino a su propio ser.

MARÍA: LA PRESENCIA QUE HABITABA LA LUZ

Y cuando pienso en esa forma de estar presente,
pienso en María.

María no fue celebrada por su imagen. Su belleza no residía en su exterior, sino en su interior ordenado.

No buscó ser vista. Y sin embargo, en Ella -precisamente en Ella- el Verbo eterno encontró morada.

Su cuerpo no fue instrumento de poder, fue espacio de acogida. No fue proyectado, fue habitado.

María no se impuso. Dijo “Sí”. Y con ese sí, ofrecido en el silencio del alma, transformó la historia.

Y sí, he conocido mujeres que, al escuchar estas cosas, lloran. Lloran no por debilidad, sino por revelación. Porque se reconocen. Porque han vivido fingiendo. Porque han confundido aplauso con amor, deseo con ternura, presencia con don.

Pero esas lágrimas no son señal de derrota.
Son el comienzo de una verdad que despierta.

De ahí puede nacer una mujer nueva: más firme, más interior, más fecunda.

Una mujer que ya no se ajusta a moldes. Que ya no tiene miedo al tiempo. Que no necesita parecer. Porque ha recordado, al fin, quién es.

Y entonces, sin espectáculo, sin gritos, sin máscaras… el alma vuelve a su lugar.

Y en ese lugar, una mujer ya no está sola.

Porque ha aprendido —al fin— a habitarse desde Dios.


BELLEZA VERDADERA: REFLEJO DEL CREADOR

¿Quieres saber quién eres? No busques la respuesta en los espejos, ni en las redes sociales, ni en los aplausos.

DETENTE.
ESCUCHA.
PERMANECE.

En lo más tuyo, allí donde no hay necesidad de actuar, te espera una mirada que no te exige nada,
porque ya lo ha visto todo.

Y aun así, te llama. No para que te muestres, sino para que seas.

Porque la verdadera belleza —la que no se marchita ni se mide— no es una forma vacía, sino una huella del Ser que todo lo sostiene.

La mujer que vuelve a su centro y se deja habitar por Dios no solo es bella: se convierte en signo visible de lo invisible, en transparencia de una luz que no nace de ella, pero que en ella resplandece.

Esa es la belleza verdadera: no la que exige ser mirada, sino la que, al ser mirada, remite silenciosamente a su Creador.

OMO

viernes, 6 de junio de 2025

LA VIRTUD EN LA MUJER



"La primera virtud fundamental de la mujer cristiana es la piedad; pero una piedad instruida, sólida y ejemplar. 

Su piedad debe ser instruida por el conocimiento exacto y razonado de la doctrina cristiana. Tiene necesidad, ante todo, de un conocimiento claro de nuestra religión, para hallarse preparada para instruir sólidamente, sea en su casa, sea fuera de ella, a todos los que vegetan en la ignorancia. ¡Felices los hijos que desde la más tierna edad han aprendido de los piadosos labios de su buena madre, o virtuosa hermana, los rudimentos de la fe!

Los conocimientos religiosos deben elevarse hasta la categoría de científicos: esto es, que se conozcan las bases de certidumbre sobre las cuales descansan las verdades de nuestra santa fe. 

Este conocimiento razonado de nuestra santa fe es, sobre todo en nuestros días, indispensable a la mujer cristiana; porque en nuestro siglo de incredulidad debe estar apercibida y apercibir a los suyos contra el contagio pestilente del escepticismo; y deberá, también, muchas veces, confundir la ignorancia de los impíos.

Su piedad debe ser no solamente instruida, más también sólida; y lo será si está basada sobre las convicciones inquebrantables de la fe, y sobre una voluntad firmemente resuelta a servir a Dios ante todas las cosas. De esta piedad sólida y bien cimentada sobre las convicciones de la inteligencia y sobre la firmeza de la voluntad, nace espontáneamente la constancia en la práctica bien regulada de la devoción; cuyos ejercicios no se omitirán jamás, aunque cuesten algún sacrificio. 

Finalmente, la piedad debe ser ejemplar; esto es, debe ir acompañada del buen ejemplo, de la práctica de las virtudes cristianas, principalmente de aquellas que nacen de la caridad, como la dulzura y afabilidad en el trato, que hacen amable la piedad". 

✨ P. Francisco J. Schouppe, S. J.
📖 La mujer cristiana: su misión, su formación y su defensa.

martes, 29 de abril de 2025

EL GRAN VALER DE LA MUJER

 

"Conforme se mantiene la mujer, queda en pie o se derrumba la vida humana. Donde la mujer se rebaja a objeto de placer, imperan los instintos naturales, la vida de los sentidos; pero cuando la mujer imita la delicadeza y pudor de María, allí florece la verdadera cultura, la dignidad humana. Cuando la mujer pierde su manera de ser delicada, su pudor, su auto estima, el hombre pierde su respeto hacia ella, y comienza la ruina de la sociedad".


✨ Mons. Tihamér Tóth

📖 La Virgen María

viernes, 28 de marzo de 2025

EN DEFENSA DE LA COCINA, DE LAS FALDAS Y DE LA CIVILIZACIÓN


 EN DEFENSA DE LA COCINA, DE LAS FALDAS Y DE LA CIVILIZACIÓN (O POR QUÉ FREÍR UN HUEVO ES MÁS REVOLUCIONARIO QUE ESCRIBIR UN LIBRO SOBRE LIDERAZGO FEMENINO)

“Una mujer santa basta para sostener una casa, y una casa santa basta para sostener un pueblo.”
— Santa Teresa de Jesús


DEDICADO
A todas las mujeres que han sostenido el mundo sin figurar en ningún currículum.
A las que callan, sirven, rezan y aman con heroísmo cotidiano.
Y a las que lo han olvidado… para que vuelvan.


HAY MUJERES QUE HOY rezan el rosario, comulgan en latín, leen a San Luis María y aún así creen que cocinar es perder el tiempo. Mujeres que aplauden el dogma de la Asunción, pero se escandalizan si uno sugiere que deberían volver a usar falda. Mujeres que proclaman a la Virgen como Reina… pero que consideran humillante tender la ropa, lavar el piso o hacer pan con sus propias manos.

Así están las cosas: las católicas “formadas” ya no quieren formar a nadie. Ni almas, ni hijos, ni pasteles.


I. LA MODERNIDAD NO EMPEZÓ EN LAS UNIVERSIDADES, SINO EN LA COCINA VACÍA

La Revolución no llegó con fusiles, sino con microondas. El día en que la madre dejó de servir la comida, y comenzó a pedirla por teléfono, comenzó el derrumbe de Occidente.

“La desintegración de la familia no comenzó en los tribunales, sino en la mesa mal servida.” —Jean Ousset

Hoy todo el mundo llora por la crisis de vocaciones, por la corrupción política, por la degeneración moral. Pero nadie se atreve a decir lo evidente: la caída empezó cuando la mujer dejó el hogar para “realizarse” en tareas que ningún hombre con sentido común hubiera envidiado.

Y así, mientras ellas redactaban políticas institucionales sobre igualdad de género desde un cubículo sin ventanas, sus hijos aprendían a pensar con TikTok, y sus esposos se hacían expertos en recalentar lo que quedaba de su matrimonio.

Porque sí, el alma también se enfría cuando se sirve en platos desechables.


II. EL EGO ILUSTRADO CON VELO Y BLAZER

Una generación de mujeres se ha convencido de que ser ama de casa es algo que se “tolera” cuando no hay otra opción. Y han hecho de su currículum su biografía espiritual. Ya no dicen “soy madre”, sino “soy abogada y además tengo hijos”. Ya no dicen “soy esposa”, sino “soy consultora con especialidad en conciliación hogar-trabajo”.

“Hay más vocación en una madre que canta que en diez activistas que gritan.” —Rafael Gambra

La verdad es esta: se han convertido en hombres mediocres, sin dejar de ser mujeres frustradas.

Van a misa, sí, pero no oyen la música del hogar. Hablan de castidad, pero no tienen idea del pudor. Rezan novenas, pero no saben coser un botón. Admiran a Santa Mónica, pero les parece un desperdicio quedarse en casa cuidando a un hijo que —¡horror!— aún no sabe leer a Santo Tomás.

Y mientras sus abuelas, con menos estudios, criaban santos, estas nuevas iluminadas apenas logran criar adultos funcionales.

“La mujer moderna quiere hacer todo lo que hace el hombre… menos lo que el hombre hace bien.” —G.K. Chesterton

Conocí a un caballero, hombre letrado y de corazón piadoso, que en un almuerzo parroquial —de esos donde abunda la teología sin sal— se atrevió a lanzar una pregunta aparentemente inofensiva:

“¿Por qué no escribís recetas de cocina?” —dijo, dirigiéndose a un grupo de señoras católicas modernas, doctas en cánones y feminismo espiritualizado.

La reacción fue inmediata: lo miraron como si hubiese propuesto reinstaurar la Inquisición. Una de ellas, ofendida, murmuró algo sobre “reducción de la mujer a la cocina”, mientras otra —con estudios en género y angelología— declaró con solemnidad que “las mujeres católicas de hoy están para cosas más elevadas”.

Curioso. Santa Hildegarda escribió recetas, Santa Zita cocinaba, Santa Teresa daba instrucciones para hacer potajes y San Benito organizó monasterios con horarios precisos para preparar el pan. Pero claro, ellas no tenían Twitter.


III. LA COCINA NO ES ESCLAVITUD: ES GOBIERNO LITÚRGICO

La cocina no es el rincón de los subordinados. Es el corazón del hogar, el laboratorio del amor concreto, el lugar donde se convierte el tiempo en pan, y el pan en comunión.

Allí se canta, se reza, se consuela, se forma el gusto, se transmiten historias, y se prepara el ánimo para enfrentar el mundo.

“No hay liturgia sin altar, ni hogar sin fuego. Y el fuego, en la casa, lo enciende la mujer.” —Mons. Henri Delassus

La mujer tradicional no era sumisa, era imparable. Organizaba, cuidaba, mandaba, embellecía, educaba, corregía, tejía, cocinaba y rezaba. Y todo sin quejarse de que “nadie valora su esfuerzo”. No necesitaba validación porque sabía que estaba haciendo lo único importante.


IV. LO QUE SE PIERDE CUANDO UNA MUJER DEJA EL HOGAR

 • Se pierde la primera escuela de virtud.
 • Se pierde la posibilidad de formar el corazón antes que el cerebro.
 • Se pierde la belleza de lo cotidiano: el mantel limpio, la sopa caliente, el olor a hogar.
 • Se pierde el canto en voz baja mientras se barre.
 • Se pierde el orden que sostiene la paz.
 • Se pierde el alma de la civilización.

“El hogar cristiano no es una construcción humana, sino una realidad querida por Dios.” —Pío XII

¿Y qué se gana? Un sueldo que apenas alcanza para pagar terapias familiares, escuelas carísimas que educan contra la fe, y una sensación crónica de culpa que ninguna charla de espiritualidad logra calmar.


V. QUERIDAS CATÓLICAS “FORMADAS”… HAN SIDO ENGAÑADAS

No son más libres. No son más respetadas. No son más felices.

La oficina las ha envejecido antes de tiempo. Los pantalones las han endurecido. El desprecio por la cocina las ha alejado del misterio. Porque el fuego del hogar no es un símbolo cursi: es un altar. Y quien lo abandona, abandona su sacerdocio femenino.

“Dios no dio a la mujer el púlpito, sino algo más alto: el regazo donde los santos aprenden a hablar.” —San Francisco de Sales

No queremos “debatir” esto. Queremos anunciarlo, como un profeta anuncia la lluvia después del desierto.


VI. FINAL (Y SIN POSTRE)

No es una imposición, claro está. Es apenas una sugerencia fraterna, hecha con el aroma de un pan recién horneado y la certeza de que, si el mundo ha perdido el rumbo, es porque vosotras —sí, vosotras— salisteis por la puerta equivocada.

¿Es ofensivo sugerir que escribáis recetas de cocina? Tal vez. Pero más ofensivo es que no sepáis ninguna.

Volved. Volved antes de que no haya a dónde volver. Volved antes de que vuestros hijos os miren como extrañas. Antes de que la Iglesia se parezca más a una ONG que a una madre. Antes de que el mundo termine de quebrarse por falta de mujeres que sepan cocinar, amar, callar y cantar.

Volved con delantal y con gloria. Con falda y con fuerza. Con harina en las manos y oración en los labios.

Volved no porque seáis esclavas, sino porque sois reinas. Y las reinas no desprecian su palacio: lo gobiernan desde dentro.

María no necesitó púlpito, porque su vida entera fue un himno silencioso. Ella cocinó, sirvió, esperó, guardó… y en ese silencio —más elocuente que mil tratados—, se gestó la redención. Por eso es Reina: no porque hablara más fuerte, sino porque escuchó más hondo.

Porque cuando una mujer enciende su cocina con amor, el infierno tiembla.
Y cuando vuelve a su hogar, el demonio pierde territorio.

Oscar Mendez O.

martes, 4 de junio de 2024

LA MUJER CATÓLICA


"Para desempeñar el apostolado que Jesucristo tiene confiado a la mujer cristiana, se requieren tres virtudes fundamentales: la piedad, el celo doméstico y la paciencia. Estas virtudes bien arraigadas en el alma harán germinar y florecer todas las demás; y la mujer que las posea estará bien dispuesta a ejecutar las grandes obras que Dios de ella demanda". 

✨ P. Francisco J. Schouppe, S. J.

📖 La mujer cristiana: su misión, su formación y su defensa.

martes, 20 de febrero de 2024

CADA QUIEN SU PAPEL

 


"El Papa Gelasio en su novena carta a los Obispos de Lucania CONDENÓ la funesta práctica que había introducido a MUJERES SIRVIENDO AL SACERDOTE EN LA CELEBRACIÓN DE LA MISA. Puesto que este abuso se había extendido a los griegos, Inocencio IV LO PROHIBIÓ ESTRICTAMENTE en su carta al Obispo de Tusculum: 'Las mujeres no se atrevan a servir en el Altar: debe ser totalmente rechazado este ministerio'. NOSOTROS TAMBIÉN HEMOS PROHIBIDO ESTA PRÁCTICA con las mismas palabras en nuestra tantas veces repetida Constitución... "

Encíclica Allatae Sunt n° 29 (26 julio 1755)

viernes, 16 de febrero de 2024

LA MUJER VIRTUOSA



Una mujer modesta siempre es más atractiva que una mujer vulgar.

Una mujer casta siempre es más valorada que una mujer promiscua.

Una mujer hacendosa siempre es más deseada que una mujer fiestera. 

El feminismo le enseña a la mujer moderna: "entre más vulgar, más libre", pero el Cristianismo le recuerda: "entre más santa, más bienaventurada". 

– "Una mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas" (Pr. 31:10).

miércoles, 5 de julio de 2023

EL GRAN PROPÓSITO


Nadie se hace famoso por cambiar pañales.  Nadie se hace famoso por preparar comidas.  Nadie se hace famoso por cargar niños.  

Nadie es famoso por dar baños, limpiar narices y oídos.  

Nadie se hace famoso por limpiar el piso con jugo derramado.  

Nadie es famoso por rescatar a un niño que llora en medio de la noche.  

Nadie se hace famoso por romper peleas entre hermanos.  

Nadie se hace famoso por ayudar con los deberes... 

No hay fama para nada de eso.

Nadie te dará una palmada en la espalda y te dirá: "Chica, ¡qué trabajo tan increíble estás haciendo! ¿Puedo tomarme una foto contigo?".  

No habrá marchas en su honor.  

No habrá fiestas.

 Ser madre, trabajar y dedicar tu vida a tus hijos puede parecer un trabajo desagradecido, pero la maternidad no se trata de poner nuestro nombre en el centro de atención.  Es para la gloria de Dios.  Cada vez que haces algo por estos niños y piensas que tu trabajo no es notado por nadie, Él lo hace.  Se regocija en tu capacidad de hacer lo mejor por estos niños que tanto amas sin esperar ningún reconocimiento.  Y en eso, Él es glorificado.  Glorificar a Dios por la maternidad es más gratificante que recibir cualquier honor en este mundo.

 Parece que no hay gloria en la maternidad.  Parece que hacemos todo por nada.  Pero ¿sabes?, todo vale la pena.  Todo tiene una razón.  Todo tiene un gran propósito: el propósito de Dios.

(Tomado de: La Mujer Fuerte)

jueves, 9 de junio de 2022

LA MUJER CATÓLICA DEBE SER UNA PERSONA INSTRUIDA RELIGIOSAMENTE


-Debe buscar fuentes que sean confiables y tradicionales que enseñen la verdadera doctrina católica sin contaminación modernista (*).

"La primera virtud fundamental de la mujer cristiana es la piedad; pero una piedad instruida, sólida y ejemplar. 

Su piedad debe ser instruida por el conocimiento exacto y razonado de la doctrina cristiana. Tiene necesidad, ante todo, de un conocimiento claro de nuestra religión, para hallarse preparada para instruir sólidamente, sea en su casa, sea fuera de ella, a todos los que vegetan en la ignorancia. ¡Felices los hijos que desde la más tierna edad han aprendido de los piadosos labios de su buena madre, o virtuosa hermana, los rudimentos de la fe!

Los conocimientos religiosos deben elevarse hasta la categoría de científicos: esto es, que se conozcan las bases de certidumbre sobre las cuales descansan las verdades de nuestra santa fe. 

Este conocimiento razonado de nuestra santa fe es, sobre todo en nuestros días, indispensable a la mujer cristiana; porque en nuestro siglo de incredulidad debe estar apercibida y apercibir a los suyos contra el contagio pestilente del escepticismo; y deberá, también, muchas veces, confundir la ignorancia de los impíos

Su piedad debe ser no solamente instruida, más también sólida; y lo será si está basada sobre las convicciones inquebrantables de la fe, y sobre una voluntad firmemente resuelta a servir a Dios ante todas las cosas. De esta piedad sólida y bien cimentada sobre las convicciones de la inteligencia y sobre la firmeza de la voluntad, nace espontáneamente la constancia en la práctica bien regulada de la devoción; cuyos ejercicios no se omitirán jamás, aunque cuesten algún sacrificio. 

Finalmente, la piedad debe ser ejemplar; esto es, debe ir acompañada del buen ejemplo, de la práctica de las virtudes cristianas, principalmente de aquellas que nacen de la caridad, como la dulzura y afabilidad en el trato, que hacen amable la piedad". 

 P. Francisco J. Schouppe, S. I." La mujer cristiana: su misión, su formación y su defensa".

(*) Se aconseja el estudio del Catecismo Mayor de San Pío X y el Catecismo Romano de San Pío V, así como La Religión Demostrada del P. Hillaire.


viernes, 13 de noviembre de 2020

LA MUJER NO ES UN OBJETO


"...Aprendí que vestir modestamente no es para ocultar nuestros cuerpos porque éstos son sucios, sino más bien velarlos porque son santos."

"...Aprendí que la manera cómo uno se viste envía un mensaje al mundo. Si una chica se viste de manera que revela su cuerpo al mundo, el mundo asumirá que ésa es su mayor atracción. Por el contrario, si una chica vela su cuerpo y respeta su propia dignidad así como la dignidad de los demás, será más fácil para el mundo entender que hay mucho más detrás de esta chica que una colección de partes del cuerpo". 

Emily Pass

miércoles, 24 de julio de 2019

MATERNIDAD


"Ahora bien; el oficio de la mujer, su manera, su inclinación innata, es la maternidad. Toda mujer está destinada a ser madre: madre en el sentido físico de la palabra, o bien en un sentido más espiritual y elevado, pero no menos real".

-S. S. Pío XII, extractos de “Questa grande”, del 21 octubre de 1945. Alocución a las Delegadas de las Asociaciones Femeninas Católicas de Italia.

_______________________________

sábado, 23 de febrero de 2019

LA VERDADERA DAMA


"La verdadera dama por sí sola infunde respeto y en nadie despierta malos deseos ni osadas libertades. Ante ella el joven recuerda a su propia madre y hermana, y considera ignominioso acercársele con bajos deseos, como consideraría un ultraje digno de venganza que eso hiciera otro con su hermana o con su madre".

Monseñor Tihamér Tóth.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

¿QUÉ SEÑAL DESEAS MANDAR?


«Las mujeres tenemos un poder. Por la forma como nos vestimos y por la forma como nos comportamos, podemos invitar a un hombre o a ser un caballero o a ser un animal.

«Entonces, si una mujer quiere que un hombre aprecie su inteligencia y personalidad, probablemente le irá mejor si no lo distrae con el piercing en su ombligo.

«La pregunta que debo hacerme es: ¿Qué es lo que realmente quiero? ¿Es más emocionante ser amada verdaderamente por un hombre o atraer las miradas boquiabiertas de muchos? Para aquellas que tienen el suficiente atrevimiento de preferir el amor de un hombre, la modestia es una tácita invitación a los chicos para que sean lo suficientemente hombres para ganarse nuestro corazón. Es una invitación a los chicos para que consideren que en nosotras hay mucho más que tan sólo nuestros cuerpos. Es por eso que la modestia es llamada “guardián del amor”. Sin tener que decir una sola palabra, establece el estándar del respeto».

-Crystalina Evert

Fuente: La Dama Católica