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jueves, 26 de diciembre de 2024

LA POBREZA DEL PESEBRE Y EL MUNDO MATERIALISTA: UN LLAMADO A LA CONVERSIÓN


I. INTRODUCCIÓN: EL MISTERIO QUE DESARMA NUESTRA SOBERBIA

En el frío silencio de la noche en Belén, Dios mismo quiso hacerse pequeño. El Rey eterno, el Creador del universo, nació en la más absoluta pobreza, rodeado de animales y cubierto apenas con unas telas humildes. ¿No debería este hecho abrumarnos de asombro y gratitud? ¿No es este misterio el espejo donde nuestras almas, hinchadas de orgullo y sedientas de bienes terrenos, pueden encontrar la verdadera medida de su nada?

San Bernardo decía: “La majestad se humilla, la riqueza se empobrece, la omnipotencia se ata en pañales”. Y en este gesto de inefable ternura, Cristo nos invita a reconsiderar la relación que tenemos con este mundo y sus engañosas promesas de felicidad. Este artículo quiere ser una reflexión sobre la pobreza del Pesebre frente al materialismo de nuestro tiempo, para que nuestros corazones se conviertan y regresen al amor verdadero.

II. LA POBREZA DEL PESEBRE: ELOCUENCIA DIVINA DE LA HUMILDAD

La cuna de Cristo, hecha de madera burda, nos habla más que mil sermones. Ella clama la paradoja divina: el Rey de Reyes no eligió palacios ni tronos, sino la pobreza y la simplicidad como trono de su amor. Es imposible contemplar el Pesebre y no recordar las palabras de San Francisco de Asís: “Dios se hizo pobre para que, en su pobreza, tú encuentres la riqueza de su amor”.

1. EL PESEBRE, ESCUELA DE HUMILDAD

En el seno del Pesebre se destila la lección más profunda de la fe: no en la grandeza ni en los logros mundanos encontramos a Dios, sino en la pequeñez y el abandono. Así lo proclama San Bernardo: ”¿Quieres subir? Comienza bajando. ¿Quieres edificar un templo alto? Comienza con el fundamento de la humildad”.

La pobreza del Pesebre no es solo ausencia de bienes, sino una pobreza interior: Cristo, siendo Dios, se despoja de todo para que comprendamos que el verdadero camino hacia la grandeza está en el vaciamiento de nosotros mismos.

2. LOS SANTOS Y LA IMITACIÓN DE CRISTO POBRE

Los Santos, en su ardiente deseo de conformarse con Cristo, siempre buscaron el tesoro escondido de la pobreza. San Juan de la Cruz nos enseña: “Para poseerlo todo, no quieras poseer algo en nada”. La pobreza no es miseria, sino un acto de abandono en la Providencia divina, donde todo bien verdadero radica en Dios.

III. EL MUNDO MATERIALISTA: EL PESEBRE OLVIDADO

Vivimos en un tiempo donde el pesebre ha sido desplazado por vitrinas llenas de luces y promesas vacías. El materialismo reina en el corazón humano, prometiendo una felicidad que nunca puede dar. Cristo, en el silencio de su pobreza, contradice todas estas falsas promesas.

1. LA IDOLATRÍA DE LAS RIQUEZAS

“Las riquezas son cadenas para el alma”, advertía Santo Tomás de Aquino. Este mundo nos enseña a acumular, a medir nuestro valor por lo que poseemos, mientras que Cristo nos enseña: “Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón” (Mt 6, 21).

San Basilio también se levanta como voz profética: “El pan que guardas pertenece al hambriento; el manto que escondes en tu cofre, al desnudo”. Ante estas palabras, el brillo del materialismo pierde su encanto y el alma es llamada a cuestionarse: ¿qué he hecho con los bienes que Dios me confió?

2. LA POBREZA COMO RIQUEZA INTERIOR

El materialismo no solo empobrece al espíritu; lo esclaviza. San Agustín lo señala con precisión: “Quien tiene a Dios, lo tiene todo. Quien no lo tiene, aunque posea todo, no tiene nada”. La pobreza del Pesebre revela la verdad de esta sentencia: el verdadero tesoro es el amor divino, y quienes lo poseen no necesitan más.

IV. EL PESEBRE: UN LLAMADO A LA CONVERSIÓN

Ante el pesebre, el alma es invitada a contemplar, a meditar y a cambiar. Cristo no nació en la pobreza por casualidad, sino para mostrarnos el camino de la verdadera libertad: “No se puede servir a Dios y al dinero” (Mt 6, 24).

1. LA POBREZA: CAMINO HACIA DIOS

San Bernardo insiste: “Nada tan grande teme el demonio como a una alma desprendida”. La pobreza no solo nos libera de las ataduras del mundo, sino que abre el corazón a Dios. Es en el vacío de nuestras manos donde Él puede derramar su gracia.

2. LA CARIDAD, FRUTO DE LA POBREZA VERDADERA

El pesebre nos invita no solo a ser pobres, sino a dar. Como decía Santa Teresa de Ávila: “Si tienes amor verdadero, siempre hallas algo para dar”. La pobreza que Cristo nos muestra no es un fin en sí mismo, sino un medio para amar más y mejor.

V. CONCLUSIÓN: LA NAVIDAD, TIEMPO DE RENOVAR NUESTRO ESPÍRITU

El Pesebre de Belén es el grito de Dios a un mundo distraído: “No busques fuera lo que solo puedes encontrar dentro”. Es la denuncia de un amor eterno que se encarna en la pobreza para invitarnos a cambiar nuestras prioridades, a convertirnos, a amar.

San Bernardo, si estuviera entre nosotros, nos exhortaría con sus palabras ardientes: ”¿Por qué temes ser pobre, si la misma pobreza te ha hecho rico en Cristo?”. En esta Navidad, contemplemos el Pesebre con ojos nuevos, con un corazón dispuesto a dejar atrás el materialismo y abrazar la riqueza infinita del amor de Dios. Solo así, como los pastores en aquella noche santa, podremos arrodillarnos ante el Niño, sintiendo que en su pobreza hemos encontrado la verdadera plenitud.

OMO

BIBLIOGRAFÍA

1. San Bernardo de Claraval, Sermones sobre el Cantar de los Cantares.

2. San Francisco de Asís, Escritos completos.

3. San Juan de la Cruz, Subida del Monte Carmelo.

4. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica.

5. San Basilio, Homilías sobre la justicia social.

6. San Agustín, Confesiones.

7. Santa Teresa de Ávila, Camino de Perfección.

8. Catecismo de la Iglesia Católica, números 2443-2449 (Doctrina sobre la pobreza y la justicia).

9. Sagrada Escritura, Evangelios Sinópticos.

martes, 24 de diciembre de 2024

EL NIÑO QUE NOS LLAMA AL CORAZÓN: REFLEXIÓN SOBRE LA ENCARNACIÓN


EL MAESTRO DE LA ORACIÓN

Oh, almas sedientas de Dios, fijaos en el misterio que contemplamos en la cueva de Belén. ¿Qué es lo que vemos? Un Niño, pequeño, indefenso, reclinado en un pesebre. Este Niño es Dios mismo, el Verbo eterno, que no desdeña la debilidad de nuestra carne, sino que la asume para salvarnos. ¿Qué otra cosa podía moverlo a esto sino un amor inefable, un deseo ardiente de cercanía con nosotros? Este es el misterio de la Encarnación: el Dios todopoderoso que se abaja hasta lo más humilde para atraernos a su corazón.

Contempladlo. En su misma pequeñez, el Niño Jesús nos da lecciones profundas. Santa Teresa de Jesús, en su sabiduría celestial, nos invita a aprender de Él: “Quien no halle maestro para enseñarle a orar, tome este Señor tan humano, y verá cuánto aprovecha.” ¿Quién más humano que este Niño? ¿Quién más cercano? Si os falta claridad en vuestra oración, si vuestro espíritu se siente perdido, volved los ojos al pesebre. Mirad sus manitas extendidas, como si ya nos llamaran a descansar en su amor.

Este Niño, aunque no pronuncia palabra, nos enseña con su sola presencia. Su silencio nos habla más alto que cualquier sermón: la oración no consiste en multiplicar palabras, sino en estar en su presencia con corazón abierto. Él es el maestro perfecto, que en la sencillez de su cuna nos muestra el camino a la comunión con Dios.

EL CAMINO DE LA INFANCIA ESPIRITUAL

¿Por qué eligió Dios venir como un niño? Santa Teresita del Niño Jesús responde con luminosa claridad: “Jesús quiso venir como un niño para que nadie temiera acercarse a Él.” Aquí está la razón de su pequeñez: no desea que le temamos, sino que confiemos plenamente en Él. Así como un niño extiende los brazos a su padre, así nos llama a que extendamos el corazón hacia Él.

La Navidad nos invita, como bien comprendió Teresita, a vivir la infancia espiritual. ¿Qué significa esto? Es dejar a un lado la autosuficiencia, reconocer nuestra dependencia de Dios, y abandonarnos en sus brazos como un niño que confía plenamente en el amor de su padre. La grandeza de este camino radica en que, al hacernos pequeños, Dios nos toma y nos eleva hasta Él.

EL AMOR QUE SE HACE PEQUEÑO

Pensad en esto: el mismo Dios que sostiene el universo en su mano se hizo un niño frágil y dependiente. ¡Qué abismo de amor! Él, que no necesitaba nada, quiso necesitarlo todo, para que nosotros aprendiéramos a no temerle. En su pobreza nos ofrece su riqueza; en su pequeñez nos muestra su grandeza. Así, con su sola presencia en el pesebre, nos enseña que no hay nada que temer cuando nos acercamos a Él.

¿Quién podrá contemplar este misterio sin sentirse conmovido? Dios no vino como un rey poderoso que impone, sino como un niño que suplica amor. Este Niño nos llama no con palabras, sino con su misma pequeñez, y nos dice: “Venid a mí, todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré” (Mt 11,28). Su misma presencia es descanso para el alma, bálsamo para el corazón.

VENID AL PESEBRE

Acercaos, pues, al pesebre. Mirad al Niño Jesús y dejad que os hable en el silencio de su humildad. Ofrecedle vuestro amor, aunque sea pequeño, porque este Niño no desprecia nada; Él vino precisamente a buscar lo que es pequeño y humilde. Si alguna vez os sentís indignos de acercaros, recordad que este Niño vino no por los justos, sino por los pecadores. Su amor no conoce límites ni condiciones.

Oh, pueblos enteros, escuchad esta llamada: Ved al Niño, ved al Amor hecho carne. Este es el Dios que se abaja para elevarnos, que se hace pequeño para conquistarnos. Contemplad sus ojos, tan llenos de ternura; su sonrisa, tan llena de paz. No es un Dios lejano, sino el Dios que toma nuestra miseria para colmarnos de su riqueza. Su misma pequeñez es un grito que resuena en el alma: “Venid, no temáis; yo soy vuestro descanso, vuestra esperanza, vuestra salvación.”

¿Qué excusa queda para no amarle? ¿Qué obstáculo puede interponerse entre este Niño y vuestro corazón? Al contemplar este pesebre, los cielos se abren y una voz parece susurrar a cada alma: “Amadle, porque Él ya os ha amado primero. Seguidle, porque Él ha venido a buscaros.” Dejad que este Niño encienda en vosotros un fuego que nunca se apague, un amor que nada pueda detener.

Pueblos, almas, corazones: arrodillaos ante este Dios hecho Niño, porque en su debilidad está vuestra fortaleza, en su pobreza está vuestra gloria, y en su ternura se encuentra la plenitud de todo vuestro anhelo. Venid a Belén, porque allí comienza la eternidad. Allí, en la humildad de un pesebre, está el Rey que reinará no desde un trono, sino desde vuestro corazón. Amadle, y seréis suyos para siempre.

OMO

BIBLIOGRAFÍA

Teresa de Jesús, Libro de la Vida, cap. 22.

Teresa del Niño Jesús, Manuscrito A, 4v-5v.

La Sagrada Biblia, Mt 11,28; 2 Cor 8,9.

lunes, 23 de diciembre de 2024

EL ÁRBOL QUE NO PIDE, PERO LO DA TODO (DIÁLOGO ENTRE SAN JOSÉ Y EL NIÑO)


 

—¿QUIÉN SOY YO, HIJO, EN ESTA NOCHE INMENSA

QUE HUELE A HENO, A ESTRELLAS, A INFINITO?

¿QUIÉN ES ESTE HUMILDE QUE CON MANOS DE BARRO

CUSTODIA TU FUEGO COMO SI FUERA CENIZA?


—PADRE, ERES MÁS QUE HUMILDE, ERES MI TEMPLO.

EN TU SILENCIO HE ALZADO EL REFUGIO DEL MUNDO.

ERES EL ÁRBOL QUE NUTRE SIN EXIGIR FRUTOS,

EL CAMINO QUE SE ENTREGA SIN BUSCAR GLORIA.


—PERO, HIJO, EN MI PECHO LATE EL TEMOR

DE SER TAN PEQUEÑO ANTE LO TAN GRANDE.

TU SUSPIRO ME QUIEBRA COMO EL VIENTO AL OLIVO,

Y EN TUS MANOS PEQUEÑAS PESA TODO EL UNIVERSO.


—PADRE, NO TEMAS. EL PESO QUE SIENTES

NO ES DE LA GLORIA, SINO DE MI AMOR.

TU MANO CALLOSA ES MÁS SUAVE QUE LAS NUBES,

Y TU CORAZÓN, MÁS FUERTE QUE TODOS LOS REINOS.


—¿POR QUÉ, ENTONCES, SUEÑAN MIS NOCHES

CON CRUCES QUE SE ALZAN COMO TORRES DE FUEGO?

¿POR QUÉ SIENTO EN TU CUERPO PEQUEÑO

EL LATIDO DE UNA HERIDA QUE NO PUEDO DETENER?


—PADRE, LA CRUZ NO ES TUYA, ES MI ENTREGA.

PERO TU AMOR ME FORJÓ EN LA HUMILDAD

DE UNA CASA DONDE LA MADERA CANTA

Y EL TRABAJO ES LA ORACIÓN MÁS PURA.


—¡OH, HIJO! SI YO PUDIERA LLEVAR TU PESO,

SERÍA COMO EL CARPINTERO QUE LEVANTA LA VIGA.

SI LA CRUZ TE ESPERA, QUE SEA EN MIS HOMBROS,

Y NO EN TU FRAGILIDAD, QUE ES LUZ Y ESPERANZA.


—PADRE, MI PESO SERÁ LIGERO

PORQUE TU SOMBRA ME SIGUE COMO UN ESCUDO.

ERES MÁS QUE UN HOMBRE, ERES EL JUSTO

QUE DIOS ESCOGIÓ PARA CUSTODIAR SU ALIENTO.


—ENTONCES, SERÉ TU SOMBRA Y TU LUZ,

EL CAMINO QUE TE LLEVE A EGIPTO Y BELÉN.

EN MIS SUEÑOS TE VERÉ REY Y CORDERO,

Y MIS MANOS TE GUARDARÁN COMO A UNA LLAMA.


—PADRE, NO HAY REY MÁS GRANDE QUE TÚ,

QUE EN TU SILENCIO HABLA EL AMOR PERFECTO.

ERES EL TRIGO QUE SOSTIENE MI VIDA,

EL ÁRBOL QUE NO PIDE, PERO LO DA TODO.


—ENTONCES, HIJO, SI MI VIDA TE PERTENECE,

QUE MIS MANOS SEAN TU MADERO Y TU LUZ.

SERÉ EL ECO DE TU SUSURRO EN LA TIERRA,

Y CUANDO MUERA, TE ESPERARÉ EN EL CIELO.


Y EL NIÑO, CON SU ROSTRO INFINITO Y HUMANO,

SONRIÓ AL JUSTO QUE DIOS HABÍA ESCOGIDO.

Y EN AQUEL ABRAZO, DONDE LO DIVINO Y LO HUMANO

SE FUNDIERON EN UN SILENCIO MÁS ELOCUENTE QUE EL CANTO,

SAN JOSÉ ENTENDIÓ QUE NO HABÍA MAYOR GLORIA

QUE SER LA SOMBRA QUE SOSTIENE LA LUZ,

EL HUMILDE QUE, SIN SABERLO,

ERA EL TRONO DONDE DESCANSABA EL REY DEL UNIVERSO.

Y ASÍ, ENTRE EL ALIENTO DE LOS ÁNGELES Y LA HUMILDAD DE LA TIERRA,

EL AMOR SE HIZO ETERNO EN EL SILENCIO DEL JUSTO.


OMO

martes, 17 de diciembre de 2024

LAS POSADAS



Un poco de historia sobre las tradicionales “Posadas” que el 16 de diciembre dan comienzo. 

Las posadas son fiestas que tienen como fin, preparar la Navidad. Comienzan el día 16 y terminan el 24 de diciembre conmemorando los nueve meses del embarazo virginal de la dulcísima siempre Virgen María.

Los primeros misioneros dentro de la Conquista espiritual de México, en el siglo XVI, trataron de enseñar a los indios la verdadera fe por medio de representaciones teatrales parecidas a los “autos de fe” de su país de origen. Se atribuye a Fray Diego de Soria a finales del siglo XVI, las primeras “jornadas”, como se llamaban entonces, en el convento de Acolman, para recordar el camino de José y María de Nazaret a Belén.

La celebración se fue enriqueciendo de la costumbre franciscana de representar con imágenes este pasaje bíblico. De estas celebraciones y de los Autos de Fe europeos surgieron las pastorelas y los villancicos y desde luego Las Posadas.

A la llegada de los españoles los antiguos mexicas celebraban durante el invierno, el advenimiento de su principal deidad, Huitzilopoztli, durante el mes Panquetzaliztli, que equivaldría aproximadamente del 7 al 26 de diciembre de nuestro calendario.

“Por esa razón y aprovechando la coincidencia de fechas, unos de los primeros doctrineros agustinos, promovieron la sustitución de personajes y así desaparecieron al dios prehispánico y mantuvieron la celebración, dándole características cristianas.” Y. Hurtado.

Se cree que la práctica de las posadas se originó en el poblado de San Agustín Acolman, al noroeste de la ciudad de México, pues fue uno de los primeros lugares donde se establecieron estos religiosos para realizar su tarea evangelizadora.

En 1587, fray Diego de Soria obtuvo del Papa Sixto V la bula autorizando la celebración en el Virreinato de la Nueva España de unas misas, llamadas de aguinaldo del 16 al 24 de diciembre y que se realizarían en los atrios de las iglesias. Junto con las misas se representaban escenas de la Navidad. Luego de la Misa se realizaban festejos con luces de bengala, cohetes, piñatas y villancicos.

En el siglo XVIII, la celebración, aunque no dejó de realizarse en las iglesias, pasó a tomar más fuerza en los barrios y en las casas, y la música religiosa fue sustituida por el canto popular.

La ceremonia consiste en una procesión desde las Iglesias o en las casas particulares donde se lleva en andas a los Santos Peregrinos, o sea a las imágenes de María y José algunas veces acompañados de un burro o guiados por un ángel, mientras se entonan las letanías a la Santísima Virgen.

En algunos lugares varias familias con anterioridad se reparten las "Posadas", es decir cada noche una familia distinta organiza la "posada" y los peregrinos irán pidiendo ser recibidos de una casa a otra.

Durante la procesión, los participantes iluminados por pequeñas veladoras caminan detrás de los Santos Peregrinos rezando el Santo Rosario.

Luego en los atrios o en los patios se cuelgan y se rompen las piñatas, ollas decoradas que con papel de china, toman múltiples formas que se rellenan de frutas, cacahuates y dulces.

Los misioneros convocaban al pueblo al atrio de las iglesias y conventos y ahí rezaban una novena, que se iniciaba con el rezo del Santo Rosario, acompañada de cantos y representaciones basadas en el Evangelio, como recordatorio de la espera del Niño y del peregrinar de José y María de Nazaret a Belén para empadronarse.

Las posadas se llevaban a cabo los nueve días previos a la Navidad, simbolizando los nueve meses de espera de María. Al terminar, los monjes repartían a los asistentes fruta y dulces como signo de las gracias que recibían aquellos que aceptaban la doctrina de Jesús.

Las posadas, con el tiempo, se comenzaron a llevar a cabo en barrios y en casas, pasando a la vida familiar.

Estas comienzan con el rezo del Rosario y el canto de las letanías. Durante el canto, los asistentes forman dos filas que terminan con 2 niños que llevan unas imágenes de la Santísima Virgen y de San José: los peregrinos que iban a Belén.

Al terminar las letanías se dividen en dos grupos: uno entra a la casa y otro pide posada imitando a San José y la Santísima Virgen cuando llegaron a Belén (ver aquí video con el canto para pedir posada). Los peregrinos reciben acogida por parte del grupo que se encuentra en el interior. Luego sigue la fiesta con el canto de villancicos y se termina rompiendo las piñatas y distribuyendo los “aguinaldos”.

Las Piñatas

Los siete picos de la piñata representan los 7 pecados capitales contra los que debemos luchar. Ya adentro de la casa o del patio en donde se celebra la posada, comienza la fiesta, en la que se rompen las piñatas, construcción artesanal hecha en barro y papel china, que deberán tener la forma de una estrella de siete picos, que representan los siete pecados capitales. Se debe de romper con un palo que representa la fortaleza y fuerza de Dios, y al quebrarse caen dulces, llamados colaciones (dulces muy duros hechos de azúcar, pintados de blanco, rosa o azul pálido y algunas veces rellenos de cacahuate o cáscara de naranja confitada) y frutas tales como mandarinas, tejocotes, cacahuates y limas. Estas son recompensas y dones por vencer al pecado.

Mientras se rompe la piñata, los anfitriones reparten jarritos de barro, llenos de delicioso ponche hecho a base de frutas como manzana, ciruela pasa, tejocote, caña de azúcar, guayaba, naranja, limón, vino tinto, té, agua y azúcar; y para los mayores se le añade un chorrito de aguardiente, de ron o de tequila. Ya con las frutas y las colaciones de la piñata en la mano o mejor dicho en un bolsita, para poderlos llevar consigo, comienza la merienda que generalmente consiste en tamales, atole, chocolate, buñuelos aderezados, ya sea con azúcar y canela en polvo o con miel de piloncillo, a la que se le habrá añadido canela en raja.

Todo esto acompañado por música de mariachis, ya sea en vivo o grabado, y por supuesto, por los acostumbrados cohetes, que se oyen tronar por todos los pueblos y las ciudades en esas noches de diciembre.

lunes, 1 de enero de 2024

FELIZ Y SANTO AÑO 2024


Usando las palabras de Santa Teresa de Ávila les deseamos UN  AÑO LLENO DE DIOS.  

No pedimos que no tengan problemas, sino que cuando los tengan pedimos "QUE NADA LOS TURBE"; que ante las adversidades que este nuevo año presente "NADA LOS ESPANTE" y que recuerden que en esta vida "TODO SE PASA", todo se puede superar porque "DIOS NO SE MUDA".

 Dios no cambia, nos ama siempre, basta que se tomen de su mano con serenidad sabiendo que   "LA PACIENCIA TODO LO ALCANZA". Que su fortaleza sea el Señor, pues "QUIEN A DIOS TIENE", lo tiene todo y "NADA LE FALTA", que este nuevo año vivan convencidos que "SOLO DIOS BASTA".  

  ¡¡¡ FELIZ Y SANTO AÑO 2024 DE LA REDENCIÓN !!!


domingo, 24 de diciembre de 2023

¡FELIZ NAVIDAD A NUESTROS LECTORES-AMIGOS!


El Niño no encontraba un lugar dónde nacer, abramos nuestros corazones, abramos nuestros hogares al Dios Niño. Que encuentre en nuestra familia un refugio de amor y mostrémonos fieles a nuestro Redentor que nace entre pajas mientras los ángeles entonan sus coros celestiales en su honor.

En estos tiempos que el mundo desprecia su ley, sean nuestros hogares sitios donde encontrará acogimiento, fidelidad y amor.

CATOLICIDAD desea a todos sus lectores-amigos que, en esta fecha, el Dios Niño los inunde de gracias y bendiciones y que sean aprovechadas grandemente para beneficio de sus almas y bien de sus familias. ¡Feliz Navidad!

viernes, 15 de diciembre de 2023

LAS POSADAS EN MÉXICO | ORIGEN Y SIGNIFICADO.


¡Con el favor de Dios, mañana comienzan las Posadas! Y, antes de comenzar a explicar qué es una posada y cuál es su origen, resulta muy provechoso aclarar que durante el mes de diciembre se habla de muchas reuniones que se celebran y a las que se les suele llamar "posadas", cuando en realidad no lo son. Las Posadas navideñas, celebradas como pide la Iglesia Católica, no sólo son festivas, sino que tienen un sentido de oración para prepararse a la Navidad.

Hablar de Posadas navideñas es hablar de una tradición muy mexicana, cuyo origen se remonta a los primeros misioneros evangelizadores venidos de España a México- Tenochtitlán, principalmente a los misioneros agustinos. 

Estos religiosos se establecieron, entre otros lugares, en el pueblo de San Agustín Acolman, en el Estado de México, muy cerca de Teotihuacán, y fue ahí donde se originó la práctica de las Posadas navideñas a finales del siglo XVI.

Antes de la llegada de los españoles, nuestros antepasados celebraban, durante todo el mes de diciembre, las fiestas en honor de Huitzilopochtli, deidad mexica asociada al sol.

"Con la llegada del solsticio de invierno, el pueblo se congregaba en los patios de los templos, que estaban iluminados por enormes fogatas, atizadas a veces con maderas perfumadas". 

La noche del 24 de diciembre, y al día siguiente, el 25 de diciembre, había fiestas en todas las casas, donde se obsequiaba comida a los invitados, así como pequeños ídolos elaborados con pasta comestible. 

Los misioneros agustinos aprovecharon la coincidencia de fechas para introducir la celebración del Nacimiento de Jesús, el hijo de Dios. Y de esta manera, en lugar de celebrar los días de las fiestas prehispánicas, introdujeron el novenario de José y María. Es decir, utilizaron para esto la representación del peregrinar de José y María, de Nazaret a Belén, para cumplir con el deber de empadronarse, ordenado por el emperador romano César Augusto.

Fue así que para celebrar las Posadas navideñas, se escogieron los últimos nueve días antes del nacimiento del Niño Jesús. Por ello, esta representación o petición de posada, todos los años comienza el día 16 de diciembre y finaliza el 24, último día de la novena.

En 1587, el superior del convento de San Agustín de Acolman, fray Diego de Soria, obtuvo del Santo Padre Sixto V la autorización para celebrar en la Nueva España las Misas de aguinaldo, justo para esos días (del 16 al 24 de diciembre), las cuales se llevaban a cabo en los atrios de las iglesias. 

En aquel entonces, y como ocurre en algunos países todavía en la actualidad, las Misas de aguinaldo se celebraban antes de que saliera el sol. La gente madrugaba para participar en la santa Misa de las 5:00 o 5:30 de la mañana, como una manera de expresar que se encontraban aguardando la venida de Jesús, como las vírgenes prudentes del Evangelio (cf. Mt 25, 1-13). 

A estas Misas de aguinaldo, los agustinos agregaron pasajes y escenas de la Navidad; asimismo, para hacer más atractivas las celebraciones, se les agregaron luces de bengala, cohetes y villancicos. Con el paso del tiempo se fusionó el sistema catequístico franciscano de la piñata. 

Muchos años después, de los atrios y patios de las iglesias y conventos, las Posadas navideñas pasaron a los barrios y vecindades, en donde se añadió el famoso ponche, bebida típica navideña hecha de frutas. 

Hoy en día las Posadas navideñas se siguen celebrando en México, porque el pueblo católico tiene muy claro que es una manera de orar y prepararse espiritualmente para recibir a Jesús en la Navidad. 

Recuperemos la hermosa tradición de las Posadas navideñas, viviéndolas en familia. Y es que las posadas también favorecen la integración de los seres queridos. Recuperemos el ambiente de oración y de espera que tuvieron Santa María y San José ante la llegada del Niño Jesús. 

¡Que esta última etapa del Adviento nos haga reconsiderar una vez más cuál es el verdadero sentido de la Navidad y cuál es la verdadera enseñanza que la Iglesia nos propone!

martes, 27 de diciembre de 2022

ALÉGRATE, QUE YA NACIÓ EL SALVADOR


 

¡Ha nacido ya nuestro Salvador; alegrémonos! 

No puede haber lugar para la tristeza, cuando acaba de nacer la vida; la misma que acaba con el temor de la mortalidad, y nos infunde la alegría de la eternidad prometida.

Nadie tiene por qué sentirse alejado de la participación de semejante gozo, a todos es común la razón para el júbilo: porque nuestro Señor, destructor del pecado y de la muerte, como no ha encontrado a nadie libre de culpa, ha venido para liberarnos. Alégrese el santo, puesto que se acerca a la victoria; regocíjese el pecador, puesto que se le invita al perdón; anímese el gentil, ya que se le llama a la vida.

Pues el Hijo de Dios, al cumplirse la plenitud de los tiempos, establecidos por los inescrutables y supremos designios divinos, asumió la naturaleza del género humano para reconciliarla con su Creador, de modo que el demonio, autor de la muerte, se viera vencido por la misma naturaleza gracias a la cual había vencido.

Por eso, cuando nace el Señor, los ángeles cantan jubilosos: Gloria a Dios en el cielo, y anuncian: y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Pues están viendo cómo la Jerusalén celestial se construye con gentes de todo el mundo; ¿cómo, pues, no habrá de alegrarse la humildad de los hombres con tan sublime acción de la piedad divina, cuando tanto se entusiasma la sublimidad de los ángeles?

Demos, por tanto, queridos hermanos, gracias a Dios Padre por medio de su Hijo, en el Espíritu Santo, puesto que se apiadó de nosotros a causa de la inmensa misericordia con que nos amó; estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo, para que gracias a él fuésemos una nueva creatura, una nueva creación.

Despojémonos, por tanto, del hombre viejo con todas sus obras y, ya que hemos recibido la participación de la generación de Cristo, renunciemos a las obras de la carne.

Reconoce, cristiano, tu dignidad y, puesto que has sido hecho partícipe de la naturaleza divina, no pienses en volver con un comportamiento indigno a las antiguas vilezas. Piensa de qué cabeza y de qué cuerpo eres miembro. No olvides que fuiste liberado del poder de las tinieblas y trasladado a la luz y al reino de Dios. Y si, por desgracia, volvieras al fango del pecado, ¡levántate, de inmediato, por medio del sacramento de la Confesión!

Gracias al sacramento del bautismo te has convertido en templo del Espíritu Santo; no se te ocurra ahuyentar con tus malas acciones a tan noble huésped, ni volver a someterte a la servidumbre del demonio: porque tu precio es la sangre de Cristo.

Mantengamos en nuestros corazones este espíritu de júbilo por siempre.

sábado, 24 de diciembre de 2022

QUE EN ESTA SANTA NOCHE NAZCA EL DIOS NIÑO EN TU CORAZÓN Y EN TU HOGAR


Que el mundo siga su movimiento, mientras tú y tu familia se apartan de esa vorágine para en silencio, en reverente actitud, adorar al Niño que nace en el más humilde pesebre; después, con fervor habrá que cantarle y arrullarle con algunos villancicos y rezarle agradeciéndole todas las gracias que nos trae. La cena no es una cena familiar más: es la reunión de la familia para comemorar que el Dios Niño ha nacido.

San Alfonso María de Ligorio nos enseña:

"Solo en este Niño halló el eterno Padre sus delicias, porque, como dice san Gregorio, solamente en éste no halló culpa. Consolémonos, pues, nosotros miserables pecadores, porque este divino Infante ha venido del cielo a comunicarnos ésta su inocencia por medio de su pasión. Los méritos suyos, si nosotros supiésemos estimarlos, pueden mudarnos de pecadores en santos e inocentes; pongamos en ellos nuestra confianza, pidamos por los mismos al eterno Padre siempre la gracia, y lo alcanzaremos todo".

viernes, 16 de diciembre de 2022

LAS POSADAS MEXICANAS


Las posadas son fiestas que tienen como fin, preparar la Navidad. Comienzan el día 16 de diciembre y terminan el 24 del mismo mes, los nueve días conmemoran los nueve meses del embarazo virginal de la dulcísima siempre Virgen María.

Los primeros misioneros dentro de la Conquista espiritual de México, en el siglo XVI, trataron de enseñar a los indios la verdadera fe por medio de representaciones teatrales parecidas a los “autos de fe” de su país de origen. Se atribuye a Fray Diego de Soria a finales del siglo XVI, las primeras “jornadas”, como se llamaban entonces, en el convento de Acolman, para recordar el camino de José y María de Nazaret a Belén.

La celebración se fue enriqueciendo de la costumbre franciscana de representar con imágenes este pasaje bíblico. De estas celebraciones y de los Autos de Fe europeos surgieron las pastorelas y los villancicos y desde luego Las Posadas.

A la llegada de los españoles los antiguos mexicas celebraban durante el invierno, el advenimiento de su principal deidad, Huitzilopoztli, durante el mes Panquetzaliztli, que equivaldría aproximadamente del 7 al 26 de diciembre de nuestro calendario.

“Por esa razón y aprovechando la coincidencia de fechas, unos de los primeros doctrineros agustinos, promovieron la sustitución de personajes y así desaparecieron al dios prehispánico y mantuvieron la celebración, dándole características cristianas.” Y. Hurtado.

Se cree que la práctica de las posadas se originó en el poblado de San Agustín Acolman, al noroeste de la ciudad de México, pues fue uno de los primeros lugares donde se establecieron estos religiosos para realizar su tarea evangelizadora.

En 1587, fray Diego de Soria obtuvo del Papa Sixto V la bula autorizando la celebración en el Virreinato de la Nueva España de unas misas, llamadas de aguinaldo del 16 al 24 de diciembre y que se realizarían en los atrios de las iglesias. Junto con las misas se representaban escenas de la Navidad. Luego de la Misa se realizaban festejos con luces de bengala, cohetes, piñatas y villancicos.

En el siglo XVIII, la celebración, aunque no dejó de realizarse en las iglesias, pasó a tomar más fuerza en los barrios y en las casas, y la música religiosa fue sustituida por el canto popular.

La ceremonia consiste en una procesión desde las iglesias o en las casas particulares donde se lleva en andas a los Santos Peregrinos, o sea a las imágenes de María y José algunas veces acompañados de un burro o guiados por un ángel, mientras se entonan las letanías a la Santísima Virgen.

En algunos lugares varias familias con anterioridad se reparten Las Posadas, es decir cada noche una familia distinta organiza “la posada” y los peregrinos irán pidiendo ser recibidos de una casa a otra.

Durante la procesión, los participantes iluminados por pequeñas veladoras caminan detrás de los Santos Peregrinos rezando el Santo Rosario.

Luego en los atrios o en los patios se cuelgan y se rompen las piñatas, ollas decoradas que con papel de china, toman múltiples formas que se rellenan de frutas, cacahuates y dulces.

Los misioneros convocaban al pueblo al atrio de las iglesias y conventos y ahí rezaban una novena, que se iniciaba con el rezo del Santo Rosario, acompañada de cantos y representaciones basadas en el Evangelio, como recordatorio de la espera del Niño y del peregrinar de José y María de Nazaret a Belén para empadronarse.

Las posadas se llevaban a cabo los nueve días previos a la Navidad, simbolizando los nueve meses de espera de María. Al terminar, los monjes repartían a los asistentes fruta y dulces como signo de las gracias que recibían aquellos que aceptaban la doctrina de Jesús.

Las posadas, con el tiempo, se comenzaron a llevar a cabo en barrios y en casas, pasando a la vida familiar.

Estas comienzan con el rezo del Rosario y el canto de las letanías. Durante el canto, los asistentes forman dos filas que terminan con 2 niños que llevan unas imágenes de la Santísima Virgen y de San José: los peregrinos que iban a Belén.

Al terminar las letanías se dividen en dos grupos: uno entra a la casa y otro pide posada imitando a San José y la Santísima Virgen cuando llegaron a Belén. Los peregrinos reciben acogida por parte del grupo que se encuentra en el interior. Luego sigue la fiesta con el canto de villancicos y se termina rompiendo las piñatas y distribuyendo los “aguinaldos”.

No perdamos la excelente costumbre de realizar las tradicionales posadas mexicanas que nada tienen que ver con las fiestas de baile y exceso de alcohol y malas costumbres que ahora algunos estilan.

 

miércoles, 14 de diciembre de 2022

EL PORQUÉ DE LA NAVIDAD (cuento)


(Ojalá todos pudiéramos encontrar las respuestas tan claramente.)

Érase una vez un hombre que no creía en Dios. No tenía reparos en decir lo que pensaba de la religión y las festividades religiosas, como la Navidad.

Su mujer, en cambio, era creyente a pesar de los comentarios desdeñosos de su marido.

Una Nochebuena en que estaba nevando, la esposa se disponía a llevar a los hijos al oficio navideño de la parroquia de la localidad agrícola donde vivían. Le pidió al marido que los acompañara, pero él se negó.

-¡Qué tonterías! -arguyó-. ¿Por qué Dios se iba a rebajar a descender a la tierra adoptando la forma de hombre? ¡Qué ridiculez!

Los niños y la esposa se marcharon y él se quedó en casa. Un rato después, los vientos empezaron a soplar con mayor intensidad y se desató una ventisca. Observando por la ventana, todo lo que aquel hombre veía era una cegadora tormenta de nieve. Y decidió relajarse sentado ante la chimenea.

Al cabo de un rato, oyó un golpazo; algo había golpeado la ventana. Luego, oyó un segundo golpe fuerte. Miró hacia afuera, pero no logró ver a más de unos pocos metros de distancia. Cuando empezó amainar la nevada, se aventuró a salir para averiguar qué había golpeado la ventana.

En un campo cercano descubrió una bandada de gansos salvajes. Por lo visto iban camino al sur para pasar allí el invierno, y se vieron sorprendidos por la tormenta de nieve y no pudieron seguir.

Perdidos, terminaron en aquella finca sin alimento ni abrigo. Daban aletazos y volaban bajo en círculos por el campo, cegados por la borrasca, sin seguir un rumbo fijo. El agricultor dedujo que un par de aquellas aves habían chocado con su ventana.

Sintió lástima de los gansos y quiso ayudarlos.

-Sería ideal que se quedaran en el granero -pensó-. Ahí estarán al abrigo y a salvo durante la noche mientras pasa la tormenta.

Dirigiéndose al establo, abrió las puertas de par en par. Luego, observó y aguardó, con la esperanza de que las aves advirtieran que estaba abierto y entraran. Los gansos, no obstante, se limitaron a revolotear dando vueltas. No parecía que se hubieran dado cuenta siquiera de la existencia del granero y de lo que podría significar en sus circunstancias. El hombre intentó llamar la atención de las aves, pero sólo consiguió asustarlas y que se alejaran más.

Entró a la casa y salió con algo de pan. Lo fue partiendo en pedazos y dejando un rastro hasta el establo. Sin embargo, los gansos no entendieron.

El hombre empezó a sentir frustración. Corrió tras ellos tratando de ahuyentarlos en dirección al granero. Lo único que consiguió fue asustarlos más y que se dispersaran en todas direcciones menos hacia el granero.

Por mucho que lo intentara, no conseguía que entraran al granero, donde estarían abrigados y seguros.

-¿Por qué no me seguirán? -exclamó- ¿Es que no se dan cuenta de que ese es el único sitio donde podrán sobrevivir a la nevasca?

Reflexionando por unos instantes, cayó en la cuenta de que las aves no seguirían a un ser humano.

-Si yo fuera uno de ellos, entonces sí que podría salvarlos -dijo pensando en voz alta.

Seguidamente, se le ocurrió una idea. Entró al establo, agarró un ganso doméstico de su propiedad y lo llevó en brazos, paseándolo entre sus congéneres salvajes. A continuación, lo soltó.

Su ganso voló entre los demás y se fue directamente al interior del establo. Una por una, las otras aves lo siguieron hasta que todas estuvieron a salvo.

El campesino se quedó en silencio por un momento, mientras las palabras que había pronunciado hacía unos instantes aún le resonaban en la cabeza:

-Si yo fuera uno de ellos, ¡entonces sí que podría salvarlos!

Reflexionó luego en lo que le había dicho a su mujer aquel día:

-¿Por qué iba Dios a querer ser como nosotros? ¡Qué ridiculez!

De pronto, todo empezó a cobrar sentido. Entendió que eso era precisamente lo que había hecho Dios. Diríase que nosotros éramos como aquellos gansos: estábamos ciegos, perdidos y a punto de perecer. Dios se volvió como nosotros a fin de indicarnos el camino y, por consiguiente, salvarnos. El agricultor llegó a la conclusión de que ese había sido ni más ni menos el objeto de la Natividad.

Cuando amainaron los vientos y cesó la cegadora nevasca, su alma quedó en quietud y meditó en tan maravillosa idea. De pronto comprendió el sentido de la Navidad y por qué había venido Jesús a la Tierra. Junto con aquella tormenta pasajera, se disiparon años de incredulidad. Hincándose de rodillas en la nieve, elevó su primera plegaria:

"¡Gracias, Señor, por venir en forma humana a sacarme de la tormenta!"

PADRE MAMERTO MENAPACE.

viernes, 9 de diciembre de 2022

SIGNIFICADO DE LAS PIÑATAS EN LAS TRADICIONALES POSADAS MEXICANAS


Aquí les compartimos el significado de las piñatas que se usan en las posadas tradicionales mexicanas, las cuales se quiebran después de rezar las letanías a la Virgen seguidas del canto para pedir posada. 

Los siete picos de la piñata representan los 7 pecados capitales contra los que debemos luchar. Ya adentro de la casa o del patio en donde se celebra la posada, comienza la fiesta, en la que se rompen las piñatas, construcción artesanal hecha en barro y papel china, que deberán tener la forma de una estrella de siete picos, que representan los siete pecados capitales en la religión católica. Se debe de romper con un palo que representa la fortaleza y fuerza de Dios, y al romperse caen dulces, llamados colaciones (dulces muy duros hechos de azúcar, pintados de blanco, rosa o azul pálido y algunas veces rellenos de cacahuate o cáscara de naranja confitada) y frutas tales como mandarinas, tejocotes, cacahuates y limas. Estas son recompensas y dones por vencer al pecado.

Mientras se rompe la piñata, los anfitriones reparten jarritos de barro, llenos de delicioso ponche hecho a base de frutas como manzana, ciruela pasa, tejocote, caña de azúcar, guayaba, naranja, limón, vino tinto, té, agua y azúcar; y para los mayores se le añade un chorrito de aguardiente, de ron o de tequila. Ya con las frutas y las colaciones de la piñata en la mano o mejor dicho en un bolsita, para poderlos llevar consigo, comienza la merienda que generalmente consiste en tamales, atole, chocolate, buñuelos aderezados, ya sea con azúcar y canela en polvo o con miel de piloncillo, a la que se le habrá añadido canela en raja.

Todo esto acompañado por música de mariachis, ya sea en vivo o grabado, y por supuesto, por los acostumbrados cohetes, que se oyen tronar por todos los pueblos y las ciudades en esas noches de diciembre.

Rescatemos y conservemos nuestras auténticas tradiciones que hoy algunos cambian por simples fiestas de baile, donde abunda el alcohol y otras malas costumbres que nada tienen que ver con la Natividad.

viernes, 31 de diciembre de 2021

ACCIÓN DE GRACIAS POR UN AÑO MÁS


Padre nuestro que estás en los cielos, dueño de la Verdad, del tiempo y de la eternidad: Tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar el año 2021, en nombre propio y de los míos, queremos darte gracias, por todo aquello que recibimos de Ti.

 Gracias por la familia que nos diste, por la vida y el amor, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por todo cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.

 Gracias por acogernos en tu verdadera Iglesia. Te ofrecemos todo cuanto hicimos este año que termina. El trabajo que pudimos realizar, las cosas que pasaron por nuestras manos, y lo que con ellas pudimos construir de positivo.

 También, Señor, hoy queremos pedirte perdón.

 Perdón por nuestros pecados, por el mal que hemos causado, por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por las omisiones, por la palabra inútil y el amor desperdiciado. 

 Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho. Y perdón por vivir sin entusiasmo. También por la oración, que poco a poco, fuimos aplazando y que hasta ahora hacemos para agradecerte todo lo que nos has dado.

 Por todos nuestros olvidos, descuidos y silencios. Nuevamente te pedimos perdón, Señor.

 Iniciaremos un nuevo año y detenemos nuestra vida, ante el nuevo calendario aún sin estrenar. Te presentamos estos futuros 365 días, que sólo Tú sabes, quienes llegaremos a vivirlos completos. Si no los terminamos... ayúdanos a morir en Ti, en gracia santificante, luego de haber acudido -sinceramente contritos- al tribunal de la Confesión. 

 Hoy te pedimos para cada uno de nosotros: la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la caridad y la sabiduría, el empeño para serte fieles y vivir siempre en tu Gracia, pues sólo en Gracia se transita el camino seguro. Sólo el necio esto no lo entiende, por lo que te pedimos que nos quites cualquier venda que nos impida ver nuestra estulticia. 

 Señor, ayúdanos a ser celosos de tu gloria y la de tu Iglesia, y vivir sólo por Ti, en Ti y para Ti. 

 Queremos vivir cada día con optimismo y bondad, llevando a todas partes, un corazón lleno de comprensión y paz que busque siempre la Verdad de tu Palabra. Que nada nos arranque de ella, pues tu fe es nuestro mayor tesoro. 

 Cierra Tú nuestros oídos, a toda calumnia, a las falsas doctrinas contra tu Palabra. Y nuestros labios, a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes. Abre, en cambio, nuestro ser a todo lo que es bueno. 

 Que nuestro espíritu, se llene sólo de bendiciones, y las derrame a nuestro paso. Cólmanos de bondad y de alegría, para que cuantos conviven con nosotros, o los que se acerquen, encuentren en nuestras vida, un poquito de TI. 

 Gracias, Señor, por todo y perdona nuestras deudas contigo. Guíanos a todos por la senda del camino estrecho que nos permita un día entrar por la puerta angosta y estar en tu regazo eterno para bendecirte por los siglos de los siglos. Si para ello es necesario que utilices tu mano derecha que nos sacuda, de antemano aceptamos cualquier pena y dolor por difíciles que sean. 

 Danos un feliz 2022 y enséñanos a amarte viviendo siempre en tu gracia, y seguirte con plena fidelidad. Gracias, Señor, por todas las bendiciones del pasado año, así como por las que derramarás el que inicia. 

 Santísima Virgen María, encomiendo a tu Inmaculado Corazón a toda la familia mía. 

 Amén.


viernes, 24 de diciembre de 2021

PERMITE QUE EL DIOS NIÑO NAZCA HOY EN TU CORAZÓN Y NO LO DEJES IR JAMÁS


"Jesús, el Hijo de Dios, ha nacido en Belén de Judá. El anuncio me estremece, mi espíritu se enciende en mi interior y se apresura, como siempre, a comunicaros esta alegría y este júbilo. Jesús, el Salvador, ¿hay algo tan imprescindible a los perdidos, tan deseable para los miserables y tan conveniente para los desesperados? ¿De qué otra parte puede venirnos la salvación o la más ligera esperanza de salvarse de la ley del pecado, del cuerpo mortal, del agobio de cada día y de este mundo de dolor, si no nos naciera esta realidad nueva e insospechada?". 

 San Bernardo.

SEGUID LA ESTRELLA QUE LLEVA A BELÉN, PUES ESTA NOCHE NACE EL NIÑO


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