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sábado, 21 de diciembre de 2024

ADVIENTO: EL DESIERTO QUE FLORECE


El Adviento no es sólo un tiempo de espera, sino un verdadero camino de transformación. En él, la Iglesia nos invita a preparar el corazón para el encuentro con Cristo, no sólo en la conmemoración de su nacimiento en Belén, sino también en su Segunda Venida gloriosa. Este tiempo litúrgico, profundamente espiritual, nos llama a dejar que Dios actúe en nuestras vidas, aun cuando nuestra alma se sienta como un desierto, árida y estéril. Porque el Adviento es el tiempo en que el desierto comienza a florecer.
En el lenguaje bíblico, el desierto tiene un significado profundo: es lugar de prueba y aridez, pero también de encuentro con Dios. Israel caminó durante cuarenta años por el desierto, y allí conoció el amor fiel de Yahvé. De igual manera, en Adviento somos llamados a atravesar ese desierto espiritual, confiando en que la gracia divina es capaz de transformar nuestra sequedad en un vergel lleno de vida.

El profeta Isaías, con palabras llenas de esperanza, nos anima: “El desierto y la tierra reseca se alegrarán; la estepa se regocijará y florecerá como el narciso” (Isaías 35:1). Este anuncio no es sólo una imagen poética, sino una promesa: allí donde el alma parece muerta, donde el pecado o la tibieza han hecho que nuestra vida interior sea como una tierra reseca, Dios puede obrar maravillas. Pero, ¿qué debemos hacer para que florezca nuestro desierto.

EL DESIERTO DE NUESTRO INTERIOR

En ocasiones, nuestro corazón puede parecer un lugar inhóspito. Las distracciones del mundo, el ruido, el pecado y la falta de oración lo convierten en una tierra reseca donde parece imposible que algo hermoso crezca. Sin embargo, Dios no necesita fertilidad natural para obrar. Su gracia es el agua viva que hace florecer incluso los lugares más estériles. Santa Teresita del Niño Jesús, con su sencilla sabiduría, decía: “El Señor no rechaza nuestra pequeñez, al contrario, Él transforma las cosas más humildes en maravillas.” Así, incluso nuestras debilidades y miserias, cuando se entregan a Él, pueden convertirse en fuente de vida y esperanza.

El Adviento nos invita a abrir nuestro corazón, a quitar las piedras que obstaculizan el crecimiento de la semilla de la fe, y a confiar en que, aunque no veamos aún los frutos, Dios está trabajando en lo oculto.

EL AGUA VIVA QUE TODO TRANSFORMA

En el Evangelio, Jesús nos promete el agua viva que salta hasta la vida eterna. Esa agua, símbolo del Espíritu Santo, es la que puede cambiar nuestra sequedad en fertilidad espiritual. Pero para recibirla, es necesario abrirnos al misterio del Adviento: el misterio de la espera activa, de la preparación y de la conversión.

San Juan de la Cruz, gran maestro del desierto espiritual, nos dice: “En el silencio del desierto, Dios habla al corazón.” Este tiempo santo nos invita al silencio, no como una ausencia, sino como un espacio de encuentro. Es en ese silencio donde Dios riega nuestra alma y hace brotar las flores de la fe, la esperanza y la caridad.

LA PROMESA DE UN NUEVO COMIENZO

Adviento es, en última instancia, la promesa de que Dios siempre puede hacer algo nuevo en nuestra vida. No importa cuán reseca esté nuestra alma; lo que importa es que confiemos en Él, que le permitamos obrar. Así como el desierto florece con la lluvia, nuestra vida florecerá con la gracia, si dejamos que Él sea el centro de todo.

El profeta Isaías concluye: “Se alegrarán los páramos y desiertos, se llenará de gozo la estepa y exultará con flores” (Isaías 35:1-2). Este es el Adviento: un tiempo para transformar nuestra aridez en alegría, nuestra espera en encuentro, y nuestra vida en una alabanza perpetua al Dios que viene.

OMO

BIBLIOGRAFÍA

 1. La Historia de un Alma, Santa Teresita del Niño Jesús.

 2. Subida al Monte Carmelo, San Juan de la Cru

viernes, 15 de diciembre de 2023

LAS POSADAS EN MÉXICO | ORIGEN Y SIGNIFICADO.


¡Con el favor de Dios, mañana comienzan las Posadas! Y, antes de comenzar a explicar qué es una posada y cuál es su origen, resulta muy provechoso aclarar que durante el mes de diciembre se habla de muchas reuniones que se celebran y a las que se les suele llamar "posadas", cuando en realidad no lo son. Las Posadas navideñas, celebradas como pide la Iglesia Católica, no sólo son festivas, sino que tienen un sentido de oración para prepararse a la Navidad.

Hablar de Posadas navideñas es hablar de una tradición muy mexicana, cuyo origen se remonta a los primeros misioneros evangelizadores venidos de España a México- Tenochtitlán, principalmente a los misioneros agustinos. 

Estos religiosos se establecieron, entre otros lugares, en el pueblo de San Agustín Acolman, en el Estado de México, muy cerca de Teotihuacán, y fue ahí donde se originó la práctica de las Posadas navideñas a finales del siglo XVI.

Antes de la llegada de los españoles, nuestros antepasados celebraban, durante todo el mes de diciembre, las fiestas en honor de Huitzilopochtli, deidad mexica asociada al sol.

"Con la llegada del solsticio de invierno, el pueblo se congregaba en los patios de los templos, que estaban iluminados por enormes fogatas, atizadas a veces con maderas perfumadas". 

La noche del 24 de diciembre, y al día siguiente, el 25 de diciembre, había fiestas en todas las casas, donde se obsequiaba comida a los invitados, así como pequeños ídolos elaborados con pasta comestible. 

Los misioneros agustinos aprovecharon la coincidencia de fechas para introducir la celebración del Nacimiento de Jesús, el hijo de Dios. Y de esta manera, en lugar de celebrar los días de las fiestas prehispánicas, introdujeron el novenario de José y María. Es decir, utilizaron para esto la representación del peregrinar de José y María, de Nazaret a Belén, para cumplir con el deber de empadronarse, ordenado por el emperador romano César Augusto.

Fue así que para celebrar las Posadas navideñas, se escogieron los últimos nueve días antes del nacimiento del Niño Jesús. Por ello, esta representación o petición de posada, todos los años comienza el día 16 de diciembre y finaliza el 24, último día de la novena.

En 1587, el superior del convento de San Agustín de Acolman, fray Diego de Soria, obtuvo del Santo Padre Sixto V la autorización para celebrar en la Nueva España las Misas de aguinaldo, justo para esos días (del 16 al 24 de diciembre), las cuales se llevaban a cabo en los atrios de las iglesias. 

En aquel entonces, y como ocurre en algunos países todavía en la actualidad, las Misas de aguinaldo se celebraban antes de que saliera el sol. La gente madrugaba para participar en la santa Misa de las 5:00 o 5:30 de la mañana, como una manera de expresar que se encontraban aguardando la venida de Jesús, como las vírgenes prudentes del Evangelio (cf. Mt 25, 1-13). 

A estas Misas de aguinaldo, los agustinos agregaron pasajes y escenas de la Navidad; asimismo, para hacer más atractivas las celebraciones, se les agregaron luces de bengala, cohetes y villancicos. Con el paso del tiempo se fusionó el sistema catequístico franciscano de la piñata. 

Muchos años después, de los atrios y patios de las iglesias y conventos, las Posadas navideñas pasaron a los barrios y vecindades, en donde se añadió el famoso ponche, bebida típica navideña hecha de frutas. 

Hoy en día las Posadas navideñas se siguen celebrando en México, porque el pueblo católico tiene muy claro que es una manera de orar y prepararse espiritualmente para recibir a Jesús en la Navidad. 

Recuperemos la hermosa tradición de las Posadas navideñas, viviéndolas en familia. Y es que las posadas también favorecen la integración de los seres queridos. Recuperemos el ambiente de oración y de espera que tuvieron Santa María y San José ante la llegada del Niño Jesús. 

¡Que esta última etapa del Adviento nos haga reconsiderar una vez más cuál es el verdadero sentido de la Navidad y cuál es la verdadera enseñanza que la Iglesia nos propone!

viernes, 9 de diciembre de 2022

SIGNIFICADO DE LAS PIÑATAS EN LAS TRADICIONALES POSADAS MEXICANAS


Aquí les compartimos el significado de las piñatas que se usan en las posadas tradicionales mexicanas, las cuales se quiebran después de rezar las letanías a la Virgen seguidas del canto para pedir posada. 

Los siete picos de la piñata representan los 7 pecados capitales contra los que debemos luchar. Ya adentro de la casa o del patio en donde se celebra la posada, comienza la fiesta, en la que se rompen las piñatas, construcción artesanal hecha en barro y papel china, que deberán tener la forma de una estrella de siete picos, que representan los siete pecados capitales en la religión católica. Se debe de romper con un palo que representa la fortaleza y fuerza de Dios, y al romperse caen dulces, llamados colaciones (dulces muy duros hechos de azúcar, pintados de blanco, rosa o azul pálido y algunas veces rellenos de cacahuate o cáscara de naranja confitada) y frutas tales como mandarinas, tejocotes, cacahuates y limas. Estas son recompensas y dones por vencer al pecado.

Mientras se rompe la piñata, los anfitriones reparten jarritos de barro, llenos de delicioso ponche hecho a base de frutas como manzana, ciruela pasa, tejocote, caña de azúcar, guayaba, naranja, limón, vino tinto, té, agua y azúcar; y para los mayores se le añade un chorrito de aguardiente, de ron o de tequila. Ya con las frutas y las colaciones de la piñata en la mano o mejor dicho en un bolsita, para poderlos llevar consigo, comienza la merienda que generalmente consiste en tamales, atole, chocolate, buñuelos aderezados, ya sea con azúcar y canela en polvo o con miel de piloncillo, a la que se le habrá añadido canela en raja.

Todo esto acompañado por música de mariachis, ya sea en vivo o grabado, y por supuesto, por los acostumbrados cohetes, que se oyen tronar por todos los pueblos y las ciudades en esas noches de diciembre.

Rescatemos y conservemos nuestras auténticas tradiciones que hoy algunos cambian por simples fiestas de baile, donde abunda el alcohol y otras malas costumbres que nada tienen que ver con la Natividad.

jueves, 21 de diciembre de 2017

lunes, 18 de diciembre de 2017

¿YA PUSISTE EL NACIMIENTO (BELÉN)?


Es una hermosa costumbre -auténticamente nuestra- que debemos conservar, o en algunos casos adquirir. Tiene un gran significado para preparar nuestros corazones para el nacimiento del Dios Niño. Deja, además, una huella imborrable en los infantes y es una catequesis visual para el espíritu muy clara de lo que celebramos los católicos en estas fechas.



jueves, 15 de diciembre de 2016

"EN EL NOMBRE DEL CIELO OS PIDO POSADA..."

  • PON TU NACIMIENTO Y CELEBRA LAS POSADAS
  • FESTEJA LA ÉPOCA NAVIDEÑA CON UN ESPÍRITU RELIGIOSO Y MEXICANO



VERSOS PARA PEDIR POSADA:

Afuera: En el nombre del cielo os pido posada pues no puede andar mi esposa amada.

Adentro: Aquí no es mesón sigan adelante yo no debo abrir no sea algún tunante.

Afuera: No seas inhumano tenos caridad que el Dios de los cielos os lo premiará.

Adentro: Ya se pueden ir y no molestar porque si me enfado os voy a apalear.

Afuera: Venimos rendidos desde Nazareth, yo soy carpintero de nombre José.

Adentro: No me importa el nombre déjenme dormir pues que ya les digo que no hemos de abrir.

Afuera: Posada te pide amado casero por sólo una noche la Reina del Cielo.

Adentro: Pues si es una reina quien lo solicita ¿Cómo es que de noche anda tan solita?

Afuera: Mi esposa es María, es Reina del Cielo, y madre va a ser del Divino Verbo.

Adentro: ¿Eres tú José? ¿Tu esposa es María? Entren peregrinos no los conocía.

Afuera: Dios pague, señores vuestra caridad y os colme el Cielo de Felicidad.

Adentro: Dichosa la casa que alberga este día a la Virgen Pura, la hermosa María.

TODOS:
Entren santos peregrinos, peregrinos,
reciban este rincón,
que aunque es pobre la morada, la morada,
os la doy de corazón.



VER (HAZ CLIC): NUESTRAS TRADICIONES: LAS POSADAS

jueves, 10 de diciembre de 2015

PREPARACIÓN PARA RECIBIR AL SALVADOR DE LOS HOMBRES por San Carlos Borromeo

ADVIENTO, TIEMPO DE ESPERA


"Ha llegado, amadísimos hermanos, aquel tiempo tan importante y solemne que, como dice el Espíritu Santo, es tiempo favorable, día de la salvación, de la paz y de la reconciliación; el tiempo que tan ardientemente desearon los patriarcas y profetas y que fue objeto de tantos suspiros y anhelos; el tiempo que Simeón vio lleno de alegría, que la Iglesia celebra solemnemente y que también nosotros debemos vivir en todo momento con fervor, alabando y dando gracias al Padre eterno por la misericordia que en este misterio nos ha manifestado. El Padre, por su inmenso amor hacia nosotros, pecadores, nos envió a su Hijo único, para librarnos de la tiranía y del poder del demonio, invitarnos al cielo e introducirnos en lo más profundo de los misterios de su reino, manifestarnos la verdad, enseñarnos la honestidad de costumbres, comunicarnos el germen de las virtudes, enriquecernos con los tesoros de su gracia y hacernos sus hijos adoptivos y herederos de la vida eterna.

La Iglesia celebra cada año el misterio de este amor tan grande hacia nosotros, exhortándonos a tenerlo siempre presente. A la vez nos enseña que la venida de Cristo no sólo aprovechó a los que vivían en el tiempo del Salvador, sino que su eficacia continúa y aún hoy se nos comunica si queremos recibir, mediante la fe y los sacramentos, la gracia que Él nos prometió, y si ordenamos nuestra conducta conforme a sus mandamientos.

La Iglesia desea vivamente hacernos comprender que así como Cristo vino una vez al mundo en la carne, de la misma manera está dispuesto a volver en cualquier momento, para habitar espiritualmente en nuestra alma con la abundancia de sus gracias, si nosotros, por nuestra parte, quitamos todo obstáculo.

Por eso, durante este tiempo, la Iglesia, como madre amantísima y celosísima de nuestra salvación , nos enseña, a través de himnos, cánticos y otras palabras del Espíritu Santo y de diversos ritos, a recibir convenientemente y con un corazón agradecido este beneficio tan grande, a enriquecernos con su fruto y a preparar nuestra alma para la venida de Nuestro Señor Jesucristo con tanta solicitud como si hubiera Él de venir nuevamente al mundo. No de otra manera nos lo enseñaron con sus palabras y ejemplos los patriarcas del antiguo Testamento para que en ello los imitáramos."

Extracto de las Cartas pastorales de San Carlos Borromeo sobre el tiempo de Adviento. Acta Ecclesiæ Mediolanensis, t. 2, Lyon 1683, 916-917.

domingo, 22 de diciembre de 2013

EL NACIMIENTO (BELÉN), UNA TRADICIÓN MUY CATÓLICA Y MUY NUESTRA



Es una hermosa costumbre -muy auténticamente nuestra- que debemos conservar, o en algunos casos adquirir. Tiene un gran significado para preparar nuestros corazones para el nacimiento del Dios Niño. Deja, además, una huella imborrable en los infantes y es una catequesis visual para el espíritu muy clara de lo que celebramos los católicos en estas fechas.

San Francisco ante el primer pesebre de Navidad

"Unos quince días antes de Navidad, Francisco dijo: “Quiero evocar el recuerdo del Niño nacido en Belén y de todas las penurias que tuvo que soportar desde su infancia. Lo quiero ver con mis propios ojos, tal como era, acostado en un pesebre y durmiendo sobre heno, entre el buey y la mula...”

"Llegó el día de alegría:..Convocaron a los hermanos de varios conventos de los alrededores. Con ánimo festivo la gente del país, hombres y mujeres, prepararon, cada cual según sus posibilidades, antorchas y cirios para iluminar esta noche que vería levantarse la Estrella fulgurante que ilumina a todos los tiempos. En llegando, el santo vio que todo estaba preparado y se llenó de alegría. Se había dispuesto un pesebre con heno; había un buey y una mula. La simplicidad dominaba todo, la pobreza triunfaba en el ambiente, toda una lección de humildad. Greccio se había convertido en un nuevo Belén. La noche se hizo clara como el día y deliciosa tanto para los animales como para los hombres. La gente acudía y se llenaba de gozo al ver renovarse el misterio. Los bosques saltaban de gozo, las montañas enviaban el eco. Los hermanos cantaban las alabanzas al Señor y toda la noche transcurría en una gran alegría. El santo pasaba la noche de pie ante el pesebre, sobrecogido de compasión, transido de un gozo inefable. Al final, se celebró la misa con el pesebre como altar y el sacerdote quedó embargado de una devoción jamás experimentado antes.

"Francisco se revistió de la dalmática, ya que era diácono, y cantó el evangelio con voz sonora....Luego predicó al pueblo y encontró palabras dulces como la miel para hablar del nacimiento del pobre Rey y de la pequeña villa de Belén".

Tomás de Celano (hacia 1190-1260) biógrafo de San Francisco y Santa Clara. Vita Prima



viernes, 20 de diciembre de 2013

EL SUEÑO DE MARÍA (relato)


Tuve un sueño, José, y realmente no lo puedo comprender, pero creo que se trataba del nacimiento de nuestro Hijo.

La gente hacía los preparativos con seis semanas de anticipación, decoraba las casas, compraba ropa nueva, salía de compras muchas veces y adquiría elaborados regalos.

Era un tanto extraño, ya que los regalos no eran para nuestro Hijo; los envolvían en vistosos papeles, los ataban con preciosos moños y todo lo colocaban debajo de un árbol.

Sí, un árbol, José, adentro de sus casas; esta gente había decorado el árbol, las ramas estaban llenas de adornos brillantes y había una figura en lo alto del árbol, me pareció que era un ángel, era realmente hermoso.


Luego vi una mesa espléndidamente servida, con platillos deliciosos y muchos vinos, todo se veía exquisito y todos estaban contentos, pero no estábamos invitados.

Toda la gente se veía feliz, sonriente y emocionada por los regalos que intercambiaban unos con otros, ¿pero sabes, José?, no quedaba ningún regalo para nuestro Hijo; me daba la impresión de que nadie lo conocía, porque nunca mencionaron su nombre.

¿No te parece extraño que la gente trabaje y gaste tanto en los preparativos, para celebrar el cumpleaños de alguien a quien ni siquiera mencionan y que da la impresión de que no conocen?

Tuve la extraña sensación de que si nuestro Hijo hubiera entrado a esos hogares, para la celebración, hubiera sido solamente un intruso.

Todo se veía tan hermoso y la gente se veía feliz, pero yo sentía enormes deseos de llorar, porque nuestro Hijo era ignorado por casi toda esa gente que lo celebraba.

Qué tristeza para Jesús, no ser deseado en su propia fiesta de cumpleaños.

Estoy contenta porque sólo fue un sueño, pero ¡qué terrible sería si esto se convierte en realidad!


HUMOR




¡AL FIN!... DETUVIERON AL IMPOSTOR E
 IMITADOR DE SAN NICOLÁS DE BARI




jueves, 19 de diciembre de 2013

LAS POSADAS: UNA TRADICIÓN MUY MEXICANA


En procesión se reza un misterio del rosario (o los cinco), luego se cantan en latín
las letanías a la Sma. Virgen, para finalizar con el canto para pedir posada. Se
pueden vestir a dos infantes de María y José o llevar el misterio (figuras
 de la Virgen y San José) en una charola, encabezando la procesión.

México es un país rico en costumbres que nacen de la fusión de las culturas que le dieron origen: la indígena y la española. Por ello, la belleza y la magia de sus festividades tienen un toque muy especial.

Diciembre es un mes lleno de fiestas tradicionales en las que se respira ese espíritu navideño, una de ellas son las posadas. Estas nacieron de la necesidad que tenían los misioneros católicos por caracterizar a los naturales, mezclando costumbres y ritos indígenas con los españoles y cristianos.

Un poco de historia

Según el calendario azteca, los mexicas celebraban a mediados de diciembre el nacimiento de su dios Huizilopochtli, por lo cual los misioneros aprovecharon estas festividades para ir enseñando a los indios el misterio del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo y así reemplazar la tradición pagana por la cristiana.

Esta tradición se logró gracias al Fray Diego de Soria, prior del Convento de San Agustín de Acolman, quien obtuvo permiso del Papa Sixto V para celebrar en la Nueva España las Misas de Aguinaldo, que consistían en nueve misas en las cuales se concedía indulgencia plenaria a quienes cumplían con dicho novenario.

Ni las auténticas posadas ni la puesta del Nacimiento (o Belén)
en cada hogar católico mexicano deben perderse.  El árbol
de navidad no debe ser un sustituto del Nacimiento.
Estas misas se realizaban del 16 al 24 de diciembre, haciendo alusión cada una de ellas a los meses de embarazo de María, para terminar con la última en la víspera de la Navidad. Esta es la razón por la que en México se acostumbra más celebrar la cena del 24 que la comida del 25, como se hace en la mayoría de los países del mundo.

En un principio estas misas tenían lugar en el atrio de las iglesias, donde se iniciaba una procesión para acompañar las imágenes de José y María (hay quienes conservan aún esta tradición) recordando así el recorrido que ellos hicieron por Belén pidiendo posada.

Mientras unos cargaban el misterio, los demás feligreses cantaban llevando velas encendidas en sus manos para después pasar al rezo del Rosario y las letanías.

Para terminar la festividad con un toque de alegría, los fuegos artificiales y las piñatas formaban parte de esta tradición. Después acostumbraban cenar rico ponche caliente con buñuelos.

Poco a poco la tradición fue desapareciendo del atrio de las iglesias para introducirse en la intimidad de cada hogar, donde hasta la fecha se celebra las tradicionales Posadas Navideñas.

Esta costumbre ha perdurado a través de los años. Las personas le han dado un significado y un valor espiritual a estas festividades, por lo que cantar y encender una vela en señal de buena voluntad nunca debe faltar en una fiesta decembrina.

Otra tradición muy mexicana

Es importante informarles y/o recordarles el significado
de la piñata a los niños antes de romperla
Otra de las tradiciones que nunca faltan en las posadas es el de romper la piñata.

Los misioneros aprovecharon la tradición azteca de romper la piñata para enseñar a los indígenas principios cristianos.

Los catequistas de una forma alegórica comparaban la olla de barro que está dentro de la piñata con el mal que se encuentra dentro de los seres humanos y el cual no se puede ver porque está escondido entre muchos adornos.

Los siete picos de la piñata representan los siete pecados capitales: la soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza. Estos pecados se deben contrarrestar practicando las virtudes contrarias: humildad, generosidad, pobreza, paciencia, templanza, caridad y diligencia.

La persona que le pega a la piñata representa al creyente que con su fe, que es ciega (por lo que está vendado), y con la gracia y ayuda de Dios (por eso cuenta con un palo) le pega al mal hasta que lo destruye. Así, deja salir todas las gracias bendiciones, talentos y valores que Dios da a quienes creen en Él para luchar contra el mal.

Estas bondades están representadas por los dulces de la piñata como un regalo.

Una fiesta con mucho corazón

Cantando la petición de posada en un pueblo
Hoy en día para muchos las cosas han cambiado. El ajetreo de la vida moderna y las complicaciones por los preparativos de las fiestas hacen que cada vez más se olvide el sentido real de las posadas e incluso de la Navidad.

Tanto el adviento y las posadas tiene un objetivo: prepararse para recibir a Jesús en el corazón de cada hogar.

Todas las tradiciones son muy hermosas y vale la pena vivirlas y gozarlas plenamente. Fiestas en las que sobra el alcohol y abunda la comida las hay durante todo el año. Las posadas navideñas son una oportunidad de convivir en familia y de reflexionar sobre la relación que se tiene con las demás personas.

La Navidad es una época de perdón, de buena voluntad y, sobre todo, un tiempo para demostrar a los seres queridos todo el amor que se siente por ellos.

A las posadas navideñas hay que ponerles mucho corazón, para que la convivencia y el recuerdo de la familia y los buenos amigos sea mayor que el vino y la pachanga.

Cada vez que se cante en las posadas y se rompa una piñata, sin importar la edad, se vuelve nuevamente a ser niño. Disfrutemos al máximo el periodo de posadas y que nunca muera en México esta tradición.

Magdalena R. de Mellado.


Cantos para pedir posada




Afuera: En el nombre del cielo os pido posada pues no puede andar mi esposa amada.

Adentro: Aquí no es mesón sigan adelante yo no debo abrir no sea algún tunante.

Afuera: No seas inhumano tenos caridad que el Dios de los cielos os lo premiará.

Adentro: Ya se puden ir y no molestar porque si me enfado os voy a apalear.

Afuera: Venimos rendidos desde Nazareth, yo soy carpintero de nombre José.

Adentro: No me importa el nombre déjenme dormir pues que ya les digo que no hemos de abrir.

Afuera: Posada te pido amado casero por sólo una noche la Reina del Cielo.

Adentro: Pues si es una reina quien lo solicita ¿Cómo es que de noche anda tan solita?

Afuera: Mi esposa es María, es Reina del Cielo, y madre va ha ser del Divino Verbo.

Adentro: ¿Eres tu José? ¿Tu esposa es María? Entren peregrinos no los conocía.

Afuera: Dios pague, señores vuestra caridad y os colme el Cielo de Felicidad.

Adentro: Dichosa la casa que alberga este día a la Virgen Pura, la hermosa María.

TODOS:
Entren santos peregrinos, peregrinos,
reciban este rincón,
que aunque es pobre la morada, la morada,
os la doy de corazón.




.Mexicano: conserva o recupera tus tradiciones y no las trueques por otras costumbres anglosajonas.

Ver también, haz click: LAS POSADAS MEXICANAS

jueves, 29 de noviembre de 2012

EXCELENTE ÁLBUM DE MÚSICA: "ADVENT AT EPHESUS"


El álbum “Advent at Ephesus” (Adviento en Éfeso) de las hermanas Benedictinas de María, Reina de los Apóstoles de la diócesis de Kansas City-St. Joseph, Missouri, Estados Unidos, ha debutado en el N° 4 de las listas de música clásica en Billboard, fue grabado por DECCA Records.


Escucha una pequeña "probada": 

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miércoles, 21 de diciembre de 2011

EN ESPERA DEL DIOS NIÑO



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viernes, 2 de diciembre de 2011

EL CONSENTIMIENTO DE LA VIRGEN por San Bernardo de Claraval

Meditación para el Adviento


“Fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios»”.

Oíste, Virgen, el hecho; oíste el modo también; lo uno y lo otro son cosa maravillosa; lo uno y lo otro son cosa jubilosa. Gózate, hija de Sión, grita exultante, hija de Jerusalén. Y pues a tus oídos ha dado el Señor gozo y alegría, oigamos nosotros de tu boca la respuesta de alegría que deseamos, para que con ella entre la alegría y el gozo en nuestros huesos humillados. Oíste, vuelvo a decir, el hecho, y lo creíste; cree también lo que oíste acerca del modo. Oíste que concebirás y darás a luz un hijo, oíste que no será por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo. Mira que el ángel aguarda tu respuesta, porque ya es tiempo de que se vuelva al que lo envió.

Esperamos también nosotros, Señora, esta palabra de misericordia, nosotros, condenados a muerte por la sentencia divina. Mira que se pone en tus manos el precio de nuestra salud; inmediatamente seremos librados si consientes. Por la palabra eterna de Dios fuimos todos criados, y a pesar de ello morimos; pero por tu breve respuesta seremos ahora restablecidos para no volver a morir.

Esto te suplica, piadosa Virgen, el triste Adán, desterrado del paraíso con toda su miserable posteridad. Esto Abrahám, esto David con todos los santos Padres tuyos, los cuales habitan en la región de la sombra de la muerte; esto mismo te pide el mundo entero postrado a tus pies. Y no sin motivo aguarda con ansia tu respuesta, porque de tu palabra depende el consuelo de los miserables, la redención de los cautivos, la libertad de los condenados, la salud, finalmente, de todos los hijos de Adán, de todo tu linaje.

Virgen, da pronto tu respuesta. Señora, responde aquella palabra que esperan la tierra, el infierno y también los ciudadanos del cielo. El mismo Rey y Señor de todos, cuanto deseó tu hermosura, tanto desea ahora la respuesta de tu consentimiento, en la cual, sin duda, se ha propuesto salvar el mundo. A quien agradaste por tu silencio, agradarás ahora mucho más por tus palabras, pues Él te habla desde el cielo diciendo: “Hermosa entre las mujeres, hazme oír tu voz”. Si le haces oír tu voz, te hará ver nuestra salud. ¿Acaso no es esto lo que buscabas, por lo que gemías, por lo que orando día y noche suspirabas? ¿Qué haces? ¿Eres tú aquella para quien se guardan estas promesas o debemos esperar a otra?

No; no. Tú misma eres, no otra. Insisto, tú eres aquella prometida, aquella esperada, aquella deseada, de quien tu santo padre Jacob, estando por morir, esperaba la vida eterna diciendo:“Tu salud esperaré, Señor”. En quien y por la cual Dios mismo, nuestro Rey, dispuso antes de los siglos obrar la salud en medio de la tierra. ¿Por qué esperarás de otra lo que a ti misma te ofrecen? ¿Por qué aguardarás de otra lo que en seguida se hará por ti, si das tu consentimiento y respondes una palabra? Responde ya al ángel o, mejor, al Señor por el ángel; responde una palabra y recibe la Palabra. Pronuncia la tuya y recibe la divina. Emite la transitoria y admite en ti la eterna. ¿Por qué tardas?, ¿qué recelas?

Cree, di que sí y recibe. Cobre aliento ahora tu humildad, y tu vergüenza, confianza. De ningún modo conviene que tu sencillez virginal se olvide aquí de la prudencia. Sólo en este negocio no temas, Virgen prudente, la presunción, porque, aunque es agradable la vergüenza en el silencio, más necesaria ahora es la piedad en las palabras. Abre el corazón a la fe, Virgen bienaventurada, los labios al consentimiento, las entrañas al Criador. Mira que el deseado de todas las gentes está llamando a tu puerta. ¡Ay si, deteniéndote en abrirle, pasa adelante, y después vuelves con dolor a buscar al amado de tu alma! ¡Levántate, corre, abre! ¡Levántate por la fe, corre por la devoción, abre por el consentimiento!

“He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”

Siempre suele ser familiar a la gracia la virtud de la humildad, pues “Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes”. Responde, pues, humildemente, para preparar de este modo conveniente trono a la divina gracia. “He aquí, dice, la esclava del Señor”. ¿Qué humildad es esta tan alta que no se deja vencer de las honras ni se engrandece en la gloria? Es escogida por Madre de Dios, y se da el nombre de esclava. No es pequeña muestra de su humildad no olvidarse de la humildad en medio de tanta gloria como le ofrecen. No es cosa grande ser humilde en el abatimiento, pero es muy grande y muy rara ser humilde en el honor (…)

Oigamos, pues, los que somos así, lo que responde aquella Señora que era elegida para Madre de Dios, pero que no se olvidaba de su humildad. “He aquí, dice, la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Esta palabra, hágase, significa el deseo que la Virgen tenía de este misterio y no una duda de lo prometido. Por lo cual, el hágase en mí según tu palabra, debe entenderse más como expresión del afecto de la persona que desea, que como indagación del modo como se realizará el efecto en la persona que duda. Aunque nada impide que digamos que es palabra de oración, pues nadie pide orando sino lo que cree y espera. Quiere Dios que le pidan aun aquello que promete. Y por eso, acaso, muchas cosas que dispuso dar, las promete primero, para que se excite la devoción por la promesa; y de tal forma lo mismo que había de dar gratuitamente, sea merecido por la oración devota.

Así, el piadoso Señor, que quiere que todos los hombres se salven, saca de nosotros, para nosotros mismos, los méritos, y, anticipándose a darnos aquello con que nos recompensa, gratuitamente hace que esto no sea de balde.

Esto sin duda entendió la Virgen prudente cuando, al anticipado don de la gratuita promesa, juntó el mérito de su oración diciendo: “Hágase en mí según tu palabra”. Hágase en mí del Verbo, según tu palabra. El Verbo que en el principio estaba en Dios, hágase carne de mi carne según tu palabra. Hágase en mí, suplico, la Palabra; no pronunciada, que pase, sino concebida, que permanezca; vestida ciertamente no de aire, sino de carne. Hágase en mí no sólo perceptible al oído, sino también visible a los ojos, palpable a las manos, fácil de llevar en mis hombros. No se haga en mi palabra escrita y muda, sino encarnada y viva; esto es, no escrita en mudos caracteres, en pieles muertas, sino impresa vitalmente en forma humana en mis castas entrañas, y esto no con el rasgo de una pluma, sino por obra del Espíritu Santo.

Para decirlo de una vez, hágase para mí de aquel modo con que para ninguno se ha hecho hasta ahora antes de mí y para ninguno después de mí se ha de hacer. “De muchos y varios modos habló Dios en otro tiempo a nuestros padres por sus profetas”, y también se hace mención en las Escrituras de que la Palabra de Dios se hizo para unos en el oído, para otros en la boca, para otros aun en la mano; pero yo pido que para mí se haga en mi seno según tu palabra. No quiero que se haga para mí predicada retóricamente, o significada figuradamente, o soñada imaginariamente, sino inspirada silenciosamente, encarnada personalmente, entrañada corporalmente. El Verbo, pues, que ni puede hacerse en sí mismo ni lo necesita, dígnese en mí, dígnese también para mí ser hecho según tu palabra. Hágase desde luego generalmente para todo el mundo, pero hágase para mí, particularmente, según tu palabra.

San Bernardo de Claraval

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domingo, 5 de diciembre de 2010

EL ADVIENTO, PREPARACIÓN PARA LA NAVIDAD

Tiempo para prepararse y estar en gracia para vivir correctamente la Navidad

Significado del Adviento

La palabra latina "adventus" significa “venida”. En el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Jesucristo. La liturgia de la Iglesia da el nombre de Adviento a las cuatro semanas que preceden a la Navidad, como una oportunidad para prepararnos en la esperanza y en el arrepentimiento para la llegada del Señor.

El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa penitencia.

El tiempo de Adviento es un período privilegiado para los cristianos ya que nos invita a recordar el pasado, nos impulsa a vivir el presente y a preparar el futuro.

Esta es su triple finalidad:

- Recordar el pasado: Celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. El Señor ya vino y nació en Belén. Esta fue su venida en la carne, lleno de humildad y pobreza. Vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres. Esta fue su primera venida.

- Vivir el presente: Se trata de vivir en el presente de nuestra vida diaria la "presencia de Jesucristo" en nosotros y, por nosotros, en el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor, en la justicia y en el amor.

- Preparar el futuro: Se trata de prepararnos para la Parusía o segunda venida de Jesucristo en la "majestad de su gloria". Entonces vendrá como Señor y como Juez de todas las naciones, y premiará con el Cielo a los que han creido en Él; vivido como hijos fieles del Padre y hermanos buenos de los demás. Esperamos su venida gloriosa que nos traerá la salvación y la vida eterna sin sufrimientos.

En el Evangelio, varias veces nos habla Jesucristo de la Parusía y nos dice que nadie sabe el día ni la hora en la que sucederá. Por esta razón, la Iglesia nos invita en el Adviento a prepararnos para este momento a través de la revisión y la proyección:

Revisión: Aprovechando este tiempo para pensar en qué tan buenos (o malos) hemos sido hasta ahora y lo que vamos a hacer para ser mejores que antes. Es importante saber hacer un alto en la vida para reflexionar acerca de nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios y con el prójimo. Todos los días podemos y debemos ser mejores.

Proyección: En Adviento debemos hacer un plan para que no sólo seamos buenos en Adviento sino siempre. Analizar qué es lo que más trabajo nos cuesta y hacer propósitos para evitar caer de nuevo en lo mismo.

Algo que no debes olvidar

El adviento comprende las cuatro semanas antes de la Navidad.
El adviento es tiempo de preparación, esperanza y arrepentimiento de nuestros pecados para la llegada del Señor.
En el adviento nos preparamos para la navidad y la segunda venida de Cristo al mundo, cuando volverá como Rey de todo el Universo.
Es un tiempo en el que podemos revisar cómo ha sido nuestra vida espiritual, nuestra vida en relación con Dios y convertirnos de nuevo.
Es un tiempo en el que podemos hacer un plan de vida para mejorar como personas.

Cuida tu fe

Esta es una época del año en la que vamos a estar “bombardeados” por la publicidad para comprar todo tipo de cosas, vamos a estar invitados a muchas fiestas. Todo esto puede llegar a hacer que nos olvidemos del verdadero sentido del Adviento. Esforcémonos por vivir este tiempo litúrgico con profundidad, con el sentido cristiano.
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De esta forma viviremos la Navidad del Señor ocupados del Señor de la Navidad.

Autora: Tere Fernández del Castillo

Fuente: Catholic.net
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