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viernes, 27 de junio de 2025

CATÓLICO: PERMANECE SIEMPRE UNIDO A LA CRUZ DE CRISTO

 

Los católicos deben unirse a la cruz, en lo profundo de sus almas, uniendo los sufrimientos de nuestro tiempo a la Pasión de Nuestro Señor. 

No solo debemos unirnos contra los errores modernos, sino que debemos proporcionar a nuestras familias una alternativa a este mundo impío en la civilización cristiana. Por lo tanto, nuestra unidad es primero por la Verdad y luego contra el error. 

La Verdad que promovemos es la Tradición Católica en toda su plenitud: la doctrina revelada por Cristo y custodiada por la Iglesia Católica: la fe y la moral, así como la sagrada liturgia tradicional y también las costumbres, las creencias piadosas y los grandes monumentos del arte, la arquitectura y la música.

Nos unimos de acuerdo con la fuerza vinculante de la Tradición, esto es lo que nos fue transmitido por nuestros abuelos y nuestros padres para pasarlo también a nuestros hijos y nietos.


martes, 26 de julio de 2022

LA VERDADERA FE MUERTA


Ni la tradición ni el tradicionalismo son fe muerta.

La Palabra de Dios nos dice cuál es la verdadera fe muerta: "Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta" (Santiago 2:26).

 Esto es lo que señala la Palabra de Dios: Quien no cumpla con sus mandamientos, aunque crea, por el pecado mortal su fe está muerta y de morir sin la gracia santificante, perecerá eternamente.

La tradición no es la adoración de las cenizas, sino la PRESERVACIÓN y transmisión del fuego.

Sobre los tradicionalistas, S.S. San Pío X dijo: 

"Los verdaderos amigos del pueblo no son ni revolucionarios ni innovadores, sino tradicionalistas", luego, el tradicionalismo no es lo que dijo el expastor protestante Jaroslav Pelikan: "la fe muerta de los vivientes", y que recientemente fue citado en el viaje papal a Canadá.

Magistralmente enseña S.S. Pío XIl:

“Pero la tradición es algo muy distinto del simple apego a un pasado ya desaparecido; es lo contrario de una reacción que desconfía de todo sano progreso. La propia palabra, desde un punto de vista etimológico, es sinónimo de camino y avance... la tradición significa también un caminar hacia adelante, pero un caminar continuo, que se desarrolla al mismo tiempo tranquilo y vivaz... Gracias a la tradición, la juventud, iluminada y guiada por la experiencia de los ancianos, avanza con un paso más seguro, y la vejez transmite y entrega confiada el arado a manos más vigorosas que proseguirán el surco comenzado. Como lo indica su nombre, la tradición es el don que pasa de generación en generación, la antorcha que, a cada relevo, el corredor pone en manos de otro, sin que la carrera se detenga o disminuya su velocidad. Tradición y progreso se completan mutuamente con tanta armonía que, así como la tradición sin el progreso se contradice a sí misma, así también el progreso sin la tradición sería una empresa temeraria, un salto en el vacío”.

(Discurso de Pío XII a la Nobleza y al Patriciado Romano, “L’Osservatore Romano”, 20 de Enero de 1944).


sábado, 18 de junio de 2022

LA TRADICIÓN NO ES LA ADORACIÓN DE LAS CENIZAS, SINO LA PRESERVACIÓN Y TRANSMISIÓN DEL FUEGO


Ante el silencio cobarde y la tibieza de muchos, seamos piedras que gritan. Como dijo San Antonio María Claret:

"¡Ah! No es posible callar, Madre mía. No callaré aunque supiese que de mí han de hacer pedazos, no quiero callar; llamaré, gritaré, daré voces al cielo y a la tierra, a fin de que se remedie tan gran mal. No callaré… Y si de tanto gritar se vuelven roncas o mudas mis fauces, levantaré las manos al cielo, se espeluznarán mis cabellos, y los golpes que con los pies daré en el suelo, suplirán la falta de mi lengua… Tal vez me diréis que ellos, como enfermos frenéticos, no querrán escuchar al que les quiere curar; antes bien me despreciarán y perseguirán de muerte. ¡No importa!”.


martes, 26 de abril de 2022

¿SABES QUÉ ES LA TRADICIÓN?

La Tradición es la palabra de Dios no escrita, sino transmitida de viva voz por los apóstoles y que ha llegado hasta nosotros por la enseñanza de los Pastores de la Iglesia.

La Sagrada Escritura no es el único depósito de revelación cristiana. Los apóstoles no escribieron todas las verdades que habían aprendido de boca de su divino Maestro. Muchas hay que enseñaron de viva voz a los primeros obispos, y éstos, a su vez, las transmitieron a sus sucesores.

Llámase Tradición, ya el conjunto de estas verdades así transmitidas, tradición objetiva; ya el órgano de transmisión de estas verdades, tradición subjetiva.

El órgano de la transmisión de las verdades no escritas no es otro que el magisterio de la Iglesia.

I. Los apóstoles no escribieron toda la doctrina de Jesucristo.

a) La predicación era el medio indicado por Jesucristo mismo para la propagación del Evangelio. Los apóstoles no habían recibido la misión de ESCRIBIR la doctrina de Jesucristo, sino la de PREDICARLA a todo el universo. Ni siquiera escribieron un resumen sucinto de la doctrina cristiana: su símbolo fue enseñado de viva voz y recitado de memoria hasta el siglo VI. Por eso hacen depender la fe, no de la lectura de la Biblia, sino de la audición de la palabra de Dios: Fides ex auditu, auditus autem per verbum Dei. (San Pablo.)

b) Sin embargo, algunos apóstoles escribieron una parte de las enseñanzas del divino Maestro; pero no nos presentan sus escritos como un cuerpo completo de la doctrina cristiana. Los evangelistas no relatan sino algunas enseñanzas de Jesucristo y los hechos principales de su vida; los autores de las Epístolas se limitan a explicar ciertos puntos de dogma o de moral.

San Lucas nos dice que Jesucristo, después de su resurrección, pasó cuarenta días con sus apóstoles, dándoles instrucciones sobre el reino de Dios, es decir, sobre su Iglesia, y el Evangelio no dice ni una palabra de estas instrucciones.

San Juan, el último de los evangelistas, hace esta notable advertencia: "Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, que si se escribiesen una por una ni aún en el mundo pienso que cabrían los libros que se habrían de escribir" (*) .

c) Por lo demás, la existencia de la Tradición, está probada por el uso mismo de aquellos que la rechazan. Los PROTESTANTES aceptan la inspiración divina de la Biblia, la substitución del domingo al sábado, el bautismo de los niños, etc. Pero estas verdades y prácticas no son conocidas sino por tradición: los Libros Santos no hablan de ellas. La palabra de Dios no está, pues, contenida exclusivamente en la Biblia.

Entre las verdades que no son conocidas, sino por Tradición se pueden citar la inspiración de los Libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, la designación de los Libros canónicos, el número exacto de los Sacramentos, la obligación de bautizar a los niños antes del uso de razón, la de santificar el domingo en vez del sábado, la validez del bautismo conferido por los herejes, el culto de los Santos y de las Reliquias, la doctrina de acerca de las indulgencias, la Asunción de María Santísima en cuerpo y alma al cielo, etc. De este modo la Tradición completa y explica las Sagradas Escrituras.

II. ¿Dónde se encuentran consignadas las enseñanzas de la Tradición?

Las verdades enseñadas oralmente por los apóstoles fueron escritas más tarde y transmitidas por los diversos medios de que se vale la Iglesia para manifestar sus creencias.

La Tradición apostólica fue consignada sucesivamente en los símbolos, en los decretos de los Concilios, en los escritos de los Santos Padres y Doctores de la Iglesia, en los libros litúrgicos, en las Actas de los mártires y en los monumentos del arte cristiano.

a) Símbolos. Los símbolos (o credos) de los apóstoles, de Nicea, de san Atanasio, demuestran el origen apostólico de los dogmas que contienen.

b) Concilios. Los Concilios generales son la voz de la Iglesia universal. Todos han basado sus decisiones sobre la enseñanza anterior y, particularmente, sobre la de los primeros siglos. Su doctrina no puede diferir de la de los apóstoles.

c) Escritos de los Santos Padres. Los escritos de los Santos Padres son el gran canal de la Tradición divina. Llámanse Padres de la Iglesia los escritores eclesiásticos de los primeros siglos, reconocidos como testimonios de la Tradición. Para tener derecho a este título se requieren cuatro condiciones: una doctrina eminente, una santidad notable, una remota antigüedad y el testimonio de la Iglesia.

Los primeros Padres que han consignado por escrito las Tradiciones apostólicas son: san Clemente de Roma, el año 100. San Ignacio de Antioquía, martirizado el año 107. San Policarpo, mártir (166). San Justino, filósofo y mártir (166). San Ireneo, obispo de Lión (202). San Clemente de Alejandría (217), etc.

Sus contemporáneos, Tertuliano, Orígenes, Eusebio, etc. no son más que escritores eclesiásticos, porque su santidad no fue comprobada. Si, a veces, se les da el nombre de Padres, es debido a su antigüedad y al brillo de su doctrina.

* Los Padres de la Iglesia se dividen en dos categorías:

Padres griegos y Padres latinos.

** Los principales Padres griegos son:

San Atanasio, patriarca de Alejandría (296-373). San Basilio, arzobispo de Cesárea (329-379). San Gregorio, arzobispo de Nacianzo (329-389). San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla (347-407).

**Los principales Padres latinos son:

San Ambrosio, arzobispo de Milán (340-397). San Hilario, obispo de Poitiers, muerto en 367. San Jerónimo, presbítero, traductor de la Biblia (346-420). San Agustín, obispo de Hipona (358-430). San Gregorio Magno, Papa (543-604).

Los Padres pueden ser considerados como testigos de la Tradición y como doctores de la Iglesia. Como testigos poseen una autoridad especial. Cuando todos, y aún cuando varios, presentan una doctrina como perteneciente a la Tradición apostólica, merecen el asentimiento de nuestra fe. Y, a la verdad, es imposible que autores de diversos países, de diversas nacionalidades, de diversos siglos, se hayan puesto de acuerdo para consignar en sus obras las mismas creencias, si no las hubieran recibido de la Tradición apostólica.

Cuando los Santos Padres hablan simplemente como doctores, exponiendo sus ideas propias o tratando de probar la doctrina cristiana, merecen un gran respeto, pero no un asentimiento incondicional, porque su enseñanza no se identifica con la de la Iglesia.

d) Doctores de la Iglesia. Entre los Padres, los más ilustres por su doctrina y por los servicios prestados a la ciencia sagrada, llevan el título de doctores.

La Iglesia confiere también este título a ciertos escritores eminentes en santidad y en doctrina, que no pueden ser enumerados entre los Padres por haber vivido en época demasiado apartada de los tiempos apostólicos. Los más sabios son: santo Tomás de Aquino, san Buenaventura, san Alfonso María de Ligorio, san Francisco de Sales, etc.

e) Libros litúrgicos. Las verdades enseñadas por los apóstoles hállanse también en los libros litúrgicos. El Misal, el Pontifical, el Ritual, el Breviario, etc, contienen las oraciones, las ceremonias en uso para el Santo Sacrificio, la administración de los Sacramentos, la celebración de las fiestas. Estos libros, que datan de los primeros siglos, tienen suma importancia, por ser testimonio, no de opinión de algunos hombres, sino de la fe de toda la Iglesia.

f) Actas de los mártires. Estas Actas, al darnos a conocer las verdades que los mártires sellaron con su sangre, nos brindan pruebas incontestables de la fe primitiva de la Iglesia.

g) Monumentos públicos. Las inscripciones, grabadas en los sepulcros o en los monumentos públicos, atestiguan la creencia de los primeros cristianos acerca del bautismo de los niños, la invocación de los Santos, el culto de las imágenes y de las reliquias, la oración por los difuntos, etc. Así los confesionarios hallados en las Catacumbas de Roma prueban la divina institución de la confesión sacramental. Estos testimonios tienen tanto mayor valor cuanto que su antigüedad no puede ser puesta en duda.

III. Autoridad de la Tradición.

¿Tiene la Tradición la misma autoridad que la Sagrada Escritura? Si; la Tradición posee la misma autoridad, porque es igualmente la palabra de Dios. Y con razón, pues consiste en las verdades que Dios ha revelado y que nos conserva mediante la enseñanza infalible de la Iglesia.

Por eso el Concilio de Trento "recibe con igual respeto y amor TODOS LOS LIBROS del Antiguo y del Nuevo Testamento, cuyo autor es Dios, y TODAS LAS TRADICIONES que se refieren a la fe y a las costumbres, como dictadas por boca de Jesucristo o por el Espíritu Santo y conservadas constantemente en la Iglesia católica".

"Fácil cosa es distinguir, por medio de las siguientes reglas, las Tradiciones divinas de las que tienen un origen puramente humano:

a) Toda doctrina no contenida en la Escritura y admitida como fe por la Iglesia, pertenece a la Tradición divina. Según esta regla, reconocemos como inspirados por Dios todos los libros canónicos.

b) Toda costumbre de la Iglesia que se encuentra en todos los siglos pasados, sin que pueda atribuir su institución a ningún Concilio ni a ningún Papa, debe ser considerada como instituida por los apóstoles. De acuerdo con esta regla, consideramos como de institución apostólica el ayuno cuaresmal, la señal de la cruz, etc.

c) El consentimiento unánime, o casi unánime, de los Padres acerca de un dogma o de una ley de la que no se habla en la Sagrada Escritura, es una señal infalible de que este dogma o esta ley pertenecen a la Tradición divina y de que los apóstoles la han enseñado después de haberla aprendido de Jesucristo".

Autor: P. A. Hillaire. De su obra La Religión Demostrada


(*) Juan, XXI, 25.

domingo, 15 de diciembre de 2013

ENSAÑAMIENTO CON LOS FRANCISCANOS DE LA INMACULADA

  • «¿Pero que han hecho estos pobres religiosos? ¿Defraudar, abusar de menores, llevar una vida inmoral? Nada de todo esto»: Marco Tosatti, vaticanista.

Padre Stefano María Manelli.
El anciano sacerdote fundador es segregado
a pesar de su delicado estado de salud
Introducción

La gran "falta" de los Franciscanos de la Inmaculada es el haber elegido en Capítulo General -por amplísima mayoría- el uso litúrgico tradicional, acogiéndose al derecho que les reconoce el Motu Proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI.  Pero en virtud de la inconformidad de unos cuantos frailes -contrarios al rito tradicional- el padre Fidenzio Volpi fue designado Comisario para solucionar la controversia provocada por esa minoría. Pero en vez de hacerlo, se ha aliado con ella. Por este motivo se ha creado un movimiento que pide a Roma su urgente destitución. 

A continuación reproducimos un post del blog Acción Litúrgica:

Traducción nuestra de un publicado por Marco Tosatti en Vatican Insider. Y reproducido también en francés por Riposte Catholique.

Recibimos una carta de un laico próximo a los Franciscanos de la Inmaculada, la pequeña orden "comisariada" -una decisión muy discutible según diversas fuentes- que denuncia una situación de marcada dureza de parte de los nuevos gestores de la situación. Por una larga experiencia, sabemos que la crueldad contra los hermanos en los ambientes eclesiásticos no tiene nada que envidiar a otros ambientes. Pero el Papa Bergoglio, que ha aprobado el envío de un comisario, exhortaba en su entrevista con el director de la Civiltá Cattolica a una actitud de "misericordia" y de "ternura", hablaba de la Iglesia como de "un hospital de campaña tras la batalla" y afirmaba: "Veo con claridad que lo que más precisa la Iglesia hoy es la capacidad de curar las heridas" porque "al fin y al cabo, las gentes están cansadas de autoritarismo".

Lean lo siguiente para saber si el autoritarismo y su hermana la tiranía están presentes en el caso de los Franciscanos de la Inmaculada. Bien puede uno preguntarse: "¿qué han hecho estos pobres religiosos? ¿defraudar, abusar de menores, llevar una vida inmoral? Nada de todo esto".

Ésta es la carta:
Después de la noticia de la puesta de los Franciscanos de la Inmaculada bajo la tutela de un comisario apostólica, los acontecimientos son poco conocidos. Es conveniente hacer un resumen:
1. Despues de haber acusado al padre Stefano María Manelli, fundador del instituto de los Franciscanos de la Inmaculada (FI) de haber "desviado" a los hermanos de su carisma fundacional, sin explicarse en que consiste ese desvío.
2. Después de haberles prohibido celebrar el Vetus Ordo, prohibición aún vigente, seguida con obediencia total por parte del instituto, después de haber destituido de sus cargos, transferido y alejado, con furia y precipitación, a los hermanos fieles al carisma de los Padres Fundadores, y de haber promocionado a todos los hermanos que apoyan la "nueva" línea en los diferentes conventos FI diseminados por el mundo.
3. Después de haber, sin motivo claro, apartado de la enseñanza al padre Apollonio, Procurador General. Presidente del Seminario Teológico y Guardián del convento de Roma-Boccea, y haberlo transferido a Portugal.
4. Después de haber apartado de la enseñanza al padre Lanzetta, vice-delegado FI para Italia, superior en Florencia y profesor en el seminario, y haberlo transferido a Austria. Después de haber transferido al padre Settimio Manelli y al padre Siano, respectivamente rector y vice-rector del seminario, destituidos de sus cargos y reemplazados por dos hermanos de la "nueva" línea, uno de ellos ni siquiera bachiller en teología.
5. Después de haber expedido para Africa, de la noche a la mañana, al padre Budani, que estudiaba Derecho Canónico y se le impide continuar sus estudios. Después de haber exiliado al padre Stefano (fundador de los FI), siempre obediente, y de haberle prohibido recibir visitas, incluso de sus familiares, bajo pena de pecado grave, y de haberle prohibido recibir llamadas telefónicas o cualquier contacto directo con el mundo exterior.
6. Después de todo ésto, por una carta de 27 de noviembre, el padre Fidenzio Volpi, con el apoyo del padre Alfonso Bruno, ha considerado oportuno extender su guerra total también contra los laicos. Y ha suspendido todas las actividades de los laicos pertenecientes a la MIM (Misión de la Inmaculada Mediadora) y de la Tercera Orden Franciscana de la Inmaculada, prohibiendo a los terciarios llevar el hábito.
¿Es así, con esta dureza inusitada y estas purgas estalinistas, como se resuelven las eventuales dificultades internas en una congregación religiosa? ¿O es así como se ha destruido un carisma, no solo capaz de atraer muchas vocaciones, sino que fue positivo hasta ayer y sostenido por las más altas autoridades vaticanas (teniendo en cuenta que los padres Manelli y Lanzetta, hoy réprobos, frecuentaban obispos y cardenales y encontraban eco en L´Osservatore Romano)".
Hasta aquí la carta y el post de Acción Litúrgica.



Solicitan dimisión del Comisario por su postura contra la Tradición católica. 

Un grupo de páginas web y asociaciones de laicos católicos han iniciado una recolección de firmas para pedir la dimisión del Padre Fidenzio Volpi de su cargo de comisario de los Franciscanos de la Inmaculada. Esgrimen -entre otras- las siguientes razones:
"Pedimos la dimisión del Padre Fidenzio Volpi de su cargo de comisario político de los Franciscanos de la Inmaculada.
"En el espacio de cinco meses el Padre Volpi ha destruido el instituto provocando caos y sufrimiento en su interior, escándalo entre los fieles, críticas en la prensa, malestar y perplejidad en el mundo eclesiástico.
"Importa poco saber si el Padre Volpi es el artífice o el ejecutor del plan de destrucción. Lo que es cierto es que si no se detiene este plan, las consecuencias serán desastrosas y es para evitar que a este desastre se añadan más desastres que el Padre Volpi debe ser cesado.

"Después del decreto de intervención, del pasado 11 de julio, el Padre Volpi, con la ayuda de un puñado de desatados subcomisarios, entre los que se encuentran el Padre Alfonso Bruno y el Prof. Mario Castellano, ha comenzado a dejar caer su hacha sobre el instituto.
"Ha prohibido la celebración de la santa Misa y de la liturgia de las horas según la forma extraordinaria prevista por el Motu Proprio Summorum pontificum; ha desautorizado y transferido uno tras otro a los más files colaboradores de Padre Manelli (fundador del Instituto), todas personalidades de relieve intelectual y moral, atribuyendo sus cargos a frailes disidentes, a menudo incultos y sin experiencia de gobierno; ha amenazado y castigado a los frailes que legítimamente dirigieron una petición a la Santa Sede y se negaban a retractarse.
"Finalmente, con un diktat del 8 de diciembre de 2013, ha cerrado el seminario, ha suspendido las ordenaciones sacerdotales y diaconales; ha fulminado con la interdicción las publicaciones de las Ediciones Casa Mariana, prohibiendo su difusión en las iglesias y santuarios confiados a los religiosos; ha extendido su guerra personal a los terciarios y a los laicos que apoyan al instituto, suspendiendo toda actividad de la MIM (Misión Inmaculada Mediadora) y del TOFI (Tercer Orden Franciscano de la Inmaculada); ha amenazado con la intervención a las Franciscanas de la Inmaculada y les ha quitado, a ellas y a las Clarisas, el cuidado espiritual de los frailes".
Asimismo, recuerdan que Pablo VI, en la Exhortación apostólica Evangelica testificatio dirigida a los religiosos, del 29 de junio de 1971, repite la doctrina tradicional de la Iglesia relativa a que se debe obedecer a los superiores, «excepto cuando una orden fuese manifiestamente contrario a las leyes de Dios o a las constituciones del instituto, o que implicara un mal grave y cierto; en tal caso, de hecho, la obligación de obedecer no existe».

Sostienen que "si no se procediera a cesar al padre Volpi, se abrirá inevitablemente un conflicto de conciencia en los religiosos y en las religiosas que quieran conservar el carisma de los Franciscanos de la Inmaculada y la fidelidad a la Tradición de la Iglesia".

Por último, hacen un llamado a todos los católicos a apoyar a los Franciscanos de la Inmaculada uniéndose a la solicitud de apelación para que sea destituido el modernista padre Volpi que se ha manifestado contrario a la aplicación del motu proprio Summorum Pontificum. Para ello proporcionan la siguiente dirección: http://www.corrispondenzaromana.it/firma-per-chiedere-le-dimissioni-di-padre-fidenzio-volpi/ .



jueves, 21 de noviembre de 2013

CITAS SOBRE LA FE Y LA TRADICIÓN QUE VALEN ORO


"La verdad es siempre lo que, con verdadera fe católica, se predica y se cree por la Iglesia entera desde la antigüedad"(1). San Agustín. Siglo IV. Doctor de la Iglesia.

San Vicente de Lerins
Padre de la Iglesia
San Vicente de Lerins explica que es lo que se presenta como un consenso universal en la Iglesia, desde la aurora de la fe, y que no debe alterarse nunca porque es oro, y el oro debe conservarse: "Es verdadera y propiamente católico lo que fue creído en todas partes, siempre, por todos". "Has recibido oro, debes entregar oro (...) no plomo, no bronce, en lugar del precioso metal". "El cristiano deberá hacer todo lo posible para adherirse a la antigüedad, la cual no puede evidentemente ser alterada por ninguna nueva mentira". "Por consiguiente, anunciar a los cristianos alguna cosa diferente de la doctrina tradicional no era, no es, no será nunca lícito; y siempre fue obligatorio y necesario, como lo es todavía ahora y lo será siempre en el futuro, reprobar a quienes hacen bandera de una doctrina diferente de la recibida".(2). San Vicente de Lerins, Padre de la Iglesia. Siglo V.

"Si quieres conocer la Iglesia no ignores la Tradición. Si ignoras la Tradición, no hables jamás de la Iglesia...La Tradición es la transmisión oficial, por la Iglesia y por sus órganos divinamente instituidos para ello e infaliblemente asistidos por el Espíritu Santo, de la Divina Revelación en una dimensión espacio-temporal" (3). Monseñor Brunero Gherardini, canónigo de la Archibasílica Vaticana y Director de la revista internacional de teología "Divinitas". Siglos XX-XXI.

1) Contra Julianum VI, 5, 11.
2) Commonitorium (apuntes para conocer la verdadera fe).
3) Quaecumque dixero vobis. Palabra de Dios y Tradición cara a la historia y la Teología, ed. Lindau, Turín, 2011
Para leer otra importante cita de San Vicente de Lerins, ir a comentarios AQUÍ.

Temas relacionados (haz click): 1) SAN VICENTE DE LERINS, PADRE DE LA IGLESIA, EXPLICA LA ADVERTENCIA DE SAN PABLO  2LA NORMA ES ADHERIRSE A LA ANTIGÜEDAD: SAN VICENTE DE LERINS, DOCTOR DE LA IGLESIA 3) ¿POR QUÉ PERMITE DIOS QUE HAYA HEREJÍAS EN LA IGLESIA? por San Vicente de Lerins

domingo, 21 de agosto de 2011

LA TRADICIÓN ES CAMINO Y AVANCE: S.S. PÍO XII


Nos habla este gran Pontífice sobre la tradición en general (con minúscula), aquí no se refiere a la Tradición (con mayúscula) como una de las dos fuentes de la Revelación Divina junto con las Sagradas Escrituras, como nos enseña la Iglesia también.

“Muchos espíritus, aun sinceros, imaginan y creen que la tradición no es sino un recuerdo, el pálido vestigio de un pasado que ya no existe ni puede volver; que a lo sumo ha de ser conservado con veneración, hasta con cierta gratitud, relegado a un museo, que unos pocos aficionados o amigos visitarán.

“Si en esto consistiera o a ello se redujese la tradición, y si implicara en la negación o el desprecio del camino hacia el porvenir, habría razón para negarle respeto y honores, y habrían de ser mirados con compasión los soñadores del pasado, retardatarios frente al presente y al futuro. Con mayor severidad aún deberían ser vistos quienes, movidos por intenciones menos respetables y puras, no son sino desertores de los deberes que impone una hora tan dolorosa.

“Pero la tradición es algo muy distinto del simple apego a un pasado ya desaparecido; es lo contrario de una reacción que desconfía de todo sano progreso. La propia palabra, desde un punto de vista etimológico, es sinónimo de camino y avance.

“Sinonimia, no identidad. Mientras, en realidad, el progreso indica tan sólo el hecho de caminar hacia adelante, paso a paso, buscando con la mirada un incierto porvenir, la tradición significa también un caminar hacia adelante, pero un caminar continuo, que se desarrolla al mismo tiempo tranquilo y vivaz, según las leyes de la vida, huyendo de la angustiosa alternativa: “Si jeunesse savait, si vieillesse pouvait!” [1] semejante al de aquel Señor de Turenne, de quien se dijo: “Il y a eu dans sa jeunesse toute la prudence d”un Ãge avancé, et dans un Ãge avancé toute la vigueur de la jeunesse“ (Fléchier, Oración fúnebre, 1676). [2]

“Gracias a la tradición, la juventud, iluminada y guiada por la experiencia de los ancianos, avanza con un paso más seguro, y la vejez transmite y entrega confiada el arado a manos más vigorosas que proseguirán el surco comenzado. Como lo indica su nombre, la tradición es el don que pasa de generación en generación, la antorcha que, a cada relevo, el corredor pone en manos de otro, sin que la carrera se detenga o disminuya su velocidad.

“Tradición y progreso se completan mutuamente con tanta armonía que, así como la tradición sin el progreso se contradice a sí misma, así también el progreso sin la tradición sería una empresa temeraria, un salto en el vacío”.

(Discurso de Pío XII a la Nobleza y al Patriciado Romano, “L’Osservatore Romano”, 20 de Enero de 1944).
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[1] ¡Si la juventud supiera! ¡Si la vejez pudiera!
[2] Tuvo en su juventud toda la prudencia de una edad avanzada, y en una edad avanzada todo el vigor de la juventud.
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miércoles, 4 de agosto de 2010

EL FARO DE LA TRADICIÓN CATÓLICA


"He aquí que se levantó una tempestad tan recia en el mar, que las ondas cubrían la barca; mas Jesús estaba durmiendo; y acercándose a Él sus discípulos le despertaron diciendo: Señor sálvanos que perecemos.


"Díceles Jesús: ¿De qué teméis, oh hombres de poca fe? Entonces, puesto en pie, mandó a los vientos y al mar". (Mt. VIII, 24-26).


Hoy de nuevo gritamos: ¡Señor, sálvanos que perecemos en esta tormenta, en esta crisis que asola a la Iglesia! Pero el faro de la Tradición Católica permanece incólume ante las tempestades revolucionarias. Está dicho: las puertas del infierno no prevalecerán. Cristo estará con su Iglesia hasta la consumación de los siglos y la Iglesia resurgirá triunfante, pasada la tormenta, con más brillo y gloria. Finalmente, el Inmaculado Corazón de María triunfará.

Señor, a quien obedecen los vientos y las tempestades: Sálvanos que perecemos. Abrevia los días por amor a tus elegidos. Señor misericordioso: Te encomendamos que nosotros y nuestras familias enteras nos encontremos entre ellos. Cristo-Dios, humildemente te rogamos: Danos fe y mantennos totalmente fieles a ella. Cordero de Dios ten piedad de nosotros y llévanos a tu Gloria con toda la Iglesia Triunfante.

Santa María de Guadalupe, dulcísima Madre Nuestra: Salva nuestra Patria, conserva nuestra fe y líbranos de los falsos pastores.


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martes, 22 de junio de 2010

AMAR LA TRADICIÓN


Todos debemos amar la Tradición, y si preciso fuera, morir en su defensa. Esa actitud tradicional de nuestra vida religiosa, nos ha de diferenciar de toda otra actitud que aun llamándose católica, vive de espaldas a la tradición católica, y se entrega a un utópico modernismo sin raíces tradicionales.

La Iglesia es nuestra Madre, la Iglesia que, además de Una, Santa, Católica y Apostólica, es toda Ella Tradicional. La Iglesia es el Reino de Jesucristo en la tierra que se va transmitiendo en tradición viva de generación en generación. Sus enseñanzas no son innovaciones para cada época de la Humanidad, con diferentes posiciones, para cada pueblo, para cada color, de la historia humana. Nuestra fe de hoy, la fe de la Iglesia, hoy como ayer, enseña a todos los hombres, es la misma fe de San Pedro y San Pablo, la misma fe de los circos romanos, de las catacumbas, la misma fe que predicaron San Metodio, San Columbano, San Francisco Javier, el beato Diego de San Vítores, y los obispos y sacerdotes mártires de la persecución religiosa en España en 1936. La doctrina de la Iglesia no está sujeta a modificaciones, a incrementos de verdades que Ella enseña. Nada tiene que ver con el aumento de los contenidos científicos. Que hacen a las ciencias humanas cada vez más dilatadas, más evolucionadas, en el contenido de sus verdades científicas, abandonadas unas en el hoy, y que se consideraron tal vez intangibles en el ayer. No hay evolución, no hay cambio, sino la enseñanza de una misma fe, de la misma sabiduría, de la misma doctrina de salvación.

En medio de un mundo cambiante, con paso efímero de pueblos, civilizaciones, culturas e imperios, la Iglesia permanece siempre coherente consigo misma desde el primer día hasta la más actual modernidad. Los cambios que algunos dicen se han dado en Ella no son más que falsos enfoques de su realidad sobrenatural, porque de hecho las diferentes dimensiones de la cultura y de la evolución humana en todas sus variantes y complejos aspectos, son los que iluminan la Iglesia con su misma luz. Al reflejar esa luz, las cosas de los hombres toman colores y formas diferentes. Pero son las cosas de los hombres las que cambian, porque la luz es siempre la misma. Como la luz del sol ilumina cada nuevo día, cielos y tierras, que aparecen siempre renovados, la luz de la Iglesia ilumina todos los amaneceres humanos y todas las mutaciones de todos los siglos, siempre con su misma luz que penetra hasta los más recónditos entresijos de las creaciones de los hombres. Las circunstancias y las obras humanas cambian; pero la luz de la Iglesia no cambia al iluminarlas todas con su claridad.

La Iglesia es Tradición, amor al tesoro de los siglos, amor a todas las palabras que a lo largo de los siglos ha ido pronunciando la Iglesia para enseñar su doctrina de salvación. No "modernizar", no "acomodar" la Iglesia a las cambiantes situaciones. El esfuerzo de los hijos de la Iglesia se ha de situar en acomodar la cultura, el trabajo, la civilización del momento a las enseñanzas permanentes de la Iglesia y a su Magisterio tradicional. Novedades, no gracias. Tradición viva, sí.


Padre José María Alba Cereceda, S.J.

Tomado de: Las Cruces de las Espadas
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viernes, 26 de marzo de 2010

JÓVENES CATÓLICOS SE OPONEN A QUE UN RABINO JUDÍO PREDIQUE (?) EN LA CATEDRAL DE NOTRE DAME

Notre Dame

.

"NOTRE DAME NO ES UNA SINAGOGA", DECÍA UNA MANTA

Para el pasado Domingo de Pasión (21-3-10) el cardenal arzobispo de París Mons. Vingt-Trois invitó a la Catedral de Notre Dame a un rabino (Rivon Krygier) para dar una conferencia de Cuaresma .

Luego de la presentación de Mons. Vingt-Trois un joven se levantó y dijo en voz alta: "¡Queridos católicos, os invito a rezar el rosario en reparación por el escándalo".

Los fieles tradicionales presentes rezaron el Rosario y el Christus Vincit.

Pronto los cardenales presentes y algunos laicos se acercaron al grupo pidiéndole estar en silencio.

Algunos los trataron como fascistas, sectarios, diciéndoles, entre otras cosas que "católico"Notre Dame significa "universal". (!)

Monseñor Jacquin, rector de la catedral, se acercó a uno del grupo, diciéndole que si no se sentaba inmediatamente, iba a salir de la catedral por la fuerza.

Los –en su mayoría- jóvenes distribuyeron folletos explicando su accionar, incluso entre los principales invitados.

La oración de los fieles tradicionales fue rápidamente cubierta por el sonido del órgano, y una vez que la TV y los altavoces se quedaron para continuar el programa en la sacristía, los jóvenes todos juntos salieron por el pasillo central cantando el “Christus vincit”.

Luego continuaron con la oración en el exterior, rodeados por la policía.

Al final de la conferencia, levantaron una bandera en la que fue inscrito en 15 metros de largo y 80 cm de alto: "Notre Dame no es una sinagoga”, la que les fue arrancada de inmediato por la policía.

Algo de todo esto puede verse reflejado brevemente en los siguientes videos:











Recuérdese que el cardenal Vingt-Trois fue quien recientemente se manifestó en contra de que católicos defendieran la misma catedral de Notre Dame frente a la provocación de activistas homosexuales.

Fuente: Santa Iglesia Militante Ver comentarios:
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jueves, 21 de enero de 2010

¿QUÉ ES LA TRADICIÓN?


La Tradición es la palabra de Dios no escrita, sino transmitida de viva voz por los apóstoles y que ha llegado hasta nosotros por la enseñanza de los Pastores de la Iglesia.

La Sagrada Escritura no es el único depósito de revelación cristiana. Los apóstoles no escribieron todas las verdades que habían aprendido de boca de su divino Maestro. Muchas hay que enseñaron de viva voz a los primeros obispos, y éstos, a su vez, las transmitieron a sus sucesores.

Llámase Tradición, ya el conjunto de estas verdades así transmitidas, tradición objetiva; ya el órgano de transmisión de estas verdades, tradición subjetiva.

El órgano de la transmisión de las verdades no escritas no es otro que el magisterio de la Iglesia.

I. Los apóstoles no escribieron toda la doctrina de Jesucristo.

a) La predicación era el medio indicado por Jesucristo mismo para la propagación del Evangelio. Los apóstoles no habían recibido la misión de ESCRIBIR la doctrina de Jesucristo, sino la de PREDICARLA a todo el universo. Ni siquiera escribieron un resumen sucinto de la doctrina cristiana: su símbolo fue enseñado de viva voz y recitado de memoria hasta el siglo VI. Por eso hacen depender la fe, no de la lectura de la Biblia, sino de la audición de la palabra de Dios: Fides ex auditu, auditus autem per verbum Dei. (San Pablo.)

b) Sin embargo, algunos apóstoles escribieron una parte de las enseñanzas del divino Maestro; pero no nos presentan sus escritos como un cuerpo completo de la doctrina cristiana. Los evangelistas no relatan sino algunas enseñanzas de Jesucristo y los hechos principales de su vida; los autores de las Epístolas se limitan a explicar ciertos puntos de dogma o de moral.

San Lucas nos dice que Jesucristo, después de su resurrección, pasó cuarenta días con sus apóstoles, dándoles instrucciones sobre el reino de Dios, es decir, sobre su Iglesia, y el Evangelio no dice ni una palabra de estas instrucciones.

San Juan, el último de los evangelistas, hace esta notable advertencia: "Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, que si se escribiesen una por una ni aún en el mundo pienso que cabrían los libros que se habrían de escribir" (*) .

c) Por lo demás, la existencia de la Tradición, está probada por el uso mismo de aquellos que la rechazan. Los PROTESTANTES aceptan la inspiración divina de la Biblia, la substitución del domingo al sábado, el bautismo de los niños, etc. Pero estas verdades y prácticas no son conocidas sino por tradición: los Libros Santos no hablan de ellas. La palabra de Dios no está, pues, contenida exclusivamente en la Biblia.

Entre las verdades que no son conocidas, sino por Tradición se pueden citar la inspiración de los Libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, la designación de los Libros canónicos, el número exacto de los Sacramentos, la obligación de bautizar a los niños antes del uso de razón, la de santificar el domingo en vez del sábado, la validez del bautismo conferido por los herejes, el culto de los Santos y de las Reliquias, la doctrina de acerca de las indulgencias, la Asunción de María Santísima en cuerpo y alma al cielo, etc. De este modo la Tradición completa y explica las Sagradas Escrituras.

II. ¿Dónde se encuentran consignadas las enseñanzas de la Tradición?
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Las verdades enseñadas oralmente por los apóstoles fueron escritas más tarde y transmitidas por los diversos medios de que se vale la Iglesia para manifestar sus creencias.

La Tradición apostólica fue consignada sucesivamente en los símbolos, en los decretos de los Concilios, en los escritos de los Santos Padres y Doctores de la Iglesia, en los libros litúrgicos, en las Actas de los mártires y en los monumentos del arte cristiano.

a) Símbolos. Los símbolos (o credos) de los apóstoles, de Nicea, de san Atanasio, demuestran el origen apostólico de los dogmas que contienen.

b) Concilios. Los Concilios generales son la voz de la Iglesia universal. Todos han basado sus decisiones sobre la enseñanza anterior y, particularmente, sobre la de los primeros siglos. Su doctrina no puede diferir de la de los apóstoles.

c) Escritos de los Santos Padres. Los escritos de los Santos Padres son el gran canal de la Tradición divina. Llámanse Padres de la Iglesia los escritores eclesiásticos de los primeros siglos, reconocidos como testimonios de la Tradición. Para tener derecho a este título se requieren cuatro condiciones: una doctrina eminente, una santidad notable, una remota antigüedad y el testimonio de la Iglesia.

Los primeros Padres que han consignado por escrito las Tradiciones apostólicas son: san Clemente de Roma, el año 100. San Ignacio de Antioquía, martirizado el año 107. San Policarpo, mártir (166). San Justino, filósofo y mártir (166). San Ireneo, obispo de Lión (202). San Clemente de Alejandría (217), etc.

Sus contemporáneos, Tertuliano, Orígenes, Eusebio, etc. no son más que escritores eclesiásticos, porque su santidad no fue comprobada. Si, a veces, se les da el nombre de Padres, es debido a su antigüedad y al brillo de su doctrina.

* Los Padres de la Iglesia se dividen en dos categorías:

Padres griegos y Padres latinos.

** Los principales Padres griegos son:

San Atanasio, patriarca de Alejandría (296-373). San Basilio, arzobispo de Cesárea (329-379). San Gregorio, arzobispo de Nacianzo (329-389). San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla (347-407).

**Los principales Padres latinos son:

San Ambrosio, arzobispo de Milán (340-397). San Hilario, obispo de Poitiers, muerto en 367. San Jerónimo, presbítero, traductor de la Biblia (346-420). San Agustín, obispo de Hipona (358-430). San Gregorio Magno, Papa (543-604).

Los Padres pueden ser considerados como testigos de la Tradición y como doctores de la Iglesia. Como testigos poseen una autoridad especial. Cuando todos, y aún cuando varios, presentan una doctrina como perteneciente a la Tradición apostólica, merecen el asentimiento de nuestra fe. Y, a la verdad, es imposible que autores de diversos países, de diversas nacionalidades, de diversos siglos, se hayan puesto de acuerdo para consignar en sus obras las mismas creencias, si no las hubieran recibido de la Tradición apostólica.

Cuando los Santos Padres hablan simplemente como doctores, exponiendo sus ideas propias o tratando de probar la doctrina cristiana, merecen un gran respeto, pero no un asentimiento incondicional, porque su enseñanza no se identifica con la de la Iglesia.

d) Doctores de la Iglesia. Entre los Padres, los más ilustres por su doctrina y por los servicios prestados a la ciencia sagrada, llevan el título de doctores.

La Iglesia confiere también este título a ciertos escritores eminentes en santidad y en doctrina, que no pueden ser enumerados entre los Padres por haber vivido en época demasiado apartada de los tiempos apostólicos. Los más sabios son: santo Tomás de Aquino, san Buenaventura, san Alfonso María de Ligorio, san Francisco de Sales, etc.

e) Libros litúrgicos. Las verdades enseñadas por los apóstoles hállanse también en los libros litúrgicos. El Misal, el Pontifical, el Ritual, el Breviario, etc, contienen las oraciones, las ceremonias en uso para el Santo Sacrificio, la administración de los Sacramentos, la celebración de las fiestas. Estos libros, que datan de los primeros siglos, tienen suma importancia, por ser testimonio, no de opinión de algunos hombres, sino de la fe de toda la Iglesia.

f) Actas de los mártires. Estas Actas, al darnos a conocer las verdades que los mártires sellaron con su sangre, nos brindan pruebas incontestables de la fe primitiva de la Iglesia.

g) Monumentos públicos. Las inscripciones, grabadas en los sepulcros o en los monumentos públicos, atestiguan la creencia de los primeros cristianos acerca del bautismo de los niños, la invocación de los Santos, el culto de las imágenes y de las reliquias, la oración por los difuntos, etc. Así los confesionarios hallados en las Catacumbas de Roma prueban la divina institución de la confesión sacramental. Estos testimonios tienen tanto mayor valor cuanto que su antigüedad no puede ser puesta en duda.

III. Autoridad de la Tradición.
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¿Tiene la Tradición la misma autoridad que la Sagrada Escritura? Si; la Tradición posee la misma autoridad, porque es igualmente la palabra de Dios. Y con razón, pues consiste en las verdades que Dios ha revelado y que nos conserva mediante la enseñanza infalible de la Iglesia.

Por eso el Concilio de Trento "recibe con igual respeto y amor TODOS LOS LIBROS del Antiguo y del Nuevo Testamento, cuyo autor es Dios, y TODAS LAS TRADICIONES que se refieren a la fe y a las costumbres, como dictadas por boca de Jesucristo o por el Espíritu Santo y conservadas constantemente en la Iglesia católica".
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"Fácil cosa es distinguir, por medio de las siguientes reglas, las Tradiciones divinas de las que tienen un origen puramente humano:
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a) Toda doctrina no contenida en la Escritura y admitida como fe por la Iglesia, pertenece a la Tradición divina. Según esta regla, reconocemos como inspirados por Dios todos los libros canónicos.
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b) Toda costumbre de la Iglesia que se encuentra en todos los siglos pasados, sin que pueda atribuir su institución a ningún Concilio ni a ningún Papa, debe ser considerada como instituida por los apóstoles. De acuerdo con esta regla, consideramos como de institución apostólica el ayuno cuaresmal, la señal de la cruz, etc.
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c) El consentimiento unánime, o casi unánime, de los Padres acerca de un dogma o de una ley de la que no se habla en la Sagrada Escritura, es una señal infalible de que este dogma o esta ley pertenecen a la Tradición divina y de que los apóstoles la han enseñado después de haberla aprendido de Jesucristo".

Autor: P. A. Hillaire. De su obra La Religión Demostrada

(*) Juan, XXI, 25.
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