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jueves, 14 de agosto de 2025

¿COMULGAR SIN CONFESARSE?

Este video también puede verse en:


 CONFESIONARIOS VACÍOS
Por Lic. Oscar Méndez Casanueva

Dice San Pablo, divinamente inspirado, que quien comulga en pecado mortal "come y bebe su propia condenación".
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De ahí la necesidad que nuestra alma esté limpia de todo pecado mortal para que pueda Cristo ser recibido por nosotros. De ahí la necesidad -también- de la confesión sacramental para todo aquel que se sepa en pecado grave. Recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo en la comunión sin estar perdonados por la confesión sacramental es un pecado gravísimo que se llama sacrilegio. Todo aquél que está en pecado grave, todo aquél que no esté en gracia santificante -misma que se obtiene por la absolución personal en el sacramento de la confesión-, todo aquél que viva en ese estado y no se confiese o se confiese mal (sin verdadero arrepentimiento e intención de evitar el pecado; es decir sin contrición y propósito de enmienda) y comulga sacramentalmente, está "comiendo y bebiendo su propia condenación", según la Palabra de Dios.
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Quienes no creen o no obedecen la moral que la Iglesia enseña, quienes no desean seguir las normas morales que Dios exige y el magisterio custodia, no deben -por ninguna excusa- acercarse a recibir la Sagrada Eucaristía.

Luego, es fundamental estar en gracia santificante para comulgar. ¡Qué importante es que vivamos en gracia y qué importante es que comulguemos con frecuencia! Pero que importante es, también, hacerlo con las debidas condiciones y con el amor necesario a Dios, estando conscientes que, precisamente, estamos recibiendo a Dios mismo presente en la hostia consagrada. Recibamos a nuestro Creador y Redentor, recibámoslo como lo que es: Nuestro Dios y Salvador, nuestro Rey y Señor.

Qué tristeza es ver que muchos viven conforme al mundo y de manera contraria a la Ley de Dios, y sin cambiar de actitudes ni confesarse van a recibir a Dios vivo presente en la hostia sin el menor discernimiento de lo que hacen, sólo por el qué dirán los demás y sin pensar en lo que Dios sí dice de esto. Es el lamentable "modernismo" que los ha impregnado, es la inconsciencia de lo que es recibir a Dios, es el permanecer en sus errores y en su vida de pecado, creyendo en un falso dios bonachón hecho a su gusto, medida y conveniencia.

Y qué tristeza es ver, también, que muchos sacerdotes "modernistas" no enseñan ya esta doctrina católica y con su silencio son cómplices del sacrilegio. Hay en ello mucha culpabilidad y Dios les pedirá cuentas. Algunos fieles tendrán el atenuante de su ignorancia (cuando ésta no sea culpable), mismo que no se presenta en los sacerdotes que, como tales, están bien instruidos y callan por contemporizar con el mundo o por una fe débil, o por poco celo pastoral y exiguo amor a las ovejas que les han sido encomendadas.

Urge, hoy, que los pastores vuelvan a hablar y enseñar esta doctrina tan olvidada por muchos o desconocida -incluso- de las nuevas generaciones. Si es tan común que nadie la cumpla, ¿les costaría mucho esfuerzo que nos la recordaran -aunque sea brevemente- durante cada celebración litúrgica?

Resulta contrastante ver tantos comulgantes y vacíos los confesionarios. ¿En verdad todos ellos estarán en gracia y no requerirán confesarse? Sin intentar penetrar en la conciencia de alguien en particular, las matemáticas parece que no cuadran y nos indican la tremenda realidad y el significado de este hecho. ¿O será realmente que alguien pueda vivir años y años sin el menor pecado mortal? Ciertamente puede ser el caso de algunas almas buenas. ¿Cuántas serán? Sólo Dios lo sabe. Si así fuera la situación de algunos, deben recordar, también, que existe el mandamiento de la confesión anual. ¿Pero, realmente, la mayoría que lleva meses y meses o años y años sin confesarse, tiene limpia la conciencia de cualquier pecado grave como para saberse en gracia santificante y poder recibir a Cristo vivo y realmente presente en la Eucaristía? ¿Y no contribuirán a este mal -de la comunión sin confesión- aquellos sacerdotes que ya no están disponibles habitualmente en el confesionario.

Por parte de muchos sacerdotes: Omisión de enseñar esta doctrina y poco o nulo tiempo en el confesionario.

Por parte de muchísimos fieles: Poca instrucción que genera -en muchos casos- una ignorancia culpable. En otros, un descuido irredento por los asuntos de Dios y un vivir de acuerdo a las máximas del mundo, adecuando la moral y las enseñanzas de Dios y de la Iglesia a sus propios caprichos y criterios personales. Todo ello, lleva a la sacrílega comunión en pecado grave y sin confesión sacramental, que los hace comer y beber su propia condenación.

En ambos casos, una multitud que comulga y los confesionarios....¡vacíos!.

En resumen, para poder comulgar es moralmente indispensable confesarse con el sacerdote si después de la última confesión bien hecha se ha cometido pecado mortal. Además, debe el católico vivir siempre en gracia para morir en gracia y, así, poder alcanzar en la eternidad la bienaventuranza con Dios, de ahí la necesidad de frecuentar el sacramento de la Confesión, particularmente si se ha tenido la desgracia de haber cometido un pecado grave (mortal).

MUY IMPORTANTE: CONSULTAR LOS SIGUIENTES TRES ENLACES (haz clic):

¡COMULGA EN GRACIA!:

CINCO PASOS QUE SE REQUIEREN PARA HACER UNA BUENA CONFESIÓN:

¿PUEDE DIOS PERDONARME SI NO HAY UN CONFESOR?:

Nota: Video del padre Jorge Loring, sacerdote jesuita.

miércoles, 15 de enero de 2025

NO PERMITAS QUE TE DEN LA COMUNIÓN EN LA MANO Y DE PIE


—A Dios sólo se va de rodillas; pero el hombre es demasiado orgulloso y fatuo para doblarlas (San Agustín).

— Al nombre de Jesús, dóblese toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los infiernos (San Pablo).

Si los hombres pudieran verte con los sentidos del cuerpo, tal y como estás en el Santísimo Sacramento, todos caerían de rodillas, rostro en tierra, para adorarte en forma irresistible, inclusive tus más acérrimos enemigos. Pero Tú me has dicho muchas veces que la libertad sin prueba es una palabra hueca que no tiene sentido alguno. Y porque creaste al hombre libre has puesto un velo en este Sacramento, Misterio de Amor y Fe, para que sólo te contempláramos con ese sexto sentido de la fe, que se agranda con la humildad y se atrofia y anula con la fatuidad y el orgullo, para probar de esta suerte el libre albedrío.

Si pues te viera con los sentidos corporales me arrodillaría, ¿y por qué no te veo con ellos voy a permanecer de pie? ¿Dónde está en mí el “hombre nuevo”? ¡Oh, no! Ahora, más que nunca, me postraré. Me arrodillaré, como lo hizo Tomás cuando, reconociendo tu divinidad, exclamaba ¡Señor mío y Dios mío! Como se postraba Pedro cuando te confesaba por Hijo de Dios; como se postraba Magdalena, como se arrodillaban los rengos y leprosos, y los cieguitos a quienes Tú curabas; así me postro de hinojos, con esa rúbrica, ese gesto, el más natural, que constituye de por sí un acto de fe, al igual que haría si corrieras el velo del Sacramento y pudiera verte cara a cara.

Sé, Señor, que los israelitas comieron de pie el cordero pascual, pero porque aquello era sólo una figura, un símbolo, una promesa; pero… nada más, y las promesas se esperan de pie. Pero en la plenitud de los tiempos, Tú, en la Eucaristía, ya no eres símbolo, como muchos pretenden, sino la más viva realidad: eres Carne y Sangre, alimento nuestro. Y en todos los tiempos has puesto antorchas vivientes que dan testimonio de esta realidad. Así Ángela de Foligno, así Isabel de Reute, Nicolás von Flue, Catalina de Siena, Luisa Lateau, Ana Catalina Emmerich, sor María Marta Chambón, Teresa Neumann y tantos otros. Si dejaste la Santa Misa, renovación incruenta del mismo Sacrificio de la Cruz, también como memorial de tu Pasión y Muerte, y ya al comienzo te postraste en el suelo junto a la roca de Getsemaní, ¿qué menos puedo hacer yo que postrarme contigo, en el momento de recibir aquella misma sangre que sudaste y derramaste?

“De rodillas ante este gran Sacramento; que el Antiguo Testamento ceda lugar al Rito nuevo y supla la fe la flaqueza de nuestros sentidos”; así reza la Iglesia en el “Tantum ergo”. Tú bien claro dijiste, Señor: “no se puede poner vino nuevo en odres viejos”. Si los israelitas permanecieron de pie, alentando la esperanza de una promesa, nosotros, que de veras hemos progresado, DESEAMOS ARRODILLARNOS, y así lo haremos, para recibir y comer, ESTANDO EN GRACIA SANTIFICANTE (ESTO ES: SIN PECADO MORTAL MEDIANTE LA CONFESIÓN SACRAMENTAL), la Misma Realidad que se encuentra presente en todas y hasta en la más pequeña partícula de la hostia consagrada que recibiremos EN LA BOCA, no permitiendo que nos la den en la mano porque las partículas consagradas (donde estás completo con tu Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad) caerían al suelo y otras partes, algo que nunca permitiremos de nuestra parte.

Estamos en todo nuestro derecho de EXIGIR que se nos dé la Eucaristía de rodillas y en la boca. Y así, sin temor ni vacilación, lo exigiremos por amor a Ti, y de no lograrlo buscaremos aquellos pastores que tengan la suficiente reverencia para así hacerlo.

¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar!


martes, 3 de octubre de 2023

EL MODERNISMO PROPONE UN NUEVO, CONTRARIO Y DISTINTO EVANGELIO


Nadie en adulterio puede comulgar. Es la doctrina de la Iglesia durante dos mil años.

Jesús Nuestro Señor, El que es, era y ha de venir, ha dicho claramente que:

"Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio" (Mc 10,11-12).

"Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón" (Mt 5,27-28).

El católico solo debe desear y amar carnalmente a su legítimo cónyuge (con quien contrajo matrimonio religioso ante Dios). Quien se divorcia de él (de su legítimo cónyuge) y contrae matrimonio civil (ese dizque "matrimonio" es nulo ante Dios) comete adulterio y en adulterio no debe comulgar porque comulgaría sacrílegamente en pecado mortal y comería y bebería su propia condenación, como advierte San Pablo a aquellos que no se reconozcan a sí mismos (no reconozcan si hay pecado en su conciencia que les impida comulgar) ni distingan el Cuerpo del Señor de cualquier alimento (1 Corintios 11, 27-32).

No puede haber (como hoy, sacrílegamente, propone el modernismo enquistado en la Iglesia) ningún "discernimiento" sobre la posibilidad de comulgar viviendo en adulterio, porque esa persona desea a su nueva "pareja"  y con ella fornica, y no deja de hacerlo ni antes ni después de comulgar. Quien vive en estado de pecado mortal, solo si confesara (al sacerdote en el sacramento de la Penitencia) sus pecados con verdadero arrepentimiento y con firme propósito de no volver a pecar, puede acercarse a recibir la Eucaristía. El adúltero (el divorciado de su cónyuge legítimo, dizque vuelto a casar) que no tiene el firme propósito de dejar de vivir en amasiato (porque eso es realmente) no debe, en ningún caso, ni confesarse ni comulgar, pues no tiene arrepentimiento ni propósito firme de no pecar más. Acudir a ambos sacramentos sin esas disposiciones es sacrílego. A nadie está permitido comulgar si está en pecado mortal, sea éste cual fuere.

No olvidemos la enseñanza bíblica de San Pablo: quien así comulga "come y bebe su propia condenación" (1 Corintios 11, 27-32).

San Juan fue decapitado y recibió el martirio por defender la indisolubilidad del matrimonio ante el adulterio de Herodes, lo mismo ocurrió a Santo Tomás Moro que rechazó el del rey inglés Enrique VIII. Ninguno de los dos les propuso a los adúlteros realizar algún "discernimiento" (como hoy propone el modernismo enquistado en la Iglesia).

"Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema." (Gal 1,8).

"El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán". (Mt. 24, 35).


jueves, 12 de enero de 2023

COMULGA EN LA BOCA Y DE RODILLAS



Los modernistas increparon al Papa Pío X, para que les permitiera comulgar de pie, aduciendo que los israelitas habían comido de pie el cordero pascual, símbolo y promesa de la eucaristía. 

La respuesta del Papa fue: “Los símbolos y promesas se reciben de pie, más la realidad se recibe de rodillas y con amor.” 

Catecismo mayor papa san Pío X: 

¿Qué quiere decir: Comulgar con devoción? Comulgar con devoción quiere decir acercarse a la sagrada Comunión con humildad y MODESTIA, así en la persona como en el VESTIDO, prepararse antes (*) y dar gracias después de la sagrada comunión. 

643.- ¿Cómo hemos de estar en el acto de recibir la Sagrada Comunión? En el acto de recibir la Sagrada Comunión hemos de estar ARRODILLADOS, tener la cabeza medianamente levantada, los ojos modestos y vueltos a la Sagrada Hostia, la BOCA suficientemente abierta y la lengua un poco fuera sobre el labio. 

 (*)Nota: Antes de comulgar se debe analizar la conciencia y si se ha cometido pecado mortal después de la última Confesión bien hecha, deberá de acercarse al sacramento de la Penitencia, y con dolor de haber ofendido a Dios y con propósito firme de no volver a pecar, acusará sus pecados al sacerdote confesor. Nadie puede comulgar en pecado grave, pues hacerlo es un gravísimo sacrilegio y quien lo realiza "come y bebe su propia condenación" como explica san Pablo y enseña el Concilio de Trento. 
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 No vayas, por ningún motivo, con sacerdotes que obligan a tomar la hostia con la mano, en donde quedan partículas consagradas en las que está Cristo realmente presente y caen por todas partes.

martes, 17 de mayo de 2022

SI “A DIOS SÓLO SE VA DE RODILLAS”, ¿POR QUÉ, ARBITRARIAMENTE, NOS PROHÍBEN RECIBIRTE DE RODILLAS Y EN LA BOCA?


 Al nombre de Jesús, dóblese toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los infiernos (San Pablo). Si los hombres pudieran verte con los sentidos del cuerpo, tal y como estás en el Santísimo Sacramento, todos caerían de rodillas, rostro en tierra, para adorarte en forma irresistible, inclusive tus más acérrimos enemigos.

Pero Tú me has dicho muchas veces que la libertad sin prueba es una palabra hueca que no tiene sentido alguno. Y porque creaste al hombre libre has puesto un velo en este Sacramento, Misterio de Amor y Fe, para que sólo te contempláramos con ese sexto sentido de la fe, que se agranda con la humildad y se atrofia y anula con la fatuidad y el orgullo, para probar de esta suerte el libre albedrío.

Si pues te viera con los sentidos corporales me arrodillaría, ¿y por qué no te veo con ellos voy a permanecer de pie? ¿Dónde está en mí el “hombre nuevo”?

¡Oh, no! Ahora, más que nunca, me postraré. Me arrodillaré, como lo hizo Tomás cuando, reconociendo tu divinidad, exclamaba ¡Señor mío y Dios mío!

Como se postraba Pedro cuando te confesaba por Hijo de Dios; como se postraba Magdalena, como se arrodillaban los rengos y leprosos, y los cieguitos a quienes Tú curabas; así me postro de hinojos, con esa rúbrica, ese gesto, el más natural, que constituye de por sí un acto de fe, al igual que haría si corrieras el velo del Sacramento y pudiera verte cara a cara.

Sé, Señor, que los israelitas comieron de pie el cordero pascual, pero porque aquello era sólo una figura, un símbolo, una promesa; pero… nada más, y las promesas se esperan de pie. Pero en la plenitud de los tiempos, Tú, en la Eucaristía, ya no eres símbolo, como muchos pretenden, sino la más viva realidad: eres Carne y Sangre, alimento nuestro.

Y en todos los tiempos has puesto antorchas vivientes que dan testimonio de esta realidad.

Así Ángela de Foligno, así Isabel de Reute, Nicolás von Flue, Catalina de Siena, Luisa Lateau, Ana Catalina Emmerich, sor María Marta Chambón, Teresa Neumann y tantos otros.

Si dejaste la Eucaristía como la renovación del sacrificio del Calvario, y al comienzo de tu Pasión te postraste en el suelo junto a la roca de Getsemaní, ¿qué menos puedo hacer yo que postrarme contigo, en el momento de recibir aquella misma sangre que sudaste y derramaste?

“De rodillas ante este gran Sacramento; que el Antiguo Testamento ceda lugar al Rito nuevo y supla la fe la flaqueza de nuestros sentidos”; así reza la Iglesia en el “Tantum ergo”. Tú bien claro dijiste, Señor: “no se puede poner vino nuevo en odres viejos”.

Si los israelitas permanecieron de pie, alentando la esperanza de una promesa, nosotros, que de veras hemos progresado, DESEAMOS ARRODILLARNOS para recibir y comer la Misma Realidad.

Roma, Marzo de 1970.

martes, 12 de abril de 2016

COMUNIÓN ESPIRITUAL. EN QUÉ CONSISTE, FRUTOS Y BENEFICIOS.

"Cuando no podáis comulgar ni oír Misa, podéis comulgar espiritualmente, que es de grandísimo provecho". Santa Teresa de Ávila.

Con el nombre de Comunión Espiritual se entiende el piadoso deseo de recibir la Sagrada Eucaristía, cuando no se le puede recibir sacramentalmente. Ha sido practicada por todos los santos, con gran provecho espiritual.

Advertencias

1) La Comunión Espiritual puede repetirse muchas veces al día. Puede hacerse en la iglesia o fuera de ella, a cualquier hora del día o de la noche, antes o después de las comidas.

2) Todos los que no comulgan sacramentalmente deberían hacerlo al menos espiritualmente, al oír la Santa Misa. El momento más oportuno es, naturalmente, aquel en que comulga el sacerdote.

3) Los que están en pecado mortal deben hacer un acto previo de contrición, si quieren recibir el fruto de la Comunión Espiritual. De lo contrario, para nada les aprovecharía, y sería hasta una irreverencia, aunque no un sacrilegio, según explica el padre Antonio Royo Marín, OP, en su Teología Moral para Seglares. Los Sacramentos.

-oOo-

A propósito de la comunión espiritual, el Catecismo del Concilio Dogmático de Trento, llamado Catecismo Romano, porque es el compendio de la doctrina romana, se expresa así: “Hace falta que los pastores de almas enseñen que no hay sólo una manera para recibir los frutos admirables del sacramento de la Eucaristía, sino que hay dos: la comunión sacramental y la comunión espiritual”. La comunión espiritual es poco conocida y poco practicada, sin embargo es un manantial especial e incomparable de gracias. Por medio de ella muchas almas llegaron a gran perfección.

San Juan María Vianney, el Cura de Ars, decía: “Una Comunión espiritual actúa en el alma como un soplo de viento en una brasa que está a punto de extinguirse. Cada vez que sientas que tu amor por Dios se está enfriando, rápidamente haz una Comunión espiritual”.

El Sacro Concilio de Trento alaba mucho la Comunión espiritual, y exhorta a los fieles a practicarla.

Cuán agradable sea a Dios esta espiritual Comunión, y cuántas las gracias que por ella se nos conceden, lo manifestó el Señor a su sierva Sor Paula Maresca, fundadora del Monasterio de Santa Catalina de Siena, en Nápoles, mostrándole (como en su vida se refiere) dos vasos preciosos, de oro el uno y el otro de plata; y diciéndole que en el de oro conservaba sus comuniones sacramentales, y en el de plata las espirituales. Baste sobre todo saber que el Sacro Concilio de Trento alaba mucho la Comunión espiritual, y exhorta a los fieles a practicarla.

Jesús querría venir cada día a nuestro corazón con la comunión espiritual, pero no le basta todavía: querría unirse a nosotros continuamente. Este deseo divino se cumple con la comunión espiritual. “Cada vez que tú me deseas”, le decía Jesús a Santa Matilde, “tú me atraes dentro de ti. Un deseo, un suspiro, basta para ponerme en tu posesión”. A Sta. Margarita María le decía: “Tu deseo de recibirme ha tocado tan dulcemente mi corazón, que si yo no hubiera instituido ya este Sacramento, lo hubiera hecho en este momento, para unirme a ti”. El Señor le encargaba a Sta. Margarita de Cortona que le recordara a un religioso las palabras de San Agustín: “Cree y habrás comido”; es decir, haz un acto de fe y de deseo hacia la Eucaristía, y tú serás alimentado por este alimento divino. A la Beata Ida de Lovaina, durante una Misa en la que ella no había podido comulgar, Jesús le decía: “¡Llámame y yo vendré a ti!”, - “¡Venid, o Jesús!”, exclamó entonces la santa, y se sintió llenar de felicidad como si realmente hubiera comulgado. Finalmente, después de una comunión espiritual de la que gozaba todas las delicias, Santa Catalina de Siena oyó que Jesús le decía: “En cualquier lugar, de cualquier manera que me guste, yo puedo, quiero y sé satisfacer maravillosamente los santos ardores de un alma que me desee”.

Este deseo de Jesús de unirse a nosotros es infinito y omnipotente: no conoce otro obstáculo que nuestra libertad. Jesús ha multiplicado los milagros para venir a encerrarse en la hostia, para poder darse a nosotros. ¿Qué le cuesta hacer un milagro más y darse a nosotros?, ¿no es acaso el dueño de sí mismo, de todas sus gracias, de su divinidad? Y si, llamado por unas pocas palabras, baja del Cielo a la hostia, entre las manos del sacerdote, ¿no bajará a nuestro corazón, si es llamado por el ardor de nuestros deseos?

El primer efecto de la comunión espiritual es entonces el de acrecentar nuestra unión con la humanidad y con la divinidad del Verbo encarnado. Este es su efecto principal, su fruto esencial: todas las demás gracias que se reciben, derivan de ésta. He aquí un resumen de ellas:

El fervor es reavivado. La “comunión espiritual”, decía el Santo Cura de Ars, “hace sobre el alma el efecto de un golpe de soplillo sobre el fuego cubierto de ceniza y próximo a apagarse. Cuando sentimos que el amor de Dios se enfría, ¡corramos pronto a la comunión espiritual!”. En medio de las pruebas de nuestra peregrinación aquí abajo, continuamente nos invade la tristeza, y nuestro corazón se llena de densas tinieblas. La comunión espiritual disipa la bruma, como el sol de la mañana; ella devuelve la alegría al corazón y da al alma la paz.

Ella conserva también el recogimiento: es el medio más eficaz para predisponerse contra la disipación, la ligereza y todas las divagaciones de la mente y de la fantasía. Nos acostumbra a tener nuestra mirada fija en Jesús, a conservar con Él una dulce y constante intimidad, a vivir con Él en una continua unión de corazones.

Ella nos desapega de todo lo que es puramente sensible y terrenal; nos hace despreciar las vanidades que pasan, los placeres del mundo que duran poco. “Ella es el pan del corazón, dice S. Agustín, ella es la curación del corazón”. Ella separa nuestro corazón de todo lo que es impuro e imperfecto; lo transforma y lo une estrechamente al corazón de Jesús.

La comunión espiritual tiene también una eficacia maravillosa para borrar los pecados veniales y para perdonar las penas debidas al pecado. La comunión espiritual dará en el cielo a las almas que la habrán hecho bien, una gloria sorprendente, y éstas gustarán de unas alegrías especiales, más dulces y deliciosas, que otros no conocerán. Nuestro Señor le decía a Santa Gertrudis, que cada vez que uno miraba con devoción a la Hostia Santa, aumentaría su felicidad eterna y se prepararía para el cielo tantas delicias distintas a medida que multiplicaba aquí abajo las miradas de amor y de deseo hacia la Eucaristía.

La comunión espiritual, aumentando cada día nuestros deseos de recibir a Jesús, nos empuja a la comunión sacramental, nos impide dejarla por culpa nuestra, la hace ser más frecuente, nos dispone a recibirla mejor y a sacar más frutos de ella. La comunión espiritual es, según todos los Santos, la mejor preparación a la comunión sacramental.

Añadid además que la comunión espiritual se puede ofrecer según la intención del prójimo, sea a favor de los vivos, sea a favor de los difuntos. La beata Margarita María de Alacoque recomendaba la comunión espiritual en sufragio de las almas del Purgatorio. “Vosotros aliviaréis bastante a aquellas pobres almas afligidas, decía ella, ofreciendo por ellas comuniones espirituales para reparar el mal uso que ellas han hecho de las comuniones sacramentales”.

Se puede además hacer después de la oración, después de la meditación, después de la lectura espiritual, antes y después del rezo del rosario y por la noche antes de dormirse. Se puede hacer todas las veces que se quiera. Aquí no importa el tiempo, importa el ardor y la vehemencia del deseo, el hambre y la sed del alma, ¡el impulso del corazón!

Los santos son unánimes en exaltar las maravillas de la comunión espiritual. Llegan a decir, como la Ven. María de la Cruz, “que Dios, con este medio, nos colma muchas veces de las mismas gracias de la comunión sacramental”; y, con Santa Gertrudis y el P. Rodríguez, “alguna vez también da gracias más grandes”; porque, anota éste último, “aunque la comunión sacramental sea, de por sí, de una mayor eficacia, sin embargo el fervor del deseo puede compensar la diferencia”.


sábado, 19 de septiembre de 2015

OBISPO BOLIVIANO PROHÍBE LA COMUNIÓN EN LA MANO EN SU DIÓCESIS


Recientemente el Obispo de la Diócesis de Oruro, Bolivia, Monseñor Cristóbal Bialasik, en su habitual celebración dominical del Santo Sacrificio de la Misa, este pasado domingo 16 de agosto, ha expresado que en la Iglesia diocesana a él confiada no se continuará administrando el Cuerpo del Señor -la Hostia Consagrada- en la mano a los fieles (es decir a quienes no son sacerdotes).

El Prelado con justa razón desautoriza la administración de la Eucaristía de esa forma, ya que él mismo señaló, que se ha notado últimamente que hay personas que no consumen la Sagrada Forma al momento de recibirla, y se la quieren llevar fuera del templo con fines desconocidos.

Los sacerdotes celosos, de antaño, querían tener la seguridad de que quien recibiera la Hostia, fuera un feligrés conocido, a fin de evitar irreverencias, ya que habían judíos y miembros de otros grupos e ideologías que concurrían a las Misas para recibir el Cuerpo de Jesús, para luego profanarlo, arrojándolo al piso, escupiéndolo y pisoteándolo.

Como nos lo recuerda Mons. Athanasius Schneider, la práctica que hoy conocemos de la comunión en la mano nació en el siglo XVII entre los calvinistas, que no creían en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. “Ni Lutero lo habría hecho”, dijo el obispo: “De hecho, hasta hace relativamente poco los luteranos comulgaban de rodillas y en la boca, y todavía hoy algunos lo hacen así en los países escandinavos”.

Santo Tomás de Aquino, en su gran Summa Teológica, así lo confirma y explica:

«La administración del Cuerpo de Cristo corresponde al sacerdote por tres razones.

«Primera, porque él consagra en la persona de Cristo. Pero como Cristo consagró Su Cuerpo en la (Ultima) Cena, así también Él lo dio a otros para ser compartido con ellos. En consecuencia, como la consagración del Cuerpo de Cristo corresponde al sacerdote, igualmente su distribución corresponde a él.

«Segunda, porque el sacerdote es el intermediario designado entre Dios y el pueblo, por lo tanto corresponde a él ofrecer los dones del pueblo a Dios. Así, corresponde a él distribuir al pueblo los dones consagrados.

«Tercera, porque por reverencia a este Sacramento, nada lo toca sino lo que está consagrado, ya que el corporal y el cáliz están consagrados, e igualmente las manos del sacerdote para tocar este Sacramento. Por lo tanto, no es lícito para nadie más tocarlo, excepto por necesidad, por ejemplo si hubiera caído en tierra o también en algún otro caso de urgencia».1

A causa de la pérdida del sentido de pecado, advertida por el Papa Pío XII, hoy en día muchos fieles han perdido la fe en la Eucaristía, en la que Jesús se hace presente con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, así, de la manera en que los comulgantes reciben la Santa Comunión y asisten a la Misa, se ve claramente cuál es el grado de fe en la Presencia Verdadera.

Las profanaciones más graves se dan por la administración o recepción de los Sacramentos, o en el caso de la Santa Eucaristía, por la celebración indigna, es decir en pecado mortal, de ahí que la irreverencia deliberada y notable hacia la Santísima Eucaristía es el peor de los sacrilegios.

Recuerdo muy bien, un domingo en Chile, cuando con un colaborador apostólico visitábamos una parroquia rural. Ya en el pueblo, asistimos a la Misa. El párroco -un buen y santo sacerdote- tenía una visible invalidez que ciertamente no le permitía desplazarse. Llegado el momento de la comunión, la religiosa que actuaba de ministra de la comunión sostenía en una mano el copón, mientras que a su vez partía las sagradas formas para administrarlas. En acercarnos a recibir el Cuerpo del Señor, se veía que ésta, partía las hostias, y al hacerlo se veían caer al piso fragmentos no tan pequeños, hecho del cual la religiosa parecía no percatarse. Terminada la Santa Misa, los dos foráneos, sin habernos puesto de acuerdo, rápidamente fuimos a arrodillarnos ante los muchos fragmentos visibles esparcidos, y humedeciendo los dedos los consumimos.

Por hechos similares frecuentemente repetidos, en muchos países han surgido grupos de laicos cuya única responsabilidad es la de recoger fragmentos de las Hostias Consagradas que se han caído después de dar la comunión en la mano. 2

Sería largo mencionar todas las profanaciones (y/o irreverencias) en contra de Jesús Eucaristía, pero apuntemos las siguientes:

Recibir la Comunión con pecados graves en el alma, sin haberse confesado antes con un sacerdote.

Delante de Jesús Eucarístico se toma la postura de estar de pie y sentado.

Después de la Comunión eucarística pocos se quedan en íntima adoración con Jesús y casi todos salen inmediatamente terminada la Santa Misa.

Durante la comunión y después los fieles se quedan sentados, y muchas veces conversando.

Los cánticos, la manera de vestir, de hablar y el comportamiento general de la gente, no se diferencia en mucho, de lo que ocurre en otro tipo de reuniones.

Los cánticos y los instrumentos que se usan, el golpear las manos, dan a la Misa, un sentido de carnaval más que el de una función religiosa.

El olvido de Jesús presente en el Sagrario por parte de los fieles y de incluso muchos consagrados es casi total.

El Príncipe de la Teología afirma: «La Comunión la reciben los buenos y los malos pero con suerte muy desigual: de vida o muerte. Es muerte para los que la reciben sacrílegamente, es vida para los que dignamente la reciban».3



Germán Mazuelo-Leytón
Fuente: Adelante la fe.


1 AQUINO, TOMÁS, Summa Teológica, “Tertia Pars, Cuestión 82, Articulo 3”
2 MAZUELO-LEYTÓN, GERMÁN, El diablo no tiene rodillas, http://infocatolica.com/blog/contracorr.php/1304080215-el-diablo-no-tiene-rodillas
3 AQUINO, TOMÁS, Secuencia de la fiesta de Corpus Christi.

HAZ CLIC: ARGUMENTOS Y RAZONES PARA RECHAZAR DEFINITIVAMENTE ESTA PRÁCTICA

jueves, 20 de agosto de 2015

LOS MODERNISTAS PRETENDEN MANIPULAR EL PRÓXIMO SÍNODO (ENTREVISTA A MONS. ATHANASIUS SCHNEIDER)

EL INSTRUMENTUM LABORIS DEL SÍNODO PROMUEVE UNA AGENDA CONTRARIA A LA LEY DIVINA, SEÑALA EL OBISPO


Entrevista concedida al diario Catholic Voice por Mons. Athanasius Schneider. Publicada el 13 de agosto de 2015.

Su Excelencia, el Instrumentum Laboris para el Sínodo 2015 afirma que hay un “común acuerdo” [c’è un comune accordo] en favor de un “camino penitencial, bajo la autoridad del Obispo, para los fieles divorciados vueltos a casar civilmente, que se encuentran en situación de convivencia irreversible”. ¿Es correcto sugerir que hay un “común acuerdo”?

[Mons. Athanasius Schneider:] La afirmación de que existe un “común acuerdo” en el “camino penitencial” no es correcta. El único documento público que permitiría determinar la efectiva opinión de los obispos sobre este tema, es la “Relatio Synodi” de 2014. Allí está documentado que el 40% de los miembros del Sínodo rechazó un tal “camino penitencial”. Cuando nos enfrentamos a tal resultado, uno difícilmente puede hablar de un “común acuerdo”. Más aún, no hay ninguna especificación en cuanto a una definición concreta de un tal “camino penitencial”.

A la luz de este uso de la frase “c’è un comune accordo”, ¿está la credibilidad del Instrumentum Laboris amenazada? Incluso uno podría concluir que hay un intento de imponer en el Sínodo la comunión para los divorciados vueltos a casar a pesar de la oposición. ¿Tiene algún comentario sobre esto?

[Mons. Athanasius Schneider:] A la luz de un análisis cuidadoso de los hechos, uno se queda con la sospecha de que los autores del Instrumentum Laboris tratan de impulsar la agenda de un determinado grupo de presión clerical con el fin de cambiar la ley divina de la no admisión del divorciado y vuelto a casar a la Santa Comunión.

Al comentar sobre el Sínodo, monseñor Forte ha dicho que una de las prioridades debería ser una discusión de permitir a aquellos que se han divorciado y vuelto a casar fuera de la Iglesia para que sean “padrinos o madrinas, catequistas, ministros extraordinarios de la Eucaristía”. ¿Qué piensa de esta idea?

[Mons. Athanasius Schneider:] En primer lugar, es necesario recordar la importancia de los padrinos de acuerdo con la constante enseñanza y la práctica de la Iglesia: Un patrocinador (padrino o madrina) debe ayudar a la persona bautizada a llevar una vida Cristiana de acuerdo con el bautismo y a cumplir fielmente las obligaciones inherentes a él. Para que se le permita tomar la función de patrocinador una persona debe ser un Católico que lleva una vida de fe de acuerdo con la función que va a tomar (cf. Cánones 872 y 874 § 1, 3). Los patrocinadores y aquellos que toman el lugar de los padres están obligados a formar a los niños por la palabra y el ejemplo en la fe y en la práctica de la vida Cristiana (cf. Canon 774, § 2). Cuando un padrino o una madrina o un catequista lleva un estilo de vida que contradice públicamente el Sexto Mandamiento y la indisolubilidad del matrimonio Cristiano, entonces él o ella seguramente no puede ser un ejemplo de una vida de fe. Lo mismo es válido para los ministros extraordinarios de la Eucaristía. La defensa de la admisión de los divorciados y vueltos a casar a la tarea de padrinos y catequistas no puede ser en última instancia, para el verdadero bien espiritual de los niños, sino resulta ser una instrumentalización de una agenda ideológica específica. Esta es una deshonestidad y una burla a la institución de los padrinos y los catequistas que por medio de una promesa pública toman la tarea de educadores de la fe. En el caso de los padrinos o los catequistas que están divorciados y vueltos a casar, su vida, sin embargo, contradice continuamente sus palabras, y entonces tienen que afrontar la amonestación del Espíritu Santo a través de la boca del Apóstol Santiago: “Poned por obra la Palabra y no os contentéis sólo con oírla, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1: 22).

Excelencia, en el debate en curso sobre el “matrimonio” de personas del mismo sexo algunos grupos Católicos se han convertido en abiertos a la idea de reconocer que las parejas del mismo sexo pueden tener relaciones amorosas a largo plazo por lo que concluyen que es posible reconocer las uniones civiles de personas del mismo sexo. Es evidente que incluso algunos obispos apoyan esta idea pero, ¿podría esto alguna vez ser una auténtica posición Católica?

[Mons. Athanasius Schneider:] Esto no puede ser nunca una auténtica posición Católica porque contradice directamente las palabras de Dios, que dice que los actos homosexuales y el estilo de vida homosexual son una grave ofensa de la voluntad de Dios (cf. Gn 18:20; Lev 18:22 ; 20:13; Is 3: 9; Rom 1: 26-27; 1 Cor 6:10; 1 Tim 1:10; Jud 7). Cometer el mal a un largo plazo e incluso en la relación amorosa no puede transformar el mismo mal en bien. Sólo un verdadero arrepentimiento que incluye la contrición y el firme propósito de evitar el mal cancela con la gracia de Dios el mal. Sería absurdo afirmar que el alcoholismo va a obtener un reconocimiento positivo debido al largo plazo y la relación de amor de dos personas que establecieron esta relación sobre la base de su propensión al alcohol. La misma absurdidad contiene la afirmación arriba mencionada sobre las uniones de personas del mismo sexo.

También parece haber una presión hacia un “nuevo lenguaje” con algunos que dicen que usar las frases “tendencias homosexuales” e “intrínsecamente desordenadas” deben ser evitadas a menos que se cause un delito, ¿Que saca Ud. de este empuje por el uso de un lenguaje políticamente correcto?

[Mons. Athanasius Schneider:] Tenemos que llamar a las cosas por su nombre real; de lo contrario, vamos a engañar a los demás y a nosotros mismos. Llamar a las cosas por su nombre no significa una intención de crear una discriminación, siempre que hablemos con respeto y sabiduría pedagógica. Existen algunos síntomas deficientes de naturaleza corporal o espiritual, como el miedo a las alturas, la claustrofobia, el mareo, la falta de visión, etc. Ninguna persona con sentido común se indignará cuando nombramos tales fenómenos como una deficiencia. De hecho, la atracción homosexual es en sí misma un síntoma de deficiencia sexual-psicológica, que toda la historia de la civilización humana ha considerado como una deficiencia y la ha llamado por su nombre. Bajo la presión de la nueva ideología de género, que tiene sus raíces en la ideología Marxista, en la década de 1970 la homosexualidad fue excluida del Manual Internacional de enfermedades Psicológicas. De tal manera, las personas que sufren de atracción homosexual fueron tomadas rehenes de una ideología radical, en cuanto se les niega la oportunidad de recibir la curación o de mejora su situación psicológicamente defectuosa. Tener una deficiencia no es una vergüenza, sino es un hecho. Los que efectivamente alientan a las personas deficientes, en nuestro caso personas que sienten una atracción homosexual, para que abusen de su deficiencia para conseguir ser más deficientes y consecuentemente se conviertan en adictos, cometen una grave injusticia hacia estas personas que necesitan y quieren recibir ayuda en su deficiencia espiritual y psicológica.


¿Su Excelencia, desde la legalización del aborto en Irlanda en 2013, los hospitales Católicos, como el Hospital Universitario Mater Misericordiae, Dublín, han emitido declaraciones indicando que van a cumplir con las nuevas leyes sobre el aborto. En estas circunstancias, ¿cuál es el deber de un arzobispo u obispo en cuya jurisdicción residen estos hospitales?

[Mons. Athanasius Schneider:] El deber de un obispo Católico en tal caso es privar al hospital del título “Católico” y recordar a sus fieles que los cómplices del horrible crimen del aborto cometen un pecado grave y son amenazados con la excomunión. El castigo de la excomunión es una medida medicinal con el fin de evitar que la persona culpable cometa nuevos delitos y así asegurar su salvación eterna. Este fue el método de Dios mismo (la predicación del juicio y del castigo a través de los Profetas), de Nuestro Señor Jesucristo (el discurso de la excomunión en Mt 18: 15-18) y de los Apóstoles (la excomunión realizada por San Pablo, cf . 1 Cor 5: 4-5) y así tiene que ser también el método de la Iglesia. Cuando la Iglesia desista de este método Divino, ella no será más fiel a Dios, ella no será más una verdadera madre que castiga a su hijo con el fin de salvarlo. Por el contrario, tal iglesia será una madre falsa que desastrosamente mima al niño para su daño o una madrastra que es indiferente acerca de la salvación del niño. Las siguientes palabras de excomunión pronunciada por San Pablo e inspiradas por el Espíritu Santo, siguen siendo válidas para todos los períodos de la historia de la Iglesia inclusive para nuestros días: “Con el poder de Jesús Señor nuestro, sea entregado ese individuo a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu se salve en el Día del Señor” (1 Cor 5: 4-5).

Durante el debate del “matrimonio” de personas del mismo sexo en Irlanda, un obispo afirmó que los Católicos podían en buena conciencia votar por esta propuesta y los amonestó a no votar en contra de ella por odio. Además, muchos clérigos utilizan los medios de comunicación para también alentar a los votantes a que redefinan el matrimonio. Esta situación se repite en todo el mundo occidental, ¿qué cree Ud. que le ha pasado al clero en este sentido y qué se debería hacer para corregir la situación?

[Mons. Athanasius Schneider:] Esos clérigos que animan a los fieles para que voten por el matrimonio de personas del mismo sexo por este mismo hecho se revelan a sí mismos como falsos profetas, como los que pervierten la Palabra de Dios. Ellos se autorrevelaron como mentirosos públicos, a quienes se aplica plenamente estas palabras de la Sagrada Escritura: “¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal; que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad; que dan amargo por dulce, y dulce por amargo!” (Is 5:20) y: “Tus profetas vieron para ti visiones de falsedad e insipidez. No revelaron tu culpa, para cambiar tu suerte. Oráculos tuvieron para ti de falacia e ilusión” (Lam 2: 14). A tales sacerdotes y obispos el Apóstol Pablo sin ninguna duda diría hoy estas palabras: “Esos tales son unos falsos apóstoles, unos trabajadores engañosos, que se disfrazan de apóstoles de Cristo” (2 Cor 11:13). Para remediar esta situación en primer lugar es necesario que los obispos fieles enseñen claramente y sin ambigüedades la verdad de Cristo y corrijan explícitamente la enseñanza de estos falsos profetas.

Excelencia, en una serie de entrevistas Ud. ha mencionado los intentos de manipular los procedimientos del Sínodo 2014. Muchos fieles de todo el mundo están ansiosos de que se estén haciendo intentos para manipular el Sínodo 2015. ¿Qué puede hacerse para detener tal manipulación? ¿Qué pueden los que no están directamente involucrados en el Sínodo hacer si surge evidencia de una renovada manipulación?

[Mons. Athanasius Schneider:] Con el fin de detener tales manipulaciones debemos en primer lugar, implorar fervientemente la intervención Divina y celestial, para que las siguientes palabras de Dios se puedan realizar en nuestros días durante el próximo Sínodo: “Dios las tramas de los astutos desbarata, y sus manos no logran sus intrigas. Prende a los sabios en su astucia, el consejo de los sagaces se hace ciego” (Job 5: 12-13).

Más aún, tenemos que exponer y defender la verdad Divina sobre el matrimonio y la familia en formas escritas y orales, ejercitando por este medio el servicio de la verdad como un gesto importante de nuestro amor por nuestro prójimo. Cuando existen seguros elementos de prueba se debe tratar de desenmascarar las maquinaciones de los falsos profetas dentro de la Iglesia. San Pedro, el primer Papa, escribió en su segunda Encíclica las siguientes palabras, que son aplicables a aquellos sacerdotes y obispos que enseñan en nuestros días la bondad del estilo de vida homosexual y la legitimidad de recibir la Sagrada Comunión por parte de quienes viven públicamente en una alianza adúltera: “Habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán herejías perniciosas y que, negando al Dueño que los adquirió, atraerán sobre sí una rápida destrucción. Muchos seguirán su libertinaje y, por causa de ellos, el Camino de la verdad será difamado. Traficarán con vosotros por codicia, con palabras artificiosas; desde hace tiempo su condenación no está ociosa, ni su perdición dormida.” (2 Pedro 2: 1-3).

Su Excelencia, ¿durante este tiempo de confusión y desorientación sin precedentes en la Iglesia hay santos o escritos espirituales a los cuales acudir en busca de consuelo y aliento? ¿Podría compartir con nuestros lectores frases o ideas que nos alienten?

[Mons. Athanasius Schneider:] Tenemos que buscar esos santos que brillaron como luces en períodos particularmente confusos de la Historia de la Iglesia. Entre el clero, me gustaría nombrar a San Atanasio sus sufrimientos y sus escritos sobre la historia de los Arrianos; San Gregorio VII, que intrépidamente defendió la castidad (contra el concubinato clerical y la sodomía) y la libertad (en contra de la interferencia del poder civil en los asuntos espirituales) de la Iglesia, la Esposa de Cristo; San Juan Fisher, que a costa de su vida fue el único obispo inglés de su tiempo que defendió la indisolubilidad del matrimonio y la primacía del Papa; San Pío X que fue en sus palabras y en sus hechos extraordinariamente claro y valiente y nunca se doblegó ante la presión de la corrección política ni dentro ni fuera de la Iglesia.

Entre los laicos se puede mencionar particularmente: Santa Catalina de Siena, Santo Tomás Moro, Gabriel García Moreno, el eminentemente pío y valiente Presidente de Ecuador, que fue asesinado en 1875 en “odium fidei” inmediatamente cuando salió de la iglesia en la que había pasado una hora en adoración Eucarística. El siervo de Dios Jerome Lejeune (+ 1994): fue condenado al ostracismo por la élite médica, académica y política, debido a su fuerte posición contra el aborto; no recibió un aumento de sueldo durante casi 20 años; sus becas para investigación fueron retiradas y se vio obligado a cerrar su laboratorio.

Sería una gran ayuda espiritual para nosotros en nuestros días, en medio de la persecución desde fuera de la Iglesia y la marginación desde dentro de la Iglesia leer las biografías y escritos de los santos y siervos de Dios antes mencionados y especialmente la vida de los mártires. Leí en alguna parte esta frase, que puede animarnos: “No es importante lo que digan de nosotros hoy, sino lo que dirán de nosotros cien años después de nuestra muerte”.

Traducción por Secretum Meum Mihi.

viernes, 6 de marzo de 2015

LA IGLESIA AFRICANA CONTRA EL SACRILEGIO DE DAR LA COMUNIÓN A DIVORCIADOS CON NUEVA PAREJA


"PELIGROSA ESQUIZOFRENIA" DENOMINA EL CARDENAL SARAH A ESTA NUEVA HEREJÍA DE MANTENER LA DOCTRINA EN LA TEORÍA PERO CONTRADECIRLA EN LA PRÁCTICA

La editorial francesa Fayard se dispone a lanzar un libro en el que se entrevista a uno de los más influyentes miembros del Colegio Cardenalicio, el recientemente nombrado (noviembre de 2014) prefecto de la Congregación para el Culto Divino, cardenal Robert Sarah. Titulado “O Dios o nada” (Dieu ou rien), lleva el interesantísimo subtítulo “Entretien sur la foi” (Conversación sobre la fe).

En la presentación del libro realizada por la revista francesa Famille Chrétienne descubrimos este notable fragmento de las palabras del cardenal Sarah refutando -con toda la doctrina católica- un herético concepto argüido por el modernista cardenal Kasper quien propone la aprobación de la sacrílega comunión a los divorciados con nueva pareja.
El cardenal Sarah aniquila el "fundamento" de esta herejía kasperiana que dice sostener simultáneamente la teoría doctrinal mientras en los hechos la contradice, en nombre de la "práctica pastoral".  El purpurado advierte, además, que la Iglesia africana se mantendrá fiel a la doctrina de Cristo: "La idea de dejar el Magisterio en una bonita caja y así separarlo de la práctica pastoral -la cual evolucionaría dependiendo de las circunstancias, las modas y las pasiones-, es una forma de herejía, una peligrosa esquizofrenia patológica. Solemnemente afirmamos que la Iglesia en África se opondrá firmemente a cualquier forma de rebelión contra el magisterio de Cristo y de la Iglesia".

Fuentes: Rorate-caeli y otras.

sábado, 20 de diciembre de 2014

POR QUÉ NO DEBE DARSE LA COMUNIÓN EN LA MANO, EXPLICA MONS. SCHNEIDER



La plataforma pro vida de Francia “Renaissance Catholique” se ha reunido con Mons. Athanasius Schneider, obispo auxiliar de Astana, en Kazakhstan para conocer detalles sobre su reciente obra, Corpus Christi. La Comunión en la mano en el corazón de la crisis de la Iglesia, que acaba de ser publicada por la editorial Contretemps. Durante ese encuentro monseñor hizo las declaraciones arriba señaladas y agregó:

"La Eucaristía y la santa Comunión no son una cosa, ni siquiera la más santa, sino una Persona: el mismo Jesucristo. Mientras que la adorable Persona de Cristo, escondida bajo las humildes especies sacramentales, sea tratada de una manera tan banal, indelicada y superficial como sucede a día de hoy, en la Iglesia no podrá producirse un verdadero progreso espiritual. Si el corazón de la vida de la Iglesia es la Eucaristía, cuando la forma de tratarla se vuelve manifiestamente defectuosa, el corazón mismo de la vida de la Iglesia se debilita. Y cuando el corazón está débil, todas las acciones del cuerpo se tornan menos eficaces. Si no nos tomamos en serio la exigencia de la fe eucarística, es decir, la disposición del alma en estado de gracia y la manera altamente sacra de tratar a Nuestro Salvador y Señor en el momento de la Santa Comunión, continuaremos viviendo en una situación a la que se aplican estas palabras de Dios: “Si Dios no construye la casa, en vano trabajan los constructores” (Sal 127, 1). Ciertamente que existen cuestiones muy importantes en la vida de la Iglesia contemporánea: la transmisión, en toda su pureza, de la fe católica respecto a las verdades centrales del dogma y de la moral por medio de la catequesis y del testimonio público, la urgencia por defender la vida humana (contra la plaga del aborto), la familia (contra el divorcio, el concubinato, la poligamia), la necesidad de redescubrir el sentido natural de la sexualidad humana (contra la ideología neo-marxista de género). Todos estos compromisos, necesarios y urgentes, serían ciertamente más eficaces y mejor bendecidos por Dios, si la Iglesia pusiese de una manera muy concreta la mayor de las atenciones en el Señor eucarístico especialmente en la Santa Comunión...

"Cuando, por ejemplo, en una sinagoga el libro de la Torah cae al suelo accidentalmente, la comunidad judía que está presente guarda un día de ayuno y penitencia. ¿Cuántas parroquias católicas ayunan y hacen penitencia, cuando las partículas eucarísticas caen al suelo o son robadas? Recordémoslo: de la fe y de la práctica eucarística depende hoy el futuro de la Iglesia".

Haz clic aquí: VIDEO ACERCA DE LA COMUNIÓN EN LA MANO: "JESÚS ESTÁ EN EL SUELO" Y ARGUMENTOS PARA RECHAZAR DEFINITIVAMENTE ESTA PRÁCTICA

jueves, 30 de octubre de 2014

HABRÁ FALSOS MAESTROS QUE INTRODUCIRÁN HEREJÍAS DESTRUCTORAS

“El que no ame a nuestro Señor Jesucristo, sea anatema": San Pablo. 1 Corintios 16:22

DEBEMOS DEFENDER LA DOCTRINA DE LA IGLESIA CATÓLICA PORQUE

"No resistir el error, es aprobarlo; no defender la verdad, es ahogarla... Quien cesa de oponerse a un crimen manifiesto, puede ser considerado como cómplice secreto del mismo".

San Félix III, Papa, años 483-492. Citado en la encíclica “INIMICA VIS” del 8 de diciembre de 1892 por el Papa León XIII. 

domingo, 20 de julio de 2014

EXTERIORIZAR EL AMOR COMULGANDO CON FE, CARIÑO, DE RODILLAS Y EN LA BOCA

Testimonio ejemplar de una catequista laica



Me preguntaban hace poco mis niños del Catecismo que cómo me preparo yo para recibir a Jesús, ya que les hablaba de la importancia de estar dispuestos no sólo por dentro, sino también por fuera. Interior y exteriormente. Esto les llamaba mucho la atención: preparar no sólo el alma, sino también el cuerpo.

Normalmente hablamos del estado de Gracia, pero ¿cuidamos también lo que queda a la vista, nuestros gestos, lo que ven los demás, lo que ve también el mismo Dios? ¿Comulgamos o nos situamos en una cola, cual si fuera el día del espectador y estuviéramos en el cine, esperando a que nos den la entrada?

Ojalá mantuviéramos esa candidez de los niños, esa apertura que ellos tienen a las cosas sencillas, a querer acercarse más a Jesús y a mejorar en su corta vida espiritual. Hace poco, contemplaba medio asombrada como una madre obligaba a su niña a quedarse de pie en la Consagración e igualmente, al recibir la Comunión. ¿En que momento de nuestra vida cambiamos la dulzura infantil para regresar a la etapa cavernícola? ¿Avance o retroceso? ¿Libertad o imposición?

Proponer lo bueno, esa es la idea. Es como cuando el médico nos impone una dieta saludable y nos negamos a obedecer porque no entendemos que va a provocar un beneficio en nuestro organismo, pero, cuando vemos a otros que lo cumplen y su vida da un giro en cuánto a salud, entendemos que detrás de la teoría hay una práctica recomendable que nos lleva a un estado de bienestar inmediato. Así es la vida espiritual también, no sólo una teoría, sino una práctica que hay que ejecutar de manera inmediata, si queremos progresar en el camino al cielo.

Las muestras de amor externas son tan bellas como el estar limpios interiormente. ¿A quién no le gusta una mesa bien presentada? ¿A que madre no le gusta que su hijo la abrace y la bese? ¿A quien no le agradan unas flores perfectamente colocadas sobre un jarrón?

Exteriorizar el amor, esa es la palabra.

¿Cómo llevo esta idea, al momento de recibir a Jesús dentro de mí, a ese preciso instante en que nuestro cuerpo es traspasado por la Gracia infinita de Dios?

“In nomine Iesu omne genu flectatur caelestium et terrestrium et infernorum”
“Al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos”

En mi ciudad apenas hay dos Iglesias que nos permiten Comulgar de rodillas en la boca. No debemos exigir lo que no nos es dado de buen grado, de buena voluntad. No obstante…¿Derecho? ¿Lo tenemos? Instrucción REDEMPTIONIS SACRAMENTUM, para ratos de ocio. Ahí podemos encontrar la respuesta a la pregunta. Si el documento se te hace largo, la respuesta es: SÍ. No obstante, no hay reivindicaciones, las cosas del Señor son actos de amor.

Nos pasamos el día con muestras de cariño a los demás, beso arriba, beso abajo, abrazo por aquí, abrazo por allá, dicen que los españoles somos el país más besucón y, curiosamente, cuando se trata del Amor de los Amores tenemos reparo a la hora de demostrar que nuestro corazón se derrite ante Él. Podemos dar gritos y saltos ante el cantante de moda, pero ante Jesús pasamos como quien va a la cola del supermercado y le toca su turno, rutinariamente.

La forma en la cual yo quiero recibir al Señor es de rodillas y en la boca.

Durante estos años se jugó con la ignorancia de muchos fieles y prácticamente se nos obligó a Comulgar en la mano con una serie de argumentaciones “progresistas”, que a día de hoy se han caído por su propio peso como un elefante subido a una liana y todo esto ha tenido su efecto negativo, hemos perdido la sensibilidad y una corriente luterana ha recorrido nuestros Templos haciéndonos olvidar la presencia real de Jesús en la Hostia.

Durante la Misa vivimos la muerte del Señor, en comunidad, con signos que nos unen, no que nos separan a unos de otros.

A diario me preguntan ¿por qué comulgas de rodillas y en la boca? Para mí, es entrar en el cielo en ese preciso momento en que ¡por fin! lo tengo delante de mí. Mi alma quiere salir del cuerpo y entrar en un abrazo místico con el Señor y no encuentro otra manera más sublime de demostrarlo que bajando mis dos rodillas a tierra. ¿Cómo puedo quedarme de pie, ante Él, que me lo ha dado todo? Me siento pequeña ante Jesús en la Hostia, ante el Buen Dios que se ha quedado en (lo que antes era) un trozo de pan por mí, y no puedo por más que decirle con mi cuerpo cuanto lo amo, cuan agradecida estoy por tanto amor. De rodillas ante Él, con las manos del Sacerdote llevándolo a mi boca, así es como yo quiero Comulgar. Así siento que debo hacerlo y así me lo recomienda la Iglesia.

¿Beaterías? No, ¡amor!.

SONIA VÁZQUEZ

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