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miércoles, 28 de octubre de 2020
¿PUEDEN EXISTIR VARIAS RELIGIONES BUENAS?: Tomado del libro «La Religión Demostrada» del Reverendo Padre P. A. Hillaire
Con los criterios aquí expuestos -que datan de 1900 con todas las aprobaciones oficiales-, y que representan la verdadera doctrina de la Iglesia, es fácil a cualquier fiel poder evaluar las reuniones ecuménicas y derivadas que erradamente se vienen promocionando en los últimos 50 años por la jerarquía de la Iglesia, en las cuales se invitan a otras religiones a orar por objetivos comunes, como la paz mundana. El solo hecho de invitar a otra religión, en tanto que tal, a orar, incluso si no se hace conjuntamente, presupone forzosamente en el que invita el reconocimiento explícito de la plena validez, efectividad y capacidad del invitado de agradar a Dios con las mismas, lo cual no es más que poner en pie de igualdad a todas las religiones, lo mismo las falsas que la verdadera. Veamos detenidamente lo que siempre ha enseñado la Iglesia Católica ‐que es una verdad perenne‐ y que magistralmente explica el Padre Hillaire a continuación:
«¿Pueden existir varias religiones buenas?
Respuesta: No; pues no puede haber sino una sola religión verdadera. Así como no hay más que un solo Dios, no hay más que una sola verdadera manera de honrarle; y esta religión obliga a todos los hombres que la conocen.
1º Una religión, para ser buena, debe agradar a Dios. Pero como Dios es la verdad, y una religión falsa no podría agradarle, no puede aprobar una religión fundada sobre la mentira y el error.
2º No puede existir más que una sola religión verdadera, pues la religión es el conjunto de nuestros deberes para con Dios y estos deberes son los mismos para todos los hombres. Y, a la verdad, estos deberes nacen de las relaciones existentes entre la naturaleza de Dios y la naturaleza del hombre. Pero como la naturaleza de Dios es una, y la naturaleza humana es la misma en todos los hombres, es evidente que, los deberes tienen que ser los mismos para todos. Por consiguiente, la verdadera religión es una y no puede ser múltiple. Las formas sensibles del culto pueden variar; la esencia del culto, no.
3º Toda religión comprende tres cosas: dogmas que creer, una moral que practicar y un culto que rendir a Dios. Si dos religiones son igualmente verdaderas, tienen el mismo dogma, la misma moral, el mismo culto; y entonces ya no son distintas.
Si son distintas, no pueden serlo sino por enseñar doctrinas diferentes acerca de una de estas materias y, en este caso, ya no son igualmente verdaderas. Por ejemplo, a esta pregunta: ¿Jesucristo es Dios? Sí, dice un católico; puede ser, dice un protestante racionalista; no, contesta un judío; es un profeta como Mahoma, añade un musulmán… Estos cuatro hombres no pueden tener razón a la vez; evidentemente uno solo dice la verdad. Luego, las religiones que admiten, aunque sólo sea una verdad dogmática diferente, no pueden ser igualmente verdaderas.
Lo que decimos del dogma hay que afirmarlo también de la moral no hay más que una sola moral, puesto que ha de fundarse en la misma naturaleza de Dios y del hombre que no se mudan. Lo mismo debe decirse del culto, por lo menos en cuanto a sus prácticas esenciales.
Cuando los protestantes dicen: "Nosotros servimos al mismo Dios que los católicos, luego nuestra religión es tan buena como la de ellos", contestamos: ‐Ciertamente, vosotros servís al mismo Dios puesto que no hay más que uno, pero no le servís de la misma manera. No le servís, en la forma con que quiere ser servido. Ahí está la diferencia… Dios es el Señor, y el hombre debe someterse a su voluntad.
Los que dicen que todas las religiones son buenas, no ven en la religión más que un homenaje tributado a Dios, y piensan erróneamente que cualquier homenaje le es grato. Olvidan que la religión encierra verdades que creer, deberes que cumplir y un culto que tributar. Y es claro que no pueden existir varias religiones de creencias contradictorias y de prácticas opuestas, porque la verdad es una sola, y Dios no puede aprobar el error.
PRIMERA OBJECIÓN: Todas las religiones son buenas
Respuesta: ¿Acaso todas las monedas son buenas? ¿No hay que distinguir entre las verdaderas y las falsas? Pues lo mismo sucede con la religión. Pero, la moneda falsa supone la buena de la que no es más que una criminal imitación; así, las falsas religiones suponen la verdadera.
Si todas las religiones son buenas se puede ser católico en Roma, anglicano en Londres, protestante en Ginebra, musulmán en Constantinopla, idólatra en Pekín y budista en la India. ¿No es esto ridículo? ¿No es afirmar que el sí y el no son igualmente ciertos en el mismo caso?
‐Decir que todas las religiones son buenas es un absurdo palpable, una blasfemia contra Dios, un error funesto para el hombre.
1º Un absurdo. ‐Es cierto que en las diferentes religiones hay algunas verdades admitidas por todos (o casi todos), como son la existencia de Dios, la espiritualidad del alma, la vida futura con sus recompensas y castigos eternos. Mas ellas se contradicen en otros puntos fundamentales. El católico, por ejemplo, afirma que la Iglesia tiene por misión explicarnos la palabra de Dios encerrada en la Biblia, mientras que el protestante declara que todo cristiano debe interpretar por sí mismo la palabra divina y forjarse una religión a su manera…
Podríamos citar indefinidamente las divergencias contradictorias de las diversas religiones. Pero es evidente que dos cosas contradictorias no pueden ser verdaderas, porque la verdad es una, como Dios, y no se contradice. Si la Iglesia ha recibido de Jesucristo la misión de explicarnos la Biblia, no queda a la voluntad de cada cristiano el interpretarla a su manera… Es absurdo decir que el sí y el no pueden ser igualmente ciertos sobre el mismo punto… Mas como lo que no es verdadero, no es bueno, porque la mentira y el error de nada sirven, debemos concluir que no pudiendo todas las religiones ser verdaderas, no pueden ser todas buenas.
2º Una blasfemia contra Dios. ‐Decir que todas las religiones son buenas, no es solamente contradecir al buen sentido, sino blasfemar contra Dios. Es tomar a Dios por un ser indiferente para la verdad y para el error. Se supone que Dios puede amar con igual amor de complacencia al cristiano que adora a su Hijo Jesucristo que al mahometano que le insulta; que debe aprobar al Papa, que condena la herejía, y a Lutero, a Calvino y a Enrique VIII, que se rebelan contra la Iglesia; que bendice al católico que adora a Jesucristo presente en la Eucaristía y sonríe al calvinista que se burla de ese misterio… Pero atribuir a Dios semejante conducta es negar sus divinos atributos; es decir, que trata a la mentira como a la verdad, al mal como al bien, y que acepta con la misma complacencia el homenaje y el insulto… ¿No es esto una blasfemia estúpida?
3º Un error funesto para el hombre. ‐Para llegar a la felicidad eterna debe el hombre seguir el camino que a ella le lleva, y sólo la religión verdadera es el camino que lleva al cielo. ¿No es una gran desgracia errar el camino? ¡Y si al menos llegados al término se pudiera desandar lo andado!… Pero si uno yerra por su culpa, se ha perdido para toda la eternidad.
LA INDIFERENCIA AL ENSEÑAR QUE SE PUEDEN SEGUIR TODAS LAS RELIGIONES (es decir cualquier religión), PROPENDE A ALEJAR AL HOMBRE DE LA VERDADERA RELIGIÓN, DEL ÚNICO MEDIO DE ALCANZAR SU META. ES, POR CONSIGUIENTE, UN ERROR FUNESTO.
SEGUNDA OBJECIÓN: Un hombre honrado no debe cambiar de religión hay que seguir la religión de los padres.
Respuesta: Cada uno puede y debe seguir la religión de sus padres si esta religión es verdadera; pero si es falsa, hay obligación de renunciar a ella para abrazar la verdadera.
Así, cuando uno ha tenido la dicha de nacer en la verdadera religión (la Católica romana), no necesita cambiar de creencias, y debe estar pronto a derramar hasta la ultima gota de su sangre antes que apostatar. Pero cuando no se ha tenido la dicha de nacer en la verdadera religión, si uno llega a conocerla, es absolutamente necesario, so pena de falta grave, abandonar la falsa religión y abrazar la verdadera.
El deber más sagrado del hombre es el de seguir la verdad desde el instante mismo en que la conoce: ante todo, hay que obedecer a Dios. Abandonar la falsa religión para seguir la verdadera, es acatar la voluntad de Dios, y, por consiguiente, cumplir el más sagrado de los deberes. Sin duda nada merece tanto respeto como las creencias de nuestros padres; pero este respeto tiene sus límites, los límites de la verdad. Nadie está obligado a copiar los defectos de los padres. Si vuestros padres son ignorantes ¿es necesario acaso que, por respeto, permanezcáis ignorantes como ellos? La salvación es un asunto personal, individual, del que cada uno es responsable ante Dios.
Las causas por las cuales se descuida abrazar la verdadera religión son el respeto humano, los intereses temporales, el deseo de seguir las propias pasiones; pero, evidentemente, estas causas son malas y, por tanto, hay que sacrificarlas para cumplir la voluntad de Dios y salvar el alma».
miércoles, 23 de octubre de 2019
¿PUEDEN EXISTIR VARIAS RELIGIONES BUENAS?
(Tomado del libro «La Religión Demostrada» del Reverendo Padre P. A. Hillaire).
Con los criterios aquí expuestos -que datan de 1900 con todas las aprobaciones oficiales-, y que representan la verdadera doctrina de la Iglesia, es fácil a cualquier fiel poder evaluar las reuniones ecuménicas. El solo hecho de invitar a otra religión, en tanto que tal, a orar, incluso si no se hace conjuntamente, presupone forzosamente en el que invita el reconocimiento explícito de la plena validez, efectividad y capacidad del invitado de agradar a Dios con las mismas, lo cual no es más que poner en pie de igualdad a todas las religiones falsas con la verdadera, la Católica Romana.
Leamos detenidamente al P. Hillaire:
«¿Pueden existir varias religiones buenas? No; pues no puede haber sino una sola religión verdadera.
Así como no hay más que un solo Dios, no hay más que una sola verdadera manera de honrarle; y esta religión obliga a todos los hombres que la conocen.
1º Una religión, para ser buena, debe agradar a Dios. Pero como Dios es la verdad, y una religión falsa no podría agradarle, no puede aprobar una religión fundada sobre la mentira y el error.
2º No puede existir más que una sola religión verdadera, pues la religión es el conjunto de nuestros deberes para con Dios y estos deberes son los mismos para todos los hombres. Y, a la verdad, estos deberes nacen de las relaciones existentes entre la naturaleza de Dios y la naturaleza del hombre. Pero como la naturaleza de Dios es una, y la naturaleza humana es la misma en todos los hombres, es evidente que, los deberes tienen que ser los mismos para todos. Por consiguiente, la verdadera religión es una y no puede ser múltiple. Las formas sensibles del culto pueden variar; la esencia del culto, no.
3º Toda religión comprende tres cosas: dogmas que creer, una moral que practicar y un culto que rendir a Dios. Si dos religiones son igualmente verdaderas, tienen el mismo dogma, la misma moral, el mismo culto; y entonces ya no son distintas.
Si son distintas, no pueden serlo sino por enseñar doctrinas diferentes acerca de una de estas materias y, en este caso, ya no son igualmente verdaderas. Por ejemplo, a esta pregunta: ¿Jesucristo es Dios? Sí, dice un católico; puede ser, dice un protestante racionalista; no, contesta un judío; es un profeta como Mahoma, añade un musulmán… Estos cuatro hombres no pueden tener razón a la vez; evidentemente uno solo dice la verdad. Luego, las religiones que admiten, aunque sólo sea una verdad dogmática diferente, no pueden ser igualmente verdaderas.
Lo que decimos del dogma hay que afirmarlo también de la moral no hay más que una sola moral, puesto que ha de fundarse en la misma naturaleza de Dios y del hombre que no se mudan. Lo mismo debe decirse del culto, por lo menos en cuanto a sus prácticas esenciales.
Los que dicen que todas las religiones son buenas, no ven en la religión más que un homenaje tributado a Dios, y piensan erróneamente que cualquier homenaje le es grato. Olvidan que la religión encierra verdades que creer, deberes que cumplir y un culto que tributar. Y es claro que no pueden existir varias religiones de creencias contradictorias y de prácticas opuestas, porque la verdad es una sola, y Dios no puede aprobar el error.
Objeción: 1º Todas las religiones son buenas
¿Acaso todas las monedas son buenas? ¿No hay que distinguir entre las verdaderas y las falsas? Pues lo mismo sucede con la religión. Pero, la moneda falsa supone la buena de la que no es más que una criminal imitación; así, las falsas religiones suponen la verdadera.
Si todas las religiones son buenas se puede ser católico en Roma, anglicano en Londres, protestante en Ginebra, musulmán en Constantinopla, idólatra en Pekín y budista en la India. ¿No es esto ridículo? ¿No es afirmar que el si y el no son igualmente ciertos en el mismo caso? Decir que todas las religiones son buenas es un absurdo palpable, una blasfemia contra Dios, un error funesto para el hombre.
1º Un absurdo. _ Es cierto que en las diferentes religiones hay algunas verdades admitidas por todos, como son la existencia de Dios, la espiritualidad del alma, la vida futura con sus recompensas y castigos eternos. Mas ellas se contradicen en otros puntos fundamentales. EL católico, por ejemplo, afirma que la Iglesia tiene por misión explicarnos la palabra de Dios encerrada en la Biblia, mientras que el protestante declara que todo cristiano debe interpretar por sí mismo la palabra divina y forjarse una religión a su manera…
Podríamos citar indefinidamente las divergencias contradictorias de las diversas religiones. Pero es evidente que dos cosas contradictorias no pueden ser verdaderas, porque la verdad es una, como Dios, y no se contradice. Si la Iglesia ha recibido de Jesucristo la misión de explicarnos la Biblia, no queda a la voluntad de cada cristiano el interpretarla a su manera… Es absurdo decir que el sí y el no pueden ser igualmente ciertos sobre el mismo punto… Mas como lo que no es verdadero, no es bueno, porque la mentira y el error de nada sirven, debemos concluir que no pudiendo todas las religiones ser verdaderas, no pueden ser todas buenas.
2º Una blasfemia contra Dios. _Decir que todas las religiones son buenas, no es solamente contradecir al buen sentido, sino blasfemar contra Dios. Es tomar a Dios por un ser indiferente para la verdad y para el error. Se supone que Dios puede amar con igual amor de complacencia al cristiano que adora a su Hijo Jesucristo que al mahometano que le insulta; que debe aprobar al Papa, que condena la herejía, y a Lutero a Calvino y a Enrique VIII, que se rebelan contra la Iglesia; que bendice al católico que adora a Jesucristo presente en la Eucaristía y sonríe al calvinista que se burla de ese misterio… Pero atribuir a Dios semejante conducta es negar sus divinos atributos; es decir, que trata a la mentira como a la verdad, al mal como al bien, y que acepta con la misma complacencia el homenaje y el insulto… ¿No es esto una blasfemia?
3º Un error funesto para el hombre. _Para llegar a la felicidad eterna debe el hombre seguir el camino que a ella le lleva, y sólo la religión verdadera es el camino que lleva al cielo. ¿No es una gran desgracia errar el camino? ¡Y si al menos llegados al término se pudiera desandar lo andado!… Pero si uno yerra por su culpa, se ha perdido para toda la eternidad.
La indiferencia al enseñar que se pueden seguir todas las religiones, propende a alejar al hombre de la verdadera religión, del único medio de alcanzar su meta. Es, por consiguiente, un error funesto.
Objeción: 2º Un hombre honrado no debe cambiar de religión hay que seguir la religión de los padres
Cada uno puede y debe seguir la religión de sus padres si esta religión es verdadera; pero si es falsa, hay obligación de renunciar a ella para abrazar la verdadera.
Así, cuando uno ha tenido la dicha de nacer en la verdadera religión, no necesita cambiar de creencias, y debe estar pronto a derramar hasta la ultima gota de su sangre antes que apostatar. Pero cuando no se ha tenido la dicha de nacer en la verdadera religión, si uno llega a conocerla, es absolutamente necesario, so pena de falta grave, abandonar la falsa religión y abrazar la verdadera.
El deber más sagrado del hombre es el de seguir la verdad desde el instante mismo en que la conoce: ante todo, hay que obedecer a Dios. Abandonar la falsa religión para seguir la verdadera, es acatar la voluntad de Dios, y, por consiguiente, cumplir el más sagrado de los deberes. Sin duda nada merece tanto respeto como las creencias de nuestros padres; pero este respeto tiene sus límites, los límites de la verdad. Nadie está obligado a copiar los defectos de los padres. Si vuestros padres son ignorantes ¿es necesario acaso que, por respeto, permanezcáis ignorantes como ellos? La salvación es un asunto personal, individual, del que cada uno es responsable ante Dios.
Las causas por las cuales se descuida abrazar la verdadera religión (la Católica Romana) son el respeto humano, los intereses temporales, el deseo de seguir las propias pasiones; pero, evidentemente, estas causas son malas y, por tanto, hay que sacrificarlas para cumplir la voluntad de Dios y salvar el alma».
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miércoles, 23 de enero de 2019
LOS CATÓLICOS SÓLO RENDIMOS CULTO DE LATRÍA A DIOS
"Pero nosotros, católicos, nunca confundimos al Creador con la criatura. Su distinción irrevocable es dogma de nuestra fe. Sabemos y enseñamos y ponemos al alcance del más humilde aprendiz del catecismo, que el culto propiamente de adoración, que se llama latría, es para Dios solo; que el culto a los santos y a la Virgen es de veneración, y tiene por eso significado y nombre diferente. Es ofensiva inepcia -repetida con monótona tozudez en propagandas protestantes- que los católicos adoramos a María como si fuese Dios. Y no menor inepcia ni menos burdo agravio, tildarnos de idólatras por la reverencia a las imágenes: pues es verdad elemental que en ellas reverenciamos la persona que trasuntan, no la piedra o el palo o el lienzo; como al descubrirnos ante la bandera nos descubrimos ante la patria y no ante el trapo; como al besar el retrato de nuestra madre, besamos a nuestra madre y no al cartón".
ALFONSO JUNCO, historiador y poeta católico mexicano.
Ver también (haz clic): ¿Los católicos adoran las imágenes?
Ver también (haz clic): ¿Los católicos adoran las imágenes?
domingo, 14 de octubre de 2018
NUEVE PRUEBAS DE QUE LA SMA. VIRGEN NO TUVO MÁS HIJOS QUE N.S. JESUCRISTO
Por el Hno. Pedro Beltrán Sánchez y el P. Jorge Luis Zarazúa Campa, fmap
La mayor parte de los grupos no católicos atacan mucho a la Virgen María principalmente negando su perpetua virginidad; esto es, aunque aceptan su virginidad antes del parto, niegan su virginidad en el parto y después del parto, señalando especialmente que nuestra Señora tuvo más hijos aparte de Jesús. Varios de los textos bíblicos que ellos utilizan para tener estas ideas son Mt 13,46-47 y Mc 3,31 donde se dice “Tus hermanos” o donde, según la interpretación no católica, hasta vienen los nombres de los hermanos carnales de Jesús: “José, Santiago, Judas y Simón” (Mt 13,56; Mc 6,3).
Ante esto, vamos a señalar nueve pruebas por las cuales los católicos decimos que María es siempre virgen. Ojalá que después de estas nueve pruebas no me digan como un pastor pentecostal: “¿Y para que me sirve la virginidad de María?” La respuesta sería: “¿Y para que te sirve hablar mal de ella?” ¡Ten cuidado! El diablo es el padre de la mentira. No sea que en vez de servir a Dios estés sirviendo al diablo con tus mentiras.
Aquí están, pues, las nueve pruebas de la virginidad de María:
1.- En la Biblia, la palabra hermano tiene distintos significados: tío, sobrino, paisano, esposo, etc. Por ejemplo, en Gn 13,8 vemos que Abraham dice a Lot que son “hermanos”, pero en Gn 11,27 y Gn 12, 5 se ve claramente que Abraham es tío de Lot; son, por tanto, tío y sobrino, sin embargo se dicen “hermanos”. Por lo tanto, no podemos tomar la palabra “hermano” en la Biblia pensando que se refiere siempre a los “hermanos carnales”. Por lo demás, hay varios modismos utilizados por el pueblo de Dios para referirse a los hermanos carnales, como puede verse en Cantar de los Cantares 1, 6, donde la Sulamita dice emotivamente: “No se fijen en que estoy morena, el sol fue el que me tostó. Los hijos de mi madre, enojados contra mí, me pusieron a cuidar las viñas”. En el Salmo 50, 20, el escritor sagrado utiliza las dos expresiones: “hermano”, cuyo significado es más amplio y “hijo de tu madre”, que es más específico: “Si te sientas, hablas mal de tu hermano, deshonras al hijo de tu madre”.
2.- De los famosos hermanos de Jesús mencionados en Mc 6,3 que son José, Santiago, Judas y Simón; vamos a ver si su padre es José y si María es su madre. Por ejemplo, con relación a Santiago, en Mt 10,3 vemos que su padre es Alfeo=Cleofás. Entonces no es hijo de san José.
Sobre la madre de Santiago y José vemos en la Biblia que se trata de una mujer llamada María (Mt 27,56; Mc 15,40) pero la misma Biblia aclara que es distinta a la madre de Jesús: “Junto a la cruz de Jesús estaba su madre y la hermana de su madre, María esposa de Cleofás y la madre de los hijos de Zebedeo” (Jn 19,25); por lo tanto, lo más seguro es que la madre de los “hermanos de Jesús” sea pariente (prima) de la Virgen María y los así llamados “hermanos de Jesús” sean, en realidad, parientes (primos) de Jesús.
3.- Si María tenía más hijos, ¿por qué Jesús se la encarga a un extraño (Jn 19,25-27)? La verdad es que la virgen María no tenía más hijos, por eso Jesús, para que su madre no se quedara sola, la entrega al discípulo amado.
4.- En Lc 2,41ss vemos que se habla de la familia de Nazaret: Jesús, María y José; aquí no se habla de otros hijos, por lo tanto no los hay.
5.- En Mc 6 se dice “el hijo de María” no “uno de los hijos de María”; siempre es singular la relación de Jesús con María.
6.- En el esquema bíblico, cada vez que Dios anuncia mediante un ángel a una mujer que concebirá y dará a luz “un hijo”, sólo tiene uno. Por ejemplo: Dios anuncia a Abraham que su mujer, Sara, dará a luz un hijo; pues bien, Isaac es el hijo único concebido y dado a luz por Sara. También pasa lo mismo con la madre de Sansón (Jue 13,3). Otro caso es la esposa de Zacarías (santa Isabel), la cual sólo tuvo un hijo: san Juan Bautista (Lc 1,3). En el caso de María, también se le profetiza que “dará a luz un hijo”; entonces sólo dio luz un hijo, por lo que tampoco en el caso de la santísima Virgen María se rompe el esquema bíblico.
7.- La profecía de Isaías 7,14 dice que “la Virgen concebirá”. La manera en que la gente reconocerá que Jesús es el mesías, es mediante su madre. Si la madre de Jesús tiene más hijos y por lo tanto no es virgen, la señal se pierde. Puesto que los apóstoles reconocieron que Jesús es el mesías y conocían a su madre, podemos concluir en lo que la Iglesia siempre ha creído: la perpetua virginidad de María.
8.- La Biblia dice: “hermanos de Jesús” no dice “hijos de María”. No hay ningún texto en la Biblia que diga “hermanos de Jesús, hijos de María”. Revise la prueba número 1.
9.- Durante los primeros cuatro siglos en la historia de nuestra Iglesia, nadie formuló la idea de que los “hermanos de Jesús” eran sus hermanos carnales. El primero fue Elvidio, hacia el año 380 d. C., y san Jerónimo le respondió rápidamente con el texto “Adversus Helvidium”, sobre la perpetua virginidad de María.
lunes, 10 de octubre de 2016
viernes, 29 de mayo de 2015
INMUTABILIDAD DEL DOGMA
LA REVELACIÓN DIVINA QUE NOS LLEGA A TRAVÉS DE SUS DOS FUENTES (LA BIBLIA Y LA TRADICIÓN), ES EL FUNDAMENTO DE NUESTRA FE; CON BASE EN ELLA LA IGLESIA DEFINE Y ENSEÑA EL DOGMA CATÓLICO
domingo, 14 de septiembre de 2014
UNA VERDAD QUE COMÚNMENTE OLVIDAN MUCHOS CATÓLICOS
Al errado de buena fe hay que atraerlo de un modo correcto, pero sin menoscabo de la integridad de nuestra fe; pues logra más una gota de miel que un jarro de hiel. La verdad dicha con sabor a acíbar siempre será rechazada. Un celo amargo nunca dará un buen resultado. No se debe ocultar parte de la verdad para agradar, sino decirla íntegra -cuantas veces sea conveniente- pero de manera tal que convenza. Quien así la rechace, será responsable ante Dios. De otra forma, el responsable serás tú.
martes, 22 de julio de 2014
EL HOMBRE ES JUSTIFICADO POR LAS OBRAS Y NO SOLAMENTE POR LA FE
Lutero, con su soberbia, corregía la plana a Dios mismo y a su Revelación para inventar la herejía de la salvación por la Sola Fe.
La Iglesia enseña que nadie se condena sin culpa personal y que para salvarse se requieren tanto la FE como las buenas OBRAS. Ni la fe sola justifica –como inventan los protestantes- ni sólo las buenas obras justifican. AMBAS SON NECESARIAS PARA LA SALVACIÓN. Dios otorga gratuitamente el don de la fe a quien lo busca sinceramente. Dios puede utilizar, para ello, tanto medios ORDINARIOS como EXTRAORDINARIOS en cualquier momento de la vida del hombre –incluso en su agonía- pues es absolutamente cierto que nadie se condena sin culpa personal.
Dice la palabra de Dios: “Sin fe es imposible agradar a Dios, porque ES PRECISO que el que se llega a Dios crea (en) su ser y que es remunerador de los que le buscan” (Heb XI, 6), pero también enseña que “la FE si no tiene OBRAS, está realmente muerta” (Santiago Cap II, 14 a 26) y señala que los demonios “creen y tiemblan”, pues no basta la pura fe para salvarse sino que ambas son necesarias, es decir tanto la fe como las buenas obras son necesarias para salvarse. Entendiéndose como OBRAS (o buenas obras) el obrar todo de acuerdo con la voluntad de Dios, lo que implica vivir en gracia y obedeciendo toda la ley divina. Quien vive y muere así, se salva (en caso de perder la gracia se recupera con un acto de contrición perfecta –por amor a Dios- en tanto hay oportunidad de confesarse o una buena confesión, que implica necesariamente el arrepentimiento y el propósito de enmienda). Luego cuando la Iglesia con el apóstol Santiago enseña y habla de las buenas obras, no se refiere a una simple o eventual obra de caridad sino a la sumisión plena de la voluntad del hombre a la voluntad de Dios, lo que implica vivir y morir en gracia.
G. K. Chesterton narra como Martín Lutero sufría irracionales ataques de furia y se refiere a que en uno de ellos arrancó de la Biblia la epístola de Santiago. El mismo Lutero señala su posición sobre este tema en el prólogo del Nuevo Testamento de su Biblia de Septiembre: “Hay que distinguir entre libros y libros. Los mejores son el evangelio de S. Juan y las epístolas de S. Pablo, especialmente la de los Romanos, los Gálatas y los Efesios, y la 1ª epístola de S. Pedro, estos son los libros que te manifiestan a Cristo y te enseñan todo lo que necesitas para la salvación; aunque no conozcas ningún otro libro. La epístola de Santiago, delante de éstas, no es más que paja, pues no presenta ningún carácter evangélico”. Prólogo del Nuevo Testamento de 1546 (Bibel VI, 10).
O sea, que se autonombraba árbitro a favor de los pasajes que le gustaban y suprimía de la Biblia aquello que contradijera sus herejías. En este caso y para decirlo claramente: Le corregía la plana a Dios mismo y a su Revelación para inventar la herejía de la salvación por la Sola Fe.
Veamos que no le gustaba a Lutero de la Palabra de Dios:
“¿DE QUÉ SIRVE, HERMANOS MÍOS, QUE ALGUIEN DIGA: «TENGO FE », SI NO TIENE OBRAS? ¿ACASO PODRÁ SALVARLE LA FE? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: «Idos en paz, calentaos y hartaos», pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta. Y al contrario, alguno podrá decir: «¿Tú tienes fe?; pues yo tengo obras. Pruébame tu fe sin obras y yo te probaré por las obras mi fe. ¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces bien. También los demonios lo creen y tiemblan. ¿Quieres saber tú, insensato, que la fe sin obras es estéril? Abraham nuestro padre ¿no alcanzó la justificación por las obras cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿Ves cómo la fe cooperaba con sus obras y, por las obras, la fe alcanzó su perfección? Y alcanzó pleno cumplimiento la Escritura que dice: Creyó Abraham en Dios y le fue reputado como justicia y fue llamado amigo de Dios.» Ya veis cómo el hombre es justificado por las obras y no por la fe solamente. Del mismo modo Rajab, la prostituta, ¿no quedó justificada por las obras dando hospedaje a los mensajeros y haciéndoles marchar por otro camino? PORQUE ASÍ COMO EL CUERPO SIN ESPÍRITU ESTÁ MUERTO, ASÍ TAMBIÉN LA FE SIN OBRAS ESTÁ MUERTA”Santiago 2,14-26.
martes, 3 de junio de 2014
DESTRUYENDO MITOS
La segunda y cuarta pregunta cuestionan a lo que se conteste a la primera y tercera, respectivamente
El médico aunque enferme puede curar. Los ministros de Cristo no son todos santos. El confesor si peca, también se confiesa y ello no le quita el poder de perdonar. Quien cura el alma de otros con la absolución, también puede enfermarse espiritualmente -que es peor que físicamente- por el pecado. Por supuesto, nada justifica la ofensa a Dios, porque el pecado como tal nunca tiene justificación en nadie. Todo ser humano puede pecar por su naturaleza caída que lo hace proclive a caer en las tentaciones del maligno. El sacerdocio no elimina la humanidad del ministro, aunque le exige -más que a nadie- una vida de santidad. Pero los defectos y errores humanos no quitan que Jesús les delegó ese poder de remitir los pecados ajenos, cuando dijo: ‘A quienes perdonen sus pecados, serán perdonados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos’. Jn 20.23. Además, debe saberse que todos somos pecadores y que los sacerdotes confiesan a menudo sus pecados, pues hasta los más santos tienen faltas veniales e imperfecciones.
El catolicismo es la única y verdadera religión fundada por Cristo-Dios y su veracidad no depende del comportamiento -bueno, malo o regular- de sus ministros, como la ciencia médica no es falsa por los malos médicos. Él proclamó: ‘Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás’. Juan 11, 25-26. ‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida’. Juan 14, 1-6. Sólo el débil pierde la fe por el comportamiento de los ministros de Dios. Otro asunto es que pueda y deba huir de los malos pastores, sobre todo de aquellos que destruyen la fe o la moral contraviniendo las enseñanzas de la propia Iglesia y que alejan a los fieles del genuino magisterio. Sólo el jacobino de mala fe -con la arrogancia de quien muchas veces se ostenta como perfecto- descalifica la veracidad del catolicismo en función de los defectos humanos, como si la Verdad revelada por Dios dependiera de éstos.
Así que resulta una falacia impugnar la veracidad de la religión católica con el sólo pretexto del pésimo comportamiento de algunos ministros (que además están traicionando a Cristo y a su Iglesia) como lo hace esa minoría de pederastas, lo que equivaldría a negar la veracidad de una ciencia por el sólo comportamiento de los malos científicos. De este modo, los médicos criminales -que los hay- no descalifican la medicina como tal. De igual manera, no confesarse con un ministro designado por Dios para perdonar los pecados con el pretexto de que es un hombre pecador igual que nosotros, es una falacia semejante a la ridiculez de no querer ir a curarse con un médico porque los médicos también padecen enfermedades.
Es urgente destruir los mitos que esgrimen los enemigos de Dios y que, lamentablemente, hay que reconocerlo, convencen a muchos ingenuos y débiles en la fe que no han escuchado más que lo que dicen estos sofistas sin realizar siquiera, por sí mismos, un más profundo análisis y razonamiento empleando -por lo menos- el sentido común.
El catolicismo es la única y verdadera religión fundada por Cristo-Dios y su veracidad no depende del comportamiento -bueno, malo o regular- de sus ministros, como la ciencia médica no es falsa por los malos médicos. Él proclamó: ‘Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás’. Juan 11, 25-26. ‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida’. Juan 14, 1-6. Sólo el débil pierde la fe por el comportamiento de los ministros de Dios. Otro asunto es que pueda y deba huir de los malos pastores, sobre todo de aquellos que destruyen la fe o la moral contraviniendo las enseñanzas de la propia Iglesia y que alejan a los fieles del genuino magisterio. Sólo el jacobino de mala fe -con la arrogancia de quien muchas veces se ostenta como perfecto- descalifica la veracidad del catolicismo en función de los defectos humanos, como si la Verdad revelada por Dios dependiera de éstos.
Así que resulta una falacia impugnar la veracidad de la religión católica con el sólo pretexto del pésimo comportamiento de algunos ministros (que además están traicionando a Cristo y a su Iglesia) como lo hace esa minoría de pederastas, lo que equivaldría a negar la veracidad de una ciencia por el sólo comportamiento de los malos científicos. De este modo, los médicos criminales -que los hay- no descalifican la medicina como tal. De igual manera, no confesarse con un ministro designado por Dios para perdonar los pecados con el pretexto de que es un hombre pecador igual que nosotros, es una falacia semejante a la ridiculez de no querer ir a curarse con un médico porque los médicos también padecen enfermedades.
Es urgente destruir los mitos que esgrimen los enemigos de Dios y que, lamentablemente, hay que reconocerlo, convencen a muchos ingenuos y débiles en la fe que no han escuchado más que lo que dicen estos sofistas sin realizar siquiera, por sí mismos, un más profundo análisis y razonamiento empleando -por lo menos- el sentido común.
miércoles, 2 de abril de 2014
SIN IGLESIA CATÓLICA NO HAY BIBLIA
“No creería en el Evangelio, si no fuera por la autoridad de la Iglesia Católica que me lo ordena”: San Agustín.
Fuente: Foro Univisión
¿Quién estableció la lista de los libros que forman parte de la Biblia?
¿Por qué reconocemos el Evangelio de Juan y no el de Judas?
Veamos un poco de historia...
Por el año 605 Antes de Cristo, el Pueblo de Israel sufrió una dispersión o, como se le conoce bíblicamente, una "diáspora". El rey Nabucodonosor conquistó Jerusalén y llevó a los israelitas cautivos a Babilonia, comenzando la "Cautividad de Babilonia” (cf. 2 Reyes 24,12 y 2 Reyes 25,1).
Pero no todos los israelitas fueron llevados cautivos, un "resto" quedó en Israel (cf. 2 Reyes 25,12; 2 Reyes 25,22; Jeremías 40,11; Ezequiel 33,27). También un número de Israelitas no fueron cautivos a Babilonia sino que fueron a Egipto (cf. 2 Reyes 25,26; Jeremías 42,14; Jeremías 43,7).
El rey Ciro de Persia conquistó Babilonia (cf. 2 Crónicas 36,20; 2 Crónicas 36,23) y dio la libertad a los israelitas de regresar a Israel, terminando así su esclavitud. Algunos regresaron a Palestina (cf. Esdras 1,5; 7,28 y Nehemías 2,11) pero otros se fueron a Egipto, estableciéndose, en su mayoría, en la ciudad de Alejandría (fundada por Alejandro Magno en el 322 a.C, que contaba con la biblioteca más importante del mundo en esa época). Así que los judíos estaban disgregados aun después del fin del cautiverio, unos en Palestina y otros en la diáspora, sobre todo en Alejandría. En el tiempo de los Macabeos había mas judíos en Alejandría que en la misma Palestina (cf. 1 Macabeos 1,1)
La Traducción de los Setenta (Septuagésima)
En el siglo III antes de Cristo, la lengua principal de Alejandría, como en la mayor parte del mundo civilizado, era el griego. El hebreo cada vez se hablaba menos, aun entre los judíos (Jesús y sus contemporáneos en Palestina hablaban arameo)Por eso había una gran necesidad de una traducción griega de las Sagradas Escrituras.
La historia relata que Demetrio de Faleron, el bibliotecario de Plotomeo II (285-246 a.C.), quería unas copias de la Ley Judía para la Biblioteca de Alejandría. La traducción se realizó a inicios del siglo tercero a.C. y se llamó la Traducción de los Setenta (por el número de traductores que trabajaron en la obra). Comenzando con la Torá, tradujeron todas las Sagradas Escrituras, es decir todo lo que es hoy conocido por los católicos como el Antiguo Testamento. Introdujeron también una nueva organización e incluyeron Libros Sagrados que, por ser más recientes, no estaban en los antiguos cánones pero eran generalmente reconocidos como sagrados por los judíos. Se trata de siete libros, llamados hoy deuterocanónicos.
El canon de los Setenta (Septuagésima) contiene los textos originales de algunos de los deuterocanónicos (Sabiduría y 2 Macabeos) y la base canónica de otros, ya sea en parte (Ester, Daniel y Sirac) o completamente (Tobit, Judit, Baruc y 1 Macabeos).
El canon de la Septuagésima (Alejandrino) es el que usaba Jesucristo y los Apóstoles
El canon de Alejandrino, con los siete libros deuterocanónicos, era el más usado por los judíos en la era Apostólica. Este canon es el utilizado por Cristo y los escritores del Nuevo Testamento. 300 de las 350 referencias al Antiguo Testamento que se hacen en el Nuevo Testamento son tomadas de la versión alejandrina. Por eso no hay duda de que la Iglesia apostólica del primer siglo aceptó los libros deuterocanónicos como parte de su canon (libros reconocidos como Palabra de Dios). Por ejemplo, Orígenes, Padre de la Iglesia (+254), afirmó que los cristianos usaban estos libros aunque algunos líderes judíos no los aceptaban oficialmente.
Los judíos establecen un nuevo canon después Cristo
Al final del primer siglo de la era cristiana, una escuela judía hizo un nuevo canon hebreo en la ciudad de Jamnia, en Palestina. Ellos querían cerrar el período de revelación siglos antes de la venida de Jesús, buscando así distanciarse del cristianismo. Por eso cerraron el canon con los profetas Esdras (458 a.C.), Nehemías (445 a.C.), y Malaquías (433 a.C.). Por lo tanto dejaron fuera del canon los últimos siete libros reconocidos por el canon de Alejandrino.
Pero en realidad no hubo un "silencio bíblico" (una ausencia de Revelación) en los siglos precedentes al nacimiento de Jesús. Aquella era la última etapa de revelación antes de la venida del Mesías. Los judíos reconocían el canon alejandrino en tiempo de Jesús. Por eso la Iglesia siguió reconociéndolo.
De esta forma surgieron dos principales cánones del Antiguo Testamento:
1: El canon Alejandrino: Reconocido por los judíos en la traducción de los Setenta al griego. Este canon es el más utilizado por los judíos de tiempo de Cristo y por los autores del Nuevo Testamento. Este canon contiene los libros "deuterocanónicos" y es el reconocido por la Iglesia Católica.
2: El canon de Jamnia: Establecido por judíos que rechazaron el cristianismo y por lo tanto quisieron distanciar el período de revelación del tiempo de Jesús. Por eso rechazaron los últimos 7 libros reconocidos por el canon alejandrino.
XV siglos después de Cristo, Lutero rechaza el canon establecido por la Iglesia primitiva y adopta el canon de Jamnia. Este es el canon que aceptan los Protestantes.
La Vulgata de San Jerónimo
La primera traducción de la Biblia al latín fue hecha por San Jerónimo y se llamó la "Vulgata" (año 383 AD). El latín era para entonces el idioma común en el mundo Mediterráneo. San Jerónimo en un principio tradujo del texto hebreo del canon de Palestina. Por eso no tenía los libros deuterocanónicos. Esto produjo una polémica entre los cristianos de aquel tiempo. En defensa de su traducción, San Jerónimo escribió: "Ad Pachmmachium de optimo genere interpretandi", la cual es el primer tratado acerca del arte de traducir. Por eso se le considera el padre de esta disciplina. Ahí explica, entre otras cosas, el motivo por el cual considera mejor traducir directo del hebreo. San Jerónimo no rechazó los libros deuterocanónicos. La Iglesia aceptó su traducción con la inclusión de los libros deuterocanónicos. Por eso la Biblia Vulgata tiene los 46 libros.
La Iglesia establece el Canon de la Biblia
Es importante entender que la Iglesia fundada por Cristo precede al Nuevo Testamento. Es la Iglesia la autoridad que establece el canon de la Biblia y su correcta interpretación y no al revés, como creen algunos Protestantes. Cuando en el N.T. habla de las "Escrituras" se refiere al A.T. El nombre de "Nuevo Testamento" no se usó hasta el siglo II.
Con el tiempo, un creciente número de libros se presentaban como sagrados y causaban controversia. Entre ellos muchos eran de influencia gnóstica. Por otra parte, algunos, como los seguidores de Marción, rechazaban libros generalmente reconocidos por los Padres. La Iglesia, con la autoridad Apostólica que Cristo le dio, definió la lista (canon) de los Libros Sagrados de la Biblia.
Los concilios de la Iglesia Católica - el Concilio de Hipo, en el año 393 A.D. y el Concilio de Cartago, en el año 397 y 419 A.D., ambos en el norte de África - confirmaron el canon Alejandrino (con 46 libros para el Antiguo Testamento) y también fijaron el canon del Nuevo Testamento con 27 libros.
Para reconocer los libros del Nuevo Testamento los Padres utilizaron tres criterios:
1- que fuesen escritos por un Apóstol o su discípulo.
2- que se utilizara en la liturgia de las iglesias Apostólicas. Ej. Roma, Corintio, Jerusalén, Antioquía, etc.
3- que estuviera en conformidad con la fe Católica recibida de los Apóstoles.
Lutero no solo eliminó libros del Antiguo Testamento sino que quiso eliminar algunos del Nuevo Testamento e hizo cambios en el Nuevo Testamento para adaptarlo a su doctrina.
No pretendo con esto desacreditar o menoscabar el contenido de la Biblia, pero me gustaría hacer una pregunta a todos aquellos que vienen con esa frase, si algún día me responden creo que me daré por satisfecho.
Pues bien, ahí les va: ¿Dónde dice la Biblia que todo su contenido es Palabra de Dios? ¿Cuál es el fundamento que utilizan para dar uso a la Biblia?
¿Ustedes creen que la Biblia es Palabra de Dios por el mismo motivo que lo creo yo? Porque si creen por el mismo motivo, entonces están aceptando que la Iglesia católica es la Iglesia verdadera fundada por Jesucristo y que tiene autoridad infalible para determinar qué libros son inspirados por Dios y cuáles no. En tal caso: ¡bienvenidos al catolicismo!
Por ahí me causa gracia cuando muchos protestantes vienen con ese fundamento de "dónde dice la Biblia que" (refiriéndose a determinada doctrina)…, y sin embargo creen en la Divina Trinidad, y dicha palabra no aparece en las Sagradas Escrituras.
¿ Cómo pueden ellos probar el principio de la sola fide y sola scriptura si eso tampoco se encuentra en la Biblia? ¿Cómo pueden probar ellos que todos los libros que se encuentran en la Biblia son de inspiración divina? ¿Cómo pueden decirme que ellos pueden interpretar la Biblia por la inspiración que les da el Espíritu Santo cuando el mismo Satanás usó la Ley para tentar a Jesús? Con los argumentos expuestos ellos caen en un fideísmo ciego, es decir, creen sin poder demostrar absolutamente nada.
Con el criterio que tanto los protestantes como los testigos de Jehová usan podríamos decir que tanto el Corán, los Libros Vedas o hasta el Kamasutra o los escritos de cualquier loco es palabra de Dios.
No se dan cuenta acaso que caen en una contradicción al decir que toda la Biblia es Palabra de Dios y que solo se debe creer lo que dice la Biblia siendo que en la Biblia no dice nada al respecto?
Pregunto: ¿Acaso dice la Biblia en algún apartado especial cuáles son los libros que son inspirados por Dios y cuáles no?
Seguramente muchos saldrán con el texto: “toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia (2Tim 3,16)”, pero dicho texto no aclara cuales son los límites y cuales escrituras, a que libros se refiere. Pregunto: ¿Cómo podría saber San Pablo los libros que compondrían la Biblia actual?
Algunos me dirán que saben que la Biblia es Palabra de Dios por el efecto que les produce, o porque al abrir la Biblia en cualquier lugar encuentran la Palabra que ellos estaban necesitando, pero ahí mismo están cayendo en una contradicción, ya que en ninguna parte de la Biblia dice que su lectura nos hará sentir especiales o que Dios se comunicaría con nosotros al abrir la Biblia al azar.
Siempre se le critica al católico que los dogmas, que el magisterio o que el catecismo es “un invento de los hombres” ya que eso no se encuentra en la Biblia. ¿Es que acaso no leyeron la Biblia que tanto defienden?
Ésta dice: "Hay, además de éstas, otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales, si se escribiesen una por una, ni en todo el mundo creo que cabrían los libros que se escribieran" (Jn 21,25).
"Muchas cosas tenía que escribirte, mas no quiero escribirte con tinta y pluma; mas espero verte pronto, y hablaremos de viva voz" (3Jn 13-14).
"Lo que oíste de mí, garantizado por muchos testigos, esto confíalo a hombres fieles, quienes sean idóneos para enseñar a su vez a otros" (2Tim 2,2)
"Os recomendamos, hermanos, en el hombre de nuestro Señor Jesucristo, que os retraigáis de todo hermano que ande desconcertadamente y no según la tradición que recibieron de nosotros" (2Tes 3,6).
Vemos en este último versículo que San Pablo se está refiriendo que los primeros creyentes debían regirse por la tradición que recibieron de los apóstoles y da la casualidad que la Iglesia Católica basa todos sus dogmas y su doctrina en la tradición y sucesión apostólica y la enseñanza de los Padres de la Iglesia que vivieron en una fecha muy cercana a los apóstoles y en algunos casos fueron discípulos de ellos.
Hasta donde yo sé, Jesús en ningún lado nos mandó a repartir Biblias o a leer la Biblia e interpretarla cada uno a su manera o por “inspiración del Espíritu Santo”, sino que dijo: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad la Buena Nueva a toda la creación. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (Mc 16,15-16). Claramente Jesús se está refiriendo que serán salvos los que creyeren en la predicación de los apóstoles y esto es lo que hasta el día de la fecha viene haciendo la Iglesia Católica.
Asimismo, San Pedro nos advierte sobre la interpretación que muchos hacen de la Escritura sin la debida orientación del Magisterio de la Iglesia: “…en las cuales [epístolas] hay algunas cosas difíciles de entender, las cuales los indoctos y poco asentados tuercen, lo mismo que las demás escrituras, para su propia perdición” (2Pe 3,16).
"Pero, ante todo, tened presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia" (2Pe 1,20)
Si según el principio protestante de que es el Espíritu Santo quien los inspira al momento de interpretar la Biblia y cada cual interpreta de un mismo versículo una cosa diferente, que impide que a la Iglesia Católica el Espíritu Santo le haya inspirado las cosas que enseña?
¿Acaso Lutero no tradujo –o sea, interpretó– y enseñó sus interpretaciones al legar a sus fieles su versión de la Biblia? ¡Cierto que lo hizo, incluso anulando pasajes que a él no le parecían inspirados! Y si Lutero podía ser maestro de los demás ¿con qué derecho se quita esta autoridad a los obispos, papas y sacerdotes católicos pero se concede al cuerpo de ancianos y pastores? Me parece que ésta es una variante de la ley de “la regla para ti, y no hay regla para mí”.
Los protestantes y los testigos de Jehová niegan que la Iglesia Católica sea infalible, pero luego aceptan que cada uno de ellos es infalible en su interpretación de la Biblia. Si ellos son infalibles, ¿por qué no puede ser infalible el Papa?
Para finalizar, quisiera recordarles las preguntas que formulé al principio:
¿Dónde dice la Biblia que todo su contenido es Palabra de Dios?
¿Cuál es el fundamento que utilizan para dar uso a la Biblia?
Fuente: Foro Univisión
DESARROLLO DEL CANON DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS
¿Quién estableció la lista de los libros que forman parte de la Biblia?
¿Por qué reconocemos el Evangelio de Juan y no el de Judas?
Veamos un poco de historia...
Por el año 605 Antes de Cristo, el Pueblo de Israel sufrió una dispersión o, como se le conoce bíblicamente, una "diáspora". El rey Nabucodonosor conquistó Jerusalén y llevó a los israelitas cautivos a Babilonia, comenzando la "Cautividad de Babilonia” (cf. 2 Reyes 24,12 y 2 Reyes 25,1).
Pero no todos los israelitas fueron llevados cautivos, un "resto" quedó en Israel (cf. 2 Reyes 25,12; 2 Reyes 25,22; Jeremías 40,11; Ezequiel 33,27). También un número de Israelitas no fueron cautivos a Babilonia sino que fueron a Egipto (cf. 2 Reyes 25,26; Jeremías 42,14; Jeremías 43,7).
El rey Ciro de Persia conquistó Babilonia (cf. 2 Crónicas 36,20; 2 Crónicas 36,23) y dio la libertad a los israelitas de regresar a Israel, terminando así su esclavitud. Algunos regresaron a Palestina (cf. Esdras 1,5; 7,28 y Nehemías 2,11) pero otros se fueron a Egipto, estableciéndose, en su mayoría, en la ciudad de Alejandría (fundada por Alejandro Magno en el 322 a.C, que contaba con la biblioteca más importante del mundo en esa época). Así que los judíos estaban disgregados aun después del fin del cautiverio, unos en Palestina y otros en la diáspora, sobre todo en Alejandría. En el tiempo de los Macabeos había mas judíos en Alejandría que en la misma Palestina (cf. 1 Macabeos 1,1)
La Traducción de los Setenta (Septuagésima)
En el siglo III antes de Cristo, la lengua principal de Alejandría, como en la mayor parte del mundo civilizado, era el griego. El hebreo cada vez se hablaba menos, aun entre los judíos (Jesús y sus contemporáneos en Palestina hablaban arameo)Por eso había una gran necesidad de una traducción griega de las Sagradas Escrituras.
La historia relata que Demetrio de Faleron, el bibliotecario de Plotomeo II (285-246 a.C.), quería unas copias de la Ley Judía para la Biblioteca de Alejandría. La traducción se realizó a inicios del siglo tercero a.C. y se llamó la Traducción de los Setenta (por el número de traductores que trabajaron en la obra). Comenzando con la Torá, tradujeron todas las Sagradas Escrituras, es decir todo lo que es hoy conocido por los católicos como el Antiguo Testamento. Introdujeron también una nueva organización e incluyeron Libros Sagrados que, por ser más recientes, no estaban en los antiguos cánones pero eran generalmente reconocidos como sagrados por los judíos. Se trata de siete libros, llamados hoy deuterocanónicos.
El canon de los Setenta (Septuagésima) contiene los textos originales de algunos de los deuterocanónicos (Sabiduría y 2 Macabeos) y la base canónica de otros, ya sea en parte (Ester, Daniel y Sirac) o completamente (Tobit, Judit, Baruc y 1 Macabeos).
El canon de la Septuagésima (Alejandrino) es el que usaba Jesucristo y los Apóstoles
El canon de Alejandrino, con los siete libros deuterocanónicos, era el más usado por los judíos en la era Apostólica. Este canon es el utilizado por Cristo y los escritores del Nuevo Testamento. 300 de las 350 referencias al Antiguo Testamento que se hacen en el Nuevo Testamento son tomadas de la versión alejandrina. Por eso no hay duda de que la Iglesia apostólica del primer siglo aceptó los libros deuterocanónicos como parte de su canon (libros reconocidos como Palabra de Dios). Por ejemplo, Orígenes, Padre de la Iglesia (+254), afirmó que los cristianos usaban estos libros aunque algunos líderes judíos no los aceptaban oficialmente.
Los judíos establecen un nuevo canon después Cristo
Al final del primer siglo de la era cristiana, una escuela judía hizo un nuevo canon hebreo en la ciudad de Jamnia, en Palestina. Ellos querían cerrar el período de revelación siglos antes de la venida de Jesús, buscando así distanciarse del cristianismo. Por eso cerraron el canon con los profetas Esdras (458 a.C.), Nehemías (445 a.C.), y Malaquías (433 a.C.). Por lo tanto dejaron fuera del canon los últimos siete libros reconocidos por el canon de Alejandrino.
Pero en realidad no hubo un "silencio bíblico" (una ausencia de Revelación) en los siglos precedentes al nacimiento de Jesús. Aquella era la última etapa de revelación antes de la venida del Mesías. Los judíos reconocían el canon alejandrino en tiempo de Jesús. Por eso la Iglesia siguió reconociéndolo.
De esta forma surgieron dos principales cánones del Antiguo Testamento:
1: El canon Alejandrino: Reconocido por los judíos en la traducción de los Setenta al griego. Este canon es el más utilizado por los judíos de tiempo de Cristo y por los autores del Nuevo Testamento. Este canon contiene los libros "deuterocanónicos" y es el reconocido por la Iglesia Católica.
2: El canon de Jamnia: Establecido por judíos que rechazaron el cristianismo y por lo tanto quisieron distanciar el período de revelación del tiempo de Jesús. Por eso rechazaron los últimos 7 libros reconocidos por el canon alejandrino.
XV siglos después de Cristo, Lutero rechaza el canon establecido por la Iglesia primitiva y adopta el canon de Jamnia. Este es el canon que aceptan los Protestantes.
La Vulgata de San Jerónimo
La primera traducción de la Biblia al latín fue hecha por San Jerónimo y se llamó la "Vulgata" (año 383 AD). El latín era para entonces el idioma común en el mundo Mediterráneo. San Jerónimo en un principio tradujo del texto hebreo del canon de Palestina. Por eso no tenía los libros deuterocanónicos. Esto produjo una polémica entre los cristianos de aquel tiempo. En defensa de su traducción, San Jerónimo escribió: "Ad Pachmmachium de optimo genere interpretandi", la cual es el primer tratado acerca del arte de traducir. Por eso se le considera el padre de esta disciplina. Ahí explica, entre otras cosas, el motivo por el cual considera mejor traducir directo del hebreo. San Jerónimo no rechazó los libros deuterocanónicos. La Iglesia aceptó su traducción con la inclusión de los libros deuterocanónicos. Por eso la Biblia Vulgata tiene los 46 libros.
La Iglesia establece el Canon de la Biblia
Es importante entender que la Iglesia fundada por Cristo precede al Nuevo Testamento. Es la Iglesia la autoridad que establece el canon de la Biblia y su correcta interpretación y no al revés, como creen algunos Protestantes. Cuando en el N.T. habla de las "Escrituras" se refiere al A.T. El nombre de "Nuevo Testamento" no se usó hasta el siglo II.
Con el tiempo, un creciente número de libros se presentaban como sagrados y causaban controversia. Entre ellos muchos eran de influencia gnóstica. Por otra parte, algunos, como los seguidores de Marción, rechazaban libros generalmente reconocidos por los Padres. La Iglesia, con la autoridad Apostólica que Cristo le dio, definió la lista (canon) de los Libros Sagrados de la Biblia.
Los concilios de la Iglesia Católica - el Concilio de Hipo, en el año 393 A.D. y el Concilio de Cartago, en el año 397 y 419 A.D., ambos en el norte de África - confirmaron el canon Alejandrino (con 46 libros para el Antiguo Testamento) y también fijaron el canon del Nuevo Testamento con 27 libros.
Para reconocer los libros del Nuevo Testamento los Padres utilizaron tres criterios:
1- que fuesen escritos por un Apóstol o su discípulo.
2- que se utilizara en la liturgia de las iglesias Apostólicas. Ej. Roma, Corintio, Jerusalén, Antioquía, etc.
3- que estuviera en conformidad con la fe Católica recibida de los Apóstoles.
Al no satisfacer estos criterios, algunos evangelios atribuidos a los Apóstoles (ej. Ev. de Tomás, Ev. de Pedro) fueron considerados falsos por la Iglesia y rechazados. Por otra parte fueron aceptados libros (ej. Evangelio de San Juan y Apocalipsis) que por largo tiempo habían sido controversiales por el atractivo que ejercen en grupos sectarios y milenaristas.
La carta del Papa S. Inocencio I en el 405, oficialmente recoge el canon ya fijo de 46 libros del A.T. y los 27 del N.T. El Concilio de Florencia (1442) confirmó una vez más el canon, como lo hizo también el Concilio de Trento.
A la Biblia Protestante le faltan libros
En el 1534, Martín Lutero tradujo la Biblia al alemán. Pero rechazó los últimos siete libros del A.T. porque estos contradecían sus nuevas doctrinas. Por ejemplo, al quitar los libros de Macabeos, le fue mas fácil negar el purgatorio ya que 2 Macabeos 12, 43-46 da por supuesto que existe una purificación después de la muerte. Lutero dice que Macabeos no pertenece a la Biblia. Sin embargo Hebreos 11,35 (Nuevo Testamento) hace referencia a 2 Macabeos: "Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor". Los únicos en el Antiguo Testamento a quienes se aplica este pasaje es a los mártires macabeos, que fueron torturados por conseguir la resurrección (2 Mac. 7:11, 14, 23, 29, 36).
¡Lutero consideró conveniente optar por el canon de Jamnia que los judíos habían establecido para distanciarse del cristianismo!. Lo prefirió a pesar que le faltaban libros que Jesús, los Apóstoles y la Iglesia desde el principio habían reconocido (ver arriba). Agrupó los libros que quitó de la Biblia bajo el título de "apócrifos", señalando: "estos son libros que no se tienen por iguales a las Sagradas Escrituras y sin embargo son útiles y buenos para leer".
Lamentablemente Lutero propagó sus errores junto con su rebelión. Por esa razón a la Biblia Protestante le faltan 7 libros del AT. Los consideran libros que ellos llaman "apócrifos".
Tobías
Judit
Ester (protocanónico con partes deuterocanónicas)
Daniel (protocanónico con partes deuterocanónicas)
I Macabeos
II Macabeos
Sabiduría
Eclesiástico (también llamado "Sirac")
Baruc
Lutero no solo eliminó libros del Antiguo Testamento sino que quiso eliminar algunos del Nuevo Testamento e hizo cambios en el Nuevo Testamento para adaptarlo a su doctrina.
Martín Lutero había declarado que la persona se salva sólo por la fe (entendiendo la fe como una declaración legal), sin necesidad de poner la fe en práctica por medio de obras. Según él todas las doctrinas deben basarse solo en la Biblia, pero la Biblia según la acomoda e interpreta él. Por eso llegó incluso a añadir la palabra "solamente" después de la palabra "justificado" en su traducción alemana de Romanos 3, 28. También se refirió a la epístola de Santiago como epístola "de paja" porque esta enseña explícitamente: "Veis que por las obras se justifica el hombre y no sólo por la fe". (Ver: Fe y obras; Estado actual del diálogo Católico-Luterano al respecto)
Lutero además se tomó la libertad de separar los libros del Nuevo Testamento de la siguiente manera:
- Libros sobre la obra de Dios para la salvación: Juan, Romanos, Gálatas, Efesios, I Pedro y I Juan
- Otros libros canónicos: Mateo, Marcos, Lucas, Hechos, el resto de las cartas de Pablo, II Pedro y II de Juan
- Los libros no canónicos: Hebreos, Santiago, Judas, Apocalipsis y libros del Antiguo Testamento.
Gracias a Dios, los Protestantes y Evangélicos tienen los mismos libros que los católicos en el Nuevo Testamento porque no aceptaron los cambios de Lutero para esta parte del canon. Pero se encuentran en una posición contradictoria: Reconocen el canon establecido por la Iglesia Católica para el Nuevo Testamento (los 27 libros que ellos tienen) pero no reconocen esa misma autoridad para el canon del A.T.
Es interesante notar que la Biblia Gutenberg, la primera Biblia impresa, es la Biblia latina (Vulgata), por lo tanto, contenía los 46 libros del canon alejandrino.
El reformador español, Casiodoro de Reina, respetó el canon católico de la Biblia en su traducción, la cual es considerada una joya de literatura. Pero luego Cipriano de Valera quitó los deuterocanónicos en su versión conocida como Reina-Valera.
Posición de la Iglesia Anglicana
Según los 39 Artículos de Religión de la Iglesia de Inglaterra (1563), los libros deuterocanónicos pueden ser leídos para "ejemplo de vida e instrucción de costumbres", pero no deben ser usados para "establecer ninguna doctrina" (Artículo VI). Consecuentemente, la Biblia, versión "King James" (1611) contenía estos libros entre el N.T. y el A.T. Pero Juan Lightfoot (1643) criticó este orden alegando que los "malditos apócrifos" pudiesen ser así vistos como un puente entre el A.T. y el N.T. La Confesión de Westminster (1647) decidió que estos libros, "al no ser de inspiración divina, no son parte del canon de las Escrituras y, por lo tanto, no son de ninguna autoridad de la Iglesia de Dios ni deben ser en ninguna forma aprobados o utilizados más que otros escritos humanos."
El Concilio dogmático de Trento confirma el Canon
La Iglesia Católica, fiel a la encomienda del Señor de enseñar la verdad y refutar los errores, definió solemnemente, en el Concilio de Trento, en el año 1563, el canon del Antiguo Testamento con 46 libros siguiendo la traducción griega que siempre habían utilizado los cristianos desde el tiempo apostólico. Enseñó que los libros deuterocanónicos deben ser tratados "con igual devoción y reverencia". Esto fue una confirmación de lo que la Iglesia siempre enseñó. Esta enseñenza está plenamente vigente y seguirá así hasta el final del mundo.
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Fuente: Corazones org.
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