domingo, 4 de junio de 2017

LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO por San Basilio Magno

NADA QUE VER CON LOS ERRORES DE PENTECOSTALES Y CARISMÁTICOS

"Ante todo, ¿quién, habiendo oído los nombres que se dan al Espíritu, no siente levantado su ánimo y no eleva su pensamiento hacia la naturaleza divina? Ya que es llamado Espíritu de Dios y Espíritu de verdad que procede del Padre; Espíritu firme, Espíritu generoso, Espíritu Santo son sus apelativos propios y peculiares.

"Hacia Él dirigen su mirada todos los que sienten necesidad de santificación; hacia Él tiende el deseo de todos los que llevan una vida virtuosa, y su soplo es para ellos a manera de riego que los ayuda en la consecución de su fin propio y natural.

"Él es fuente de santidad, luz para la inteligencia; Él da a todo ser racional como una luz para entender la verdad.

"Aunque inaccesible por naturaleza, se deja comprender por su bondad; con su acción lo llena todo, pero se comunica solamente a los que encuentra dignos, no ciertamente de manera idéntica ni con la misma plenitud, sino distribuyendo su energía según la proporción de la fe.

"Simple en su esencia y variado en sus dones, está íntegro en cada uno e íntegro en todas partes. Se reparte sin sufrir división, deja que participen de Él, pero él permanece íntegro, a semejanza del rayo solar cuyos beneficios llegan a quien disfrute de él como si fuera único, pero, mezclado con el aire, ilumina la tierra entera y el mar.

"Así el Espíritu Santo está presente en cada hombre capaz de recibirlo, como si sólo Él existiera y, no obstante, distribuye a todos gracia abundante y completa; todo disfrutan de Él en la medida en que lo requiere la naturaleza de la criatura, pero no en la proporción con que Él podría darse.

"Por él los corazones se elevan a lo alto, por su mano son conducidos los débiles, por Él los que caminan tras la virtud, llegan a la perfección. Es Él quien ilumina a los que se han purificado de sus culpas y al comunicarse a ellos los vuelve espirituales.

"Como los cuerpos limpios y transparentes se vuelven brillantes cuando reciben un rayo de sol y despiden de ellos mismos como una nueva luz, del mismo modo las almas portadoras del Espíritu Santo se vuelven plenamente espirituales y transmiten la gracia a los demás.

"De esta comunión con el Espíritu procede la presciencia de lo futuro, la penetración de los misterios, la comprensión de lo oculto, la distribución de los dones, la vida sobrenatural, el consorcio con los ángeles; de aquí proviene aquel gozo que nunca terminará, de aquí la permanencia en la vida divina, de aquí el ser semejantes a Dios, de aquí, finalmente lo más sublime que se puede desear: que el hombre llegue a ser como Dios (N. de la R.: al participar de la vida divina comunicada por medio de la gracia santificante) ."

NOTA: Pocos textos podemos encontrar que hablen tan bien y tan completo de lo que hace el Espíritu Santo en el creyente que se deja guiar por Él. Lee varias veces, despacio, muy despacio, el texto de san Basilio que te hará mucho bien. ¡Nada que ver con los errores de los Pentecostales y Carismáticos, mismos que se analizan en el enlace que colocamos abajo!

Del libro de san Basilio Magno, obispo, sobre el Espíritu Santo, Cap 9, núms 22-23.

Temas relacionados:  1) ¿EXISTEN PELIGROS EN EL CARISMATISMO? 2) DIVERSOS POSTS SOBRE EL ESPÍRITU SANTO 3) PENTECOSTÉS

1 comentario:

  1. “Si vivimos del Espíritu, caminemos también en el Espíritu”. (Gálatas., V, 15.)

    El principio de nuestra santidad es el Espíritu Santo, el espíritu de Jesús, este espíritu divino que Jesús ha venido a traer al mundo. La vida interior no es otra cosa que estar el alma unida con el Espíritu Santo y obedecer sus mociones. Estudiemos estas operaciones en nosotros mismos.

    Notad ante todo que el Espíritu Santo es quien nos comunica a cada uno en particular los frutos de la Encarnación y de la Redención. EI Padre nos ha dado a su Hijo, y el Verbo se da a nosotros y nos redime en la cruz: estos son los efectos generales de su amor. ¿Quién sino el Espíritu Santo nos comunica estos divinos efectos? EI Espíritu Santo forma a Jesucristo en nosotros y le completa. Este es, pues, el tiempo de la venida del Espíritu Santo, así como el que siguió a la Ascensión del Señor. Esta verdad nos la mostró el Salvador cuando dijo: “Os conviene que yo me vaya para que venga el Espíritu Santo.”

    Jesús nos ha adquirido las gracias, ha reunido el tesoro, ha puesto en la Iglesia el germen de la santidad: la misión del Espíritu Santo es cultivar este germen y conducirlo hasta su término; acaba y perfecciona la obra del Salvador; asi decía Nuestro Señor: “Yo os enviaré mi Espíritu, y este Espíritu os enseñará todas las cosas; os explicará y os dará a entender todas las palabras que yo os he dicho; si no viniera, seríais débiles e ignorantes.” En el principio el Espíritu se extendía sobre las aguas para fecundarlas. Esto mismo hace con las gracias que nos ha dejado Jesucristo: las fecunda y nos las aplica, porque habita en nosotros y en nosotros obra. El alma justa es mansión y templo del Espíritu Santo; Él habita en ella, no solamente por Su gracia, sino por sí mismo; su adorable Persona mora en nosotros, y cuanto más pura es nuestra alma, más lugar halla en ella el Espíritu Santo y mayor es en ella su poder.

    Este divino Espíritu no puede obrar ni morar allí donde hay pecado, porque el pecador está muerto, porque sus miembros están paralíticos y no pueden cooperar a su acción; cooperación que siempre es necesaria. Cuando nuestra voluntad es perezosa o son desordenados nuestros afectos, puede, es verdad, morar en nosotros, pero no puede obrar. El Espíritu Santo es una llama que siempre sube y quiere hacernos subir consigo. Si queremos ponerle obstáculos, se extingue esta llama, o más bien el Espíritu Santo acaba por alejarse de nuestras almas paraliticas y adheridas a la tierra, porque no tardamos en caer en pecado mortal. La pureza es, pues, condición necesaria para que el Espíritu Santo habite en nosotros. “No consentirá que ni siquiera haya una paja en el corazón El posee, y si la hay la quemará, dice San Bernardo”

    La misión del Espíritu Santo es formar a Jesús en nosotros. Es cierto que su misión general en la Iglesia consiste en dirigirla y guardar su infalibilidad; pero su misión especial en las almas es formar a Jesucristo. Esta nueva creación, esta transformación la hace mediante tres operaciones, en las cuales es absolutamente necesaria nuestra asidua cooperación.
    http://sanmiguelarcangel-cor-ar.blogspot.com.ar/2017/05/la-vida-de-union-con-el-espiritu-santo.html

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