"El no haber conocido nunca a Jesucristo, es una grande desgracia, pero desgracia al fin, que no envuelve ni ingratitud ni maldad; más el repudiarlo u olvidarlo, ya conocido, es un crimen tan nefando y aborrecible, que parece no puede darse en el hombre; pues Cristo es el orígen y el principio de todos los bienes, y el género humano, así como no pudo ser redimido sin su Preciosísima Sangre, así tampoco pudo ser conservado, sin su divino poder..."
Papa León Xlll. Enc. Tamesti futura.
 

 
 
 
 
 
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